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Cinco datos que omiten los medios que dan pábulo al falso SAP tras el testimonio de Rocío Carrasco

Miércoles 7 de abril de 2021

El testimonio de Rocío Carrasco ha provocado un chorreo de artículos sobre el supuesto Síndrome de Alienación Parental que dan por buena esta teoría. Muchos omiten que la inventó un autor que justificaba la pedofilia y que es un argumento recurrente de quienes niegan la violencia machista.

Patricia Reguero Ríos 5 abr 2021 El Salto

Alienación parental: el síndrome que podría afectar a los hijos de Rocío Carrasco”, “Qué es la alienación parental y qué efecto provoca en los niños” o “Caso Rocío Carrasco: dos informes psicológicos y una sentencia apuntan al síndrome de alienación parental” son solo tres ejemplos. Desde que el pasado 21 de marzo se emitieran los dos primeros episodios del documental Rocío, contar la verdad para seguir viva pocos medios se han resistido a publicar artículos sobre el supuesto Síndrome de Alienación Parental (SAP), algunos de ellos con flagrantes omisiones sobre este supuesto síndrome señalado repetidamente por los movimientos feministas como una herramienta que castiga a las madres, por mucho que lleve el apellido “parental”.

Estas son cinco claves sobre el SAP, al que algunas activistas se refieren como sSAP (supuesto Síndrome de Alienación Parental”) o “el sapo”.

Uno: su inventor justificaba la pedofilia

El llamado Síndrome de Alienación Parental es un término que acuña el estadounidense Richard Allan Gardner en 1985. Con él describe un conjunto de comportamientos mostrados por niños que habrían sido manipulados psicológicamente para posicionarse en contra de uno de los progenitores. Este síndrome surge en disputas por la custodia, a veces en casos en los que la madre ha denunciado una situación de abusos sexuales contra el niño o niña. Valga hasta ahí una definición que se repite en estos días y que puede sonar objetiva, aséptica. Una definición a la que, sin embargo, le falta algo.

Como explicaban las expertas Sonia Vaccaro y Fátima Urzanqui a El Salto en este artículo, el inventor de este supuesto síndrome justifica abiertamente la pedofilia en algunos de sus textos. Así, en su obra True and False Allegations of Child Sexual Abuse, en 1992, Gardner recoge afirmaciones bastante explícitas en este sentido.

Por ejemplo, el autor considera que existe una “reacción exagerada a la pedofilia” o que “la pedofilia sirve a propósitos procreativos”. También sugiere que a los niños más mayores se les debe hacer saber que “los encuentros sexuales entre un niño y un adulto no son considerados universalmente actos reprensibles” y explica en un apartado sobre el “tratamiento a la madre” que “si la madre ha reaccionado al abuso de una manera histérica o lo ha utilizado para denigrar al padre, el terapeuta debe intentar calmarla”.

Resulta tan difícil de creer que la teoría de una persona con estos convencimientos esté arraigada en una parte de la sociedad y de la justicia que me gustaría, si sigues leyendo a estas alturas, que pinches aquí y lo veas con tus propios ojos.

Por si fuera poco, la acreditación de psiquiatra de Gardner no pudo ser encontrada, como acredita Sonia Vaccaro en la investigación de la que es coautora junto a Consuelo Barea, El pretendido Síndrome de Alienación Parental, en 2009.

Dos: una teoría de negacionistas

Si estamos hablando del SAP es por un tuit de Rocío Monasterio, diputada de Vox en la Asamblea de Madrid y en este momento candidata a presidir la Comunidad de Madrid por este partido. Dicho de otra manera: si estamos hablando de SAP es, en parte, porque le interesa a Vox. Y esta es otra de las omisiones flagrantes de quienes presentan este supuesto síndrome como una herramienta válida: ¿A quién le conviene? ¿Quién lo utiliza?

Las alusiones al Síndrome de Alienación Parental son frecuentes entre quienes niegan la violencia contra las mujeres con la manida frase de que “la violencia no tiene género”, como hace Vox y sus entornos. No es casual que el concepto de “alienación parental”, que tiene su origen en los años 80 en EE UU, aparezca por primera vez en la jurisprudencia española en 2004, el mismo en el que se aprobó la Ley Integral de Medidas de Protección Contra la Violencia de Género, que produce un cambio de paradigma en el abordaje de la violencia contra las mujeres y, de la mano, una contrarreacción.

Este Informe del grupo de trabajo de investigación sobre el llamado síndrome de alienación parental, de 2010, recoge cómo “el propio Gardner al cabo de un tiempo de engendrar su teoría, en el año 1999, admite que este síndrome permitía ocultar malos tratos y abusos”. En un artículo del Diario Americano de Terapia Familiar, recoge el informe, Gardner admitió que era cierto que: “con el reconocimiento del SAP, padres que son verdaderamente abusadores han estado alegando que la animosidad de los niños hacia ellos no tenía nada que ver con su abuso y sí con el resultado de una programación SAP por parte del otro progenitor. Esto se ha convertido en una racionalización común y una maniobra de distracción por padres abusivos. Algunos de estos padres han tenido éxito en convencer a los tribunales de que no eran abusadores y que el SAP era el responsable de la alineación”.

Tres: se apellida “parental” pero castiga a las madres

Un análisis de la jurisprudencia existente sobre el SAP lleva a la tercera omisión que hacen quienes avalan este falso síndrome: pese a la forma teóricamente neutra del término, que no hace referencia al sexo del progenitor, su uso se ceba sobre las madres. Un estudio que llevó a cabo el colectivo Abogadas por la Igualdad reveló en 2010 que aplicar el SAP en un tribunal no tiene las mismas consecuencias para los padres que para las madres.

El estudio analiza 21 resoluciones emitidas por el tribunal autonómico asturiano entre los años 2003 y 2009 en las que se hacía referencia a dicho síndrome y determina que, en los pocos casos en los que la supuesta alienación al menor procedía de la madre, el juez acordó la retirada de la custodia, mientras que cuando dicha forma de violencia procedía del padre, incluso en un grado severo, los magistrados prefirieron no privarles de su derecho para evitar posibles traumas al menor.

Cuatro: se “cura” con amenazas

Otro dato relevante para poner en contexto el SAP es la “cura” que propone Gardner: su receta es lo que se conoce como “terapia de la amenaza”, como él mismo la llamó. Aterrizado en lo concreto, el tratamiento de choque pasa por retirar la custodia al supuesto padre alienador, cosa que lleva a cabo un juzgado.

En La lógica del Síndrome de Alienación Parental de Gardner (SAP): terapia de la amenaza, estudio que firman Antonio Escudero, Lola Aguilar y Julia de la Cruz, se explica cómo la amenaza “permite manipular a la gente que no coopera”, lo que en muchos casos significa imponer a madres protectoras custodias no deseadas por los niños o niñas.

La “terapia”, describe este trabajo, se basa en que solo una justicia eficaz en cumplir sus amenazas puede llevar a cabo sus objetivos. Para Gardner, se trata de una forma de lucha contra los instintos primitivos que, consideraba, dominan a las mujeres. Como recoge el mismo estudio, Gardner considera que “en todo el reino animal las madres lucharán literalmente hasta la muerte para salvaguardar sus descendientes, y las mujeres todavía están bajo la influencia de la misma programación genética”. La “terapia” puede incluir amenazas tan terapéuticas como periodos de prisión u hospitalización tanto para la madre como para el niño.

En el artículo de El Salto mencionado más arriba, la psicóloga Fátima Urzanqui llama la atención sobre este punto: “Es curioso que el sistema judicial emita diagnósticos; es como si un médico redactará sentencias judiciales”.

Cinco: se esconde y muta, como el machismo

Ninguna institución médica ha reconocido el SAP, como tampoco lo ha hecho ninguna organización psiquiátrica o científica. Su aprobación ha sido rechazada por la Asociación Americana de Psiquiatría, la Asociación Americana de Psicología y la Organización Mundial de la Salud. Además, el Consejo General del Poder Judicial desaconseja su uso a los jueces en los procesos de violencia contra la mujer.

Sin embargo el SAP, como el machismo, muta y se adapta para subsistir. Así se recoge en un estudio reciente de la asociación de mujeres Juristas Themis y la Asociación de Psicología y Psicoterapia Feminista que analiza la figura del coordinador de parentalidad, y que concluye que esta “coordinación” se impone incluso en casos de violencia de género.

Las organizaciones aseguran en el Segundo Informe sobre coordinación de parentalidad - Perspectiva feminista jurídica y psicológica, basado en un análisis de sentencias del Centro de Documentación Judicial del Consejo General del Poder Judicial (CENDOJ), que la figura del coordinador parental es una herramienta que se debe interpretar en el contexto de la mutación del falso SAP, que se sigue colando en los juzgados bajo diferentes términos, como por ejemplo “preocupación mórbida” o “manipulación”. “Estas nuevas calificaciones mantienen y aplican el núcleo del SAP, que es la terapia del miedo, de la amenaza y del castigo para lograr el cumplimiento de visitas no deseadas por menores con el progenitor no custodio”, dicen las expertas en el informe.

Como señaló la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Victoria Rosell, el testimonio de Rocío Carrasco es un testimonio de violencia de género en pareja. No hay en la vivencia que narra una validación del falso SAP, sino un ejemplo de violencia vicaria, es decir, del uso de los hijos por los maltratadores para seguir ejerciendo violencia sobre sus víctimas.

Como explica la propia Rocío Carrasco: “Él ha conseguido lo que quería cuando nos separamos y me dijo ‘te vas a cagar Rociíto’. Me ha quitado a lo más importante que tengo en mi vida, que son mis hijos".

“Me los ha quitado pero no han desaparecido, me los ha quitado teniéndoles y haciendo que me odien y que tengan mala imagen de mí, que es mucho más cruel si cabe. He tenido a mis hijos muertos en vida, he tenido que hacer como que nos los tengo estando vivos”, explica Carrasco.

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