Mundo Árabe
Palestina


*Hisam Bustani es representante del Comité por las Libertades del Sindicato de Asociaciones Profesionales (UPA) de Jordania. Su detención impidió que pudiera participar en el Encuentro Internacional organizado en Valencia por Revolta y el CSCA los días 19 a 21 de abril


Por una Jordania libre y democrática: actúa ahora

Escribe a cualquiera de las direcciones que se ofrecen a continuación, mencionando los siguientes puntos:

- Protesta y condena la detención de activistas y defensores de las libertades y los derechos humanos en Jordania.

- Exige la puesta en libertad inmediata e incondicional de TODOS los detenidos en el transcurso de manifestaciones a favor de la Intifada.

- Protesta y condena el tratamiento inhumana y las condiciones existentes en las comisarías de policía y en la prisión de Al-Yuweide, y pide que los responsables de tan graves violaciones de los derechos humanos sean castigados.

Direcciones útiles:

S.M. Abdallah bin Hussein
Office of H.M. the King
Royal Palace
Amman, Jordan
Fax: + 962 6 463 4755
También puedes dejar un mensaje en:
www.kingabdullah...html

Dr Fayez Tarawneh
Chief of the Royal Court (Presidente del Tribunal Real)
PO Box 80
Amman, Jordan
Fax: + 962 6 463 1452

Ali Abu Al-Ragheb
Prime Minister (Primer Ministro)
PO Box 80 352
Amman, Jordan
Fax: +962 6 4 642520

Kaftan Al-Majali
Minister of Interior (Ministro de Interior)
Fax: +962 6 464 0404

Faris Nabulsi
Minister of Justice (Ministro de Justicia)
PO Box 6040
Amman, Jordan
Fax + 962 6 568 0238

Jordan Representative to the United Nations (Representante Permanente de Jordania ante NNUU)
866 United Nations Plaza, Suite 552
New York, N.Y. 10017
Tel: (212) 752-0135, 0136
Fax: (212) 826-0830
Email: jordan@un.int

Jordanian General Intelligence Department (Departamento de los Servicios de Inteligencia Jordanos)
P.O.Box (1980) - Amman
Tel. 5865131
Email:
gid@amra.nic.gov.jo
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Embajada de Jordania en Madrid
(91) 308-2536

Misión diplomática de Jordania en La Haya
Tel: 00-317-0-354-1046

Enlaces relacionados:

Los activistas jordanos Bustani y Mdanat, detenidos

Hisham Bustani: Cinco días de protestas en Jordania en solidaridad con Palestina

Mundo árabe / Jordania


Cinco días en la prisión jordana de Al-Yuweide: testimonio de Hisham Bustani

Hisham Bustani*

22 de abril de 2002, Amán, Jordania
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)

"Puede que lo que van a leer a continuación les conmocione; este es mi testimonio después de haber permanecido encerrado en la prisión jordana de Al-Yuweide durante cinco días."

La detención
Noche del martes 9 de abril de 2002

Un grupo de activistas, entre los que nos encontrábamos Shadi Mdnat (ingeniero) y yo mismo, estábamos reunidos en la sede de la Unión de Asociaciones Profesionales (UAP) en Amán, discutiendo sobre la utilización de botes de gas lacrimógeno y sus efectos sobre la salud humana -particularmente en zonas con una alta densidad de personas, donde el gas se introduce en los hogares.

Dentro de mi bolsa, yo llevaba un bote usado de gas lacrimógeno, con dos números inscritos en la base inferior del mismo: 10 79. Discutíamos sobre estos números que, según suponíamos, representaban la fecha de fabricación del bote en cuestión, que había sido recogido en el lugar donde recientemente se había celebrado una manifestación en Amán [1]. La discusión versó también sobre los efectos de la utilización de botes de gas lacrimógeno caducados o, tal y como se podía leer en otro de los botes, de botes que entre sus componentes tuvieran agentes multi-irritantes.

Habíamos iniciado la discusión a causa de las numerosas quejas recibidas por las diversas organizaciones y comités comprometidas con la defensa de las libertades y los derechos humanos, de que la utilización de botes de gas lacrimógeno caducados contra los manifestantes es un hecho frecuente. Fueron estas mismas quejas las que impulsaron a la Sociedad Jordana por la Defensa de los Derechos del Ciudadano (SJDDC) a enviar una carta al primer ministro de Jordania, Ali Abu al-Ragheb, de fecha 6 de abril de 2002, en la que se declaraba que "la SJDDC ha recibido con enorme preocupación las numerosas quejas relativas al empleo de botes de gas lacrimógeno por parte de las fuerzas de seguridad, utilización que acarrea significativos daños secundarios sobre la salud humana; todo ello requiere de su parte una investigación inmediata, así como el castigo de los responsables de estas acciones".

Una vez fuera de la sede de la UAP y mientras estaba en compañía de Shadi Mdanat, dos agentes de la denominada Seguridad Preventiva nos siguieron y me llamaron por mi nombre: "Doctor Hisham... Doctor Hisham..." Cuando miré hacia atrás, me pidieron el bote de gas lacrimógeno vacío. Me negué a dárselo, así que uno de ellos se marchó y volvió con el oficial al cargo, que les ordenó que registraran mi bolsa de mano. Les respondí que no podía hacerlo a menos que me mostrase una orden de registro. Se rió y, tras una breve discusión, ordenó que fuésemos conducidos a la sede de la Seguridad Preventiva, situada en la zona de al-Abdali. Allí me quitaron mi bolsa de mano, la registraron, y confiscaron el bote vacío, una película de vídeo sobre las masacres de Sabra y Chatila y algunos documentos.

Procedieron entonces a interrogarnos. Nos negamos. Solicitamos la presencia de un abogado y nos negamos a firmar cualquier tipo de declaración. No se nos comunicaron los cargos de los que se nos acusaba, ni se nos permitió ver a un abogado o utilizar un teléfono. Durante mi estancia en la sede de la Seguridad preventiva vi, al otro lado del pasillo, cómo interrogaban a un muchacho (con quien me volvería a encontrar más tarde en prisión) acusado de "quemar un autobús durante las manifestaciones" (poco después, me enteré de que esta acusación no es más que una excusa común, un cliché utilizado contra cualquiera que es detenido en la calle: "has quemado un autobús", "has roto un semáforo", "has roto el cristal de esa tienda", etc.). El chico había sido golpeado con dureza en la comisaría de Al-Naser; tenía la cara enrojecida, y unas enormes protuberancias le salían del cuello (probablemente resultado de haber sido golpeado con una manguera o con algún cable).

Cuando le dijo a quien le interrogaba que había firmado una confesión bajo tortura en la comisaría de policía, enseñándole las marcas que cubrían su cuerpo, le pegaron en la cara unas cuatro o cinco veces. El chaval me dijo que su único "crimen" había sido ir caminando solo hacia su casa, cuando tres oficiales de policía vestidos de paisano se acercaron y comenzaron a pegarle, acusándole de haber "quemado el autobús".

Tras esperar dos horas más en Seguridad Preventiva, fuimos trasladados a los calabozos de la Comisaría Central de Al-Abdali, donde pasamos la noche.

El Tribunal de Seguridad del Estado
Mañana del miércoles, 10 de abril de 2002

Alrededor de las 11:30 de la mañana, Shadi Mdanat y yo fuimos transportados (solos) en un camión de prisiones a Marka. Por lo que decían los oficiales que nos acompañaban, nos iban a presentar ante el Tribunal de Seguridad del Estado bajo la acusación de "haber distribuido rumores que dañan la reputación del Estado". Hasta entonces, se nos había prohibido tener cualquier tipo de contacto con otras personas, y oficialmente nadie nos había comunicado de qué se nos acusaba.

El Fiscal del Tribunal de Seguridad del Estado rechazó hacerse cargo del caso, de manera que volvieron a trasladarnos a la comisaría. Desde allí, fuimos trasladados a la oficina del Gobernador, que ordenó que permaneciéramos detenidos durante 14 días. Entonces fuimos trasladados a la prisión de Al-Yuweide.

Ceremonia de bienvenida en la prisión de Al-Yuweide
Noche del miércoles, 10 de abril de 2002

Dentro del camión que nos transportaba a la prisión de Al-Yuweide había seis personas. Todos habíamos sido detenidos por orden del gobernador (sin cargos, y sin la intervención de un abogado o un tribunal de justicia). Los otros cuatro había sido detenidos en manifestaciones y marchas a favor de la Intifada. Uno era taxista, dos eran propietarios de un comercio, y el último era amigo de estos últimos.

Cuando nos bajamos del camión, entramos en una sala (de tres en tres) donde nos obligaron a desnudarnos por completo. Nos ordenaron que pusiéramos las manos sobre nuestras cabezas y nos moviéramos arriba y abajo (flexionando las rodillas) durante cerca de 30 minutos. Mientras duró este "ejercicio", el oficial presente en la sala empezó a pegar puntapiés a uno de los comerciantes; después le ordenó que se arrodillara y besara el suelo, cosa que el hombre hizo atemorizado, entre golpe y golpe.

Después nos condujeron al interior de la prisión, donde nos recibieron con el siguiente saludo: "Así que vosotros sois los manifestantes, ¿eh? Esperad y veréis". Una vez dentro de otra sala, nuevamente se nos ordenó que nos desvistiéramos. Después, un oficial con un cable envuelto en cinta aislante comenzó a pegar a los que estaban en la sala, uno por uno, en las manos y por todo el cuerpo, a minuto por persona... Yo me libré cuando le dije al oficial cuáles eran los cargos de los que se me acusaba.

Después nos trasladaron a una habitación adyacente, donde cortaron el pelo a todos, y cogimos unos pantalones y una camiseta azules de una pila de ropa sucia que había en el suelo. Los otros cuatro no dejaron de recibir golpes y bofetadas durante todo este proceso.

Después, los seis fuimos conducidos a empujones hacia el patio de la cárcel (la zona de visitas). A Shadi y a mí nos pudieron aparte. Inmediatamente después, un oficial de la prisión tomó un cubo de plástico y empezó a golpear brutalmente a los otros cuatro por todo el cuerpo. Después se le unió otro oficial con un cable. La "ceremonia del patio" duró unos cinco minutos; los gritos y las súplicas no llamaron la atención de ninguno de ellos. Más bien, sirvieron para intensificar los golpes. Lo que me llamó la atención fue la presencia del médico de la prisión sentado en un sofá... y mirando.

Después, tres policías de rango interior nos condujeron hacia nuestra celda, con la recomendación especial de que "cuidara bien de nosotros". A medio trayecto, los tres oficiales nos hicieron parar, nos apartaron a Shadi y a mí a un lado, y empezaron a practicar kárate con los otros cuatro. Saltos, patadas en la espalda, bofetadas, y toda clase de maniobras televisivas se sucedían, especialmente dirigidas contra la cabeza. Personalmente, he de decir que ha sido la cosa más vergonzosa que he presenciado en toda mi vida.

Cuando terminaron de presumir, nos dirigimos hacia nuestro módulo (módulo D), y mientras estábamos frente a la puerta de nuestra celda (la número 18), cada uno de nosotros (incluidos Shadi y yo) recibimos una bofetada de bienvenida de parte del guardián del módulo; después, entramos en la celda.

¿Módulo carcelario, o sala de disecciones?
Jueves 11 de abril a domingo 14 de abril de 2002

El jueves nos despertaron a las 5:00 de la mañana para "contarnos", procedimiento que se lleva a cabo con regularidad todos los días. Había 61 prisioneros en el módulo. 8 de ellos estaban acusados de algo. El resto (como yo) permanecía detenido sin ningún cargo por orden del gobernador. El número de prisioneros se elevó a 68 la noche del sábado 13 de abril.

El módulo no estaba preparado para contener a tan alto número de personas, de manera que la mayor parte de los detenidos tenían que compartir la cama. La habitación estaba bajo tierra, el nivel de humedad era muy elevado, había frío, y las goteras no paraban.

Al amanecer, un oficial llamó a los prisioneros "nuevos". Los seis fuimos conducidos nuevamente al patio. Allí se nos ordenó a Shadi y a mí que volviéramos a nuestro módulo. Los demás volvieron 15 minutos más tarde con la cara enrojecida. Una vez más, les habían golpeado.

Empecé a hablar con los presos, a conocer sus historias y a enterarme de las heridas que habían recibido.

Un gran número de ellos llevaba en la cárcel de Al-Yuweide cerca de una semana. Anteriormente, habían estado detenidos durante uno o dos días en los calabozos de las comisarías locales en Al-Naser, Al-Ashrafeyyeh, Al-Baq´a, Al-Mohayirín, Al-Shmeisani, etc.

Edad: entre 18 y 27 años. Hombres jóvenes, normales y corrientes, carentes de orientación política alguna. Algunos habían participado en una o dos manifestaciones; la mayoría no se había manifestado en su vida.

Casi todos me contaban la misma historia: uno caminaba con su madre y su hermana en Ras Al-Ein; otro iba a comprar al supermercado de Nazzal; otro estaba conduciendo con sus amigos camino de la mezquita de Al-Rabiyeh para rezar el viernes; otro había salido a comprar comida para unos familiares de su esposa que la estaban haciendo compañía en el hospital de Jabal Ammán; otro estaba dentro de su tienda en Wihdat; otro conducía un taxi; otro era el pasajero. Y así todos. En todos los casos, tres o cuatro agentes de seguridad se les habían acercado y habían empezado a golpearles. Después, les metieron en coches o autobuses de la policía, donde los golpes seguían cayendo. En comisaría fueron golpeados con palos, cinturones, a manotazos o a puntapiés.

Muchos aseguraron haber sido golpeados por 10 o 14 policías a la vez. Uno a uno. Algunos dijeron haber sido golpeados "por turnos". Una persona me dijo que en la comisaría de Al-Mohayirín le habían recibido dos filas de policías antidisturbios completamente equipados y que ocupaban el tramo que iba del autobús hasta la entrada de la comisaría.

Heridas: yo mismo fui testigo e investigué lo siguiente en prisión. Todos los detenidos que había en mi módulo tenían hematomas graves (rojos, azules, marrones, amarillos), por todo el cuerpo. Muchos de los hematomas formaban líneas rectas, causados por el empleo de cables y mangueras. Dos personas tenían heridas con puntos en la cabeza.

Entre las más graves, había una persona con un corte muy profundo en el lado derecho de la frente, de unos 8 cm. de longitud, que había sido causado por los golpes recibidos con un instrumento afilado mientras la persona intentaba librarse de los golpes. Otro tenía una herida muy profunda en la mano izquierda, causada por la acción de un oficial que presionó la aguja de la hebilla de su cinturón hasta penetrar en la carne. Otra persona tenía aún la marca de una bota claramente marcada en la parte izquierda del rostro. Me aseguró que un policía le había plantado la bota encima durante 30 minutos, mientras iban camino de la prisión. A otro de los detenidos, la sangre se la estaba acumulando en el ojo izquierdo a causa de los golpes recibidos con un cinturón. Me dijo que tenía el ojo tan inflamado como una manzana pequeña. Otro prisionero había sufrido pérdida de la audición en el oído derecho tras haber sido golpeado con un cinturón.

También me comentaron otros tres incidentes en los que se había obligado a los detenidos a arrodillarse y limpiar con la lengua las botas del oficial de policía.

Los detenidos también nos contaron su particular "ceremonia de bienvenida" en Al-Yuweide, ceremonia que incluyó una fiesta de golpes de hora y media en una habitación cerrada. Cómo sería, que las paredes estaban cubiertas de rojo. Se les obligó a permanecer a la pata coja mientras eran golpeados, a correr desnudos bajo la lluvia, a arrastrarse por el suelo mientras les golpeaban, generalmente con cables y mangueras de riego. Nos contaron cómo, literalmente, les habían tenido que "transportar" hasta sus celdas debido a la gravedad de sus heridas.

El viernes y sábado por la noche, fuimos testigos de más sesiones de golpes y bofetadas contra cinco nuevos detenidos, que afirmaron haber sido golpeados también en el patio. Fui testigo de la sesión de golpes que recibió un muchacho de talla pequeña, joven (unos 18 años), delante de todos los detenidos y en presencia del subdirector de la prisión porque había respondido afirmativamente a la pregunta del subdirector sobre si se golpeaba a alguien en la cárcel de Al-Yuweide.

En el tintero se quedan muchos otros detalles que son triviales en comparación con lo que he narrado más arriba, pero lo que está muy claro es que hay una voluntad clara y manifiesta de meter el miedo en el cuerpo a todos estos hombres jóvenes. Allí se respira una atmósfera de terror; la más mínima voz fuera del módulo puede dar lugar a una "llamada de atención". El cotilleo diario en la prisión es saber si las heridas han mejorado algo; desean que no haya más manifestaciones para que nadie más pueda ser víctima de estas "fiestas", y también se habla sobre quién es el oficial más "misericordioso" y cuándo le toca la ronda.

Salí de la cárcel el domingo, 14 de abril de 2002, a las 12:30 p.m., después de haber pagado una fianza de 10.000 dinares jordanos (14.300 dólares) [2]. Shadi Mdanat salió de prisión al día siguiente tras haber pagado una fianza similar. Algunos de los que compartieron conmigo el módulo en el que estuve también salieron; otros no. Y otros muchos sencillamente no tienen dinero suficiente para pagar la fianza. Siguen encerrados en condiciones inhumanas, viviendo a cada momento que pasa con el miedo de ser golpeados y humillados otra vez.

Otra cuestión importante es que nuestra detención no debe ser vista como algo normal, sino que más bien debe ser interpretada como un aviso más que obvio y una clara amenaza contra todos los que trabajamos por la defensa de las libertades y los derechos humanos. Está claro que la autoridad política en Jordania no solamente no tolera el activismo político ni las actividades pro-palestinas o pro-iraquíes, sino que también trata con mano de hierro a los activistas pro-derechos humanos y defensores de las libertades.


Notas CSCAweb:

1. Véase en CSCAweb: Los activistas jordanos Bustani y Mdanat, detenidos e
Hisham Bustani: Cinco días de protestas en Jordania en solidaridad con Palestina
2. Un dólar equivale a 0,888 euros, es decir la fianza ascienda a más de 12.700 euros, más de 2.100.000 pesetas.



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