Por David Cantero
HAY DÍAS QUE PADEZCO UNA RARA Y OSCURA ’ATROFIA SENTIMENTAL’. Ésa que parece afectar, al menos en apariencia, a muchos de los seres humanos que me rodean. Apenas siento, apenas me conmuevo. La sensación es terrible y puede llegar a permanecer, atormentandome de algun modo, semanas, meses alguna vez. Por fortuna o por desgracia, mi trabajo suele reparar tan involuntaria carencia de emociones. Aunque en esto de la información uno corra siempre el riesgo de insensibilizarse, incluso aburrirse hasta el hastio con las desgracias ajenas (conozco algunos casos terminales), en ocasiones, las noticias, las peores noticias, son un resorte intimo y poderoso para despabilar a nuestro desidioso espiritu.
¡MALDITO CRETINO! -me dice el yo que llevo dentro-. ¿A que viene esto? ¿De que te lamentas?, ¿de no tener que llorar? ¿Cómo te atreves? Me pregunta, por ejemplo, mientras escribo o hablo sobre el ultimo caso conocido de violencia domestica (que forma tan sutil hemos aceptado para denominarlo). Sobre el ultimo macho enfurecido que la ha emprendido a machetazos, así, sin más, con la que consideraba la hembra de su propiedad. Sobre el que le ha lanzado algun ácido a la cara, o el que la ha estrangulado, o el que ha matado a sus hijos para vengarse o desahogarse, o el que la ha atormentado hasta la muerte. Sin piedad. Quién sabe qué razones alegarán los asesinos para justificar sus crímenes, ante sí mismos, ante la policía, ante la justicia, si es que creen tenerlas y llega para ellos ese momento.
DETRAS DE ESAS NOTICIAS, de los textos, de los nombres que nombramos, hay situaciones y seres reales. Mujeres que viven vidas así de desgraciadas. Yo no se que responderme, pero me averguenzo de mi actitud, de mi estupidez, de mi ineptitud, e intento perdonarme. Eso ya es sentir de algun modo, aunque sea culpabilidad por mi impotencia, absoluta repugnancia por él, y mucho mas que compasión por ella. Por ella y por todas las mujeres que arrastran silenciosas los padecimientos de la violencia machista. Estén soportándola en el pavoroso olvido, pagandola en una UCI o ya hayan dejado de sufrirla tumbadas en el interior de un féretro.
CUANDO PIENSO EN ELLAS, en algún remoto escondrijo, muy dentro de mi, los rescoldos de mi alma adormecida empiezan a avivarse. Me siento afortunado por no ser uno de ellos, por haber sabido evitarlo, por haber recibido la educación oportuna para que la vileza jamas llegara a seducirme, si es que alguna vez lo intentó. Como les sucede a tantos hombres. Cuando pienso en ellas, en esa legión de maltratadas, siento dicha por la mujer que duerme a mi lado, porque ella no sea una de las víctimas. Y me asusta pensar lo cerca que, tal vez, pudo estar de serlo alguna vez al lado de otro individuo. Como les sucede a tantas mujeres. Y a la vez, aunque sólo sea por un instante, siento todo su dolor. Esa zozobra consigue conmoverme y vuelvo a sentir, aunque sea asco.
Fuente: ELLE
David Cantero es periodista y conductor junto a María Casado del Telediario Fín de Semana de TVE.
Una propuesta que se plantea desde América Latina para la reflexión y el (...)
En esta primera edición el tema guía es "La violencia contra la mujer: una (...)
La misoginia salvaje que se gastan algunos puede, en más de una ocasión, (...)
Un manual actualizado -publicado en 2018- por el Ayuntamiento de Castellón y (...)
No puedo sino manifestar mi sorpresa en esta carta por la confusión que (...)
Fue un congreso histórico, celebrado en Gijón en el año 2001 y sus (...)
Posiblemente nunca antes el Salón de Actos del Consejo General del Poder (...)