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Najat Bassit, Jornaleras de Huelva en Lucha: “Buscan a mujeres destrozadas física y psicológicamente para explotarlas fácilmente en los campos de Huelva”

Domingo 17 de abril de 2022

Por Olatz Silva Rodrigo

La ’I Jornada de Reflexión sobre el Entorno Agrícola Onubense’ genera debate acerca de las implicaciones del modelo intensivo de agricultura en la provincia andaluza

Madrid, 12 abr. 22. AmecoPress

Las condiciones laborales en los tajos y la sobreexplotación de las personas migrantes fueron algunos de los temas que se discutieron el 6 y 7 de abril en la ’I Jornada de Reflexión sobre el Entorno Agrícola Onubense’ en Huelva. En dos días de mesas y debates, diferentes invitadas de varios países contribuyeron a generar debate acerca de diferentes cuestiones. El taller diálogo norte-sur ‘La acción de las trabajadoras temporeras’ puso encima de la mesa la violación de derechos humanos que sufren las trabajadoras en el sector agrícola.

"Los abusos han ido aumentando año tras año", denunció Najat Bassit, de Jornaleras de Huelva en Lucha. Bassit era trabajadora del campo, pero cuando diez mujeres marroquíes denunciaron abusos sexuales y laborales en Huelva en 2018, vió que era necesario organizarse y "luchar por sus derechos humanos y el de sus compañeras". Por ese motivo, hace dos años crearon el grupo Jornaleras de Huelva en Lucha.

Bassit quiso subrayar lo que significa el trabajo de campo: "Cuando llegas a la finca a la mañana, te hacen pasar una lista y te dan una especie de chip. Ese chip nos acompaña durante toda la mañana y apunta las cajas que van cogiendo. Al día siguiente te mandan una lista de productividad y ahí ves qué persona ha cogido más cajas y que persona menos. Es una manera de humillar al trabajador". Bassit reveló que esto lo hacen la mayoría de los empresarios de Huelva, calificándolo como una "vergüenza".

Las trabajadoras del sector agrícola son en su inmensa mayoría mujeres marroquíes que llegan a España sin conocer el idioma, sin tener apoyo de ningún tipo. Según Bassit, buscan a mujeres destrozadas física y psicológicamente para "explotarlas fácilmente en los campos de Huelva". Los abusos son cada vez mayores, hasta el punto de prohibirles llevar consigo una botella de agua en verano, para no mojar la fruta: "La persona trabajadora se puede morir de sed, pero que la fruta no se muera".

Las mujeres marroquíes vienen con un contrato en origen. Por eso, hay que entender todo este proceso "desde el inicio hasta que las mujeres retornan desde España", según recalcó Samira Muheya, de Fédération des Ligues des Droits des Femmes (FLDF, Marruecos). "Al examinar los contratos de trabajo, hemos descubierto violaciones de derechos humanos", explicó Muheya. La selección de trabajadoras se realiza con "criterios discriminatorios". Los estándares laborales exigen que sean mujeres de 18 a 45 años, divorciadas o viudas, con hijos e hijas de 14 años, "para garantizar el retorno de las mujeres".

Al igual que Bassit, Muheya denunció las condiciones en las que las mujeres firman ese contrato: "Se les da el contrato en español, sin ninguna traducción para comprender sus derechos". Además, muchos de esos contratos no tienen fecha de término: "El contrato dice que será hasta que termine la temporada, para que el empresario pueda hacer regresar a la mujer cuando quiera". Hay mujeres que también explican que se les retira el pasaporte.

Misma situación en diferentes países

La violación de los derechos humanos y la explotación laboral en el sector agrícola no es un hecho que solo ocurra en España. En Italia y en Francia la situación es muy parecida. En el sur de Italia, los principales cultivos son la fresa, los cítricos y la viticultura. La mayoría de las trabajadoras son mujeres procedentes de Rumania, Bulgaria y Rusia, según explicó Grazia Mosquetti, de Action Aid. "Firman sus contratos en sus países de origen. Lo firman por dos semanas, pero luego no vuelven en uno o dos años", señaló Mosquetti. Esa es la situación de 10.000 mujeres, quienes no tienen "ninguna presencia institucional y ningún tipo de registro en Italia".

Estas mujeres vienen con sus hijos e hijas. Por lo tanto, además del rol como trabajadoras de campo, son cuidadoras "que no reciben ningún beneficio económico por ello". No están registradas en Italia, por lo que no tienen acceso a la seguridad social pública. Por otro lado, los salarios no les permiten acceder a los servicios públicos: "No tienen ningún apoyo por parte de la comunidad ni de las instituciones, su situación es precaria".

En Provenza, región al sureste de Francia, la situación es similar. "Desde los años 80, la agricultura intensiva depende de 4.000 trabajadores marroquíes y tunecinos, la mayoría de ellos hombres", comentó Emmanuelle Helio, del colectivo Codetras. Estos trabajadores también tienen contratos en origen, los cuales les obliga a ir a Francia durante la temporada y a volver a final de ella.

El colectivo Codetras trabajó para luchar en contra de la cautividad jurídica y denunciar el estatuto de los temporeros, dado que estas personas se quedaban ocho meses al año en Francia: "Defendimos la idea de que eran temporeros falsos, mantenidos en estatutos jurídicos precarios, con una ficción jurídica inventada por los empresarios y por el estado para mantenerles en un estatuto que no les permita defender sus derechos como mano de obra estructural". Dado que la lucha solo fue por la vía jurídica y no organizaron a los trabajadores, "se fueron a buscar a otro grupo de trabajadores".

Necesidad de informar en el país de origen

Dada la similitud de la situación en los diferentes países, Mosquetti apostó por una alianza entre las mujeres de diferentes países para hacer frente a esta situación: "Todo recae sobre las espaldas de las mujeres, la alianza tiene que ocurrir". Es importante crear una alianza dentro y fuera de su lugar de trabajo, para que se organicen las trabajadoras mismas y puedan alzar su voz.

Mosquetti subrayó la necesidad de informar a las trabajadoras en sus países de origen: "Antes de dejar sus países, necesitan tener una información sobre cómo va a ser ese trabajo". Aun así, es difícil dada la poca antelación con la que firman el contrato. "Firman con solo dos semanas de antelación, así no hay lugar para informarse de sus derechos ni saber a quién dirigirse si violan sus derechos", expresó.

Action Aid ha redactado un manifiesto para las mujeres trabajadoras. Este manifiesto está dividido en seis puntos: el derechos a la sanidad y a una vida adecuada; el derecho al acceso a los servicios públicos justo y equitativo; el derecho a vivir sin violencia; el derecho a tener un trabajo seguro, protector y digno; el derecho a un sistema de pensiones justo; y, el derecho a ser reconocidas y visibilizadas en las comunidades.

Muheya también apostó por "trabajar en unión" y está de acuerdo con la necesidad de sensibilizar e informar a las mujeres en su país de origen: "Tienen que conocer el contenido de su contrato, las horas de trabajo, el salario y en caso de conflicto a dónde acudir". Es importante que conozcan también los derechos de extranjería, dado que existen "falsas creencias" sobre estos. Según comentó Muheya, hay mujeres que creen que si dan a luz en España se regularizará su situación y hay mujeres que creen que si llegan enfermas a España podrán acceder a la sanidad sin problema: "Por eso, es necesario informarles sobre sus derechos laborales y los derechos de extranjería".

Foto: archivo AmecoPress.

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