Lunes 19 de septiembre de 2011
La SlutWalk comenzó como una simple marcha contra "mitos equivocados sobre la violencia sexual" y se ha convertido en un fenómeno global.
HÉCTOR LLANOS MARTÍNEZ - BERLÍN
Cuando el pasado enero el oficial de policía Michael Sanguinetti recomendó públicamente a las mujeres canadienses "dejar de vestir como guarras" para no ser víctimas de abusos sexuales, no pensó el alcance de sus palabras. Y más en la era de Internet. Aunque aún se debate la responsabilidad real de las redes sociales en revoluciones como la de Túnez, para Heather Jarvis y Sonya Barnett, asombradas de escuchar un consejo así en una conferencia universitaria del Toronto del siglo XXI, fue suficiente para crear una página web y abrir perfiles en Facebook y Twitter para iniciar un nuevo fenómeno global: la SlutWalk (o marcha de las guarras). La ironía fue la única respuesta posible, por lo que estas dos nuevas activistas del trending topic decidieron reapropiarse del término que hasta ahora ha servido como estigma. Desde entonces, hombres, mujeres y transexuales de más de cien ciudades del mundo han salido a las calles luciendo, por solidaridad o por vocación, los tacones más altos y las faldas más cortas posibles para reclamar derechos femeninos y también celebrar toda libertad individual.
Jarvis, una de sus fundadoras, destaca que la iniciativa se basa en conceptos incluyentes: "SlutWalk lucha contra falsos mitos sobre la violencia sexual, y aunque son más comunes contra las mujeres, no queremos centrarnos en un género concreto". Todo el mundo está invitado a esta fiesta. A golpe de follower, pasaron de América a Australia y al norte de Europa, y ya han llegado a lugares como Nueva Delhi y Johanesburgo con lemas tan evidentes y necesarios como "No significa no" o "Aunque no lo creas, mi minifalda no tiene que ver contigo". Con ellos exigen respeto por las víctimas de agresiones sexuales y recuerdan que "esos episodios están de un modo u otro mucho más presentes en nuestro día a día de lo que solemos recordar", según apunta una de las impulsoras del SlutWalk alemán, Anne Wizorek.
Berlín, cuyo célebre hedonismo no se abandona necesariamente a la simple frivolidad, ha sabido entender la seriedad de una propuesta conjugada con humor y se ha convertido en una de las capitales europeas de la SlutWalk, gracias al éxito de asistentes a su marcha del pasado 13 de agosto, cuando cerca de 3.500 personas desfilaron en el centro de la ciudad. "Una de las cosas que hemos logrado sin tan siquiera proponérnoslo es que el modo de vestir no legitime o descalifique a nadie a la hora de hablar de política", destaca Wizorek, quien prefirió acudir a la convocatoria con atuendo de oficina y reivindicar así la futilidad de una prenda de ropa.
Lo expresivo del término ha generado críticas entre algunas feministas, que ven en la idea una forma de restar importancia al problema. "Si lo hubiésemos llamado ’Marcha en contra de la violencia sexual y en favor del bla, bla...’, probablemente hubiésemos asustado a la gente. Hemos conectado con miles de personas y además cambiado ciertas connotaciones negativas e injustas que suele arrastrar el feminismo", defiende Wizorek.
Heather Jarvis concilia: "Algunas de las críticas que recibimos son necesarias y constructivas. No invitamos a la promiscuidad, sino a que cada uno sea consciente de sus libertades y lo suficientemente valiente como para luchar por ellas. Se trata de pedir respeto a las diferencias y cambiar una cultura que glamouriza la violación y traslada la culpa a la víctima". Mientras se preparan próximas marchas en Nueva York y Ciudad del Cabo el 1 de octubre y en Hong Kong el 4 de diciembre, ya se piensa en unificar una fecha a nivel mundial para el día del orgullo guarra.