La 'fiebre del oro negro' iraquí
Petróleo
y comercio regional
Raad Alkadiri*
Middle East Report,
núm. 220, otoño de 2001
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 27-05-02
El retorno de Iraq al mercado
petrolífero, que el programa "petróleo por
alimentos" ha permitido desde 1997, ha convertido al país
nuevamente en un importante foco del comercio regional y mundial,
abriendo la puerta a una paulatina normalización de relaciones
económicas y políticas de Bagdad con los Estados
de la zona y de fuera de Oriente Medio. Si bien no cabe hablar
de una ruptura del embargo -que sigue lastrando la plena recuperación
económica de Iraq y castigando gravemente a su población-
esta situación ha obligado a la nueva Administración
estadounidense a plantearse primero la opción de un reforzamiento
del embargo (a través de las llamadas "sanciones
inteligentes") y después la de un asalto final contra
Iraq que conduzca a una cambio de régimen en el país
[CSCAweb]
A comienzos de la década de los noventa, el "nuevo
Oriente Medio" se convirtió en un tema de conversación
habitual. Con el aparente reinado de la Pax Americana
sobre la región después de la Guerra del Golfo
e Israel y sus vecinos aproximándose en apariencia a un
acuerdo global, parecía como si los intereses económicos
tomasen el relevo de las rivalidades políticas en la configuración
de los lazos que unirían a los Estados de Oriente Medio.
Simón Peres, uno de los más prominentes defensores
del "nuevo Oriente Medio", profetizó un Israel
sentado en el centro de una zona económica integrada que
incluiría a los aliados de EEUU en el Este árabe
y la zona del Golfo. Al mismo tiempo, la Administración
Clinton diseñó una política [denominada]
de Doble Contención para aislar política
y económicamente a los dos enemigos de Washington -Irán
a Iraq- e impedir su incorporación a esa nueva región
integrada. En el caso iraní, EEUU tenía la esperanza
de que su política de contención enervaría
a la revolución islámica. En Iraq, el objetivo
era aún más ambicioso: un cambio de régimen.
Irónicamente, hoy no es Israel sino Iraq el país
que en la actualidad emerge como nuevo eje del comercio regional,
utilizando sus relaciones económicas para normalizar las
relaciones con sus enemigos de antaño. Aprovechando de
un modo muy inteligente las oportunidades que le brinda el programa
de NNUU "petróleo por alimentos", al tiempo
que se opone al sistema por principio, Bagdad ha contribuido
al fracaso de la política de doble contención y
se ha convertido en un factor a tener en cuenta en los procesos
económicos de toma de decisión de sus vecinos.
El gobierno iraquí no será capaz de lograr su objetivo
principal -levantar el régimen de sanciones que, con EEUU
a la cabeza, se viene manteniendo durante 12 años - mediante
el comercio. Sin embargo, los cada vez más fuertes lazos
económicos con sus vecinos han enfriado la actitud de
los Estados árabes antes los esfuerzos estadounidenses
por derrocar al régimen de Sadam Husein.
Las ventajas de las pequeñas
cosas...
Si el gobierno iraquí ha aprendido algo a lo largo
de la última década, seguramente habrá sido
el apreciar el poder de la persuasión económica.
A pesar de estar sujeto a las sanciones internacional más
onerosas de la historia contemporánea, el régimen
de Sadam Husein no sólo ha sobrevivido, sino que además
ha utilizado esa particular camisa de fuerza en beneficio político
propio. La mayor parte del comercio iraquí está
aún sometido a un escrutinio constante, y la mayor parte
de las divisas van a parar a una cuenta controlada por NNUU;
sin embargo, Iraq se ha convertido por sí mismo en un
actor financiero importante para muchos países de Oriente
Medio y otras regiones. Con ello, Bagdad se ha dotado de un instrumento
con el que influir favorablemente en las políticas que
se trazan en las capitales vecinas, aumentando las probabilidades
de que el régimen sobreviva e, igualmente, de que algún
día las sanciones sean levantadas en los términos
que más o menos Bagdad considere apropiados.
La influencia iraquí quedo demostrada claramente en
el debate sobre la puesta en práctica del régimen
de "sanciones inteligentes" a través del Consejo
de Seguridad de NNUU. En la amenaza de veto que Moscú
lanzó a las propuestas británicas (apoyadas por
EEUU) podían entreverse toda una serie de cálculos
estratégicos, muchos de ellos ni siquiera relacionados
con Iraq. Ningún país va a arriesgar su relación
a largo plazo con EEUU simplemente sobre la base de las promesas
de algún que otro contrato que podría no ver la
luz del día o de la adquisición de una deuda que
probablemente se quedará sin pagar. Aún así,
el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Igor Ivanov, afirmó
públicamente en una carta dirigida a la Administración
Bush que había intereses comerciales en juego. [1]
Moscú no estaba solo. Oponiéndose a las sanciones
inteligentes, Jordania, Turquía y Siria se refirieron
al daño que sus economías sufrirían si Bagdad
cumplía sus amenazas y respondía a una nueva resolución
suspendiendo sus relaciones comerciales. Las propuestas de NNUU,
diseñadas para apaciguar estos temores mediante compensaciones
a estos Estados por las posibles pérdidas comerciales
reforzaron la impresión de lo importante que el comercio
iraquí tenía para la región.
El rechazo mostrado por Bagdad hacia este nuevo mecanismo
era un factor que los Estados más afectados debían
considerar. La reacción de Jordania, Turquía y
Siria a las sanciones inteligentes parecía dar la razón
a los responsables gubernamentales y tecnócratas de Bagdad
que aseguraban, allá por la década de los noventa,
que aceptando el programa "petróleo por alimentos"
el gobierno iraquí podría romper el embargo gradualmente
y acabar finalmente con él. Un argumento difícil
de vender: los principales responsables del gobierno, y evidentemente
Sadam Husein, se habían opuesto con anterioridad a cualquier
tipo de propuesta de NNUU que limitase las ventas de petróleo.
El régimen no creía que las sanciones pudieran
mantenerse, y no veía razón alguna para aceptar
la oferta de NNUU. De hecho sospechaba (con razón) que
EEUU y Gran Bretaña habían diseñado el programa
"petróleo por alimentos" para debilitar el progreso
hacia el definitivo levantamiento de las sanciones.
Solamente la violenta reacción que siguió a
la defección de Hussein Kamil en agosto de 1995 que obligó
a Bagdad a revelar el alcance de su programa de armamento biológico,
combinada con la crisis fiscal que se produjo ese mismo año,
convenció al régimen iraquí de que aceptase,
al menos en principio, la oferta de NNUU. Aún entonces,
hubo de pasar un año de difíciles negociaciones
entre Iraq y NNUU para perfilar los detalles del nuevo sistema.
Los defensores de las sanciones argumentan que Bagdad retiene
deliberadamente los suministros de ayuda humanitaria para aumentar
el sufrimiento de los civiles iraquíes e incrementar así
la presión internacional para acabar con las sanciones.
Sean ciertas o no estas alegaciones, ya es bastante dudoso llegar
a la conclusión a la que ha llegado el Departamento de
Estado de EEUU de que el régimen iraquí es el único
responsable del sufrimiento de la población civil bajo
el embargo. Muchos responsables de NNUU que han trabajado sobre
el terreno ya han dicho que los retrasos en la distribución
de los recursos en Iraq y las retenciones sobre los contratos
de importación contribuyen de manera significativa a que
se produzcan interrupciones en el abastecimiento. [2]
Dejando esta discusión a un lado, lo cierto es que desde
que aceptó el programa "petróleo por alimentos",
Bagdad se ha aprovechado hábilmente del programa para
promover sus objetivos políticos.
La manipulación de las exportaciones
petrolíferas
Los esfuerzos del régimen se evidencian de manera más
notable en su política comercial. En el ámbito
de las exportaciones, Iraq ha recortado o eliminado ocasionalmente
la salida de petróleo para influir en el proceso de toma
de decisiones del Consejo de Seguridad de NNUU. La primera suspensión
importante de exportaciones petrolíferas tuvo lugar durante
los meses de noviembre y diciembre de 1999, cuando el gobierno
intentó sin éxito bloquear la resolución
1284 del Consejo de Seguridad que renovó las sanciones
[3]. Las ventas de petróleo volvieron a pararse
en diciembre de 2000, después de una disputa con NNUU
relacionada con el empeño iraquí de imponer tasas
ilegales sobre las compañías que firmasen contratos
para la compra de crudo iraquí. El último caso
de utilización del "arma del petróleo"
por parte de Bagdad tuvo lugar en el mes de junio y principios
de julio de 2001, cuando los iraquíes detuvieron las exportaciones
de petróleo como forma de protesta ante los intentos de
poner en marcha las sanciones inteligentes [4]. El régimen
recurrió también a interrumpir parcialmente las
ventas de petróleo como arma política. A principios
de 2000, redujo las exportaciones en protesta por el retraso
en el envió de componentes necesarios para el desarrollo
del sector, afirmando que no podía mantener los niveles
previos de exportación de 2,2 millones de barriles al
día sin dañar de un modo permanente sus pozos petrolíferos.
El suministro de bienes se aceleró mediante la introducción
de un nuevo procedimiento en NNUU, y las exportaciones iraquíes
volvieron a sus niveles anteriores.
Bien sea mediante la suspensión de las exportaciones,
bien mediante su reducción, el objetivo ha sido siempre
el mismo: utilizar la amenaza que supondría un aumento
en los precios del petróleo o la incertidumbre creada
por las oscilaciones para influenciar así la toma de decisiones
de NNUU. La experiencia ha demostrado que esta táctica
no siempre ha sido eficaz. Para empezar, Iraq no siempre ha podido
determinar en qué momento se producirían las crisis
políticas y, en consecuencia, ha recurrido al "arma
del petróleo" en momentos en que el equilibrio en
el suministro y la demanda del mercado han hecho que el impacto
sobre los precios no haya sido demasiado grave. Es más:
los mercados han empezado a anticiparse al "riesgo iraquí"
y son conscientes de que Arrabia Saudí y otros Estados
de Golfo están dispuestos a intervenir para asegurar el
flujo de petróleo. Ambos factores han hecho que Iraq haya
tenido menos impacto sobre los precios del que le habría
gustado; de hecho, los precios del crudo cayeron en diciembre
de 2000 a pesar de no contar con las exportaciones iraquíes.
Además de manipular las exportaciones, Iraq ha concedido
contratos por ventas de petróleo con fines políticos,
ofreciendo más y más contratos a compañías
cuyos gobiernos mantienen políticas favorables a Bagdad.
Empresas rusas, francesas y chinas han figurado de manera prominente
en la lista de compañías que abiertamente han contribuido
a sustentar el crudo iraquí. El reciente anuncio de Bagdad
de que daría prioridad a compañías rusas
en la última fase del programa "petróleo por
alimentos" llega justo después de que Moscú
jugase un papel clave en el bloqueo de las sanciones inteligentes
[5]. Frente a esto, la Organización Estatal para
la Comercialización del Petróleo Iraquí
se ha negado durante algún tiempo a vender crudo excepto
a un pequeño número de compañías
holandeses, británicas y norteamericanas (si bien cerca
de entre setecientos y ochocientos mil barriles de petróleo
iraquí al día terminan en el mercado norteamericano)
[6].
El atractivo del mercado iraquí
Bagdad ha manipulado su política de importaciones tanto
como sus contratos petrolíferos, pero con mayor éxito
a largo plazo. Mostrándose selectivo en las compras oficiales
hechas a través del programa "petróleo por
alimentos" y gracias a sus esfuerzos en el contrabando,
el gobierno iraquí ha restablecido importantes relaciones
comerciales que le han servido políticamente. La Oficina
de NNUU para el Programa de Iraq (OPI) ha publicado recientemente
algunas cifras reveladores: la mayor parte de los contratos de
importación firmados durante los últimos cuatro
años han ido a parar a manos de compañías
francesas, rusas y chinas, cuyos gobiernos son, de entre los
miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto, los que
más benévolos se han mostrado para con la causa
bagdadí. Colectivamente, el valor de los contratos firmados
por estas compañías suma un total de 5.480 millones
de dólares de los 18.290 millones que NNUU ha aprobado
desde 1997 [7].
Más interesante aún resulta la estrategia más
reciente de Bagdad, consistente en utilizar los contratos de
importación para cimentar sus relaciones con Estados de
la región. Según cifras de NNUU, el comercio se
ha incrementado con cuatro países concretos durante los
últimos años: Turquía, Jordania, Emiratos
Árabes Unidos (EAU) y Egipto. El valor de los contratos
aprobados con las compañías egipcias se elevó
de 105 millones de dólares en 1997 a casi mil millones
de dólares en 2000. Los EAU experimentaron un incremento
similar, de 24 millones de dólares en 1997 a más
de 500 millones en el año 2000 [8]. Parte de este
incremento fue debido a la decisión adoptada por NNUU
de levantar las limitaciones impuestas en el ámbito financiero
sobre las exportaciones de crudo iraquí en 1999, así
como a la progresiva expansión del tipo de bienes que
NNUU calificaba de "humanitarios" (dos medidas que
han ayudado a la estrategia política iraquí, que
se apoyaba en el comercio.) Con todo ello, el modelo comercial
iraquí refleja una estrategia clara: el pasado año,
las compañías de los Estados en cuestión
supusieron el 30% del total de contratos aprobados, frente al
20% de 1997, año en que dio comienzo el programa "petróleo
por alimentos". Es más: muchos de los contratos otorgados
a estos países lo han sido por la "vía rápida",
ya que están relacionado con bienes de carácter
humanitarios que son aprobados de manera semiautomática
por la Secretaría de NNUU.
Es discutible hasta qué extremos esta política
comercial, así como el inteligente uso que Bagdad ha hecho
del contrabando, ha contribuido a que aumente en El Cairo, Abu
Dhabi, y otras ciudades el apoyo para que se ponga fin a las
sanciones. Está claro que otros factores tienen su importancia,
incluido el fracaso de Washington a la hora de apaciguar la violencia
palestina-israelí y las furiosas reacciones que se han
sucedido en los países árabes por el sufrimiento
de la población civil bajo el embargo. Los temores latentes
sobre las intenciones iraníes en el Golfo han inspirado
llamadas de parte de ciertos Estados del Golfo a renovar los
lazos comerciales con Iraq. Aún así, el atractivo
del mercado iraquí ha contribuido a que la atención
de todos se centre en Bagdad. A medida que el volumen de negocio
con Iraq ha ido creciendo, los Estados de la zona se han mostrado
cada vez más ansiosos por mantener la buena voluntad del
régimen iraquí [9]. A su vez, esto ha reforzado
las presiones a favor de la normalización de las relaciones
con el gobierno de Sadam Husein.
Los límites de la persuasión
iraquí
La estrategia iraquí aún no ha tenido éxito
a la hora de animar a algún Estado para que ignore en
su totalidad el régimen internacional de sanciones y reanude
de un modo totalmente normalizado las relaciones con Bagdad.
Incluso los socios comerciales más cercanos a Bagdad hacen
algo más que alabar las sanciones de cara a la galería:
pueden incumplir ciertos aspectos del régimen de sanciones,
pero ninguno de ellos se ha mostrado dispuesto a desafiar abierta
y totalmente las restricciones impuestas por el Consejo de Seguridad.
De hecho, gran parte de los cambios que se han ido produciendo
en el transcurso del pasado año, como por ejemplo la la
reanudación de los vuelos civiles a Iraq, han tenido un
impacto marginal. Las restricciones que más importan a
Bagdad y Washington (fundamentalmente el control que NNUU ejerce
sobre los ingresos por las exportaciones de petróleo iraquí
y las prohibiciones relativas a material militar y de usos múltiples)
siguen estando vigentes. El gobierno iraquí recibe en
la actualidad algunos ingresos directos procedentes del contrabando
de petróleo y sus derivados con terceros países,
pero el volumen de dicho contrabando y los ingresos que Bagdad
percibe en dicho concepto son, con toda probabilidad, mucho más
bajos de lo que se ha llegado a sugerir. Si bien se desconocen
las cifras exactas, los ingresos netos no superarían los
1500 millones de dólares anuales, [10] sobremanera
si se tiene en cuenta que Iraq necesita vender su petróleo
a precios inferiores a los que marca el mercado para tener compradores,
y se ve obligado a pagar suplementos para asegurarse una distribución
segura [11]. Si bien son importantes, estos ingresos no
son nada si se comparan con las cantidades procedentes de las
ventas petróleo iraquí que van a parar a la cuenta
de NNUU (cerca de 18 mil millones de dólares en 2000.)
Debido a la necesidad del régimen de mantener la lealtad
como mecanismo de supervivencia, es probable que los ingresos
procedentes del contrabando lleguen a más lugares de los
que generalmente se sugieren.
La razón por la cual las sanciones se han mantenido
durante tanto tiempo es que, si bien hay países que se
oponen con claridad al embargo y son plenamente conscientes de
la mina de oro iraquí, nadie termina de fiarse por entero
del régimen iraquí. Más importante aún
es el hecho de que Bagdad no puede ofrecerles nada que pueda
pagar el coste de enfrentarse abiertamente a EEUU por Iraq. Rusia,
China, Francia e incluso Siria han estado dispuestas a arriesgarse,
pero sus iniciativas son más una señal de disconformidad
hacia la política exterior norteamericana que una señal
de un giro inminente hacia la ruptura total de las sanciones.
Moscú bien puede haber frustrado el primer intento de
EEUU de introducir un régimen de sanciones inteligentes,
pero ha tenido mucho cuidado en subrayar que no se separará
del consenso de la comunidad internacional en lo relativo a Iraq
[12]. Rusia tampoco ha ofrecido garantías de que
vaya a bloquear los esfuerzos que en lo sucesivo se produzcan
para introducir ese nuevo sistema de sanciones este mismo año
[13]
Flotando en un mar de petróleo
Bagdad es consciente de todas estas limitaciones sobre su
estrategia comercial, y la frustración que siente es palpable.
Frustración que, en el sector petrolífero, es más
evidente que en ningún otro. Desde el fin de la Guerra
del Golfo, el gobierno iraquí viene albergando la esperanza
de que la posibilidad de ofrecer acceso a sus enormes riquezas
petrolíferas induciría a los países interesados
a desafiar el régimen de sanciones. La industria petrolífera
internacional ve Iraq como uno de los mejores premios en oferta
hoy en día. Las reservas probadas de Iraq, calculadas
en 112.000 millones de barriles de petróleo, son las segundas
del globo detrás de las de Arabia Saudí. Dado que
nadie ha realizado prospecciones geológicas en Iraq durante
décadas, la cifra real podría ser aún más
elevada. Se estima que las reservas podrían alcanzar los
250.000 millones de barriles. Gran parte del petróleo
iraquí que ya ha sido descubierto sigue estando infraexplotado.
De los más de 70 campos petrolíferos que se han
descubierto, solamente 15 se han venido explotando (hasta la
fecha). El resto incluye ocho campos con reservas de más
de mil millones de barriles cada una. En total, las estimaciones
hablan de una producción de unos 5 millones de barriles
de petróleo al día que aún esperan a ser
explotados; de ellos, la gran mayoría es "petróleo
fácil", que está cerca de la superficie y
cuya extracción es muy barata. Es más: Iraq cuenta
con zonas ricas en petróleo sin explorar en el desierto
occidental y en el noroeste del país. No es sorprendente
que ciertos sectores de la industria petrolífera aseguren
que Iraq esté flotando en un mar de petróleo.
Visto el reconocimiento del atractivo de su sector petrolífero
por parte de las compañías extranjeras, el gobierno
iraquí cambió de manera significativa su política
a mediados de 1991. A partir de entonces, Iraq ofrecería
a las compañías extranjeras la posibilidad de invertir
directamente en el país y de disfrutar de oportunidades
en el ámbito de la producción petrolífera
en un campo que hasta entonces había permanecido cerrado
al exterior. Bagdad pensaba que esta oferta socavaría
muy pronto el régimen de sanciones. Pero, si bien un torrente
de empresas extranjeras no han dejado de dirigirse a Bagdad para
discutir las ofertas, el embargo ha hecho que se anden con pies
de plomo y ha impedido que se concluyan numerosos contratos comerciales.
Un consorcio ruso liderado por Lukoil llegó a un acuerdo
para explotar el campo de Qurna Occidental en 1997, con unas
reservas estimadas en 11.000 millones de barriles), y la Compañía
Nacional de Petróleo de China llegó a un acuerdo
para explotar, ese mismo año, el campo de al-Ahdab. Aparte
de esos dos acuerdos, las compañías extranjeras
se han negado a firmar contratos formales con Bagdad (incluyendo
a la compañía francesa TotalFinalElf, que ha mantenido
negociaciones con Bagdad sobre los campos de petróleo
de Maynun y Nahr bin Omar que, combinados, tienen unas reservas
estimadas de 18.000 millones de barriles. Los socios rusos y
chinos de Bagdad se han negado a iniciar los trabajos en los
campos de petróleo mientras se mantengan las sanciones,
para mayor consternación de los responsables de la Administración
iraquí, que han amenazado en repetidas ocasiones con retirar
las concesiones.
A pesar de la renuencia demostrada por las compañías,
y de la subsiguiente decisión iraquí de dar un
giro a su oferta de inversión, de una serie de acuerdos
basados en un reparto de la producción hacia una serie
de contratos de servicios con "opción a devolución"
menos lucrativos, la mayor parte de las compañías
petrolíferas extranjeras siguen teniendo un interés
enorme en invertir en el país cuando NNUU lo permita.
Aún el más recatado ejecutivo del petróleo
evitaría dar la espalda al actual gobierno iraquí
si el embargo sobre las inversiones petrolíferas se levanta
mientras el régimen actual sigue en el poder. El sector
petrolífero iraquí es, hoy por hoy, la fuente de
una nueva fiebre del oro de comienzos del siglo XXI.
Cuando esta fiebre del oro negro se desate, reforzará
la posición emergente de Iraq como uno de los principales
ejes comerciales de Oriente Medio. Si el gobierno de Sadam Husein
sigue en el poder, el desarrollo petrolífero contribuirá
significativamente a su supervivencia; por eso precisamente Washington
y Londres se oponen rotundamente a que haya inversiones extranjeras
en Iraq hoy en día [14]. Tan sólo las expectativas
de una posible apertura han dado aliento al régimen iraquí,
lanzándole un salvavidas político que le ha permitido
mantener sus vínculos con el mundo exterior a lo largo
de la última década. Muchos países se ven
obligados a preguntarse si un cambio de régimen en Iraq
haría disminuir los beneficios económicos que el
actual gobierno representa, y si de verdad quieren pagar la diferencia.
En términos puramente económicos, la normalización
de las relaciones con Bagdad y la cimentación de las relaciones
económicas bilaterales es una opción atractiva
para muchos.
¿La rehabilitación
de un régimen?
Al régimen de Sadam Husein no le gusta el programa
"petróleo por alimentos", pero eso no le ha
impedido utilizar el plan en beneficio político propio,
evidentemente con la ayuda de una clientela de clientes comerciales
receptivos. Al convertir en el centro de sus actividades las
concesiones de contratos de importación y exportación,
el régimen ha convertido a Iraq en un importante foco
del comercio regional y ha logrado vincular sus intereses y vicisitudes
a las de los Estados de la zona y de todo el mundo. Todo ello
ha contribuido a la supervivencia del régimen y a su gradual
rehabilitación.
De hecho, vinculándose firmemente a sus vecinos por
medio del comercio regional, el gobierno iraquí ha hecho
que sea mucho más difícil para la comunidad internacional
imponer sanciones contra el país con impunidad. La opinión
de Bagdad es importante para un número cada vez mayor
de países. Mientras el volumen comercial sigue creciendo,
crecen también los costes que la desestabilización
del gobierno iraquí podría acarrear para estos
países. La preocupación de muchos estados de Oriente
Medios no es cómo deben tratar con Bagdad, sino más
bien cómo Bagdad les tratará a ellos.
La Administración Bush insiste en que las sanciones
inteligentes aún no han fracasado. Este otoño [15]
seremos testigos de una nueva campaña encabezada por el
Reino Unido para intentar que el Consejo de Seguridad de NNUU
apruebe el nuevo sistema de sanciones. En los pasillos neoyorquinos
ya se escuchan conversaciones sobre la cuestión. Sin embargo,
en ausencia de paquetes de ayuda exterior a largo plazo para
países como Siria, Jordania, y Turquía, el apoyo
que dichos países brinden a este nuevo paquete de sanciones
seguirá siendo, como mucho, tibio, y las perspectivas
de que estos países sigan cumpliendo el embargo son bajas.
La alternativa de Washington (un cambio de régimen) es
aún menos popular entre los Estados más directamente
afectados, tanto por razones relacionadas con la opinión
pública como con los lazos comerciales en la región.
A largo plazo, a menos que Bagdad suspenda totalmente su cooperación
con el programa de NNUU "petróleo por alimentos",
parece que su magnetismo económico seguirá creciendo.
Cuanto mayor sea la capacidad del régimen iraquí
de transformar su lucrativo potencial en los ámbitos comerciales
y de producción petrolífera, más fuerte
será su posición. Si bien la esperanza de una fiebre
del oro iraquí podrían no conducir a una levantamiento
completo y formal de las sanciones y puede que no consigan aliviar
notablemente la crisis humanitaria que vive el país, lo
cierto es que dificultarán los esfuerzos por contener
al régimen iraquí.
Notas del autor y de CSCAweb:
1. Véase The
Washington Post, 26 de julio de 2001.
2. Véase el artículo de Hans Von Sponeck, "Squeezed
to death" en The Guardian, 4 de marzo de 2000. Esta
cuestión ha sido enfatizada en conversaciones personales
que el autor ha mantenido con numerosos responsables de UNICEF
y la Oficina de NNUU para Iraq.
3. No obstante, la presión iraquí fue suficiente
para asegurarse de que el Consejo de Seguridad ordenase la prolongación
del programa "petróleo por alimentos" fuera
del marco de la resolución 1284. De ahí que Iraq
haya podido reanudar las exportaciones petrolíferas sin
tener que someterse formalmente a la continuación de las
sanciones.
4. Posteriormente a la redacción de este artículo,
Iraq suspendió en abril, durante un mes, sus exportaciones
como muestra de solidaridad con el pueblo palestino ante la ofensiva
militar israelí en las Áreas Autónomas.
Véase en CSCAweb: Iraq
suspende sus exportaciones de crudo en solidaridad con Palestina,
mientras Estados Unidos prosigue con sus preparativos para atacar
Iraq pese a la crisis regional. [Nota de CSCAweb]
5. Reuters, 17 de julio de 2001.
6. Ello es debido a que el tipo de petróleo iraquí
es el más apropiado para la industria petroquímica
estadounidense. En abril de 2002, tras la decisión de
Bagdad de suspender sus exportaciones de crudo en solidaridad
con el pueblo palestino, el Congreso de EEUU aprobó una
ley prohibiendo la importación de petróleo iraquí.
[Nota de CSCAweb]
7. Las cifras han sido extraídas de un documento en el
que se enumera la historia de las peticiones de contratos por
parte iraquí que han aparecido a comienzos de 2001 en
la página web de la OIP. La lista, que incluye detalles
sobre los contratos, puede leerse en Uncoveriraq.com,
http://home.att.net/~drew.hamre/docUNXLS.htm
8. Ibid.
9. A mediados de julio de 2001, Bagdad anunció que prefería
a compañías sirias para firmar contratos de importación
dentro del actual marco del programa de petróleo por alimentos,
porque Damasco se opone a las sanciones inteligentes. Fuente:
The Jordan Times, 16 de julio de 2001.
10. Estas estimaciones presuponen un volumen de exportaciones
ilícitas de cerca de 150.000 barriles al día a
través de Siria, de 70 a 100.000 b/d a través de
Turquía, y de 50.000 b/d a través de Irán
y el Golfo, vendidas más o menos a mitad del precio del
mercado. Las exportaciones a Jordania, que alcanzan los 90.000
b/d en petróleo y derivados, son parte de un acuerdo aprobado
por NNUU desde 1991 y no cuentan como contrabando.
11. Los beneficiarios de los acuerdos no son solamente los iraquíes
y los usuarios finales. Individuos vinculados al Partido Democrático
Kurdo de Masoud Barzani supuestamente se benefician de un acuerdo
con Bagdad que garantiza la circulación segura de los
productos petrolíferos de contrabando hacia Turquía.
Se sospecha que las compañías vinculadas son beneficiarias
de contratos legítimos para extraer petróleo iraquí
bajo el programa de petróleo por alimentos, como resultado
de las relaciones de contrabando que los líderes del PDK
mantienen con Bagdad. La batalla por el control de los recursos
procedentes del contrabando de petróleo han contribuido
a que se reproduzcan las luchas intestinas entre el PDK y su
rival, la Unión Patriótica del Kurdistán,
que han dividido las regiones kurdas de Iraq en dos cantones
separados. Mientras tantos, desde septiembre de 1999, Turquía
ha impuesto una tasa sobre los productos petrolíferos
de contrabando que llegan al país a través de la
frontera sur con Iraq, lo cual le ha reportado unos beneficios
de 23,5 millones de dólares durante los cuatro primeros
meses de la operación. Fuente: Reuters, 4 de enero
de 2000.
12. Incluso el borrador de resolución ruso presentado
el pasado mes de junio no pedía el levantamiento incondicional
de las sanciones, sino más bien pedía un acuerdo
negociado que permitiera a los inspectores de armamento de NNUU
volver a Iraq bajo la fórmula diseñada por la resolución
1284 del CS de NNUU. Rusia ha seguido presionando por esta vía
desde que se pospusieran las sanciones inteligentes. Veánse
los detalles de la carta enviada por el presidente ruso Vladimir
Puttin a Sadam Husein en Reuters, 18 de julio de 2001.
13. Rusia aceptó finalmente modificaciones parciales del
régimen de sanciones en mayo de 2002 votando a favor de
la resolución 1409. Véase: EEUU y la nueva resolución
1409 sobre Iraq: mantener el embargo, engañar a la opinión
internacional, ganar tiempo para la guerra. [Nota de CSCAweb]
14. Durante el proceso de discusión de las sanciones inteligentes
en junio de 2001, Francia propuso una resolución que permitiría
las inversiones extranjeras en la industria petrolífera
iraquí, al igual que ya se había hecho en el borrador
de resolución presentado por Rusia. Los rusos proponían
que se levantasen los controles sobre el acceso que Bagdad tenía
sobre sus ingresos procedentes del petróleo, lo cual sería
necesario para que Iraq considerase siquiera la posibilidad de
permitir inversiones extranjeras al tiempo que las sanciones
se mantenían en pie.
15. El autor se refiere al otoño de 2001. Finalmente,
planteadas y parcialmente aprobadas en mayo de 2002: ver la referencia
en nota 13. [Nota de CSCAweb]
|