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Argentina: Alejandra Cebrelli: “Los criollos salen a cazar ‘chinitas’ como práctica de iniciación sexual”

Miércoles 13 de julio de 2022

La investigadora Alejandra Cebrelli lleva años estudiando y denunciando un fenómeno tan grave como desconocido: la violación normalizada de niñas y jóvenes indígenas por parte de criollos —descendientes de europeos— en el norte argentino. Una práctica conocida como “chineo” por el nombre que le dieron los conquistadores a las mujeres indígenas por sus ojos más rasgados.

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Alejandra Cebrelli, investigadora sobre el chineo, la violación de mujeres indígenas niñas y jóvenes por parte de los criollos, los descendientes de los europeos.

Cecilia Valdez Buenos Aires (Argentina) 12 JUL 2022 El Salto

Desde hace años, la provincia de Salta tiene junto a Jujuy, ambas en el norte argentino, el mayor índice del país de femicidios, violaciones y abusos, y de suicidios adolescentes, por número de habitantes. Alejandra Cebrelli, docente de la Universidad Nacional de Salta, lleva años investigando una práctica antigua y silenciada vinculada a esto, y fue la primera en conceptualizarla y denunciarla como tal: el chineo.

El chineo es, ni más ni menos, que la violación a niñas indígenas por parte de criollos —descendientes de europeos nacidos en un país hispanoamericano—, con cierto poder económico y social. El nombre “chineo” proviene de la época de la colonización, en la que los españoles llamaban a las mujeres indígenas “chinitas”, por sus ojos más rasgados. Desde hace algún tiempo, el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir lleva adelante la campaña #BastaDeChineo para exigir el fin de esta aberrante práctica, que se tipifique como crimen de odio y se declare imprescriptible, entre otras exigencias.

¿Qué es el chineo?

En toda la zona del noroeste argentino existen tres prácticas afines al chineo pero con tradiciones diferentes que tienen que ver con la violación, y que además están naturalizadas. En dos casos son prácticas ancestrales y patriarcales, pero la que más tiene que ver con la colonización es el chineo. Las otras son el derecho de pernada y la rameada. Las Mujeres Indígenas por el Buen Vivir lo definen como un crimen de odio, racista y colonial, que es una costumbre de aquellos que se perciben como blancos y criollos. Las víctimas comúnmente son wichís o qom y, en muchos casos, el chineo termina en femicidio.

¿Qué pasa con las denuncias?

Rara vez estas situaciones llegan a la justicia y, cuando llegan, o no les toman la denuncia porque no entienden la lengua, o porque las mismas personas que tienen que recibir la denuncia están implicadas de alguna manera. Estamos hablando de zonas muy pobres donde el poderoso del pueblo es el alcalde, el maestro, el médico, el enfermero, el concejal, es decir, el criollo. Estos criollos salen a cazar chinitas como práctica de iniciación sexual, o directamente por aburrimiento, ya que no tienen monte para salir a cazar. Generalmente, toman niñas wichís pequeñas porque no hablan la lengua, suelen ser las más calladas, las más pobres y las que menos contacto tienen con el Estado. El aislamiento hace que todo lo que les sucede quedé en un cono de sombra y, encima, para acallar a las familias las chantajean, les regalan una vaca o un chivo, las amenazan, o todo junto. Entonces, esta gente tiene mucho miedo de hablar. Recuerdo el caso de una niña, que era la sobrina de un cacique wichí, que la violaron en banda y después la hicieron tomar cerveza con vidrio molido, imagina esa muerte. La otra es que las dejan abandonadas en el medio del monte y, cuando se las encuentra, están muertas o enloquecidas, y ya no recobran la razón.

¿Es una práctica que se da exclusivamente en el norte argentino?

No, sí bien en el norte se la conoce como chineo, es una práctica que también existe en otros lugares del país. En el sur, sin ir más lejos, los dueños de empresas extractivas o de estancias, casi todos extranjeros, mandan a los obreros a violar a las machis —que son mujeres sagradas de las comunidades mapuches y en muchos casos son ancianas, o niñas lectoras de sueños—, porque esto les permite desmembrar la comunidad, ya que es algo muy atado a lo espiritual, a lo sagrado y a la tierra. Esto viene de la época de la conquista: violar mujeres, matarlas, desintegrarlas o tratarlas como objetos, es una forma de conquistar el territorio. Cuando se conquista un pueblo, la forma de marcar esa colonialidad, la posesión, no es solo sobre el territorio, sino sobre el cuerpo de las mujeres, al marcarlas, violarlas.

¿Existen registros de este tipo de prácticas?

Yo sé con seguridad que esta práctica existe en Salta y Bolivia, y sospecho que pasa en Jujuy. Hace algunos años volví a investigar el tema en los hospitales de la zona andina para ver sí tenían registro de mujeres con violaciones en banda —ya que tanto el útero como la zona anal de una mujer que sufrió una violación múltiple queda deshecha—, y no había registro. Me sorprende, y no tanto, porque lo mismo pasa con las muertes por hambre, cuando se registran oficialmente dos es que hubo 40. Lo que sí se produce son embarazos. Los índices de nacimiento nueve meses después del carnaval eran altísimos. En la rameada, además, no importa la etnicidad. Según datos recientes del Ministerio de Salud de Salta, entre 2017 y 2021, 881 niñas de entre 10 y 14 años fueron abusadas y, producto de estos abusos, nacieron 750 bebés y hubo 131 abortos. Un 30% de estos abusos se produjeron en zonas donde se concentran un alto número de comunidades indígenas. Pero estos son los números oficiales, y no representan los números reales sino los de aquellos que llegan a las instituciones, o son detectados por agentes sanitarios.

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Alejandra Cebrelli comenzó a hablar de chineo en 2009 a raíz de la violación de una niña indígena y junto con Rita Segato difundieron el término

¿Cómo fue el caso de Juana (nombre ficticio)?

El caso de Juana, una niña wichí discapacitada, fue conmocionante. Fue en la época que empezó el “Ni una menos”, y yo creo que está directamente relacionado. En diciembre de 2015 aparece en un diario regional que había habido una pueblada en un departamento wichí extremadamente pobre, donde habían violado una niña. Pero la noticia es la pueblada, no la violación en banda. Unos meses después, el caso es noticia porque la niña queda embarazada, la madre la trae a la ciudad de Salta, y ahí todas las organizaciones de mujeres empezamos a pedir que se haga un aborto no punible, pero se declaran todos objetores de conciencia y dejan avanzar un embarazo en el que el bebé a los siete meses no tenía cerebro. Le hacen una cesárea y el bebé vivió medio segundo. Esa niña fue abusada infinidad de veces. Los ocho imputados se paseaban por el pueblo y comían asado con los policías. Luego se los juzgó y les dieron 17 años de prisión no excarcelables, pero no se penó al Estado, que revictimizó a la niña.

¿Cuándo se empieza a hablar de chineo?

Yo empiezo a hablar de chineo en el año 2009 con este caso y nadie me escuchaba, ni siquiera dentro de la universidad. Entonces hablo con Rita Segato, y ella empieza a hablar del tema, esa fue la primera vez que se habló públicamente del chineo. Esta es una práctica frecuente y silenciada. En octubre de 2014, la maestra Evelia Murillo fue asesinada de un escopetazo en el paraje wichí El Bobadal (Salta), cuando intentó defender a una joven wichí que le pidió ayuda porque un criollo quería violarla. Al hombre lo condenaron, sobre todo, porque ella era una mujer criolla. Pero lo más fuerte es que el nivel de naturalización es tan grande que, sí se interpone otra mujer, aunque sea blanca, la matan y listo. Estas mujeres son la parte más vulnerable del tejido social.

Formas parte de la campaña #Basta de Chineo, ¿qué me puedes contar sobre la campaña?

La campaña se inició en 2020, poco antes de la pandemia, con el objetivo de visibilizar este delito. Hay cierta resistencia entre las mismas mujeres indígenas para el uso del término chineo porque es estigmatizante. La campaña sigue adelante con mucho esfuerzo para organizarse, ya que muchas de ellas viven en zonas donde no hay conectividad y deben hacer muchos kilómetros para poder conectarse. En 2020 hicimos un parlamento de mujeres indígenas, y algunas aliadas blancas o criollas, y se logró poner el tema en la agenda política, mediática y académica, pese a que estábamos en pandemia. En mayo pasado, se hizo una asamblea donde muchas pudieron hablar de la violencia que viven y fue muy terrible todo lo que se escuchó. La idea es que se transforme en ley, aquí en Salta hay un anteproyecto de ley que sacó un diputado, pero que lamentablemente se hizo sin el consenso de las mujeres indígenas, así que se está tratando de que ese proyecto no se presente de esta forma, sino que se presente teniendo en consideración el testimonio de las víctimas

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