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Réplica a tres reacciones

Luis Marcelo

No estaba en el ánimo de Carlos Marx el que sus conceptos teóricos sobre la primera y la segunda fase de la sociedad comunista provocaran y provoquen tantas y tan disímiles interpretaciones a lo largo de la historia. Parecería que existieran muchas formas, y no sólo una, para su correcta comprensión y actualización y que las acusaciones mutuas de revisionismo continuarían alimentando la división de los marxistas del mundo.

A más de un siglo de haber desaparecido físicamente, Carlos Marx todavía sigue siendo increíblemente un incomprendido. Es un ineludible y priorizado deber de los revolucionarios marxistas poner fin a esta deplorable situación. Creo también que habría que organizar mejor el debate.

Precisamente, el motivo de mi artículo "Repensar empresarialmente a Marx", junto a otros análisis más que he hecho, ha sido tratar de contribuir, desde esta trinchera del socialismo que es Cuba, a dar pasos adicionales hacía la compresión de las ideas poscapitalistas de Marx. Soy un convencido de que no debe entenderse que el derrumbe socialista tiene que ver con la invalidez de dichas ideas, sino con su incorrecta interpretación.

Así, el artículo de marras fue reproducido por uno de los más leídos periódicos electrónicos de izquierda en español, Rebelión (http://www.rebelion.org/), del pasado 13 de febrero, en su sección "La izquierda a debate". Con posterioridad se publicaron tres reacciones, dos de ellas muy emocionales, una hasta la irrespetuosidad, en la misma sección. Este periódico tomó mi trabajo, como puede hacerse en cualquier momento por quien lo desee, de la página web cubana Cuba Siglo XXI en su número II de febrero de 2001. El artículo fue captado en última instancia de la Revista Cubana de Ciencias Sociales # 32, de 2001.

Las reacciones en Rebelión se titulan "El cooperativismo empresarial. Marx y el Estado", de Malime (del 19 de febrero); "Empresa neomarxista", de William Zavaleta (del 2 de marzo) y "Economista cubano 'descubre' la semilla marxista de la confusión", firmado por la organización denominada Comunistas de Cataluña (del 14 de marzo). Todas estas respuestas se plasman junto a la presente réplica en esta página web Cuba Siglo XXI. Tal vez Rebelión pueda hacer notar de alguna manera esta réplica en sus páginas.

Hecha esta introducción, contestaremos a cada trabajo por separado.

Sobre "El cooperativismo empresarial. Marx y el Estado", del asiduo colaborador de Rebelión, Malime.

En esencia Malime considera mi propuesta como infundada y generadora de más confusión de la que ya hay; cree que no es más que un reflejo de la grave situación político-ideológica y democrática que generaron los partidos comunistas en el poder y que supuestamente vive todavía Cuba. Como puede observarse, Malime repite principios generales marxistas preocupándose más por lo que él cree que no se debe hacer, que por lo que hay que hacer concretamente, lo cual no es raro hoy.

Estimo que no leyó bien mi trabajo, además de omitir importantes aspectos del mismo. También creo que Malime debe profundizar en algunas cuestiones teóricas, aparte de tratar de obtener una más adecuada información sobre Cuba. Veamos.

Creyó leer que el conglomerado de corporaciones cooperativas propuesto no tendría control del Estado, cuando en realidad se escribe "con el adecuado control" en el párrafo donde se propone el concepto general de propiedad social (él mismo incluso lo reproduce), al hacerse referencia al control que tendría sobre dicho conglomerado la sociedad, y por supuesto el Estado que la representa, mientras sea necesario este último.

Tengo una idea general formada sobre como sería ese control del Estado, pero eso podría ser motivo de otro trabajo. Ello es adicional a mi criterio de que "El mayor control lo ofrece el que los colectivos de productores entren en un nuevo sistema donde, dejando de ser asalariados, vivan realmente de lo que producen y venden".

Pienso que debe reflexionar mejor Malime acerca de la genuina aspiración marxista de liquidar el trabajo asalariado, pues en su respuesta habla de que la realidad impone "retribuir a cada uno según lo que produce, con criterios salariales capitalistas", confundiendo método de distribución con salario. Recuérdese que, por ejemplo, en una cooperativa no se distribuyen salarios y se le debe dar a cada cual según su trabajo.

Malime a su vez estima que saqué fuera de contexto la cita "corporación de trabajo". En tal sentido, sostengo que la Comuna de París era, además de una respuesta política, una respuesta evidentemente productiva. ¿Dónde, sino en ella, se agrupaban "las sociedades cooperativas unidas" a que Marx hace referencia también en "La guerra civil en Francia" y que Malime pasa increíblemente por alto ?

Por cierto hay que responder a Malime que las cooperativas de grupo, que están de por sí aisladas, son las que tienen una visión limitada. Las del conglomerado están unidas como planteaba Marx. Son propiedad social y sus intereses corresponden con los de la sociedad que las controla, como ya explique.

En cuanto al problema de la competitividad, Malime olvida que estamos en un mundo dominado por el capitalismo y que el sistema empresarial socialista debe competir con las empresas privadas. Es entre las empresas socialistas donde debe existir la cooperación o una suerte de competencia armónica, o sea, no anárquica, pendiente de debatirse con profundidad.

También me parece que Malime elude la cuestión de la evolución inmediata del Estado en la construcción socialista. Aunque la extinción del Estado demore tiempo, casi nadie aborda el tema de qué es lo que comienza a sustituir gradualmente desde un inicio a la maquinaria estatal proletaria y como ella misma tiene que ir propiciando su extinción. Ya Lenin había explicado que el "estado proletario comienza a extinguirse inmediatamente después de su triunfo, pues en una sociedad sin contradicciones de clase el estado es innecesario e imposible"(1). Los 615 ministerios que llegaron a existir al final de la Unión Soviética(2) no parecen haberse correspondido con los conceptos marxista-leninistas en la materia.

Por otro lado, Malime aprovecha mi artículo para opinar sobre la situación cubana. Escribe que en Cuba no existen mecanismos de participación popular; que hay relajamiento y confusión ideológica producto de la inversión extranjera y el turismo, y que también terminará cayendo si no modifica la Constitución para garantizar esta participación.

En primer lugar, Cuba está llevando a cabo un proceso de transformaciones que no ha concluido ni concluirá nunca pues el perfeccionamiento del socialismo es una tarea constante en nuestro país. En Cuba siempre se hará todo lo que haya que hacer para enriquecer y salvaguardar el socialismo, incluso en materia constitucional. Sabemos que no vivimos en una sociedad perfecta, pero en esta especie de plaza sitiada que no puede darse hoy determinadas posibilidades, luchamos por alcanzar ese ideal. Tanto en la esfera política como en la académica, en las organizaciones sociales, y hasta en la calle, se critica y debate sobre como perfeccionar lo realizado.

En los planos económico y político existe participación popular y democracia en Cuba. En lo económico, el gradual y constante proceso de Perfeccionamiento Empresarial en las empresas estatales cubanas lleva implícito, como nunca antes, una amplia y sin dudas creciente participación de sus trabajadores en la toma de decisiones en las 105 empresas que ya lo aplican entre unas 3000 aspirantes en distintos pasos. En la sociedad, como en la naturaleza, no debe haber saltos.

En lo político, los Organos del Poder Popular acumulan una rica experiencia participativa insuficientemente conocida en el mundo, la cual desde luego posee todavía potencialidades. Dentro de estas se encuentran los Consejos Populares, refrendados constitucionalmente a partir de 1992, y que son un embrión cualitativamente superior de autogobierno social en la localidad.(3)

Por todo ello y por muchas cosas más que harían demasiado larga esta réplica, la aplastante mayoría de la población cubana apoya el socialismo. Esto se reflejó en la asistencia a las últimas elecciones y en las manifestaciones observadas recientemente, como lo son las relacionadas con el caso del menor Elian González, las tribunas abiertas anti-imperialistas que se celebran en todo el país y los actos multitudinarios por el 1ero. de Mayo pasado.

No debe preocuparse Malime. Ni la inversión extranjera ni el turismo confunden a la generalidad del pueblo cubano, aunque existan casos aislados que no se comporten a la altura de los tiempos.

Sobre "Empresa neomarxista", de William Zabaleta.

Coincido con este autor en que no está evaluado por los marxistas el papel del conocimiento o, lo que es lo mismo, el trabajo complejo en la producción moderna, para hablar en los propios términos de Marx. El comercio, a mi modo de ver, tendría una segunda prioridad en los estudios a realizar al respecto pues refleja solo la superficie del modo de producción.

En cuanto a los peligros que ve en la propuesta de la unión de corporaciones cooperativizadas, le contesto que no es ninguna variante de propiedad privada. El sistema se entrega en arriendo o alquiler, y con el adecuado control, por la sociedad. Con el arriendo ambas partes de la "ecuación" se comportan como propietarios. Sin embargo, me llama la atención que el amigo Zabaleta no note que la idea del arriendo o alquiler de los medios de producción parta nada menos que de Federico Engels quien seguramente la compartió con Marx entre 1872 y 1873, cuando escribió el análisis "Contribución al problema de la vivienda". Esta cuestión tampoco se ha debatido.

A su vez, en una propiedad colectiva como la sugerida, mientras exista el dinero como medida del valor, habrá - y no deben de asombrarse - también plusvalía sin que exista explotación. En la estructura cooperativa planteada se excluye el concepto de salario en los productores y por ende la explotación sobre ellos, aunque no debe entenderse, y esto puede ser motivo de otro debate, que todo asalariado es explotado.

Apunto aquí que Marx fundamentó para la primera fase de la sociedad comunista la sustitución del dinero por los llamados bonos de tiempo, lo cual era lo que erradicaba la Ley del Valor y el mercado, que en esencia es compraventa, y aunque esto no se discutió ni se discute en lo absoluto, requeriría, de ser viable, del triunfo mundial del socialismo, pues no pueden existir a mi juicio dos sistemas paralelos de medios generales de intercambio en una economía mundializada.

Para concluir extraigo del tomo 3 de "El Capital" una oportuna, reveladora y poco divulgada reflexión de Marx sobre las cooperativas en condiciones de existencia de la Ley del Valor. Expresó que en estas "aparece abolido el antagonismo entre el capital y el trabajo, aunque, por el momento, solamente bajo una forma en que los obreros asociados son sus propios capitalistas, es decir, emplean los medios de producción para valorizar su propio trabajo".(4)

Sobre el artículo "Economista cubano 'descubre'la semilla de la confusión", de la organización Comunistas de Cataluña.

Toca ahora el turno a la réplica a la respuesta más emocional de todas. Una respuesta cegada por la ira ante algo distinto a sus criterios. Así no es productivo debatir.

Un ejemplo de a que situación nos llevan las emociones, es que creyeron leer, no sin cierto alarde de sapiencia, que yo había dicho que el famoso párrafo de Marx estaba en el último capitulo del primer tomo de "El Capital", cuando en realidad expresé que estaba "en las últimas páginas". La nota al pie apuntaba la página 700 y el último capítulo va de la página 701 a la 710 en la edición cubana.

De igual forma, dicen que con "desfachatez" me expresé del "despiste tan enorme" y la "gran confusión histórica de Marx". No se derivan de mi trabajo tales términos. Cualquiera que lea sosegadamente lo escrito por mi se dará cuenta que lo que expreso es que faltó otra oportunidad a Marx para ampliar especialmente acerca de un concepto tan vital. A que viene esa algarabía en torno a la importancia de "El Capital" de la cual no hay que convencer a nadie.

Si para estos detractores de mi trabajo los párrafos que traen ellos aclaran todo en cuanto a como entender la propiedad social, los lectores podrán apreciarlo. Por cierto, como Malime, también omiten hablar de las "sociedades cooperativas unidas". Parece que temen asociar a Marx con el modelo yugoslavo, en realidad una variante del llamado socialismo real pues las funciones estatales no se llegaron a separar del todo de las empresariales. En este contexto, insisten en el error de poder suprimir el mercado, las mercancías y hasta las empresas (dicen que ubico a Marx como empresario y tendero), en presencia del dinero. También asumen, porque quieren, que la competitividad que menciono del sistema empresarial socialista es necesariamente entre estas empresas. Ya escribí al respecto en la réplica a Malime.

Por cierto, la visión socialista que defiendo no sólo va contra el neoliberalismo, sino contra todo tipo de capitalismo.

Pero también estas personas rechazan la mayor parte de las cosas que ocurren en materia organizativa en las empresas capitalistas. Olvidan que la propiedad social verdadera evita el que estas cosas se dirijan a acentuar la explotación. Para ellos la "Dirección por Objetivos" o el "Just in time" pudieran ser medidas organizativas muy peligrosas. Están detenidos nostálgicamente en el tiempo, en la época en que en la URSS existió, dicen, la dictadura del proletariado.

Por mi parte, soy un revolucionario marxista que trata de llegar a la verdad científica y que se encuentra a la vez en esta primera línea de combate por el Socialismo que es Cuba, lo cual, créanme, no es tarea fácil pero si enaltecedora.

Los lectores podrán llegar a sus propias conclusiones en este debate y aportar nuevos criterios, pero debemos hacerlo de forma respetuosa como corresponde a quienes defienden tan noble causa.


Notas:
1- V. I. Lenin, "El Estado y la Revolución", Imprenta Nacional de Cuba, sin fecha, p. 28.
2- Ver Mario Jaunarena (1994): "¿Por que se malogró el socialismo soviético?", Edit. Nordán-Comunidad,
Montevideo, p. 205.
3- Ver Jesús P. García Brigos "Gobernabilidad y democracia: los órganos del Poder Popular en Cuba", Edit.
de Ciencias Sociales, La Habana, 1998, pp. 58-88.
4- Ver C. Marx, "El Capital", Edit. Pueblo y Educación, t. 3, La Habana, 1983, p. 460.


Luis Marcelo
Investigador Auxiliar
Instituto Nacional de Investigaciones Económicas.

     
   
   
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