El republicanismo del PCE y PSOE:
su función política regeneradora del capitalismo ante la crisis agónica terminal del franquismo.

Para comprender este proceso de cambio en el liderazgo de la izquierda burguesa, por el cual las luchas antifranquistas pudieron finalmente sublimarse pasando del estado sólido al estado gaseoso, es necesario retroceder brevemente a fines de la década de los sesenta, cuando el franquismo daba las primeras muestras de agotamiento. En ese entonces, el partido más poderoso e influyente de la izquierda burguesa en el movimiento obrero de España, era sin lugar a dudas el PCE.

En la conciencia republicana —y, por tanto, contrarrevolucionaria— de las capas obreras y pequeñoburguesas más amplias del PCE —educadas en ese tópico desde que sus direcciones políticas adoptaron las posiciones del VI Congreso de la Comintern en 1935— se consideraba que, durante la guerra civil, esta formación política de cuño stalinista había sido “ferozmente anticapitalista” por el simple hecho de haberse opuesto a la forma dictatorial de gobierno burgués encarnada en el franquismo, del mismo modo que los fascistas del “bunker” se consideraban a sí mismos “ferozmente anticomunistas” por el simple hecho de haber combatido la forma democrático-burguesa de gobierno que supone la República. Un doble mal entendido ideológico pequeñoburgués, del que la burguesía propiamente dicha sacó todo el jugo político posible a expensas del verdadero comunismo, ausente de la conciencia obrera durante todo ese período. Una vez acabada la guerra, ese doble malentendido perdió por completo su razón de ser y todo fue cuestión de unificar a España en torno al bien entendido prejuicio de que todos somos “ciudadanos”. Por tanto, se trataba de abandonar los extremos para confluir en el centro político del sistema, de modo que ni fascismo ni República, sino Monarquía parlamentaria. Según reporta Javier Ortiz en: “Tal fuimos, tal somos”. [16] :

<<…allá por los sesenta, tuvo un primer acceso de sensatez y comprendió que era imprescindible cauterizar las heridas de la contienda fratricida, a lo que contribuyó decisivamente con la política llamada de "reconciliación nacional", y que luego, a la altura de la transición, volvió a tener un comportamiento ejemplar, ayudando a que pudiera pasarse del franquismo a la democracia sin traumas ni violencias.>>
(Op.cit) http://www.javierortiz.net/ortizestevez/Conferencias/talfuimos.html

En esos mismos momentos de “sensatez” política —que Ortiz parece atribuir laudablemente al PCE— el PSOE “apenas existía”. Tras la derrota de la izquierda burguesa republicana a manos de los sediciosos franquistas, fueron ellos los únicos de esa izquierda que hicieron bueno aquello de que la historia oficial de los vencedores es la moral de los vencidos, demostrando ser unos perfectos hijos del franquismo, dedicados a devorar en total silencio los restos ideológicos putrefactos de la socialdemocracia que el régimen dejó esparcidos por las calles de España, tal como los grandes felinos dejan el resto de sus presas para sustento de los carroñeros. Habiendo desarrollado ese instinto político necrófilo de todo pragmatismo de medio pelo, su especial capacidad olfativa hacia lo que comienza a descomponerse fue la que les indujo a rondar el espíritu objetivo agonizante del franquismo, para ser ellos los primeros en rapiñar la mayor parte de lo que el liberalismo económico gran burgués decidiera participarle de su banquete a la representación política de la pequeñoburguesía, como así ocurrió. El Congreso de Suresnes —celebrado en 1974— fue el resultado de la capacidad olfativa de ese grupo de necrófilos políticos en proceso de metamorfosis liberal encubierta. En palabras de Ortiz, ese

<<...grupo de jóvenes ambiciosos, procedentes en su casi totalidad de formaciones políticas hostiles a la Internacional Socialista, (que) , se hizo con el control de las siglas del PSOE, relegando a quienes fueron hasta entonces sus depositarios, con la excepción de Nicolás Redondo, que cumplió en aquella conquista la función del caballo de Troya.>> [17] ( Ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)  

Ortiz se pregunta por qué aquellos jóvenes pusieron tanto empeño en hacerse con las siglas del PSOE. Y contesta:

<<No pudo ser, desde luego, por el capital de prestigio político que esas siglas les aportaban: a la sazón, el PSOE era un perfecto desconocido en la lucha antifranquista práctica. Tampoco porque ello pusiera en sus manos una fuerza militante de importancia: los miembros del PSOE eran un puñado en toda España, muchos de avanzada edad, y vivían en una inactividad política casi total. Lo único interesante que les aportaba encaramarse a la dirección del Partido Socialista Obrero Español era, lisa y llanamente, que con eso se les abrían las puertas de la Internacional Socialista. Lo que quería decir dos cosas que habrían de ser fundamentales algunos años después: la primera, que podían contar con una financiación ilimitada; la segunda, que iban a gozar de un acreditado respaldo internacional, incluido el de varios poderosos gobiernos de la Europa occidental.>> (Ibíd)

Mientras Franco agonizaba, el PSOE todavía no pasaba de ser un nutrido grupo de intelectuales arribistas con ínfulas de dirigentes sin apenas base social que dirigir; un barco político con mucha proa y poca popa. Cualquier grupúsculo burgués de izquierda contaba con diez veces más afiliados que ése. No obstante, a los ojos de las capas intelectuales de extracción obrera recién salidas de la primera Universidad de masas —hastiadas del franquismo pero hechas por el PCE a la estupidez política de la “democracia” republicana, sin más vocación de poder que pasar a ser representadas por una “clase política” burguesa ilustrada— el PSOE se presentaba ante ellas tocado con una aureola de respetabilidad internacional que les resultaba tanto o más atractiva. Convertirse en verdaderos pusilánimes políticos con ideas antifranquistas, interesados en hacer de la militancia un cómodo medio de vida sin arriesgar ni un palmo en momentos que hacer oposición consecuente al régimen podía pagarse con la cárcel. Eso es lo que ofrecía el PSOE a la intelectualidad obrera y por eso fueron nutriendo sus filas, porque Felipe González y compañía no necesitaban para nada militantes que expusieran su libertad y hasta sus propias vidas engrosando manifestaciones callejeras y organizando huelgas. Lo que querían eran cuadros, futuros burócratas políticos que supieran recorrer la transición montados sobre la ola de los movimientos de masa de magnitud, para que, cuando hiciera falta, pudieran capitalizar todo eso comicialmente y acabar realizando todos los sueños políticos y económicos de sus vidas, convertidos en directores generales, secretarios de Estado, ministros o presidentes de gobierno. Y gracias a la claudicación política del PCE, de eso tuvieron mucho, y lo tuvieron pronto:

<<De hecho, mientras en los primeros setenta los demás partidos políticos se empeñaban en consolidar sus organizaciones, en captar militantes y en llevarlos a la lucha contra el franquismo, el PSOE de González y Múgica —que entonces tenía mucha más importancia que ahora, dadas sus excelentes relaciones con la socialdemocracia alemana y sueca— se dedicaba sobre todo a las relaciones exteriores. Otros iban captando militantes; ellos captaban amigos importantes (Willy Brandt, Olof Palme)..., y fondos. En el interior, se limitaban a presentar esos pasaportes internacionales para ser admitidos en las conspiraciones que se celebraban por las alturas. Lo magro de su afiliación les importaba bien poco. Ésa es una de las razones que explica que ninguno de los actuales dirigentes del PSOE llegara a pisar nunca la cárcel (lo hizo Múgica, pero cuando todavía militaba en el PCE).>> (Ibíd)

La noche del 27 al 28 de octubre de 1975, Franco sufrió una nueva recaída y el Gobierno se convenció de que el “generalísimo” no superaría esta prueba, disponiendo que “en el momento de conocerse la noticia del fallecimiento de S.E. el jefe del Estado, dispondrá izar la bandera nacional a media asta en todos los edificios oficiales.” Mientras tanto, don Juan, que se encontraba en Lausana, guardaba un discreto silencio, aunque su punto de vista era que no renunciaba a su calidad de pretendiente al trono más que si su hijo, el príncipe Juan Carlos, se pronunciaba claramente por una monarquía constitucional y un régimen "democrático".

El problema para el futuro rey, era que debía optar entre dos sucesiones, la de Franco, que le vinculaba al movimiento y la dinástica, encarnada por su padre, don Juan, enfrentados como estaban el dictador y el conde de Barcelona con su profesión de fe liberal demócrata confesa. Así las cosas, la figura del Príncipe como sucesor del Régimen, desde 1969, provocaba el rechazo en las filas de la oposición burguesa, especialmente de la izquierda, que se reclamaba heredera de la República o, en los círculos monárquicos, a favor de don Juan.

Por esas fechas, Santiago Carrillo, en su calidad de burócrata máximo a cargo del PCE, ya había optado por abandonar el proyecto político de la República democrática bajo la hegemonía social de la burguesía industrial media y pequeña, para hipotecar la lucha del frente popular contra el franquismo a la opción de la Monarquía parlamentaria bajo la hegemonía social de la oligarquía del capitalismo financiero o fusión entre la gran banca y los oligopolios industriales y comerciales. Pero ante la indefinición del príncipe heredero, quien evidenciaba en ese momento seguir cautivo de las leyes fundamentales del Movimiento Falangista, Carrillo declaraba al semanario "Times", que:

<<…todas las estructuras del franquismo, incluido Juan Carlos, deberán desaparecer, (y que) si el pueblo español se decide por una monarquía, entonces el rey será don Juan>>.

Ya el 10 de octubre, Carrillo había declarado a la periodista italiana Oriana Fallaci que:

<<…el Príncipe es una marioneta que Franco manipula como quiere.>>

¿Qué hará la Junta si Juan Carlos asume la sucesión?", se le había preguntado a Carrillo, en una rueda de prensa en París de la “Junta Democrática”, a lo que contestó:

<<El pueblo tomará la calle para exigir amnistía. Los trabajadores tomarán los sindicatos. Los partidos políticos saldrán a la superficie sin esperar una ley que les autorice. El PCE está preparado para abrir sedes por todas partes. Nadie se podrá oponer.>> Cfr.: (http://www.lavanguardia.es/cgi-bin/noticialvd.pl?noticia=guardia281000&seccion=temas)

En la “Junta Democrática”, García Trevijano llegó a apostar por la restauración del conde de Barcelona buscando enfrentar al padre con el hijo. La célebre frase de Vilallonga, Juan Carlos "el Breve", en 1975 era una creencia generalizada.

Cuando Franco murió, el 20 de noviembre de ese año, fue ya imposible ocultar la crisis del régimen. [18] Desde los primeros momentos de su fatal enfermedad, en octubre, hasta el traspaso de la Jefatura del Estado a Juan Carlos, a fines de ese mes, las acciones subieron bastante en la Bolsa de Madrid. En otras palabras, la solución inmovilista del franquismo sin Franco había muerto con Carrero, y la solución aperturista/continuista de Arias había quedado destruida por las maquinaciones del búnker y los asalariados en lucha carentes de alternativa propia, aprisionados como permanecían alternativamente en el cepo ideológico y político del “pacto por las libertades” del PCE o en la táctica más moderada del PSOE. Ante tales condiciones de obsolescencia política de las estructuras del régimen, la oposición democrática y una parte de la oligarquía económica —el gran capital nacional que había progresado al amparo del régimen—, acabaron coincidiendo en el interés estratégico por el recambio burgués bajo la formula de poder de la Monarquía parlamentaria.

Se confirmaba, así, que la intelectualidad política española estaba vendida al capital, ETA a la burguesía vasca que buscaba emanciparse del Estado Español, los dirigentes del PCE y del PSOE a la burguesía centralista española —incluido el Frente Revolucionario Antiimperialista Popular (FRAP)— enarbolando la bandera tricolor de la doblemente anacrónica lucha por la República, tópico que Carrillo y su camarilla al frente del PCE habían incluso lastrado hace mucho tiempo —como hemos dicho ya, desde la década de los sesenta— para elevarse con el globo del “comunismo” hacia las más altas esferas institucionales del Estado burgués-monárquico.

Y una vez más, se demostró que el instinto de clase asalariada tiene su límite absoluto en la ausencia de una alternativa política revolucionaria orgánicamente expresada. ¿Por qué faltó esa alternativa en la España de la década de los setenta? Por la misma razón que faltó en la década de los treinta. Porque los burócratas del P.C.E. y Comisiones Obreras permanecieron escondidos bajo el ala política pequeñoburguesa del sistema, en este caso de la Iglesia a instancias del Opus, y luego del PSOE, adaptando su discurso y acción política al frente único “democrático” junto a los falangistas reciclados dentro del Movimiento fascista en proceso de autoreforma liberal, convirtiendo las luchas obreras en moneda de curso legal a cambio de un lugar al sol en las instituciones políticas “democráticas” de la futura monarquía parlamentaria, que es donde siguen hoy día: mamando la teta de la Tesorería General. Esta tendencia se iría a reforzar con la fusión entre la “Junta” y la “Plataforma” para crear la “Platajunta” llamada “Plataforma de Organizaciones Democráticas” en marzo de 1976.

En este nuevo organismo unitario, el PCE, el PTE y otros partidos de la ultra izquierda burguesa, perdieron influencia en favor del PSOE que, a partir de ese momento, dirigió el proceso de reforma política, negociando con los herederos del régimen franquista la no exigencia de un gobierno provisional ni responsabilidades por los crímenes cometidos por los franquistas. Ante semejante claudicación de sus dirigentes políticos, el movimiento obrero español, en su carácter de mayoría absoluta de la sociedad, puso de manifiesto su incapacidad para transformar sus luchas económicas y políticas defensivas, en ofensiva política que desembocara en un doble poder revolucionario, cuyo desenlace, a mediano plazo, no podía ser otro que el de operar el efecto demostración liderando la lucha por el derrocamiento del capitalismo y de todo el orden jurídico y político burgués en Europa. Haber impedido este proceso que por entonces estaba en la lógica objetiva del capital sobre la geografía de esta parte del Mundo, tal es el mérito político del oportunismo contrarrevolucionario consustancial a la intelectualidad burguesa de izquierdas. Siempre dispuesta a poner el hombro en el lugar adecuado de cada crisis del capitalismo, para evitar que el tinglado burgués de explotar trabajo ajeno se pueda venir abajo. [19]

El principio activo universal de esta búsqueda por la supervivencia de la burguesía española en la década de los setenta del siglo pasado, aparece resumido en el pasaje de nuestro trabajo sobre “El caso Pinochet”, donde explicamos la naturaleza de clase de la “democracia” como forma de gobierno más idónea a los fines objetivos de la aceleración de la acumulación y la centralización de los capitales [20] :

Tal como lo muestra Berlanga en "La escopeta nacional", es de conocimiento general que bajo la dictadura de Franco, la burguesía española tuvo que pasar por la caja de la burocracia franquista en cada transacción con el Estado y demás cuestiones administrativas atingentes a sus negocios. Pero la gran mayoría de esos casos de corrupción, jamás se conocieron ni fueron objeto de investigación y sentencia judicial. [21] Uno de los principales objetos de litigio y negociación entre los llamados "poderes fácticos del franquismo" —y la oligarquía de partidos que le sucedió al frente del Estado español—, consistió, precisamente, en esta capacidad de la burocracia totalitaria para convertir a la sociedad civil burguesa en cliente obligado del Estado, fijando las condiciones de su relación con cualquier fracción de la burguesía.

Por tanto, es necesario precisar aquí algo cuyo conocimiento está muy poco extendido, y es que, en virtud de esa autonomía relativa del aparato estatal respecto de la sociedad civil, el fascismo reprimió a la clase obrera para reducir el efecto de sus luchas a la mínima expresión organizativa. Y lo hizo bajo el imperativo económico determinante de preservar la libertad de explotación de los capitalistas en su conjunto, es decir de sus intereses generales como clase. Pero a cambio de esa función esencialísima, regimentó esa libertad, le puso condiciones políticas. La clave de la derrota del nazismo y del fascismo, como antes la del Primer Imperio francés, estuvo en la falta de libertad que la burguesía internacional no le toleró a la burocracia de Hitler y Mussolini, como antes tampoco le llegó a tolerar a Napoleón. Este ha sido el espíritu que presidió los juicios de Neürenber tras la segunda guerra mundial. Lo demás, siguen siendo espejitos de colores en el arte típicamente burgués de cambiar una cosa por otra.

Cierto es que en su etapa imperialista, el capitalismo lleva implícita la tendencia a la totalitarización del poder económico. Pero esto no quiere decir que el sistema en su conjunto se compadezca con ella, sino que la repele históricamente. Al igual que todas las cosas de este mundo, el capitalismo es una realidad contradictoria. La centralización de las decisiones económicas tiende a la anulación de la competencia y al parasitismo, lo cual retarda el desarrollo de las fuerzas productivas. En tales condiciones el ritmo de la acumulación y el metabolismo del capital se enlentecen y el incremento del plusvalor disminuye todavía más amenazando con provocar el colapso del sistema. Pero, por otro lado, la baja tendencial de la tasa de ganancia que acompaña el proceso intermitente y espasmódico de la acumulación, provoca e incentiva la competencia intercapitalista entre los grandes capitales ya existentes y los medianos y pequeños que se incorporan al mercado, especialmente durante las fases depresivas de cada ciclo (...)

  En política, esta contradicción entre la tendencia al parasitismo de los monopolios y el (vital) dinamismo de la competencia, se expresa políticamente en la dialéctica entre democracia y dictadura. La dictadura política tiene un efecto económico estancacionista, en razón de que sustituye parcialmente la competencia, la sofoca mediante el monopolio político de la burocracia totalitaria a cargo del Estado. De este modo, el desarrollo económico en áreas importantes del proceso de acumulación del capital social global de un país sometido al régimen totalitario, deja de obedecer a la ley económica del beneficio, para regirse por decisiones que una eventual o contingente burocracia a cargo del poder político dictatorial adopta en favor de determinados individuos o grupos empresariales privilegiados.

Las trabas al desarrollo económico-social del contubernio parasitario entre el "Estado franquista" y el restringido grupo de conocidos dirigentes empresariales a quienes arropó el régimen, se ha puesto de manifiesto en el salto cualitativo que la acumulación del capital ha dado en España una vez consolidada la "democracia".  (“GPM”: http://www.nodo50.org/gpm/pinochet/03.htm)

 Durante todo el proceso político en que la ley del valor se encargó de descomponer las estructuras de poder del franquismo, salvo la minoría privilegiada por el statu quo del régimen dictatorial, el resto de la burguesía —su fracción socialmente mayoritaria en la oposición— careció de un partido político propio con influencia de masas; se valieron de los burócratas del PSOE y del PCE en la clandestinidad, quienes, de este modo, tuvieron en todo momento la llave de la transición, es decir, la salida política de la burguesía española a su crisis económica y de hegemonía política frente al proletariado. Desde esa firme posición al interior del movimiento asalariado, a los Carrillo y González les fue posible canalizar el descontento de los explotados impulsando la movilización a caballo de consignas políticas antidictatoriales que no sacaban los pies del tiesto capitalista. Su táctica consistió en instrumentar el movimiento obrero amenazando con la desestabilización política por abajo y, por arriba, negociar en mejores condiciones su futura incorporación al nuevo bloque histórico de poder burgués oligárquico y partidocrático que sucedió al franquismo.

Así fue cómo —a falta de una alternativa revolucionaria por parte de los dirigentes del PCE— la mayoría burguesa opositora liberal-demócrata pudo controlar y contener políticamente el descontento social y la consecuente movilización reivindicativa de los asalariados dentro de los límites del capitalismo, consiguiendo que la conciencia política de sus luchas estuviera universalmente presidida por las ensoñaciones en torno a la palabra “libertad” —tan cara a la movida europea de mayo del 68—, y que, por entonces, cada explotado se hacía en medio de las manifestaciones contra el régimen, entonando canciones tan conocidas como ésta:

<<Libertad, libertad, sin ira, libertad,
guárdate tu miedo y tu ira,
porque hay libertad, sin ira, libertad,
y si no la hay, sin duda la habrá.>>

Pero hoy ya sabemos, por una parte, con qué libertad soñábamos los asalariados y en qué se ha convertido aquel sueño embrutecedor. Los jóvenes asalariados de aquella época —que no sabíamos lo del paro ni el empleo precario— soñábamos con un tipo de libertad que no teníamos, con la creación de formas propias de experimentar en plenitud nuestro tiempo libre políticamente emancipado. El capitalismo tardío aniquiló esa capacidad de soñar y recrear sensaciones de vivir, convirtiendo esa imaginación y capacidad creativa de tiempo libre en objetos listos para ese disfrute a cambio de dinero. Reemplazó los “guateques” por las discotecas y las tertulias por la televisión y demás aparatos electrónicos “interactivos” entre el sujeto humano y la máquina. ¿Qué pasó? Que bajo el capitalismo en tiempos de Franco, teníamos, al menos, la libertad de imaginar nuestras propias formas éticas y morales de experimentar la sensación de vivir la relación intersubjetiva y esto nos inducía a luchar contra la moralidad oficial del régimen dictatorial. El capitalismo posterior a la década de los sesenta, en cambio, con sus escaparates, su profusión de todo tipo de servicios para el ocio y su publicidad, nos han despojado hasta de la libertad de imaginar nuestras propias sensaciones. La masa de capital excedente se apoderó de esa libertad convirtiendo el ocio en mercancía. Los burgueses han inventado un nuevo concepto de libertad para el ocio: la libertad condicionada por la restricción presupuestaria de cada cual. Hasta tal punto es así que, a fuerza de repetir la palabra asociada a la compra o adquisición de los objetos y servicios que permiten disfrutar del tiempo libre, nos han hecho creer que eso es la libertad, no la del sujeto activo que crea su tiempo libre y lo disfruta, sino la del sujeto pasivo condicionado por su poder adquisitivo: el consumidor de tiempo libre económicamente solvente.

Quienes más sufren las consecuencias de esta lógica objetiva son los jóvenes de los estratos familiares medios y bajos de la escala social en edad de incorporarse al mercado de trabajo, que así devienen los más insolventes. Pero el caso es que si ese concepto de libertad burguesa ya no era igual para todos, ahora llegó al punto en que ha empezado a fallar no sólo por eso y porque el capital nos haya hurtado sutilmente la posibilidad de imaginar las sensaciones con las que recrear nuestro tiempo libre, sino porque también nos quita la solvencia de poder consumirlo para recrear el neg-ocio[22] de la burguesía; porque llegado a ese punto, el proceso de acumulación creó irremediablemente la fatídica combinación entre paro masivo, empleo precario o a tiempo parcial y horas extras, obligándonos a reducir cada vez más no sólo la participación individual de cada trabajador en la jornada colectiva de labor y, por tanto, en la productividad de nuestro trabajo, sino en el poder adquisitivo global de los salarios y hasta del tiempo libre, que así tienden ambos no menos irremediablemente a un mínimo histórico [23] .

Esta realidad dio pábulo a la no menos embrutecedora sociología —aun cuando a mediano plazo objetivamente revolucionaria— de esa especie de asambleas que todos los fines de semana se forman en plazas y parques públicos del país, en torno a la poco edificante figura del humilde “botellón” de cerveza o el “calimocho”, mezcla de vino de mesa barato y coca-cola. ¿Cual ha sido la causa y el origen de estos nuevos espacios para la experimentación del  “tiempo libre” enajenado en el alcohol y demás drogas en que hoy se ahogan los sueños sobre cualquier perspectiva de futuro personal para nuestros hijos? El sueño de la burguesía antifranquista treinta años atrás, mientras entonaba esa misma canción entrelazando cadenciosamente sus manos con las nuestras en los actos contra la Dictadura. ¿Y en que consistía ese sueño de la burguesía? En la libertad de explotar trabajo ajeno sin limitación alguna. Mientras nosotros cedíamos ingenuamente a ese falso concepto interclasista de la solidaridad política arrullado por el oportunismo de nuestros dirigentes políticos reformistas, a los jóvenes asalariados españoles de entonces ni siquiera se nos pasaba por la cabeza el terror que nos estaba deparando el futuro de esa “libertad” tan soñada por los grandes, medianos y pequeños capitalistas españoles opositores al régimen. [24] Hoy ya lo sabemos sobradamente. Es el miedo al paro, al empleo precario, al acoso laboral, a la aceleración de los ritmos de trabajo, al incremento espectacular de las enfermedades profesionales, de los accidentes laborales, de la drogadicción, de los suicidios. [25] , de la violencia sexual asociada a las desavenencias conyugales y de relación entre los sexos, a las catástrofes atmosféricas causadas por los despilfarros de la llamada sociedad de consumo, y hasta a los terremotos y “sunamis” inducidos por las pruebas nucleares subterráneas. [26]

Sin que aún se nos haya pasado toda aquella borrachera de fraternidad con el mal vino político que nos ofrecieron los criminales oportunistas del PCE y del PSOE, después de las sucesivas reformas laborales entre el 77 y el 96, aquellos jóvenes asalariados que hoy ya no lo somos tanto, vivimos en plena resaca del pasado despertando lenta pero inevitablemente de aquél sueño embrutecedor en torno a la palabra “libertad”, contemplando a través de nuestros hijos, que aquél sueño de “libertad” de la burguesía —hoy casi plenamente cumplido en lo que respecta a su relación con los asalariados—, es hoy nuestra propia pesadilla, de la que, obviamente, no serán ellos quienes vengan a despertarnos.

Y es que, para ellos, para los explotadores, el significado más hondo, preciso y unívoco de la palabra “libertad”, no ha sido ni es otro, que el de explotar trabajo ajeno sin limitación alguna, con total libertad y a toda costa....de sus explotados. En semejantes condiciones de “libertad”, el problema cada vez más acuciante e insoluble para la burguesía, se sintetiza en las siguientes tres preguntas que deben hacerse los asalariados: ¿hasta cuando hay que “guardarse” el miedo y la ira? ¿cómo no comprender que la libertad de los burgueses se traduce cada vez más en penuria relativa y opresión política sorda —pero no menos dura— y creciente para los asalariados? ¿Cómo lograr que —entre el cúmulo de tonterías inducidas por la estupidez política en que la burguesía mantiene a los asalariados— más temprano que tarde se abra paso en sus conciencias la racionalidad revolucionaria traducida en acción política?

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
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[16] Oriundo de San Sebastián, es un periodista nacido en 1948, que pertenece actualmente a la redacción de “El Mundo” desde su fundación, el 23 de octubre de 1989. Inicialmente, ejerció como jefe de Información —desarrollando el Libro de Estilo del periódico—. En 1991 fue nombrado subdirector de Opinión, faceta que desarrolla junto a su trabajo como columnista. En 1991 publicó su primer libro: "Matrimonio, maldito matrimonio", un pequeño ensayo escrito y ribeteado de una autorizada parodia de los compendios clásicos de ensayo. En 1996 publicó el que hasta ahora es su último libro, “El Felipismo de la A a la Z”, un riguroso y documentado ensayo político en el que da un repaso a la sórdida actualidad española de los últimos años.

[17] La alusión metafórica de Ortiz a la función que cumplió el sincero socialdemócrata Nicolás Redondo (padre), es tan precisa, como la analogía entre la necesidad de los micénicos respecto de la conquista de Troya en aquellos tiempos, y la de los burgueses liberales españoles respecto de la conquista del Estado desde fines de la década de los sesenta. En efecto, Troya dominaba el estrecho de los Dardanelos, que comunica el Mediterráneo con el Mar Negro, y además las costas del Asia Menor, lo que la hacía gozar de un monopolio comercial. Para los aqueos —que se abrían cada vez más al comercio—  Troya era, pues, un obstáculo, y ante tan poderosos argumentos comerciales, se unieron bajo el mando de Agamenón para apoderarse de aquella ciudad-Estado. Según la mitología, los aqueos vencieron gracias a un ingenioso truco: construyeron un gran caballo de madera y lo dejaron en las afueras de la ciudad. La curiosidad de los troyanos hizo que el caballo fuera arrastrado al interior de Troya, pensando que el ejército griego se había retirado. Pero lo que no sabían era que dentro del caballo estaban escondidos los soldados griegos, quienes saltaron desde el interior atacando a todos los troyanos y destruyendo totalmente la ciudad de Troya.

[18] Casi inmediatamente se activó la “Operación Lucero” para impedir la alteración del orden público. Dos días después, el príncipe Juan Carlos fue coronado Rey de España. Ese acto generalizó la esperanza “democrática” en el país.

[19] Hay que tener en cuenta que en Francia, Italia y Alemania no se habían acallado todavía los ecos de mayo del 68, y que Portugal estaba en pleno ascenso revolucionario iniciado en 1974.

[20] Se entiende por aceleración de la acumulación al mayor metabolismo del trabajo explotado por el capital, esto es, al cada vez menor tiempo que trranscurre, entre cada proceso de producción de plusvalor y su capitalización con la venta o realización del producto que lo contiene. El grado de centralización u oligopolización de los capitales, se determina por la mayor masa de valor económico sobre la que recaen las decisiones de inversión de un número cada vez más reducido de propietarios capitalistas.

[21] Otro tanto sucede con las dictaduras políticas respecto de sus crímenes, cuyos principales causantes permanecen impunes a despecho de personajes telemáticos como nuestro inefable super juez Garzón, que hace a la justicia del sistema el mismo servicio que cualquier sacerdote católico. Ése, que anda gestionando “justicia” virtual con los “responsables” de crímenes de Estado en países como Argentina y Chile, gracias a los cuales el capital imperialista español —representado por Endesa, Telefónica y Repsol, así como los bancos Santander-Central-Hispano (BSCH) y Bilbao-Vizcaya-Argentaria (BBVA)—, han podido apropiarse de los enormes patrimonios de empresas nacionales de servicios eléctricos, telefónicos, petroleros y bancarios en esos dos países. A instancias de agentes como Garzón, a la burguesía española se le estira el ya largo brazo de la justicia, por la misma razón que se le encoge a la hora que nunca llega de ajustar cuentas con los crímenes del franquismo. ¿Por qué Garzón no mete preso a Martín Villa por el caso “La Escala”?  Ver:  “La Unión política de Europa: ¿unidad para los derechos sociales y la paz, o para la superexplotación del trabajo social y la guerra?” Aptdo. 2) El caso español: de la dictadura franquista a los Pactos de la Moncloa, en: http://www.nodo50.org/gpm/referendumUE/03.htm

[22] Palabra tomada del vocablo latino negõtium, negativo de otium: reposo.

[23] Según el reciente informe del “Centro de Investigaciones sociológicas” (CIS), casi la mitad de los españoles hace horas extras a expensas de su tiempo libre, pero sólo un 22% cobra algo por ello. Esto es así, porque no pocos de nosotros somos obligados a extender nuestra jornada de labor, incluso llevándonos tarea a casa después del horario legal, también los fines de semana, tiempo de trabajo que, por supuesto, no cobramos. Según el último estudio sobre trabajo y vacaciones, elaborado por “Randstad y Esade”, los españoles tenemos menos vacaciones que buena parte de nuestros “socios” europeos. (“Que! Madrid” 22/03/05)

[24] ¿Estamos insinuando que con Franco se vivía mejor? No estamos insinuando nada; estamos diciendo con toda claridad que con Franco vivimos como lo permitió la lógica de la acumulación capitalista en los prolegómenos de su etapa tardía, y que si hoy estamos como estamos, es porque durante la crisis prerrevolucionaria abierta con la muerte de Franco, retrocedimos ante la necesidad objetiva imperiosa de hacer la revolución, porque disciplinamos nuestro comportamiento político a las directivas oportunistas de los dos partidos obreros mayoritarios en ese momento. Lo que estamos diciendo, en suma, es que nadie hará por los trabajadores lo que los trabajadores no sepamos hacer por nosotros mismos.

[25] Unas 58.000 personas se quitan la vida cada año en la UE, casi 7.000 más de las que fallecen por accidentes de tráfico, lo que convierte al suicidio en una importante causa de muerte en Europa, acaba de informar el portavoz comunitario de Sanidad, Philip Tod. Los problemas psíquicos, que en Europa afectan a una de cada cuatro personas en algún momento de su vida, y que en un 56% de los casos conducen a un intento de suicidio, se abordan esta segunda semana de enero de 2005, en una conferencia ministerial sobre la salud mental organizada por la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Helsinki. (...) Según la OMS, la mitad de los afectados por una depresión no recibe tratamiento y en muchos países existen pocos servicios y especialistas para los casos que afectan a los más jóvenes. El portavoz comunitario indicó que en la UE cerca de un 9% de las personas entre 12 y 17 años padece depresión y un 4% de esos casos conducen al suicidio. "Las enfermedades mentales son tan mortíferas como el cáncer. Más europeos mueren cada año de suicidio que de accidentes de tráfico o por asesinato. Sin embargo, la salud mental recibe, sorprendentemente, poca atención", indicó Kyprianou, quien consideró que el suicidio es "el asesino invisible" de Europa. (“El Confidencial.com” 12/01/05)

[26] Ver: http://neic.usgs.gov/neis/faq/nuclear_esp.html - http://neic.usgs.gov/neis/faq/nuclear_esp.html - http://www.rense.com/earthchanges/errupt.htm - http://www.anarcotico.net/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=249