Yenín, ya olvidado
Jonathan Cook*
Publicado en The Guardian
el 3 de junio de 2002
Traducción: Pablo Carbajosa
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 13 de junio de 2002
"Después del
frenesí de inquietud de mediados de abril, que duró
una semana, el actual silencio de la comunidad internacional
resulta verdaderamente escandaloso. No se puede más que
sospechar que el mundo ha preferido olvidar Yenín. Dos
factores interrelacionados contribuyen a esta rápida pérdida
de interés"
El enviado especial de Naciones Unidas (NNUU), Terje Roed-Larsen,
entró en el campamento de refugiados de Yenín el
18 de abril, poco después de que Israel levantase el bloqueo
informativo, y declaró que la visión del campamento
devastado resultaba "increíblemente espantosa".
No fue el único en sentirse horrorizado. Las imágenes
de un inmenso erial que hasta días antes había
sido el hogar de miles de palestinos sobresaltaron al mundo.
Seis semanas más tarde, el horror de los campamentos
no ha remitido. La única diferencia visible es que pacificadores
como Roed-Larsen no se encuentran. La semana pasada podía
verse a muchas familias sentadas al calor del mediodía
en tiendas improvisadas o en edificios semiderruidos apuntalados
con andamios de madera.
Los niños enseñaban la munición que habían
recogido. De acuerdo con ACNUR -la agencia de NNUU para los
refugiados- desde que se marchó el ejército israelí
se han producido 34 heridos a causa de explosivos sin estallar
y han muerto dos personas, entre ellas una niña de 12
años. Buena parte de los 15.000 habitantes del campamento
sigue traumatizada después de los 10 días de bombardeo,
llevado a cabo por helicópteros Cobra y Apache,
y con proyectiles y fuego artillero de los tanques Merkava.
De cuando en cuando, se desentierra un cadáver. El número
de muertos asciende a 56 personas, pero en la confusión
causada por las redadas masivas de hombres por parte de Israel,
nadie está seguro de cuánta gente queda por sumar
al recuento.
Silencio internacional
Después del frenesí de inquietud de mediados
de abril, que duró una semana, el actual silencio de la
comunidad internacional resulta verdaderamente escandaloso. No
se puede más que sospechar que el mundo ha preferido olvidar
Yenín. Dos factores interrelacionados contribuyen a esta
rápida pérdida de interés.
El primero tiene que ver con la negligente aceptación
de la decisión israelí de bloquear una misión
de NNUU destinada a esclarecer los hechos. Pocas dudas hay de
que NNUU demostró poco ánimo a la hora de pedir
una investigación. Las feroces críticas a las que
se enfrenta hoy ACNUR en Estados Unidos han intensificado su
renuencia a hacer pública la apurada situación
del campamento.
El segundo factor lo constituyen las apresuradas denuncias
-hechas por portavoces palestinos e israelíes en ausencia
de hechos concretos- de que cientos de habitantes de Yenín
habían resultado muertos. Considerando las abotargadas
expectativas del mundo, parecía que hablar de masacre
resultaba enormemente desproporcionado una vez que el campamento
quedó abierto a la investigación pública.
Las bajas sufridas por el ejército israelí, que
ascendían a 23 soldados, alimentaron un punto de vista
según el cual la de Yenín había sido una
batalla caótica pero equilibrada.
La teoría de la matanza quedó pronto descartada.
No se había traspasado el umbral numérico, donde
quiera que esté, ni tampoco el umbral moral, tal y como
argüía Israel. Esta postura quedaba justificada por
la afirmación de Israel de que casi todas las víctimas
de Yenín eran combatientes. Las pruebas aportadas por
ACNUR indican, sin embargo, que al menos una cuarta parte de
los muertos eran mujeres, niños pequeños, jubilados
o disminuidos, al igual que muchos de los heridos.
Pero no hay necesidad de empantanarse en debates imprecisos
sobre lo que constituye o no matanza. Esas muertes se pueden
juzgar de acuerdo con los indicadores legales de los que disponemos,
como la cuarta Convención de Ginebra. Tomemos tan solo
un ejemplo que pide a gritos una investigación. Yamal
Fayid, disminuido mental y físico de 37 años, fue
muerto cuando una excavadora israelí arrasó su
casa, pese a que sus hermanos afirman que avisaron al ejército
de que se encontraba todavía en su interior. La familia
excavó hasta dar con su silla retorcida, pero siete semanas
después aún no ha podido encontrarse su cuerpo,
y sus familiares sostienen que éste se hizo desaparecer
para ocultar pruebas de un Crimen de Guerra.
Los comentaristas israelíes se han apresurado a desechar
los llamamientos a favor de una investigación de crímenes
de guerra, en el sobreentendido de que si los palestinos la buscan
es sólo como premio de consolación tras haber fracasado
en sus intentos de que se admitiera que se había producido
una matanza.
Crímenes de Guerra
Las organizaciones de ayuda y los grupos de derechos humanos,
entre los que se cuentan la Cruz Roja Internacional, Médicos
sin Fronteras, Amnistía Internacional y Human Rights Watch
han elaborado cuantiosa documentación que demuestra que
el ejército israelí cometió toda una serie
de Crímenes de Guerra. Parte sus pruebas han sido al menos
confirmada por soldados que reconocen que sus camaradas fueron
presa del pánico y dispararon indiscriminadamente como
consecuencia de las bajas infligidas al ejército.
El pliego de acusaciones contra Israel es largo. En él
figura la negativa a dejar tiempo suficiente a la población
civil para evacuar el lugar antes de que comenzasen los bombardeos,
el uso de escudos humanos para proteger a los soldados, el trato
degradante a la población masculina, el bloqueo de ayuda,
el hostigamiento a los equipos médicos y la prohibición
de acceso a los equipos de búsqueda y rescate.
Otros periodistas y yo mismo podemos verificar personalmente
algunas de estas acusaciones. Así, por ejemplo, después
de que la ciudad de Yenín y su campamento de refugiados
hubieran quedado aseguradas militarmente, pude ver docenas de
camiones cargados con ayuda supuestamente enviada a Yenín
varados en un aparcamiento del cercano pueblo de Yalameh. Y un
conductor del Creciente Rojo que me llevó a recorrer el
campamento de batalla en su ambulancia me mostró varios
impactos de bala, entre ellos uno en el parabrisas. Pero no hace
falta irse al pasado a buscar pruebas de crímenes de guerra
israelíes, porque siguen cometiéndose en Yenín
mientras leen ustedes estas líneas. Durante más
de dos semanas, NNUU ha estado intentando conseguir permisos
de Israel para introducir equipos destinados a desactivar los
cientos de proyectiles y munición sin estallar entre los
escombros, que suponen una amenaza para la vida de los supervivientes
y los trabajadores de las organizaciones de ayuda.
Se podrían haber evitado varias muertes si Israel hubiera
ayudado -o por lo menos no hubiera obstruido- en los intentos
de NNUU de deshacerse de los explosivos sin detonar. De acuerdo
con Guy Siri, responsable de ACNUR en Cisjordania, el ejército
se ha negado a prestar sus equipos y ha bloqueado el acceso a
otros contratistas privados. No se puede iniciar la reconstrucción
del campamento mientras no quede limpio de explosivos.
Una posible razón para esa obstrucción es que
Israel decidiera que la infraestructura terrorista que quería
destruir no podía separarse de la infraestructura civil
del campamento. El ejército no se enfrentó a unos
cuantos hombres que se escondían entre la población
local sino a una red de luchadores cuyas familias apoyaban lealmente
su decisión de resistir a la ocupación israelí.
Israel ha llevado recientemente a cabo con mayor sigilo una serie
de incursiones en Yenín, que han acarreado la destrucción
de bienes y la detención de sospechosos. Hay razones para
esperar que se produzcan mayores incursiones. Que el corazón
del campamento siga en ruinas hará más fácil
el acceso a los tanques la próxima vez que avancen con
estruendo. Si ésta es la visión que alberga Israel
del futuro de Yenín, es la que tácitamente apoya
la comunidad internacional. Charlando con una agencia de ayuda
me enteré de que las donaciones se habían agotado.
Invertir en la reconstrucción de las ciudades palestinas
se considera una pérdida de tiempo. ¿Para qué
ayudar a construir un Estado palestino cuando el ejército
israelí está esperando a destruirlo?
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