Los "Acuerdos de Ginebra":
Una callejón sin salida
Ali Abunimah*
CSCAweb (www.nodo50.org/csca),
3 de diciembre de 2003
'The Electronic Intifada', 28 de octubre de 2003
Traducción: Loles Oliván
"Aunque
sus autores han intentado vender los 'Acuerdos de Ginebra' como
una especie de avance decisivo, no es así. El documento
recicla los impracticables arreglos que Israel y EEUU intentaron
imponer en julio de 2000 en Camp David. Se establecería
un 'Estado' palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza pero
sin soberanía o control palestinos de sus propias fronteras
o de su espacio aéreo"
Debido al proceso de Oslo,
el fundamento para una solución viable y mínimamente
justa de "dos Estados" ha quedado absolutamente destruido.
El "campo pacifista" de Israel y la dirección
palestina deberían haber aprendido de las calamidades
que han contribuido a crear y cambiar de vía. Los denominados
"Acuerdos de Ginebra" [1], un acuerdo no oficial
preparado por israelíes dirigidos por el ex ministro de
Justicia Yossi Beilin y otros iluminados de la era de
Oslo, y por palestinos próximos a Yaser Arafat, demuestra
una determinación de repetir los trágicos errores
del pasado.
Oslo permitió a Israel
doblar el número de colonos en territorio ocupado palestino
en tanto que la OLP se transformó en una Autoridad Palestina
(AP) cuyo mandato era proteger a Israel de las víctimas
de la colonización en marcha. No hay mejor demostración
de la mala fe con que los dirigentes israelíes enfocaron
el proceso de paz que el libro de Tanya Reinhart, Israel/Palestine:
How to End the War of 1948 ["Israel/Palestina: cómo
terminar la guerra de 1948"]. Es una lectura esencial
para cualquiera que quiera comprender cómo los palestinos
e israelíes han llegado al sangriento impasse en el que
se encuentran en la actualidad.
Aunque sus autores han intentado
vender los "Acuerdos de Ginebra" como una especie de
avance decisivo, no es así. El documento recicla los impracticables
arreglos que Israel y EEUU intentaron imponer en julio de 2000
en Camp David. Se establecería un Estado palestino
en Cisjordania y la Franja de Gaza pero sin soberanía
o control [palestinos] de sus propias fronteras o de su espacio
aéreo. Se permitiría a Israel mantener las fuerzas
militares [en ese Estado] indefinidamente, pero no se permitiría
al Estado palestino defenderse a si mismo. El Estado palestino
estaría ocupado por una "fuerza multinacional"
que solo podría retirarse previo acuerdo con Israel, y
así sucesivamente.
Israel se anexaría la
mayor parte de sus asentamientos en Cisjordania, incluidas vastas
extensiones de territorios alrededor de Jerusalén y otras
grandes ciudades; una simple confirmación de la mayor
parte de las conquistas territoriales ilegales que Israel ha
practicado desde 1967. De manera crucial, el documento cancela
completamente los derechos básicos de los refugiados palestinos
otorgando a Israel un veto absoluto sobre el retorno de cualquier
persona a su hogar.
Que los negociadores
de Ginebra, liberados de cualquier responsabilidad real, no hayan
podido salir con nada mejor de lo que han hecho, subraya la absoluta
bancarrota del glacial enfoque del "paso a paso" hacia
una "solución de dos Estados", ya que tal solución
se ha ido alejando debido a la colonización israelí.
Los autores [de los Acuerdos] parecen creer que el pueblo palestino
son como un mono que correrá siempre tras una zanahoria
colgada de un palo atado a su propia cabeza. No han sabido reconocer
que la Intifada es, fundamentalmente, un rechazo a tal manipulación.
La falacia
de "los dos Estados"
Si alguien cree que esta presentación
es demasiado negativa, basta con ver cómo presenta [el
Acuerdo] a los israelíes el propio Amram Mitzna, el ex
general paloma que condujo al Partido Laborista a la derrota
en las últimas elecciones israelíes [2],
y uno de los autores del documento:
"Por primera vez en la
historia los palestinos han reconocido explícita y oficialmente
el Estado de Israel como el eterno Estado del pueblo judío.
Han renunciado al Derecho al Retorno [de los palestinos] al Estado
de Israel y han garantizado una mayoría judía sólida
y estable. El Muro Occidental, el Barrio Judío de Jerusalén
y la Torre de David permanecerán en nuestras manos [de
Jerusalén]. Se ha levantado el asfixiante anillo alrededor
de Jerusalén y todo el anillo de asentamientos a su alrededor
-Givat Zeev, el nuevo y viejo Givon, Maale Adumim, Gush Etzion,
Neve Yaacov, Pisgat Zeev, la Colina Francesa, Ramot, Gilo y Armon
Hanatziv- formará parte para siempre de la ciudad expandida.
Ninguno de los colonos de esas zonas tendrá que dejar
sus casas."
Dado que esos asentamientos
representan las más grandes expropiaciones de tierra en
las áreas palestinas más densamente pobladas, y
para una mayoría de los colonos judíos en Cisjordania,
Mitzna simplemente está siguiendo la tradición
del Partido Laborista israelí de asegurar a los israelíes
que pueden disfrutar a un mismo tiempo de la paz, de la legitimidad
internacional y del botín de la conquista. Pero no pueden.
Quizá la manifestación
más deshonesta es la afirmación de Mitzna de que
el lado palestino en el proyecto de Ginebra "[...] estaba
representado por una auténtica y amplia dirección
palestina que cuenta con el apoyo tanto de la dirección
oficial de la AP como de los dirigentes del activismo a nivel
popular". ¿Quién es esta auténtica
dirección? Los palestinos que fueron a Ginebra lo hicieron
en secreto y no tenían mandato alguno excepto el de sí
mismos y el de los israelíes que les ungieron. No hablan
en nombre de los refugiados cuyos derechos fundamentales ofrecen
tan alegremente [3], de los palestinos cuyas tierras fueron
robadas para [construir] colonias que permanecerán intactas.
La AP, que aparentemente les respalda, ha perdido toda su legitimidad
como institución representativa por su irresponsabilidad.
Y en lo que respecta a la delegación
israelí, sería bueno recordar que el Partido Laborista
en la oposición habla con una voz distinta que el Partido
Laborista cuando está en el gobierno. El primero siempre
se ha mostrado más blando que el segundo. Como
agentes independientes, los negociadores israelíes, pueden
renegar de cualquier compromiso que hayan adquirido. Aunque,
a juzgar por la historia, las concesiones que han conseguido
extraer al "auténtico liderazgo palestino" se
convertirán en un nuevo mínimo del que partirá
cualquier futura negociación. Cualquier nuevo gobierno
israelí, incluso uno presidido por los laboristas, llegaría
la mesa con más demandas incluso y nuevos hechos sobre
el terreno de los que deberían establecerse.
Si los autores de Ginebra fueran
serios al respecto de la solución de dos Estados, reconocerían
que, si [esa solución] aún tiene alguna posibilidad,
ésta sólo puede realizarse si Israel tuviera una
mínima voluntad de retirar cada soldado y cada colono
sin excepción tras las líneas del 4 de junio de
1967, incluyendo de Jerusalén, y permitir a los palestinos
establecer un Estado no menos independiente y soberano que Israel.
Como demuestra el Acuerdo de Ginebra, ni siquiera las figuras
israelíes más palomas están dispuestas
a contemplar esto. Por el contrario, presionan por una fórmula
sin esperanza e injusta, afirmando que esta es "la única
alternativa" a la vía sedienta de sangre de Sharon,
y pretenden que el pueblo palestino está de acuerdo en
ello.
De hecho, como Israel no puede
o no permitirá una verdadera solución de dos Estados,
hay una alternativa -la creación de un único Estado
democrático que permita a todos los israelíes y
palestinos cohabitar pacíficamente en todo el territorio
de una patria común como iguales. Rechazar esta posibilidad
y negar incluso su exploración como vía seria para
salir de la profunda crisis, es inmoral.

Notas de
CSCAweb:
1. Véase
en CSCAweb: Roni
Ben Efrat: Los 'Acuerdos de Ginebra': más allá
del tiempo y del espacio
2. Véase en CSCAweb: Amram Mitzna, el nuevo caballero andante
de la izquierda israelí y Yacov Ben Efrat: "Likud
y partido Laborista: unidos caen"
3. Véase en CSCAweb: Los Acuerdos de Ginebra y el Derecho
al Retorno: la opinión de los refugiados palestinos
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