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El marxismo ¿es una ciencia?
Jordi Soler Alomà
Existe la creencia bastante difundida que el marxismo
es una ciencia. Por ejemplo, ante los problemas de la humanidad, hay quien tiene
una fe ciega en que la ciencia del marxismo los va a resolver.
Veamos qué hay de cierto en dicho supuesto:
Para que la proposición "el marxismo es una ciencia" tenga sentido, debemos
establecer, antes que nada, el significado -que debemos consensuar- de marxismo,
por un lado, y de ciencia, por el otro; entre otras cosas, porque ninguno
de los dos conceptos es ajeno a la controversia.
Empecemos por el concepto de marxismo: se suele concebir el marxismo
como una corriente ideológica -es decir, un conjunto de supuestos cognitivos
y de principios normativos- que fue fundada por Carlos Marx, quien seria -según
el tópico que analizamos- su máximo exponente. Sin embargo, dentro de lo que
históricamente se ha venido a llamar marxismo conviven múltiples tendencias
de lo más heterogéneas y variopintas. Para muestra: leninismo, trotskismo, maoísmo,
estalinismo, marxismo-leninismo, la metafísica materialista-dialéctica, kautskismo,
marxismo estructuralista, teoría crítica (escuela de Frankfurt), revisionismo
bernsteiniano, existencialismo marcussiano y otras.
Para que un cuerpo de conocimiento pueda ser considerado una ciencia, uno de
los requisitos que se le exigen es que mantenga cierta homogeneidad de criterios;
condición que, en la anterior relación, obviamente no se da; además, algunas
de dichas tendencias son directamente anticientíficas: para la teoría crítica
la ciencia es ideología, para Marcusse, los diamats y Stalin es una veleidad
burguesa. Sin embargo, cuando nos referimos al marxismo como ciencia estamos
pensando, sobre todo -y con razón-, en Marx. Pero, en este punto, topamos con
un problema: fue, precisamente, el propio Marx, quien se excluyó a sí mismo
del conjunto del marxismo. No era en broma cuando le dijo a su yerno, Paúl Lafargue:
"lo cierto es que yo no soy marxista". Marx, que era un hombre de mentalidad
abierta, no podía tolerar ni que se convirtiera su pensamiento en un catecismo
ni que llevara su nombre una especie de secta dogmática, ni que en su nombre
se profirieran todo tipo de estupideces; lo que deseaba era que la gente conocedora
de su obra se animara a pensar por cuenta propia. En ese contexto, desautorizó
a sus dos yernos marxistas, Lafargue y Longuet -confesos seguidores
suyos-, colgándoles los epítetos de "el último bakuninista" y "el último proudhonista",
respectivamente.
Vemos, pues, que no podemos incluir a Marx en el marxismo sin traicionar la
voluntad del propio Marx. Pero, como cuando pensamos en el marxismo como ciencia
suponemos a Marx, lo que ahora debemos averiguar es si el pensamiento del gran
sabio es una ciencia específica, delimitable como una rama autónoma del corpus
científico.
Un proceso de investigación cumple con el método científico si da los siguientes
pasos:
Hasta aquí hemos podido comprobar: a) que el marxismo no es una ciencia; b)
que Marx no pertenece al conjunto de tendencias que constituyen el marxismo;
c) que Marx opera de acuerdo con los cánones de la ciencia.
Queda pendiente: explicar en qué consiste la aplicación dialéctica del método
científico de Marx, empresa que dejo para un ulterior trabajo.
23 de mayo del 2004
* Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona
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