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La teoría de la complejidad: es ajena a la cultura política?

Luisa Redondo Botella

La cultura general de una sociedad dada está integrada por elementos provenientes de distintas esferas de la vida cotidiana del hombre medio, así como del sistema político imperante, de la organización económico social y también por conceptos ideológicos prevalecientes.

Por otra parte, esta cultura general se halla integrada por culturas parciales correspondientes a distintas clases y grupos sociales, cuya suma no es el resultado total, sino su integración, lo que significa que los elementos específicos de cada cultura parcial influyen en la general pero no se hallan contenidos en ella como tales. Es en las culturas parciales donde se forman nuevos elementos y cambios que repercuten en la cultura general, ampliando su dominio e incluso transformándola. Como ejemplo de cambios operados en una cultura parcial, que es donde originariamente se producen, considero que es un buen exponente, la política.

La cultura se nutre además de las transformaciones sociales e ideológicas, de los avances de la ciencia, la tecnología y las técnicas aplicadas: en concreto de la investigación.

El investigador en la ciencia política, como todo investigador, comienza su labor por precisar la cualidad del objeto o fenómeno sometido a estudio. Pasa a considerar las manifestaciones externas de la cualidad considerada que se producen como relaciones endógenas y exógenas, que forman redes, así como en las formas espaciales que va tomando dicho suceso o fenómeno en el decursar de su movimiento. De aquí que el investigador recurra a la ciencia que se ocupa de las magnitudes de esas relaciones y del comportamiento de las mencionadas formas: la matemática.

Conocido es que el nivel de desarrollo de la ciencia en general, y por lo tanto en la parte que afecta a estos estudios, sólo permitía modelar, o bien representar sucesos y fenómenos tomando solamente dos dimensiones, es decir actuar linealmente, lo que implica un reducionismo a veces enmascarador de la realidad y siempre esquematizándola, lo que conlleva a obtener información limitada. Esto que afecta a cualquier investigación es factible que se deje sentir más en las sociales por la complejidad que presentan sus realidades y, dentro de ello, las realidades políticas ocupan la primera línea.

El avance de la ciencia y la tecnología ensanchó el horizonte investigativo y lo que antes era potencia teórica va transformándose en realidad. Ello se debe al desarrollo de la computación, la cual permite resolver sistemas de ecuaciones diferenciales con relativa facilidad, mediante algoritmos computacionales y plasmar gráficamente formas espaciales que eran desconocidas. Aquí se encuentra una' rama nueva del álgebra, la fractal. ¿Por qué sucede esto? Porque permite salir de la linealidad a la no linealidad, que es como se presentan los fenómenos en la naturaleza y en la sociedad, como la parte más avanzada de ella. Lo antes dicho podría considerarse como reduccionismo si no se añadiera el mérito que tienen los análisis dinámicos cualitativos de la naturaleza en su conjunto, realizados desde posiciones filosóficas.

Hace ya tiempo que se pensaba que el comportamiento de la naturaleza no era lineal, pero, para modelarlo, no se disponía de los medios que brinda la teoría de la complejidad como conjunto de teorías del campo de la linealidad.

Por otra parte, la ampliación, la extensión y la profundización del nivel del conocimiento científico no niega los niveles anteriores de este, sino que los reduce a casos concretos dentro de la generalidad. Así la linealidad lo es con respecto a la no linealidad, como la situación que responde al determinismo no deje de ser aquella en que la probabilidad es 1 ó 0.

Hasta ahora, en la ciencia política sólo se daban pasos para formular su propia metódica, por lo tanto, tomaba experiencias de otras ciencias sociales para diseñar sus investigaciones.

En los proyectos de metódica, es decir de aquellos pasos que el investigador debe conocer como propios de la ciencia política, se hacía ya referencia en algunas ocasiones a utilizar la teoría del caos, lo que equivale al reconocimiento de la no linealidad y más aún, a la presencia de situaciones imprevisibles debido a la casualidad de factores influyentes. A mi entender, la posibilidad de diseño de modelos no lineales de sucesos y fenómenos complejos viene a llenar el vacío metodológico que enfrenta la ciencia política. A esto se enfrentan quienes investigan en esta ciencia. Es evidente que en la medida que se avance por este camino, la cultura política logra niveles superiores.

La teoría de la complejidad dejará sentir su impacto en la cultura de los pueblos a través de las distintas disciplinas científicas y tecnológicas.


Luisa Redondo Botella. Doctora en Ciencias Sociales

     
   
   
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