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El periodista marroquí
Ali Lamrabet, condenado a tres años de cárcel,
en peligro de muerte tras 45 días en huelga de hambre
completa
Pedro Rojo*
20 de junio de 2003. CSCAweb (www.nodo50,org/csca)
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"El pasado 21 de mayo
el Tribunal de Primera Instancia de Rabat condenó a Ali
Lamrabet a cuatro años de cárcel, una multa de
20.000 dirhams (unos 2.000 euros) y le retiró la autorización
para editar sus dos revistas. ¿El presunto delito?: ultraje a la persona
del rey, al régimen monárquico y atentado contra
la integridad territorial. ¿Las pruebas?: la reproducción
de extractos de una entrevista a Abdallah Zaazaa, republicano
y ex preso político marroquí, publicada en el diario
catalán 'Avuí.' Lo inexplicable es que el autor
de las declaraciones no ha recibido ninguna citación,
mientras se penaliza al mensajero."
El mensaje para los periodistas marroquíes es claro:
"que aprendan que en este país no hay libertad de
expresión ni justicia independiente". Esa es la conclusión
que extrae Jálid, el principal caricaturista de
los semanarios marroquíes de Ali Lamrabet Demain Magazine
(en francés) y Dumán (en árabe).
El caso de Ali Lamrabet, periodista ácido e independiente
que pensó que en su país se podía luchar
por el desarrollo de las libertades desde la pluma satírica
de sus revistas, se ha convertido en un símbolo del viejo
Marruecos del ya no tan joven Mohamed VI.
El pasado 21 de mayo el Tribunal de Primera Instancia de Rabat
condenó a Ali Lamrabet a cuatro años de cárcel,
una multa de 20.000 dirhams (unos 2.000 euros) y le retiró
la autorización para editar sus dos revistas. ¿El
presunto delito?: ultraje a la persona del rey, al régimen
monárquico y atentado contra la integridad territorial.
¿Las pruebas?: la reproducción de extractos de
una entrevista a Abdallah Zaazaa, republicano y ex preso político
marroquí, publicada en el diario catalán Avuí.
Lo inexplicable es que el autor de las declaraciones no ha recibido
ninguna citación, mientras se penaliza al mensajero. Quizá
la lectura sea que en Marruecos se pueden tener ideas propias
pero no expresarlas en público. Otra de las pruebas para
condenar al periodista a varios años de cárcel
es la caricatura de Jálid que adjuntamos, en la
que se ven unas manos que desde un palacio cogen sacos de un
camión: el titular principal reza "Presupuesto del
Palacio Real"; en un artículo escrito a la sazón
se pedía que se hiciesen públicas las cuentas del
Palacio Real, uno de los tabúes de este Marruecos moderno
que sigue regido por una institución medieval. También
se alega como prueba del delito la segunda caricatura que también
adjuntamos, titulada "La historia de la esclavitud",
así como un fotomontaje en el que aparecen varias personalidades
políticas marroquíes. ¿El verdadero delito?:
como bien sabe el propio Ali, dar un disgusto puntualmente cada
sábado al rey Mohamed VI y, desde que salió Dumán
en árabe, dos.
Huelga de hambre
Ali Lamrabet inició el 6 de mayo una huelga de hambre
como única forma de protesta que le queda. Sabe que este
caso poco tiene que ver con la justicia ordinaria, y así
lo denunció el martes 10 de junio, pidiendo a sus abogados
que se retirasen de la sala del Tribunal de Apelación
ante los continuos impedimentos y obstáculos que se le
imponían a su derecho de defensa. Ese día también
dejó claro que no esperaba nada de ese Tribunal porque
la condena estaba dictada desde hace mucho tiempo y desde muy
arriba.
La presión de los comités de apoyo internacionales
[1], de organizaciones de derechos humanos y por la libertad
de prensa, así como de algunos sus compañeros de
profesión marroquíes tampoco ha hecho cambiar de
parecer al Tribunal y finalmente el vaticinio de Lamrabet se
ha cumplido. La sentencia del Tribunal de Apelación hecha
pública el 17 de junio ratifica la multa y la suspensión
de las revistas y rebaja de cuatro a tres años la pena
de cárcel. No hubo más que una somera lectura de
la sentencia, ni respaldo jurídico de la misma, ni las
razones en las que se basa, apenas unos segundos. Así
funciona la justicia en Marruecos. Ni las protestas de las organizaciones
de derechos humanos, comités de apoyo y colegas del periodista
consiguieron retener en su asiento al juez. Quizá temían
que se repitiesen los gritos y denuncias contra la justicia marroquí
que se oyeron durante la última sesión.
Lo que era seguro, es que no iban a escuchar la voz de Ali,
ausente debido a su extremadamente delicado estado de salud que
tras más de cuarenta días de huelga de hambre no
le permite si quiera mantenerse erguido en una silla de ruedas.
Represión al amparo de la
'guerra contra el terrorismo'
El problema es que Ali está siendo consecuente y esa
coherencia le puede llevar a la tumba. Cuando empezó a
publicar su revista Demain, en marzo del 2000, publicó
un "Credo", en el que se leía: "Creemos
en el futuro de este país. Creemos que los marroquíes
están suficientemente maduros para ser informados de todo
y formarse su propio juicio." [2] Parece que se equivocó.
Este ya no es el Marruecos de Hasán II y eso es un problema.
Entonces las cosas estaban claras, nadie hablaba de libertad
de expresión, todo el mundo sabía a que atenerse
y las consecuencias que debería afrontar. Desde que llegó
al trono Mohamed VI en 1999 se ha jugado a dar una imagen de
apertura y respeto de las libertades, dejando cargar las tintas
de la prensa contra la etapa de su padre, dejando sacar a relucir
algunos de los crímenes entonces perpetrados. El problema
ha llegado cuando se ha seguido el mismo camino con lo que ocurre
en la actualidad.
Como hemos visto, no se está juzgando a Ali Lamrabet
por acusar a las fuerzas de seguridad de los secuestros y torturas
que se siguen produciendo (actos legalizados gracias a la aprobación
de una nueva Ley Antiterrorista sólo comparable en recorte
de libertades a la redactada en EEUU tras el 11-S), o el golpe
antidemocrático que significó la designación
de un primer ministro apolítico tras "las
primeras elecciones libres de la historia del país"
(septiembre de 2002), o por denunciar la corrupción galopante,
el incremento de las desigualdades, de la pobreza, de los deseos
de emigrar, de los recortes de libertades, o ¿quizá
sí?, porque todos estos son los temas que abordaba Demain.
Son los temas que han hecho de ella una revista autofinanciada
donde las presiones hicieron que desapareciese toda publicidad
condenando o regalando a Demain la libertad de vivir solamente
de sus lectores. Este es un extremo que no se permite en el Marruecos
democrático de hoy en día. Pero como hemos
visto, estos detalles no significan mucho para los gobiernos
occidentales, obsesionados ahora por la "guerra contra el
terrorismo" hasta extremos de desentenderse de todas las
libertades y derechos que se arrasan en nombre de esta santa
cruzada. Por eso somos pesimistas sobre la suerte de Ali Lamrabet:
este rey no tiene la cintura de su padre para divisar
una salida airosa y evitar que la entereza de Ali le lleve a
intentar escalar el muro del absolutismo.
Las presiones de gobiernos internacionales se limitan a preocuparse
y dejar pasar el tiempo, algo de lo que carece Ali. El primer
ministro marroquí, Dris Yettú, habla de tratar
el caso con "moderación y sabiduría"
¿sabe que si la úlcera de Ali se agrava le provocará
la muerte? Claro que lo sabe, eso es moderación.
Notas:
1. Especialmente
activo es el Comité de Apoyo a Alí Lamrabet en
el Estado español, cuya web es: www.uab.es/ceii
2. Reeditado en un número especial de la revista Demain
Magazine, con el nombre Demain Semanario, publicado
en solidaridad con el periodista marroquí el 16 de junio
de 2003. Se puede consultar en www.uab.es/ceii
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