Durante los dos últimos años, he descubierto
documentos de la Agencia de Inteligencia Defensiva (AID) que
demuestran sin dejar lugar a dudas que, en contra de la Convención
de Ginebra, el gobierno de EEUU utilizó intencionadamente
las sanciones contra Iraq para degradar el suministro de agua
del país tras la Guerra del Golfo. EEUU conocía
el coste que eso supondría para la población civil
iraquí, niños en su mayoría y, a pesar de
todo, siguió adelante.
El documento principal, "Vulnerabilidades del tratamiento
del agua iraquí", está fechado el 22 de junio
de 1991 y en él se explica como las sanciones van a impedir
que Iraq suministre agua limpia a su población. "Iraq
depende de la importación de equipamiento especializado
y de algunos elementos químicos para purificar su suministro
de agua, la mayor parte del cual está fuertemente mineralizado
y es salino", afirma el documento. "Al no tener suministros
propios ni de piezas de repuesto para el tratamiento del agua
ni de productos químicos esenciales, Iraq seguirá
tratando de burlar las sanciones de Naciones Unidas (NNUU) para
poder importar esos productos vitales. De no conseguirse el suministro
de esos productos, el resultado será que la mayoría
de la población sufrirá la escasez de agua pura
para beber. Esto puede llevar a que el índice de enfermedades
aumente, por no decir el del riesgo de epidemias".
El documento continúa con muchos detalles técnicos
acerca de las fuentes y la calidad del suministro de agua iraquí.
La calidad del agua no tratada es "en general, pobre"
y la consecuencia de beber ese agua "puede ser la diarrea",
afirma el documento. Señala que los ríos iraquíes
contienen materiales biológicos contaminantes, y que están
cargados de bacterias. A menos que se purifique el agua con cloro,
habrá epidemias de enfermedades como el cólera,
la hepatitis y el tifus".
El documento señala que la importación de cloro
"ha sido prohibida" por las sanciones: "Recientes
informes indican que las provisiones de cloro son críticamente
bajas"
El documento afirma que los alimentos y las medicinas también
se verán afectados: "Las plantas de procesamiento
de los alimentos, las eléctricas y, en especial, las farmacéuticas,
necesitan agua extremadamente pura libre de contaminantes biológicos",
afirma.
El documento trata posibles contramedidas iraquíes
para obtener agua potable a pesar de las sanciones. "Cabe
la posibilidad de que Iraq transporte agua en camiones desde
los embalses de las montañas hasta las zonas urbanas.
Pero la capacidad para obtener cantidades significativas es extremadamente
limitada", indica el documento. "La cantidad de cañerías
disponibles y la falta de estaciones de bombeo limitarán
el establecimiento de acueductos hasta esos embalses. Por otra
parte, si no se purifica con cloro, el agua seguirá conteniendo
contaminantes biológicos. Algunos iraquíes acomodados
podrán conseguir de los manantiales del norte del país
su propio suministro, mínimamente adecuado, de agua de
buena calidad. El agua puede ser apta para el consumo si se hierve.
Los iraquíes pobres y las industrias que requieran grandes
cantidades de agua pura no podrán satisfacer esas necesidades".
El documento descartaba también la posibilidad de que
los iraquíes utilizaran el agua de lluvia: "En Iraq
las precipitaciones caen durante el invierno y la primavera,
pero caen fundamentalmente en las montañas del norte",
afirma. " En las llanuras más bajas, a veces caen
lluvias esporádicas, muy fuertes en ocasiones. Pero Iraq
no puede contar con el agua de lluvia para proporcionar agua
lo suficientemente pura"
Como alternativa, "Iraq podría tratar de convencer
a NNUU o a países individuales de eximir de las sanciones,
por razones humanitarias, los productos para el tratamiento de
aguas", afirma el documento. "Posiblemente también
estén tratando de adquirir suministros utilizando países
amigos como fachada. Si fallan esas tentativas, las alternativas
iraquíes no son adecuadas para las necesidades del país".
En un lenguaje frío, el documento explica detalladamente
lo que le espera [al país]: "Iraq sufrirá
cada vez más cortes de suministro de agua pura debido
a la falta de productos químicos y de membranas de desalinización.
La incidencia de las enfermedades, incluyendo posibles epidemias,
será posible a menos que la población tenga la
precaución de hervir el agua".
El documento ofrece un calendario para la [definitiva] destrucción
de los suministros de agua iraquíes: "La capacidad
global de tratamiento del agua de Iraq sufrirá un lento
declive, más que un bloqueo repentino", afirma. "Aunque
Iraq ya está experimentando una perdida de la capacidad
de tratar el agua, es posible que transcurran seis meses (hacia
junio de 1991) antes de que el sistema esté totalmente
degradado".
Este documento, parcialmente desclasificado en 1995, aunque
inédito, se puede consultar en la página web del
Pentágono: www.gulflink.osd.mil. (El otoño pasado
di a conocer este documento. Pero los medios de comunicación
mostraron poco interés en él. Los únicos
periodistas que conozco que escribieron noticias largas sobre
ellos fueron Felicity Arbuthnot, en el Sunday Herald de
Escocia, que lanzó la noticia, y Charlie Reese, del Orlando
Sentinel, que hizo un seguimiento.)
Nuevos documentos
Recientemente he accedido a otros documentos de la AID que
confirman el control que tiene el Pentágono sobre la degradación
del suministro de agua iraquí. Hasta ahora esos documentos
no han sido publicados.
El primero de esta serie se llama "Información
sobre enfermedades", y también está fechado
el 22 de junio de 1991. En su parte superior se indica: "Tema:
efectos de los bombardeos sobre la incidencia de enfermedades
en Bagdad". Y el análisis es rotundo: "El aumento
de la incidencia de las enfermedades será atribuible a
la degradación de la medicina preventiva normal, la destrucción
de residuos, la purificación/distribución del agua,
la electricidad y la decreciente capacidad para controlar los
brotes de enfermedades. Cualquier zona urbana de Iraq que haya
sufrido daños en su infraestructura tendrá problemas
similares".
El documento continúa desglosando los posibles brotes.
Menciona "diarrea aguda" producida por bacterias como
la E. coli, shigella y salmonella, o por
protozoos como giardia, que afectarán "en
particular a los niños", o por rotavirus, que también
afectarán "en particular a los niños",
frase ésta escrita entre paréntesis. Y cita la
posibilidad de brotes de cólera y tifus.
El documento advierte de que "es posible el gobierno
iraquí culpe a EEUU de los problemas de salud pública
ocasionados por el conflicto militar".
El segundo documento, titulado "Brotes de enfermedad
en Iraq", está fechado el 21 de junio de 1990 (aunque
evidentemente es una errata y debería decir 1991). El
documento afirma que "Se dan condiciones favorables para
que haya brotes de enfermedades contagiosas, particularmente
en las principales zona urbanas afectadas por los bombardeos
de la coalición"; y añade: "Es indudable
que desde el inicio de la Operación Tormenta del Desierto
[Guerra del Golfo de 1991] ha aumentado la preponderancia de
enfermedades infecciosas en las principales zonas urbanas de
Iraq que fueron objetivo de los bombardeos de la coalición
(Bagdad, Basora). (...) Los actuales problemas de salud pública
son atribuibles a la reducción de la medicina preventiva
normal, la eliminación de residuos, la purificación
y distribución del agua, la electricidad, y la decreciente
capacidad para controlar los brotes de enfermedades".
Este documento hace una lista de "la enfermedades que tienen
más posibilidades de aparecer durante los próximos
60 a 90 días, en orden decreciente: diarrea (en especial
en niños); enfermedades respiratorias agudas (catarros
y gripe); tifus; hepatitis A (es especial en niños); sarampión;
difteria y pertusis (en especial en niños); meningitis,
incluida meningococal (en especial en niños); cólera
(posible, aunque menos probable)". Como los documentos anteriores,
advierte de que el gobierno iraquí "podría
utilizar como propaganda el aumento de las enfermedades endémicas".
El tercer documento de esta serie, "Problemas sanitarios
en Iraq", está fechado el 15 de marzo de 1991. Señala:
"En Iraq, las enfermedades contagiosas están más
extendidas de lo normal en esta época del año y
esto tiene relación con las deplorables condiciones sanitarias
(suministro de agua contaminada e inadecuada eliminación
de residuos) resultantes de la guerra. De acuerdo con el informe
de UNICEF/OMS, la cantidad del agua potable es menor del 5% del
suministro original, las plantas de tratamiento de agua y de
residuos no funcionan, y se ha registrado una incidencia de la
diarrea cuatro veces superior a los niveles normales. Además,
las enfermedades infecciosas están aumentando. Los niños
son los más afectados por tales enfermedades".
El documento afirma -quizá para disimular estos hechos-
que "Hay indicios de que la situación está
mejorando y de que la población está logrando hacer
frente a las degradadas condiciones". Pero añade:
"En Bagdad las condiciones siguen siendo favorables para
que broten enfermedades contagiosas".
El cuarto documento, titulado "Situación de las
enfermedades en los campos de refugiados", está fechado
en mayo de 1991. En su resumen se afirma que "En los campos
de refugiados ha aparecido el cólera y el sarampión.
Otras enfermedades infecciosas se propagarán debido a
un inadecuado tratamiento de aguas y a unos pobres servicios
sanitarios". De nuevo se establecen claramente las razones
de tales brotes. "La causa principal de las enfermedades
infecciosas, en particular, diarrea, disentería y problemas
respiratorios son las malas condiciones de los servicios sanitarios
y el agua no limpia. Estas enfermedades afectan fundamentalmente
a los ancianos y a los niños".
El quinto documento, "Condiciones sanitarias en Iraq
(junio de 1991)" sigue estando fuertemente censurado. Todo
lo que he podido saber es que la AID envió una fuente
"para evaluar las condiciones sanitarias y determinar cuáles
son las necesidades sanitarias más acuciantes de Iraq.
La fuente observó que la situación del sistema
sanitario iraquí es bastante caótica, que las instalaciones
sanitarias habían sido ampliamente saqueadas y que había
una crítica carencia de la mayoría de las medicinas".
En uno de los campos de refugiados, afirma el documento, "al
menos el 80% de la población" tiene diarrea. En ese
mismo campo -llamado Cukurca- "ha habido brotes de cólera,
hepatitis B y sarampión".
La enfermedad de deficiencia de proteínas, el kwashiorkor,
ha sido detectada "por primera vez" en Iraq, añade
el documento. "Los niños mueren de gastroenteritis.
(...) En el sur el 80% de los muertos son niños (con excepción
de al-Amarah, donde es el 60%)".
El último documento es "Iraq: informe sobre las
amenazas y capacidades de la sanidad actual" y está
fechado el 15 de noviembre de 1991. Tiene una actitud diferente
respecto al control de los daños. Empieza de la siguiente
manera: "La restauración de los servicios sanitarios
de Iraq y la escasez de los principales materiales médicos
sigue siendo una preocupación internacional dominante.
Aparentemente, ambas cuestiones están siendo explotadas
por Sadam Husein en un esfuerzo por mantener la firme oposición
de la opinión publica frente a EEUU y su coalición,
y liberar de responsabilidades directas al gobierno iraquí".
Minimiza el alcance de los daños: "A pesar de que
en Iraq la incidencia actual de enfermedades infecciosas en todo
el país es mayor de lo que era antes de la Guerra del
Golfo, no llega al catastrófico nivel que pronosticaron
algunos grupos. El régimen iraquí continuará
explotando los datos del los índices de enfermedades para
sus propios propósitos políticos". Y [el documento]
culpa directamente a Sadam Husein: "La escasez de los suministros
médicos es el resultado del acaparamiento del gobierno
central, de la distribución selectiva y de la explotación
de los recursos de ayuda local e internacional", para añadir
que "La reanudación de los programas de salud pública
(...) depende completamente del gobierno iraquí".
Violación de la
Convención de Ginebra
Como ponen de manifiesto estos documentos, EEUU sabía
que las sanciones eran capaces de devastar el sistema de tratamiento
de aguas de Iraq; sabía que las consecuencias de ello
serían el aumento de los brotes de enfermedades y altos
índices de mortandad infantil. Y le preocupaba más
la pesadilla que suponen para Washington las relaciones públicas
que la actual pesadilla que las sanciones han supuesto para el
pueblo iraquí.
La Convención de Ginebra es [al respecto] perfectamente
clara. En uno de sus Protocolos de 1979 referente a la "Protección
de las víctimas de conflictos armados internacionales",
el artículo 54 estipula: "Se prohíbe atacar,
destruir, suprimir o inutilizar objetos indispensables para la
supervivencia dela población civil, tales como alimentos,
cosechas, ganado, instalaciones y suministros de agua potable,
y obras de regadío, con el propósito específico
de denegarlos, por su valor de sustento, a la población
civil o al partido adversario, sea cual sea el motivo, ya sea
para doblegar por hambre a la población civil, para obligarles
a desplazarse o por cualquier otro motivo político".
Pero eso es precisamente lo que hizo el gobierno de EEUU con
premeditada malicia. EEUU "destruyó, suprimió
o inutilizó las instalaciones y suministros de agua potable"
iraquíes. Las sanciones, mantenidas durante una década
debido en gran medida al empeño de EEUU, constituyen una
violación de la Convención de Ginebra. Equivalen
a un esfuerzo sistemático, en propias palabras de la AID,
por "degradar completamente" las fuentes de agua de
Iraq.
En la sesión de la Cámara [norteamericana] del
7 de junio, la diputada demócrata por Georgia, Cynthia
Mckinne, se refirió al [primer] documento -"Vulnerabilidades
del tratamiento de agua de Iraq"- indicando que "Atacando
el suministro público de agua potable se convierte de
manera flagrante a los civiles en objetivos, lo cual constituye
una violación de la Convención de Ginebra y el
derecho fundamental de las naciones civilizadas".
Durante la última década, Washington prolongó
los daños al negarse a permitir que Iraq importara los
pocos productos químicos y el material de equipamiento
que es preciso para limpiar sus suministros de agua.
El verano pasado, el diputado demócrata por Ohio, Tony
Hall escribió a la entonces secretaria de Estado, Madeleine
Albright, "(...) acerca de los profundos efectos del creciente
deterioro del suministro de agua y del sistema sanitario sobre
la salud infantil [en Iraq]". Hall escribió: "El
principal asesino de niños menores de cinco años,
las enfermedades diarreicas, ha alcanzado dimensiones epidémicas,
y ahora golpean cuatro veces más de lo que lo hacían
en 1990 [antes de la imposición de las sanciones] (...).
La congelación [por el Comité de Sanciones del
CS] de los contratos [para la adquisición por Iraq] de
[piezas y productos para] los sectores del tratamiento de aguas
y sanitario es la principal causa del incremento de las enfermedades
y la mortalidad (1). De 18
contratos, todos menos uno fueron bloqueados [en su aprobación]
por el gobierno de EEUU, contratos de productos químicos
para la purificación del agua, de cloro, de bombas de
dosificación de productos químicos, de tanques
de agua y otros equipamientos (...). Le insto urgentemente a
que pondere su decisión contra la enfermedad y la muerte,
que son el ineludible resultado de no disponer de agua potable
segura y de un nivel mínimo de servicios sanitarios".
Durante más de diez años, EEUU ha seguido deliberadamente
una política de destrucción del sistema de tratamiento
de aguas de Iraq, con perfecto conocimiento del coste de vidas
iraquíes. NNUU ha calculado que más de 500.000
niños iraquíes han muerto a consecuencia de las
sanciones, y que cada mes continúan muriendo 5.000 niños
por la misma causa. Nadie puede decir que EEUU no sabía
qué estaba haciendo.
(Thomas J. Nagy es profesor
en la School of Business and Public Menagement de la Universidad
George Washington, EEUU. Texto traducido y editado en CSCAweb con autorización de su autor y del Editor
de The Progressive, Matthew Rothschild)
- La Administración
Bush y las sucesivas de Clinton y Bush hijo han dificultado o
impedido sistemáticamente en estos años la entrada
en Iraq de piezas de recambio para los sistemas de depuración
de aguas y eléctrico, de cuya recuperación depende
la normalización sanitaria del país, lo que explica
que las tasas de mortalidad infantil apenas hayan disminuido
en estos años, incluso tras la entrada en vigor en 1997
del programa "petróleo por alimentos". El procedimiento
ha sido impedir que se aprobaran este tipo de contratos en el
Comité de Sanciones del Consejo de Seguridad, que EEUU
y Gran Bretaña consideran de "doble uso", es
decir, civil y militar. En la actualidad, más de tres
mil millones y medio de dólares provenientes de la venta
de petróleo iraquí están congelados en contratos
no autorizados. [Nota de CSCAweb]
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