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La Eurocámara abraza el Convenio de Estambul contra la violencia de género con el ’no’ de la extrema derecha

Miércoles 10 de mayo de 2023

La adhesión de la UE es muy limitada porque sólo afecta a las competencias europeas (la administración pública y la cooperación judicial), pero es un paso simbólico frente a los seis países que se niegan a suscribirlo. La extrema derecha aprovecha el debate para vincular la violencia machista con la inmigración

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Pancarta contra la violencia machista en una manifestación del 8M. EFE

Irene Castro - Estrasburgo — 10 de mayo de 2023 elDiario.es

La UE está un paso más cerca de ratificar el Convenio de Estambul contra la violencia de género. Con años de retraso, el Parlamento Europeo ha avalado la adhesión al texto, que ahora tendrán que convalidar los 27. La suscripción tendrá unos efectos muy limitados porque son los estados miembros los que tienen la gran mayoría de competencias y 21 ya lo han ratificado, pero seis se resisten. Una vez que los países den el visto bueno definitivo, el Convenio de Estambul será un paraguas común para el conjunto de la UE en lo que se refiere, al menos, a la cooperación judicial y la administración pública, que son las materias en las que lo puede aplicar. La decisión, que tiene un carácter prácticamente simbólico, se ha topado con el rechazo de la extrema derecha, que ha aprovechado el debate para desplegar todas sus soflamas contra las políticas de igualdad.

El camino de la UE para aplicar el Convenio de Estambul no ha sido fácil porque se ha topado con resistencias de varios países, incluido Polonia, que ha amenazado con dar marcha atrás tras haberlo ratificado. El convenio del Consejo de Europa (una institución continental que va más allá de la UE) es el primer instrumento internacional legalmente vinculante para la lucha contra la violencia machista al fijar una serie de medidas para combatir este tipo de violencia, apoyar a las víctimas y castigar a los autores.

Los estados miembros han ido sumándose paulatinamente desde que entró en vigor en 2014 y Bruselas propuso la correspondiente legislación en 2016, pero desde entonces ha estado prácticamente bloqueada en buena medida por la negativa de seis países a ratificarlo (Bulgaria, República Checa, Hungría, Letonia, Lituania, Eslovaquia). En 2021, a instancias de la Eurocámara, la Justicia europea dejó claro que la adhesión de la UE no requiere unanimidad. Con esos mimbres, la presidencia sueca ha pisado el acelerador y en febrero el Consejo reclamó al Parlamento que concluyera sus trabajos.

La Eurocámara ya se había pronunciado en numerosas ocasiones a favor de ratificar el texto. Pero este miércoles, ha llevado a cabo la votación definitiva y la pelota pasa de nuevo al tejado de los 27. La votación se ha dividido en dos: las cuestiones relativas a la cooperación judicial en materia penal y asilo (que ha salido adelante con 64 votos a favor, 81 en contra y 45 abstenciones) y las obligaciones de las instituciones y la administración pública de la UE (aprobada con 472 votos a favor, 62 en contra y 73 abstenciones).

Lo que ha dejado claro el debate parlamentario, eso sí, es el furibundo rechazo de la extrema derecha a todo lo que tiene que ver con las políticas de igualdad de género. Al negacionismo de la violencia machista, a pesar de las 50 asesinadas a la semana o un tercio de las mujeres europeas habiendo sido víctimas de violencia física o sexual, en algunos casos se ha sumado la vinculación de la misma con la inmigración que han llevado a la presidencia de la Eurocámara a analizar si algunos de los discursos pronunciados el martes suponen una vulneración de las normas de conducta de los eurodiputados. En concreto, del artículo 10.1 del reglamento que establece que “el comportamiento de los diputados se caracterizará por el respeto mutuo y se basará en los valores y principios establecidos en los Tratados, y en particular en la Carta de los Derechos Fundamentales”. La presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, tendrá que trasladar una decisión en próximas sesiones plenarias.

“Los perpetradores en general son machos importados que desgraciadamente que traen sus ideas misóginas y no las dejan abandonadas al otro lado de la frontera. Esta terrible violencia contra las mujeres seria facilísimo de evitar seria suficiente con evitar el cruce ilegal de jóvenes que traen con ellos una idea misógina de las relaciones y de las mujeres”, argumentó Christine Anderson, del partido xenófobo Alternativa por Alemania, que aseguró que la adhesión al Convenio de Estambul “se está haciendo para recortar la soberanía de los estados miembros”. “Es una manera de empezar a desarrollar un supra estado dictatorial en la UE”, añadió.

No se quedó atrás la eurodiputada de Vox Margarita de la Pisa Carrión: “La necesidad de combatir la violencia es un reto demasiado serio para ser usado para imponer cualquier ideología. La aplicación de conceptos de la perspectiva de género no ayuda a prevenir la violencia sino que obstaculiza la aplicación de medidas realmente eficaces”. Durante el debate, interrogó a un eurodiputado sobre si debería considerarle “un maltratador”: “Según el Convenio de Estambul, la violencia contra la mujer es consecuencia de un supuesto heteropatriarcado en el que el varón es un presunto maltratador por naturaleza contra la mujer (...). ¿Debo tenerle miedo como mujer?”.

“Tiene un perjuicio ideológico. Claro que no se presume que los hombres son maltratadores, pero hay estadísticas que muestran que son vulnerables y que necesitan de protección. Ha habido siglos en los que las mujeres no han tenido menos derechos que los hombres y eso aún hoy tiene consecuencias. No me da vergüenza decir que no considero a todos los hombres maltratadores, pero sí que las mujeres precisan una protección especial y es nuestra obligación para que todos tengan una posición de igualdad”, le respondió el eurodiputado del Partido Social Demócrata de Portugal (del PP europeo), Paulo Rangel, que fue aplaudido por el hemiciclo.

“Estoy observando en una serie de intervenciones que la violencia contra las mujeres está vinculando con la migración. Esto entra dentro de la categoría de discurso de odio”, denunció Samira Rafaela (Renew), que defendió igualmente la necesidad de aplicar el Convenio de Estambul en línea con los defendido por los demás grupos.

“La violencia de género es la principal asignatura pendiente de Europa. Una de cada tres mujeres de la UE ha sufrido violencia física y/o sexual: alrededor de 62 millones de mujeres. ¡Ya basta! El Convenio de Estambul está reconocido como la herramienta más eficaz para combatir la violencia de género, ya que impone obligaciones concretas. ¡Un paraguas jurídico europeo contra la violencia protegerá a las mujeres y las niñas en Europa mediante la adhesión de la UE al Convenio de Estambul”, ha afirmado el ponente Łukasz Kohut, socialista polaco.

“Celebramos que la UE se disponga a completar su proceso de adhesión a este Convenio, ya que impactará positivamente en la salud y la vida de las mujeres de toda la Unión, también en aquellas que viven en los seis Estados miembros que se resisten a ratificarlo. Por ejemplo, la violencia de género está reconocida como causa de persecución para niñas y mujeres refugiadas en el Convenio, así que esperamos que se considere en las solicitudes de protección internacional en toda la UE”, señaló la eurodiputada de la izquierda, María Eugenia Rodríguez Palop.

Además de apostar por la aprobación de la directiva contra la violencia de género, que propone penalizar la violación basada en la falta de consentimiento, la mutilación genital femenina y la ciberviolencia, tanto la izquierda como los socialistas han reiterado la necesidad de considerar la violencia de género un eurodelito, como lo es el terrorismo.

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