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Entrevista a Ali Lmrabet,
director de Demain Magazine
"Voy a prisión
por defender la libertad de expresión en Marruecos"
Pierre Cherruau, Courrier International,
24-11-2001
Traducción de Ignacio Álvarez-Ossorio para CSCAweb
(www.nodo50.org/csca)
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Director de la publicación
Demain Magazine, semanario satírico de Rabat, Ali
Lmrabet ha sido condenado, el 21 de noviembre de 2001, a cuatro
meses de prisión por "difundir informaciones falsas
que alteran o podrían alterar el orden público".
Lmrabet rechaza presentar un recurso porque "no se puede
cuestionar una justicia que viene de arriba". Le Courrier
International le entrevistó unos minutos después
de conocerse el veredicto el 21 de noviembre.
Pregunta. ¿Por qué
el director de Demain Magazine es perseguido por la justicia
marroquí?
Respuesta. He sido condenado sobre la base del
artículo 42 del Código de la prensa por haber publicado,
el pasado 20 de octubre, una información sobre la probable
venta del palacio real de Skhirat. Las autoridades judiciales
me acusan de "difundir informaciones falsas que alteran
o podrían alterar el orden público".
P. ¿A qué penas se
enfrentaba?
R. Increíble, pero posible en Marruecos. El artículo
42 del Código de prensa establece penas de hasta cinco
años de prisión y de multas entre los 1.000 y 100.000
dirhams [de 17.000 a 1.700.000 ptas. aproximadamente]. En el
Marruecos del siglo XXI, los periodistas se arriesgan a ser encarcelados
por haber escrito que una de las numerosas residencias del rey
podría ser puesta en venta. En lo sucesivo no es sólo
la persona del rey la que es sagrada, sino incluso las piedras
[de sus residencias]. Durante el juicio, el fiscal segundo mostró
a la Corte una piedra diciendo "¡Veis esta piedra!
Si permanece así carece de importancia, pero si se transforma
en material de construcción en el muro de una mezquita
o en el de un palacio real entonces adquiere una nueva dimensión".
Con claridad, nuestro fiscal segundo, que parece no tener miedo
de la burla, quería convencer a los jueces de que, al
escribir que el palacio de Skhirat estaba en venta sin tener
en cuenta la "sacralidad" del lugar que era comparable
a una mezquita, yo habría cometido un delito o, aún
peor, un crimen.
P. ¿Le ha sorprendido la severidad
del veredicto? [cuatro meses
de prisión y 30.000 dirhams de multa]
R. No del todo ya que la justicia está a las órdenes
del poder. Es un proceso ridículo y prefabricado. Hemos
aportado pruebas evidentes. Retornamos a la época del
general Oufkir, el peor período de la represión.
Por eso he decidido no recurrir la sentencia. No queremos "jugar"
con esta justicia. Estoy dispuesto a ir a prisión. En
dos semanas según parece. Demain Magazine se detendrá.
Es mejor así. Hace falta que ciertas personas comprendan
que hay periodistas que están dispuestos a ir a prisión
para defender la libertad de expresión y su profesión.
P. ¿Existen otras razones
para hacer callar a Demain Magazine además del
artículo señalado?
R. Evidentemente. Nuestra línea editorial no es
la que ellos desearían: escapamos del control del Majzen
[sistema de poder tradicional] y no practicamos la autocensura.
Además Demain Magazine [con una tirada de 20.000
ejemplares] es la única publicación francófona
que se mantiene gracias a sus ventas por lo que estamos al margen
de las presiones. Por otra parte somos la única publicación
francófona que ha sido privada de publicidad lo que supone
un hecho completamente insoportable.
P. Cuando su anterior publicación
fue prohibida la decisión fue atribuida al primer ministro
Abderrahman Yusufi. ¿Quién es el responsable ahora?
R. En su alegato el fiscal segundo afirmó que la ley
permitía al tribunal emprender diligencias. Pero que si
este fuera el caso, el tribunal debería emprender diligencias
de cientos de casos al día, porque existen cientos de
"informaciones falsas que alteran o podrían alterar
el orden público". Para acentuar el ridículo
hemos dado ejemplos diversos: el anuncio, en mayo de 2000, del
"descubrimiento" del petróleo por personajes
próximos al poder, y el "gobierno de alternancia"
del socialista Abderrahman Yusufi. Estos dos acontecimientos
generaron una inmensa esperanza que después resultó
frustrada. En realidad queríamos denunciar esta corriente
de opinión diligente con el poder. El tribunal no habría
actuado de no haber recibido instrucciones del ministro de Justicia
y éste último no lo habría hecho sin haber
recibido órdenes de arriba. En este país es imposible
que el Estado persiga al director de una publicación importante
sin contar con la luz verde de arriba, de Palacio.
P. Después de haberse hablado
de la primavera marroquí, ¿podemos ahora hablar
de un endurecimiento del régimen?
R. En Demain no se ha creído jamás en
esta famosa "primavera marroquí". Hubo promesas
vanas, algunos signos, pero nunca hubo un proyecto político.
El único proyecto pasa por la redefinición del
papel de la monarquía en Marruecos, pero aquellos que
deben hablar -los partidos políticos- consideran este
asunto como un tabú.
P. En su libro El último
rey [Paris, Ediciones Grasset, 2001], el periodista Jean-Pierre
Tuquoi hace un balance contrastado de los dos primeros años
del reinado de Mohamed VI. ¿Es su análisis demasiado
severo?
R. Podría serlo, pero no lo es. Como el libro había
sido acusado antes de su publicación sin ningún
motivo de haber violado la vida privada del rey, el autor se
ha moderado. Sólo en las entrevistas concedidas a la prensa
el autor ha podido desquitarse. El libro es un grito de alarma.
He tenido la ocasión de hablar con el autor sobre la situación
de Marruecos y comparto, en parte, sus aprehensiones.
P. ¿La multiplicación
de las críticas y el deterioro de la imagen del régimen
explican el endurecimiento del régimen?
R. Si, asociados a una cierta pusilanimidad. El poder da
la impresión de no estar seguro de sí mismo. Como
carece de un proyecto político, entonces navega a ojo.
Lo hemos visto con el asunto de los ulemas [el 18 de septiembre
de 2001, los ulemas, representantes del islam oficial, han condenado
la política marroquí de respaldo a Washington en
su política de "guerra contra el terrorismo"
un acto de desafío sin precedentes], también
el príncipe Mulay Hicham [que acusó a los servicios
secretos de haber intentado comprometerle en una broma con tintes
antisemitas basada en el envío de sobres simulados de
antrax], la paranoia que ha rodeado la publicación del
libro de Tuquoi [no presente en las librerías marroquíes],
el llamamiento del embajador de Marruecos en Madrid, y, por último,
mi proceso judicial.
P. ¿Cómo puede evolucionar
el régimen y la libertad de prensa?
R. Hace un año el director de una gran publicación
[sobre el cual se guarda el anonimato] que había publicado
una caricatura del rey recibió una llamada telefónica
de un consejero real vociferando: "Ya verás: volverán
los tiempos de Oufkir". Unos meses más tarde, este
joven consejero se convirtió en uno de los más
cálidos defensores de las reformas en Marruecos. El poder
cambia los hombres y Marruecos no es ninguna excepción.
En este país, en materia de libertades, creo que vamos
a peor porque el entorno del rey no está a la altura de
los retos que Marruecos debe afrontar.
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