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Los nudos de la violencia machista sobre las migrantes: falta de derechos y de protección

Sábado 3 de julio de 2021

Patricia Macías Y Fundación por Causa 30/06/2021 Pikara

Sobrerrepresentadas en las cifras, las mujeres migradas víctimas de violencia machista en España no reciben la protección que necesitan ni pueden acceder de manera efectiva a sus derechos por ser migrantes.

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Imagen del informe ‘Tirar del Hilo: Historias de mujeres migradas supervivientes de violencia machista’.

“Cuando a mí me pasó me daba vergüenza reconocer que había padecido violencia machista porque pensaba: ‘Pero si yo he estudiado, si yo soy una mujer que nunca he permitido que un hombre me pueda hacer daño, ¿por qué he llegado a este punto? ¿por qué a mí?’ Pero luego te das cuenta, cuando asistes a un grupo, que hay de todo, que hay psicólogas, que hay personas profesionales, que hay amas de casa, hay de todo, que esto le puede pasar a cualquier mujer por más fuerte que te creas”.

Este es el testimonio de Luna*, una de las 19 mujeres que han compartido su historia de violencia machista y que vertebran el informe ‘Tirar del Hilo: Historias de mujeres migradas supervivientes de violencia machista’, elaborado por la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (Red Latinas) y la Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos (AIETI). Una metáfora, tirar del hilo, que implica analizar la compleja madeja que compone la violencia de género, una violencia que acecha a todas, como dice Luna, pero frente a la que las mujeres migrantes en España se encuentran aún más desprotegidas por el hecho de no tener la nacionalidad española.

Estos 19 testimonios permiten profundizar en los obstáculos que muchas mujeres migrantes encuentran a la hora de escapar de sus agresores: miedo a denunciar por no tener papeles, escasos recursos económicos, soledad o la falta de una red de apoyo, son solo algunos de ellos. Según Silvina Monteros, coautora de la investigación, este también “es un trabajo sobre mujeres migrantes, hecho por mujeres migrantes”, algo trascendental a la hora de situar estas experiencias y para la construcción de sus protagonistas como sujetas políticas.

En esta línea, uno de los objetivos principales es huir de la revictimización: “Mi propuesta era el poder trabajar el no sentirnos víctimas, el quitarnos ese papel de soy una víctima, porque no solamente es ser víctima ante a un hombre, ante a un agresor, es ser víctima ante una sociedad”, explica Luna. Se antoja así fundamental promover una narrativa propia cuando se habla de violencia de género y migración. Una narrativa que hable de los problemas concretos que atraviesan las vidas de las mujeres migrantes en España, y que con frecuencia son analizados desde una perspectiva generalista y llena de estereotipos.

‘Tirar del hilo’ pretende desafiar la concepción en torno a la realidad de las mujeres migradas víctimas y supervivientes de violencia machista, poniendo sobre la mesa experiencias pero también datos. El 33 por ciento del total de mujeres asesinadas en España desde 2003 -cuando se comienzan a recoger cifras de violencia de género- hasta 2019 eran extranjeras. Esta cifra contrasta con otra: solo el ocho por ciento de estas mujeres accede a las ayudas económicas previstas para la lucha contra la violencia de género que ofrece el Estado español. Además, el acceso a los sistemas de protección disponibles también se ve afectado por la condición de migrante, ya que del total de mujeres extranjeras asesinadas desde 2003 el 38 por ciento habían denunciado, pero no recibieron la protección que necesitaban.

Irregularidad y miedo: factores determinantes para la desprotección

“En general las que están en situación de irregularidad no denuncian, denuncian muy pocas, tienen miedo y no conocen la ley ”, explica Monteros. No saben, por ejemplo, que denunciando podrían obtener una autorización de residencia, aunque para conseguirla primero deben obtener una orden de protección. Estas órdenes son solicitadas en un 25 por ciento de las ocasiones, con un porcentaje de rechazo del 30 por ciento. Si al final del proceso de denuncia no se consigue esta orden, las mujeres quedan en una situación de desprotección total frente a sus agresores. El “viacrucis administrativo” para denunciar, como lo define Monteros, expone además a las mujeres a procesos duros e interminables en los que la condición de migrante vuelve a determinar la resolución de los casos ya que, por ejemplo, las pruebas documentales de violencia en el pasado o en los países de origen no son reconocidas por el sistema judicial español.

“Hay una debilidad en el acompañamiento de los servicios sociales. Para empezar no pueden atender a mujeres que no tienen la documentación”, añade Monteros. Ante la imposibilidad de atenderlas, las mujeres migrantes víctimas de violencia de género en situación irregular son derivadas a asociaciones que, como Red Latinas, trabajan en acompañamiento; pero se trata en su mayoría de organizaciones pequeñas que cuentan habitualmente con pocos recursos y cuyo trabajo se sostiene principalmente gracias a servicios de voluntariado.

Al miedo a tu agresor o al miedo a la expulsión se añade el miedo a que tu familia, tus hijas o tus hijos se vean afectados, además de por la violencia que ya sufren, por la decisión de denunciar. En concreto la desprotección de las y los menores en situación irregular frente a la violencia machista y otras situaciones de extrema vulnerabilidad es injustificable y afecta a más de 147.000 menores en España, como denunciaba el informe ‘Crecer sin papeles’, presentado este año por la Fundación porCausa y Save the Children.

El círculo interminable de la violencia

“Es como si por ser inmigrante no tienes ciertas cosas, por ser pobre tampoco. Yo no tenía dinero para pagarme un abogado y entonces me dijeron: ‘Vete por uno de oficio’. Fui por una de oficio a la que vi 40 minutos, por decirte mucho, y me dijo: ‘¿Qué es lo que quieres?, ¿qué es lo que te ha pasado?, pero resumido’. Apuntó, luego me mandó un borrador y ya está”, explica Elis, otra de las mujeres protagonistas de este informe.

La violencia económica y la precariedad son otros condicionantes importantes a los que las mujeres migrantes tienen que enfrentarse a la hora de poder escapar de una situación de violencia machista. La falta de recursos económicos lastra la oportunidad de contar, como en el caso de Elis, con una representación legal adecuada: “Por no tener dinero ¿me tengo que quedar en esta vida?”, se pregunta.

Asimismo, la dificultad de convalidar títulos de estudios profesionales -entre otras muchas- condena a un gran porcentaje de mujeres migrantes en el Estado español a trabajar en sectores informales muy precarizados, como lo son el sector de los cuidados o del trabajo del hogar. Empleos en su mayoría mal pagados y sin reconocimiento legal, en los que es más fácil vivir situaciones de violencia machista. Esta es la experiencia de Elisabeth, otra de las protagonistas de este informe, trabajadora del hogar en régimen de interna. “A los tres meses de estar ahí el señor me pidió subirme a su habitación, me pidió que le llevara un vaso de leche con unas cosas más. Cuando subí me dijo: ‘Deja ahí la bandeja y vente aquí’. Y yo le dije que no, que qué quería y él me dice: ‘No, que vente aquí, vente aquí’. Entonces, yo dije que no y me subí a mi habitación y fue a tocarme la puerta y no le abrí, pero como tiene llave podía entrar y le dije: ‘No sé qué quieres, grito o no sé qué hacer’, y él respondió: ‘Si gritas, ya sabes, ahí hay una ventana grande”, cuenta. Elisabeth no denunció y permaneció en esa casa porque en ese momento se encontraba en situación irregular y sus opciones eran muy restringidas. Cuando finalmente pudo salir, lo hizo justificando su salida por otra razón que no era la del acoso sufrido.

El informe además pone de manifiesto que la condición de extranjería conlleva una falta de acompañamiento y reconocimiento social, que se expresa de manera concreta en el racismo institucional experimentado por muchas de estas mujeres cuando por fin deciden denunciar. Se recogen frases textuales como: “Mira, tú no puedes vivir en el pasado, tú estás en España aquí nadie te va a violar, tienes que sacarte eso de la cabeza” o “¿sabe cuántos millones le cuestan al Estado personas como usted?”, dichas por un profesional de una organización especializada en refugio y por un abogado de oficio, respectivamente.

Los salvavidas: redes de acompañamiento y comunidad

Desde que Red Latinas y AIETI comenzaron el trabajo de investigación conjunto en 2014 una de las líneas clave, que se antojaba como una necesidad urgente, era la de acompañamiento y creación de redes de apoyo. Así nace la Red de Promotoras Comunitarias por la Igualdad y Prevención de Violencias Machistas, integrada por la asociación de mujeres Amalgama o Mujeres Pa’lante, entre otras. Colaboradoras de esta red han sido las encargadas de realizar las 19 entrevistas que vertebran ‘Tirar del hilo’, en un proceso que, según Belén Frugoni, una de esas promotoras e integrante de la asociación Mujeres Pa’lante, se ha centrado “en el cuidado mutuo y la escucha activa, ya que, más allá de una entrevista cualitativa, se trataba de un encuentro”.

“Seguir denunciando hacia afuera esas violencias pero también traer de una manera íntima y de acompañamiento los testimonios de todas las mujeres era fundamental”, continúa Frugoni. En este trabajo es clave reconocer los procesos únicos que atraviesan a cada una de las mujeres en el momento de encontrarse, al mismo tiempo que se construyen procesos comunitarios de sanación. Una sanación que nace de todas las implicadas, a través del reconocimiento de la memoria de las violencias en la pluralidad de sus cuerpos y vidas. “Denunciar e indignarse sin perder la alegría, como dice Lorena Cabnal, seguir acuerpándose y sosteniéndose es fundamental para nosotras y desde ahí trabajamos”, concluye Frugoni.

Se entienden así los cuidados y el acompañamiento como “una apuesta que intenta cubrir los vacíos en los compromisos del Estado en materia de lucha contra la violencia”, recalca el informe. A la espera de cambios y de políticas transversales que protejan de manera eficaz a todas las mujeres en el Estado español contra la violencia de género, las autoras y protagonistas de este informe insisten: «No nos cansamos de repetir que no somos mujeres vulnerables sino vulnerabilizadas».

*NOTA DE LA AUTORA: los nombres de las mujeres que cuenta su experiencia son ficticios, para proteger sus identidades, por eso no se las nombra con apellidos.

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