Miércoles 4 de septiembre de 2019
Tremending 03-09-2019 Público
Cada día más mujeres denuncian el acoso que sufren por la calle. Frases como "avísame cuando llegues a casa" o "llámame y vamos hablando" son muy comunes entre amigas cuando llega la hora de volver a casa. Es común que, cuando van solas, sufran miradas y comentarios, incluso, persecuciones e intimidaciones. Por eso, muchas denuncian que, aunque esté normalizado, el acoso callejero debería ser mucho más perseguido y condenado por la sociedad.
La última en hacer una denuncia pública ha sido M Magdalena a través de su cuenta de Twitter. Magdalena ha contado en un hilo una situación "normal" al volver a casa por la noche.
Tras una cena con sus amigas volvió andando hasta el parking en el que había dejado el coche y unos hombres comenzaron a intimidarla hasta que salió corriendo para perderles de vista. Una situación con la que se han identificado muchas mujeres. Tras contar su caso, la tuitera hace una reflexión: "Quizás tenemos normalizado lo que no es normal", explica.
M Magdalena @_mariamgd 2 sept.
Os voy a contar una cosa que me pasó ayer. Una cosa muy normal, que no tendría la mayor importancia, pero resulta que sí.
Anoche tuve un cumpleaños en el centro de Málaga. Acabamos sobre las 0:00. Me despedido de mis amigos porque yo era la única que tenía el coche en otra dirección.
Mi amiga me pregunta si me voy a ir sola hasta el parking. Lo normal. “Sí”, le digo, te aviso cuando llegue. Lo normal.
Empiezo a andar. No hay nadie en la calle, y sin quererlo, me entran los nervios. Lo normal. Cojo el móvil para entretenerme y tenerlo a mano por si acaso. Lo normal.
Llevaba 10 metros sola cuando entran unos 12 hombres de 40 y largos por el final de la calle. Lo primero que se me viene a la cabeza es “cómo me alegro de no haberme puesto tacones hoy”. Lo normal
Alguno se me queda mirando. No hay ninguna calle perpendicular. Nos tenemos que cruzar. Yo bajo la cabeza, miro el móvil y aprieto el paso. Lo normal. Entonces pienso “qué dramática, no va a pasar nada".
Pero pasa.
os cruzamos y uno de ellos se gira en mi dirección y me grita: “Oleee las mujeres guapas. Sí, corre, pisa fuerte, que lo que tú rompas te lo arreglo yo”.
En el grupo de hombres, algunos han agachado la cabeza, vergüenza ajena. Otros se han venido arriba y se ríen y se me acercan.
Sigo andando, me hierve la sangre. Y pienso, ¿por qué tengo que pasar yo miedo o aguantar esto? Yo que leo tanto sobre feminismo, que me siento en sororidad. Tan mujer empoderada yo
Me acuerdo de la última vez que me pasó algo parecido y le grité al tío “qué puto asco me das”. O la anterior a esa, cuando me crucé sola con una despedida de soltero y contesté que me compadecía de la mujer que se casara con alguno de ellos. Ridículo máximo delante de los amigos
Me vengo arriba y le contesto.
Pero esta vez el tío me contesta, sigue gritando pero en otro tono. “PUES NO ME VOY A CALLAR, TE VOY A DECIR LO QUE ME DE A MÍ LA GANA. A DÓNDE VAS TAN DEPRISA. SI NO TE GUSTA ESCUCHARME VE POR LA CALLE CON CASCOS, LOCA”.
Pienso: ¿por qué no me habré callado? ¿Por qué he aparcado tan lejos? ¿Echo a correr? Son más de 12. ¿Le contesto? ¿Me da tiempo a coger las llaves? No tienes ni idea de defensa personal, ¿quién te crees? ¿Se han parado? ¿Me está siguiendo alguno? No quiero girarme. Lo normal.
Al final ando más rápido, al borde de correr, hasta que ni los veo ni los oigo. Lo normal.
Lego al parking. Mensaje a mi amiga: “Oye, ya he llegado. Todo bien”. Lo normal.
Pero que no sé. Quizás tenemos normalizado lo que no es normal.