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Las trabajadoras de residencias de Bizkaia en huelga colapsan el tráfico de Bilbao

Martes 25 de abril de 2023

Desde las 7.30h, cuatro columnas de manifestantes caminando a paso lento por los cuatro accesos principales de la ciudad han provocado el caos circulatorio. Quieren ser escuchadas y que sus reivindicaciones sean atendidas.

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Las cuatro columnas han confluido en la plaza Moyua, donde les esperaba una gran pancarta ocupando la vía pública.

Gessamí Forner 24 ABR 2023 El Salto

“¡Menudo cristo!”, exclamaba un comerciante del barrio Castaños mientras charlaba con una vecina, tras llegar quince minutos tarde para abrir su tienda de decoración. Las trabajadoras de residencias de Bizkaia en huelga han colapsado esta mañana el tráfico de Bilbao, manifestándose en cuatro columnas por los principales accesos a la ciudad: Zabalburu, Deusto, EITB y La Salve. Han empezado a caminar a las 7.30h, han confluido en la plaza Moyua a las 8.45 y han terminado a las 9.30 frente a la Diputación de Bizkaia.

“Qué desastre”, decía al teléfono una madre con su hijo pequeño agarrado de la mano frente a la tienda Michael Kors. De la plaza Moyua salen muchos autobuses escolares que llevan a los niños a los colegios concertados y privados de Artxanda, Leioa y Mungia, principalmente.

Mientras sembraban el caos circulatorio y logístico, las trabajadoras no dejaban de corear sus eslóganes: “Vuestras políticas, nuestras miserias”, “Nuestro sacrificio, vuestros beneficios”, “Nosotros les cuidamos, vosotros les robáis”, etc. Han apagado los megáfonos delante de Diputación, donde había preparado un desayuno popular. Hoy es la jornada 43 de huelga y, en esta última tanda de movilizaciones, el Gobierno vasco les ha subido los servicios mínimos del 50 al 80%, reduciendo al máximo la posibilidad de hacer barullo en la calle. No eran más de 200, así que han optado por “caminar lento”.

El convenio colectivo de residencias de Bizkaia afecta a 5.000 trabajadoras, que en octubre de 2017 firmaron un convenio histórico que les redujo 106 horas anuales. Consiguieron una jornada de 35 horas semanales. Lo que no esperaban era que la rebaja horaria no fuera acompañada de contrataciones correspondientes. “Ahora tenemos más carga de trabajo”, además de continuar con un sueldo precario (1.460 euros brutos; unos 1.100 netos al mes las que tienen jornada completa), explican tres de las manifestantes, Goizalde Barreras, Zoa Saénz de Santamaría y Ana Román. Las tres trabajan en residencias concertadas, en Barakaldo, Erandio y Arrigorriaga, respectivamente.

Recuerdan que el modelo de cuidados de la Diputación de Bizkaia pasa por la concertación de casi todos los centros: alquilan un edificio o permiten la construcción de uno nuevo a una gran empresa y aportan dinero público para los salarios de las empleadas. Con la diferencia de que en las residencias concertadas tienen “la mitad de personal y cobramos un 40% menos de salario”, advierten. “Esto es un negocio”, resume Barreras mientras enseña su mano.

Tiene un ganglión, una protuberancia de la que debe ser operada. Con 31 años, los movimientos repetitivos de carga de ancianos le han causado esta dolencia. Sáenz de Santamaría, a punto de cumplir los 60, indica que “casi todas tenemos las muñecas abiertas”. Barreras cubre el turno de noche. Está sola para atender a 42 personas. “Hoy entran personas muy dependientes y debemos realizar cargas muy pesadas”, agregan. Ni siquiera el uso de las grúas geriátricas supone un alivio sustancial para muñecas, codos, lumbares y cervicales, ya que también deben hacer “un tirón” para colocar a la persona en la posición adecuada. El tirón se repite a cada giro o cambio de posición de horizontal a vertical, o viceversa.

Ello implica un alto nivel de bajas. Se quejan de que los tres primeros días cobran nada y el máximo es el 75% del salario. “Una baja puede significar no comer”, apunta Barreras. Más aún si la trabajadora de baja tiene un contrato parcial, las cuales trabajan solo en las horas puntas —para levantar y acostar a los usuarios—, de 7.30 a 10h y de 19.30 a 22h. “Cinco horas de contrato son muy poco sueldo y en esos tramos horarios, supone escasas posibilidades de conciliar”, alerta Román.

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La manifestación ha terminado frente a la Diputación de Bizkaia, responsable de la privatización del sector

Esta huelga solo la ha convocado el sindicato ELA, que tiene el 64% de representación —CC OO el 13%, UGT el 14% y LAB, el 9%—. La huelga empezó el 14 de diciembre de 2021, continuó en 2022 con jornadas en siete meses (8 de febrero, 10 de marzo, 30 de mayo, 23-24 de junio, 4-6 de octubre, 21-25 de noviembre y 17-23 de diciembre). Tras un año y medio sin reunirse la mesa de negociación con las tres patronales (Gesca, Lares y Elbe), la huelga se ha intensificado aumentando los días de movilización (del 1 al 8 febrero, del 15 al 24 de marzo y del 21 de abril al 3 de mayo). No se esperan avances y el único movimiento que ha realizado el Gobierno vasco ha sido aumentar los servicios mínimos, “creando una situación paradójica en la que un día de huelga puede estar trabajando más gente que un día sin huelga”, alerta Julio Fonbellida, delegado sindical de ELA.

Una de las principales reivindicaciones del sindicato es terminar con la parcialidad, que contabilizan en un 25%. Las trabajadoras parciales tienen una jornada de entre el 40 y 70%. La equiparación salarial con las residencias públicas, gestionadas por el IFAS —tras la privatización del sector en Bizkaia, impulsada por el exdiputado de Acción Social y actual alcalde de Bilbao José Luis Aburtu, solo quedan una decena, frente a las 157 privadas— y un aumento de la ratio. Con la plantilla actual, un residente solo puede ser atendido 60 minutos al día.

El burukide del PNV Koldo Mediavilla ha sido uno de los miles de afectados por la manifestación de las trabajadoras en huelga. No ha dudado en criticarla: “Quienes creen que sus derechos están por encima de los de los demás han cortado los accesos a Bilbao colapsando el tráfico”. No ha tenido palabras para las tres patronales responsables del sector ni para la Diputación de Bizkaia, gestionada por el PNV.

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