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La universidad que queremos las feministas

Esperanza Bosch Fiol, Victoria Ferrer Pérez, Capilla Navarro Guzmán y Virginia Ferreiro Basurto

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*Miembros del Grupo de investigación “Estudios de género” Universitat de les Illes Balears Miembros de la Asociación Universitaria de Estudios de Género (AUEG)


Introducción

El acceso de las mujeres a la educación, y más en concreto a la educación superior es el reflejo de la lucha por la igualdad de derechos y constituye un paradigma de las enormes dificultades, en forma de leyes discriminatorias, prejuicios o simplemente “usos y costumbres”, que se han tenido que sortear. Hablamos, naturalmente del llamado primer mundo, porque en otras zonas del planeta esta lucha está todavía en sus primeras fases.

Las universidades creadas por y para los hombres no tenían previsto que mujeres deseosas de participar en la construcción del conocimiento llamaran a sus puertas ¿Cómo podían imaginarlo si la idea aceptada y pretendidamente “demostrada científicamente” era que ellas eran inferiores a los varones, tanto desde el punto de vista moral como biológico e intelectual? Efectivamente, elaborado el perfil de la feminidad siempre desde la diferenciación secundaria, es decir, no sólo diferentes a los hombres sino claramente inferiores a ellos, el intelecto de las mujeres se consideraba únicamente dotado para aquellas tareas relacionadas con la privacidad y domesticidad. Consideradas más intuitivas pero menos racionales, más emocionales pero con poca capacidad de control, más lábiles y menos constantes, más frívolas, eternamente inmaduras, sus pretensiones intelectuales fueron consideras en el mejor de los casos excentricidades absurdas y en el peor una demostración de sus rebeldía y de su “desviación antinatura” siendo objeto de una dura sanción social.

Sin embargo, aquí están, primero como alumnas y poco después como profesoras consiguieron traspasar las puertas. Desde hace ya varias décadas la presencia de mujeres universitarias ha dejado de ser una excepción para convertirse (en el caso de las alumnas) en una norma, y además mayoritaria. Y puesto que al final hemos llegado, y todas sabemos lo difícil que ha sido, vamos a soñar. Las feministas sabemos que la tenacidad es una de nuestras grandes virtudes. Tenacidad, constancia y solidaridad entre todas, construyendo redes que nos fortalezcan, esa ha sido la mejor fórmula, por tanto creemos que también lo va a ser para participar en el diseño de una nueva universidad más moderna, más comprometida y más igualitaria.

Rompiendo viejos esquemas en los que la competitividad a toda costa e incluso el cainismo, ha oscurecido a la propia institución proyectando una imagen social desfavorecida, proponemos un nuevo modelo donde sepamos sustituir competitividad por cooperación, aislamiento por compromiso social, formar a chicos y chicas para que se conviertan en científicos y científicas sabedores de que la ciencia sólo tiene sentido si consigue mejorar la vida de las personas, dar soluciones a sus problemas, comprometerse con el entorno, bajarse de la torre de marfil, que más que torre es cárcel, y pasearse por el mundo real.

A continuación proponemos algunos datos y algunas ideas en este sentido. Con todo ello no pretendemos más que participar en un debate apasionante con el convencimiento que más tempranos que tarde el sueño se hará realidad.

Algunos agujeros negros: trampas y peligros.

A pesar de los diferentes informes (como el Informe del Grupo de trabajo de ETAN sobre las mujeres y la ciencia de 2001; o La situación de las mujeres en el sistema educativo de ciencia y tecnología en España y su contexto internacional. Programa de análisis y estudios de acciones destinadas a la mejora de la calidad de la enseñanza superior y de actividades del profesorado universitario dirigido por Eulalia Pérez en 2003; o el más reciente Académicas 2007 de la Unidad de Mujeres y Ciencia ) que demuestran la mayor presencia de mujeres y sus mejores currícula (como media) entre el alumnado de las universidades españolas y europeas, la evidencia de la segregación vertical y horizontal y de sus dificultades para en el desarrollo de la carrera universitaria pone de manifiesto las barreras invisibles y el techo de cristal que siguen marcando límites a las expectativas femeninas.

Si bien es cierto que el proceso de toma de decisiones en cuanto a la elección de estudios es anterior al ingreso en la universidad, y por tanto debe trabajarse en el escenario adecuado, también es cierto que ésta debería poder hacer algo para reequilibrar la presencia de chicos y chicas en todos los estudios, ya que de lo contrario, explícita o implícitamente, se da por bueno lo que no es más que la pervivencia de los estereotipos más tradicionales. Existen experiencias en este sentido que demuestran que estos compromisos son posibles.

Esperamos y deseamos que los planes de igualdad, que están todavía en estos momentos en una fase muy inicial, puedan ser herramientas necesarias y útiles para favorecen los cambios, aunque deberíamos prestar atención a quién los gestiona, y presionar para que no se conviertan en simples tratamientos cosméticos.

Las resistencias dentro de las mismas universidades son evidentes. Algunos/as no intentan disimular su rechazo, simplemente no les cabe en la cabeza que una institución tan vetusta como la universidad se pueda ver envuelta en cambios que perciben como muy radicales, que ni entienden ni quieren entender, su respuesta es la descalificación, la utilización del descrédito tanto profesional como personal, el ninguneo. Estas resistencias, por evidentes, son, no sólo más fáciles de localizar sino también más fácilmente desmontables hoy en día, entre otras cosas por las leyes de reciente promulgación, y por tanto de obligado cumplimiento, que atienden las tesis defendidas por las feministas desde hace tanto tiempo (ley de igualdad, ley integral, lom-lou) Pero existe otro peligro, del que llevamos tiempo hablando en voz baja pero que quizás sea hora de sacar más claramente a la luz.

Los grupos de profesoras y algunos profesores que venimos trabajando desde la perspectiva de género en las diversas disciplinas desde tiempo atrás, sabemos de dificultades y de sinsabores, pero también de alegrías compartidas, de esfuerzos a veces recompensados a veces no, de lo duro que puede ser abrir nuevos caminos, pero a la vez de lo gratificante y enriquecedor que puede llegar a ser. Nos conocemos y nos identificamos no sólo porque nos hemos leído unas a otras, hemos analizado nuestros trabajos e investigaciones, hemos discutido, hemos levantado proyectos juntas, insertando docencia en género donde hemos podido, sino también por la experiencia de la, a veces, difícil aceptación de nuestros trabajos por parte de compañeros y compañeras que los miraban con recelo y a veces con desdén.

Pero ha ido pasando el tiempo y, como en otras facetas de la vida donde las tesis feministas han triunfado, hoy por hoy los estudios de género tienen un prestigio internacional, el feminismo universitario ha conseguido importantes logros, la perspectiva de género se ha instalado como una variable imprescindible para el análisis de la realidad, sea esta cual sea. Es decir una vez hecha la travesía del desierto hemos llegado a buen puerto, y justamente ahí, en ese puerto protegido, resulta que estaban esperando algunos oportunistas, que de todo hay como en todas partes, dispuestos a subirse al carro sin mayores escrúpulos, autocalificándose de expertos/as, con una preparación muchas veces vacía de contenido, y con un compromiso cero. Pero con mucha experiencia en el manejo de los hilos de poder. Deberemos aprender a protegernos de estas personas o podría suceder que parte de los logros alcanzados se vieran comprometidos. La acreditación de la condición de experta deberá ser tenida muy en cuenta. Animamos, por supuesto a que se sumen cuantas más personas mejor a nuestras líneas de trabajo, pero con la seriedad exigencia y rigor científico propio de cualquier disciplina científica.

Modelo Olimpo y modelo Ágora: dos concepciones opuestas de ciencia. Tomando como referencia las propuestas presentadas en el foro virtual del I Congreso Sesgo de Género y Desigualdades en la Evaluación de la Calidad Académica (celebrado en Barcelona del 12 al 14 de diciembre de 2007), en la evaluación de la calidad de la ciencia, cabe proponer algunos ejes conceptuales alrededor de los cuales se generarían distintas concepciones de la ciencia. De manera resumida podríamos definir estos ejes como:

Neutralidad- compromiso, la defensa de la neutralidad científica implica la defensa de una actitud activa de no tomar partido por ningún objetivo social, político o económico, así como no pretender producir ningún impacto en el entorno. Por otra parte, el compromiso implica que la comunidad científica, sin renunciar al principio de rigor metodológico y búsqueda de la objetividad, ha de tomar partido por unos objetivos sociales y hacer un esfuerzo para que su actividad tenga algún tipo de impacto en la sociedad. Esta segunda opción convierte en relevantes cuestiones como la de utilidad y aplicabilidad de los conocimientos producidos.

Autonomía-heteronomía, las concepciones cercanas al primero de estos elementos define la ciencia como una actividad de producción de conocimiento que ha de poder desarrollarse según sus propias leyes y necesidades, independientemente de las demandas sociales o de las presiones sociales o políticas. Por otra parte, la heteronomía apunta a una dependencia de las demandas sociales, económicas o políticas en el diseño de los objetivos de la investigación, entendiéndose la ciencia como un instrumento de la sociedad.

Cooperación- competitividad, desde el punto de vista de la cooperación la producción científica es necesariamente una actividad cooperativa, y ello fundamentalmente por dos razones: primero porque el trabajo en equipo hace posible la sinergia de nuestros esfuerzos y segundo porque la necesaria especialización sólo puede ser eficiente si se complementa con la interdisciplinariedad. En el polo opuesto, la competitividad, la producción de conocimiento se beneficiaría en gran medida de las interacciones que se generan en las relaciones de competitividad entre científicos/as y grupos de científicos/as.

Entrega-compatibilización, este cuarto y último eje se refiere a la dicotomía entre la entrega incondicional y absoluta a la actividad científica, frente a la compatibilización de ésta con otros intereses y responsabilidades.

Estos cuatro ejes conceptuales podrían resumirse en dos concepciones diversas de la ciencia, tal y como propuso Bronus (2004): el modelo Olimpo y el modelo Ágora. El primero tomaría partido por la neutralidad, la autonomía, la competitividad y la entrega absoluta, en el polo opuesto, desde el modelo Ágora se optaría por el compromiso de la producción científica, la cooperación, la compatibilización y, en general, también por la heteronomía, aunque no siempre necesariamente.

De estas dos propuestas, será el modelo Ágora el que, en nuestra opinión, más se ajuste al feminismo académico, ya que reúne muchas de nuestras tradiciones acumuladas a lo largo las décadas anteriores, tanto el peso dado a la interdisciplinariedad, como al trabajo en red, al compromiso social, a la dinámica investigación/acción, etc.

Conclusiones.

La universidad que soñamos está abierta al mundo, comprometida con las personas y con los derechos humanos, es competente e igualitaria. Entiende la producción del conocimiento como una herramienta para la mejora de la vida de las personas y cuestiona las estructuras jerárquicas tradicionales, y no solo por androcéntricas.

Efectivamente, los cambios propuestos desde el feminismo académico van más allá de la actividad estrictamente académica y cuestionan también la estructura misma y las dinámicas jerárquicas e interpersonales. Hemos aprendido a trabajar juntas, apoyándonos y complementándonos desde nuestras diversas disciplinas, y todo ello nos ha permitido crear redes en las que participa también el alumnado interesado en estas temáticas, redes cuyo funcionamiento es menos jerárquico y más participativo.

Las Unidades de igualdad que, según la ley, deberán implantarse en todas las universidades podrán recoger parte del trabajo hecho y beneficiarse de la experiencia acumulada.

Los planes de igualdad deberán favorecer tanto la elaboración de un diagnóstico certero, como plasmar las acciones necesarias para propiciar el cambio en la docencia y la investigación, pero también en el desarrollo de la carrera académica hasta llegar a una plena incorporación del principio de igualdad de oportunidades en todas esas facetas y en todos y cada uno de los sectores de la comunidad universitaria.

En definitiva creemos que el momento es el adecuado no sólo para soñar sino también para que nuestros sueños se cumplan, a sabiendas de que los beneficios lo serán para toda la comunidad universitaria, y por extensión para toda la sociedad en su conjunto.

Referencias.

Bronus, M. (2004) “Gender and the assessment of scientific quality”, en European Commission (2004) Gender and excellence in the making. Disponible en: http://ec.europa.eu/research/sciencesociety/pdf/bias_brochure_final_en.pdf I Congreso Internacional Sesgo de género y Desigualdades en la Evaluación de la Calidad Académica. Informe sobre las actividades preliminares : foro virtual, encuesta on- line, resumen de las comunicaciones aceptadas.



2008-05


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