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Dictadura del proletariado: ¿Estado vertical o gobierno descentralizado?

Programa de talleres bimestrales en Cuba: “La Obra de Carlos Marx y los Desafíos del Siglo XXI”
2006 Febrero 28: La construcción de un poder revolucionario: experiencias socialistas y prácticas emergentes actuales

Malime

El término dictadura generalmente se asocia a la imposición violenta de un sistema político, a la falta de democracia, a la forma de poder que se impone por vía militar. Lo que nos provoca el repeler la palabra dictadura. Sin embargo en el mundo que nos toca vivir, donde la explotación del hombre por el hombre da lugar a las desigualdades sociales y económicas que existen entre colectivos sociales e incluso dentro de un mismo colectivo, aun viviendo en las denominadas “democracias” capitalistas existe la objetiva realidad material de la dictadura de unos colectivos sobre otros, e incluso dentro de colectivos sociales explotados por los colectivos que ostentan el poder también se produce la dictadura que se manifiesta en la insolidaridad de clase de unos trabajadores sobre otros, lo que impide el poder conseguir la necesaria unidad que permita a la clase oprimida la lucha contra el colectivo opresor. En otros tiempos esa actuación se la atribuía a la llamada aristocracia obrera.

La ideología dominante capitalista ha conseguido prostituir el término dictadura del proletariado hasta conseguir que gentes como Santiago Carrillo (ex-secretario general del PCE) le llevara a decir ¡Dictadura, ni la del proletariado!. Dictadura del proletariado, no lo es tanto por la violencia del proceso revolucionario en sí, o por el concepto manipulado negativo impuesto asociado a una violencia que está por encima de las clases sociales en pugna, sino por la realidad material que supone el poder en manos proletarias que por su estructura organizativa impide que se den los privilegios que la minoritaria clase burguesa disfruta en la “democracia” capitalista. Lo que de hecho era dictadura capitalista para los explotados, al acabarse con la forma que permite esa realidad explotadora se convierte en democracia proletaria, pero dictadura para la burguesía.

También en la sociedad socialista, dadas las limitaciones de desarrollo productivo y moral que impide dar a cada uno según sus necesidades, inherentemente existe la dictadura que toda desigualdad material provoca entre los seres humanos productivos, aunque evidentemente siempre es relativa, ya que en su desarrollo la sociedad socialista en su caminar hacia el comunismo, donde desaparecen las manifestaciones de opresión de unos seres humanos sobre otros, se está rompiendo con esa contradicción propia e inherente del sistema capitalista. Podríamos definir a la fase socialista, como fase intermedia entre el capitalismo y el comunismo, con ciertas formas de relación económica y moral heredadas del capitalismo que se van liquidando a medida que se desarrolla el sistema socialista.

Si además examinamos la palabra democracia, gobierno de la mayoría, también supone una dictadura contra la minoría, de ahí que la clase burguesa, como minoría social que es, siempre etiquete a la revolución socialista como dictadura comunista, aunque lo haga como epíteto insultante y descalificador en vez de con la objetividad material del hecho en sí. Al desaparecer sus privilegios materiales, se la impone la dictadura de la clase antagónica ya en el poder.

En el sistema socialista toda manifestación de poder verticalista de arriba hacia abajo aun en sus orígenes realizado con las mejores intenciones, con el tiempo (como desgraciadamente hemos podido ver tras la experiencia del llamado Socialismo Real) contribuye a perpetuar la dictadura de clase, de los que asumen el poder y se consideran los únicos capacitados para ejercerlo, desconfiando de la capacidad del conjunto de los demás seres productivos para organizarse como clase dominante de abajo hacia arriba: Desde los propios centros de producción y servicios donde laboran hasta los centros de educación y cultura y los propios lugares de residencia. Desgraciadamente las experiencias positivas que Marx y Lenin supieron ver tras la Comuna de Paris y el intento revolucionario de 1905 hasta su desarrollo en 1917, no han sido comprendidas, ni desarrolladas por pretendidos revolucionarios marxistas. Tal vez, sin tener el conocimiento directo necesario del proceso bolivariano en Venezuela podemos apreciar, desde la realidad material, cultural y política de ese pueblo, sin interpretaciones dogmáticas en el uso de la terminología marxista, que de hecho a través de las Misiones, las actuaciones desde las parroquias, los barrios, se esté incorporando al pueblo trabajador a que se organice como clase dominante desde abajo hasta llegar a arriba, hasta conseguir mandar al basurero de la historia al viejo Estado burgués con su falsa democracia y su falsa división de poderes. Con medidas que permitan finalmente y directamente al pueblo legislar, ejecutar y administrar la justicia desde abajo, desde sus respectivos ámbitos de convivencia local, regional, nacional e internacionalmente si como imaginan es posible conseguir llevar a efecto el pensamiento de Simón Bolivar en toda la América Latina.

El verticalismo niega la descentralización que el pueblo necesita para desde abajo ejercer el poder directamente y de forma permanente, tampoco debemos entender la descentralización como contradictoria con el centralismo democrático que tiene que darse en el socialismo. La democracia verdadera del pueblo trabajador organizado como clase dominante, permite que desde abajo ascienda la voz del pueblo, que los problemas que desbordan su competencia local sean tenidos en cuenta a niveles superiores de gestión más general, permite que una vez ascendidas las necesidades generales y reales del conjunto del pueblo, desde las cúspides gubernativas se propongan y desciendan las medidas legislativas y ejecutivas que respondan a las verdaderas necesidades sentidas y manifestadas previamente por el pueblo.

No se puede educar al pueblo de forma dirigista, sin la participación directa y permanente de este en su propio proceso educativo, que tiene que partir desde su realidad material y laboral. No puede educarse revolucionariamente desde el púlpito alejado del lugar donde el trabajador vive y labora, su aprendizaje político tiene que ir ligado a su aspecto productivo, en relación directa con los demás seres con los que convive. El ser social individual que estimula el sistema capitalista, tiene que desarrollarse en el ambiente colectivo, que es la única forma que nos permite vernos como seres sociales, necesitados los unos de los otros.

Se confunden los marxistas economicistas cuando anteponen el desarrollismo al margen de la integración del pueblo en la dirección del poder. Se confunden o no quieren ver que los trabajadores desde los centros de producción laboran pero también aprenden a como mejor realizar su trabajo, lo cual les califica para poder decidir que mejores compañeros son los mejor capacitados para ejercer la dirección en las diferentes ramas de producción e incluso para ser los directores de empresa. Qué mayor integración y participación se puede permitir al trabajador, que ese ejercicio directo y permanente de la democracia directa participativa. Algunos dirán que tienen mejor conocimiento y voz un ingeniero mandado por el gobierno que los obreros de la propia fábrica, pero se equivocan los que así piensen, en algún momento se podrán equivocar las voces obreras, pero de su equivocación, que no tiene porque ser trascendental e incorregible, también se aprende, y de los errores corregidos se consigue una mayor integración e identificación con el proyecto laboral y político en el que los trabajadores están embarcados. Podemos imaginar que los obreros de la URSS organizados de esa forma hubiesen permitido que sus fábricas fueran privatizadas. Nunca las sintieron propias, eran los burócratas impuestos desde arriba los que aparecían como dueños, bastó que el borracho subido al tanque les dijera que con el capitalismo se acabaría el burocratismo y sus privilegios y todos podrían aspiran a vivir como burgueses. Fueron los burócratas mejor situados y controlando las fábricas, los que terminaron de apropiarse en total exclusividad, y sin los condicionantes formales del socialismo burocrático.

Habrá que repetirlo constantemente, lo dijo Lenin, ¡Una de las principales características del capitalismo es el burocratismo!. El socialismo solo se puede desarrollar y caminar hacia el comunismo cuando se libere de todo signo de burocratismo. La propia democracia no se libra de la burocracia, por eso en el comunismo el Estado y la Democracia se extinguen. La naturaleza de las hormigas a un nivel de grandeza imposible de imaginar seria el ejemplo de convivencia de la especie humana.

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