Iraq-CELSI

Paremos la guerra contra Iraq


* Ignacio Ramonet es Director de Le Monde Diplomatique

Encuentro Internacional contra la Guerra
Madrid, 16 y 17 de noviembre de 2002
En solidaridad
con el pueblo iraquí

Campaña Estatal por el Levantamiento de las Sanciones a Iraq.

Paremos la guerra contra Iraq


Intervención de Ignacio Ramonet

CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 28-02-03

"(...) En este mundo tan desigual, donde tres mil millones de personas viven en la pobreza, sólo la fuerza puede mantener a los pobres en su posición de humillación y de ausencia de rebeldía política. Esta situación es la que describe la arquitectura en la que se sitúa esta guerra contra Iraq. Una guerra que aparece como la voluntad de dar un escarmiento a un país, pero también como la voluntad de dar una lección a todos aquellos que podrían sublevarse contra el 'Nuevo Orden Internacional'. Por eso creo que nuestro deber cívico es el de protestar masivamente contra esta intención de guerra para que, al menos, nuestros gobiernos europeos tengan bien clara la idea de que las opiniones públicas [europeas] no soportan el vasallaje de nuestros gobiernos".

Buenas tardes, quiero agradecer a los organizadores el haber organizado este Encuentro que, evidentemente, se suma al movimiento contra la guerra que ya empieza a tener importancia en toda Europa y que, en particular, viene a añadirse a la inmensa manifestación contra la guerra celebrada en Florencia y a la que se sumaron un millón de personas. Yo creo que, en definitiva, como ya ha dicho Sami Nair [1], y con anterioridad Paco [Francisco Fernández Buey [2], estamos asistiendo al despertar de la opinión pública contra esta tentativa.

También quiero felicitar a mi amigo Sami [Nair] por su intervención, absolutamente magistral, que deja tan claras las nuevas reglas del juego internacional que, en realidad, no sé si no suprime en cierta medida mi propia intervención. Por ello, voy a tratar de adornar, desde esa misma perspectiva, el edificio que nos ha propuesto Sami [Nair]

El panorama tras el 11 de septiembre de 2001

Como consecuencia del 11 de septiembre (11-S), nos encontramos en un momento en el que, indiscutiblemente, la situación internacional se ha radicalizado. Como ha dicho Sami [Nair], hace un instante, es verdad que la gran fase en la que nos encontramos es la que surge después de la caída del muro de Berlín, del derrumbe de la Unión Soviética y de la Guerra del Golfo.

Esos tres acontecimientos son los que constituyen el umbral de la era en la que vivimos, pero, indiscutiblemente, el 11-S produce también un cambio cualitativo que se manifiesta en una aceleración del fenómeno de unilateralización en el comportamiento de Estados Unidos (EEUU) ¿En qué medida? Pues, curiosamente, en la misma medida en que el 11-S produce un cambio en el seno de la administración estadounidense ya que, el 11-S, otorga a la administración Bush el argumento que necesitaba para este cambio.

Desde la caída del muro de Berlín, EEUU no tenía adversarios; era, por tanto un imperio un tanto inútil. Tenía una fuerza excesiva para los eventuales adversarios que se podían presentar. Y, por consiguiente, era casi inmoral seguir ejerciendo una hegemonía en un momento de la historia en que EEUU era, en realidad, una hiperpotencia única. El 11-S, procura lo que, con toda evidencia, la administración Bush quería: Establecer esta relación de rivalidad, de duelo y reiniciar una situación de guerra fría con un contra-modelo, quizás con China. La administración estadounidense había teorizado sobre la idea de que, durante el siglo XXI, China sería el enemigo emergente, el adversario posible,. Sin embargo, los atentados del 11-S le procuran un adversario mucho más creíble, menos abstracto y menos a largo plazo.

El 11-S hace posible que el imperio exprese su capacidad y manifieste su voluntad de usar la fuerza, sin que a nadie se le ocurra considerar que es una manifestación de fuerza exagerada. Y, efectivamente, basta con ver el comportamiento que tuvieron las Naciones Unidas (NNUU) al día siguiente del atentado que, sin que EEUU lo reclamara, otorgó unánimemente a EEUU el derecho al uso de la fuerza. Basta con ver el comportamiento de la OTAN, que sin que EEUU lo reclamara, lo que no se subraya bastante, [la OTAN] votó, por el principio del artículo 5, solidaridad activa con los EEUU. A pesar de la asistencia de Vernon Walters a la Conferencia de Bruselas, EEUU no reclamó ayuda de nadie. Sami [Nair] lo ha mencionado antes, EEUU hizo la guerra sólo, sin ninguna ayuda de la OTAN, a pesar de que la mayoría de los Estados pertenecientes a la OTAN se precipitaron en ofrecerle su ayuda, entre otros España, desgraciadamente. EEUU apenas utilizó algunos comandos especiales británicos en la segunda etapa de la guerra. Lucharon solos y demostraron que pueden ganar una guerra en una localización imposible- no hay país peor enclavado en el mundo que Afganistán- sin sufrir una sola baja, exactamente hubo una única víctima estadounidense.

Fue en ese momento cuando obtuvieron la solidaridad y el apoyo del resto. Esta potencia que "no se atrevía a utilizar su fuerza", que sólo la utilizaba en materia de derecho para auto protegerse; esta potencia que en Kosovo intervino, al amparo de la OTAN, empujada por algunas potencias europeas que encontraron así una posibilidad de lograr sus objetivos en Yugoslavia.

Sin embargo, gracias al 11-S EEUU encuentra el pretexto -esta vez de sí- de exhibir su poderío. Y ello porque el 11-S también le proporciona, no sólo un enemigo, que es lo que le faltaba, sino que le confiere el carácter de víctima, lo que supone la paradoja suprema de la situación en la que nos encontramos: la hiperpotencia mundial es una víctima, una pobre víctima, objeto de la compasión universal en los días que siguieron al 11-S gracias a ese ceremonial de los tres minutos de silencio ­aunque todos pensábamos que con un minuto era ya suficiente, y el resultado es que EEUU va a utilizar esta victimización para desarrollar una especie de hiperactividad. Consecuencia de esta victimización es que EEUU posee un cheque en blanco que le permite hacer cualquier cosa, con el argumento de "hemos sido víctimas directas de una agresión". Víctimas de "una agresión" puesto el Sr. Bush hablará de "un ataque" que comparará con Pearl Harbor, instilando la idea de que los sucesos del 11-S son semejantes a los acontecimientos que se produjeron con la agresión del militarismo japonés contra una base naval estadounidense en el Pacífico y, por consiguiente, existe el derecho a la guerra, primero contra Afganistán. Una guerra (contra la que prácticamente nadie protesta) contra un régimen que prácticamente había sido creado por EEUU. Afganistán era un protectorado de Pakistán y el régimen de los Talibán no es sino una creación de Pakistán, el principal aliado de EEUU en la región desde finales de los años 40.

EEUU, tras la coartada del 11-S ha tomado medidas liberticidas, y no sólo contra su propia población, ya que ha exigido a la mayoría de sus aliados, cada vez más convertidos en vasallos, que tomen las mismas medidas liberticidas en nombre de la lucha contra el terrorismo internacional: mayor control de los ciudadanos, aumento de la sospecha generalizada contra toda actividad crítica, tentativa de criminalización del movimiento anti-globalización y creación de este horror penal que es la base de Guantánamo y que, evidentemente, no se corresponde con ningún tipo de legislación existente, pero que, sin embargo, el mundo entero acepta.

Esta hiperactividad que EEUU está llevando a cabo desde hace catorce meses, también nos lleva a una redefinición del mundo. Antes estaban los rock States, o "Estados gamberros y maleantes". Ahora se trata, esencialmente, de un mundo dividido por un eje que separa el bien del mal. El mal lo forma un triángulo constituido por tres países, a partir de ahora los adversarios, que son: Corea del Norte, Irán e Iraq. Todo esto hace que los EEUU no duden en querer modificar el orden internacional surgido como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Es posible que los acontecimientos a los que estamos asistiendo signifiquen la muerte de NNUU. De hecho, como ha dicho Sami [Nair] con anterioridad, NNUU tienen hoy dos posibilidades. Una opción es transformarse, sencillamente, en una cámara de aceptación de las decisiones de EEUU, que es lo que acaban de hacer, para seguir sobreviviendo. Estuve hace tres semanas en NNUU, y ambiente general que se respira entre la mayoría de delegados es el de una atmósfera de terror ante la prepotencia y la arrogancia estadounidense. Terror de que, tal y como constantemente dice el presidente Bush, o NNUU se alinea con EEUU o EEUU actúan sin tener en cuenta a NNUU, lo que significa, evidentemente, el final de NNUU. La otra opción es que la NNUU resista. El problema es que cada vez hay menos países en posición de resistir, y esto lo hemos visto en el seno de la UE, cuando ante la situación de pre-guerra contra Iraq la UE no ha sabido adoptar una posición digna, y se ha producido la ruptura respecto a NNUU, ya que una mayoría de países han aceptado la guerra contra Iraq, desde un primer momento y con anterioridad a cualquier resolución de NNUU. Sólo tenemos que recordar la declaración del presidente del gobierno español, quien ha venido a decir que la decisión de NNUU sobre este conflicto es necesaria, pero no indispensable. Este argumento implica en sí mismo la condena de NNUU, la condena de la legislación internacional que tenemos desde 1945. Evidentemente, si NNUU no puede decir dónde se encuentra la legalidad y la justicia en materia del uso de la fuerza, NNUU no sirve puesto que fue creada, precisamente, para organizar y reglamentar el uso de la violencia en el mundo.

De ahí, que EEUU haya conseguido integrar el proyecto de atacar Iraq en el marco de la guerra contra el terrorismo internacional, cuando son asuntos que no tienen nada que ver entre sí. Nadie, hasta el momento, ha demostrado, ni el Sr. Blair -con sus informes antiquísimos, ni la propia Administración estadounidense, que haya una relación entre los autores de los atentados del 11-S y el régimen iraquí, por muy criticable que sea éste. No hay ni una sola una prueba pero, a pesar de ello, la opinión pública internacional se encuentra ante tal confusión que globalmente se acepta la idea de que en el marco de las represalias contra el 11-S, cabe la intervención contra Iraq.

Las acusaciones contra Iraq

A Iraq se le acusa, esencialmente, de tres cuestiones:

1. De no respetar las resoluciones de NNUU.
2. De poseer armas de destrucción masiva.
3. De representar un peligro para sus vecinos.

Curiosamente se acusa de estas tres cosas a Iraq, un país que actualmente es el más vigilado del mundo, un país que, desde 1998 está siendo bombardeado cotidianamente, un país sobrevolado por toda clase de ingenios volantes que verifican y analizan todo lo que está ocurriendo, y un país en el que podemos imaginar que haya decenas de miembros de la Inteligencia que están declarando lo que ocurre en Iraq desde hace más de 10 años. Sin embargo, estas tres acusaciones se mantienen.

En realidad, estas tres acusaciones se podrían dirigir a otros países contra los cuales nadie reclama la intervención militar de la comunidad internacional. Por ejemplo, contra Pakistán, uno de los países aliados de EEUU en la región, ya que cumple todos los requisitos. Pakistán es un país que no ha respetado todas aquellas resoluciones de NNUU que prohíben los experimentos nucleares y la posesión de armas nucleares. Pakistán tiene armas de destrucción masiva por definición, puesto que posee un arma atómica de manera pública. Pakistán representa un peligro para sus vecinos, primero porque creó el régimen de los Talibán en su vecino Afganistán, que ha representado un peligro bien conocido y, segundo, porque alienta y sostiene a los grupos violentos que intervienen en la Cachemira ocupada. Pakistán es, además, la demostración de la falacia sobre la que se sostiene la idea de establecer un nuevo orden internacional apoyando sólo a las democracias y a los regímenes que respetan los derechos humanos: Pakistán está dirigido por un general golpista que derrocó a la democracia en su país y se transformó en el principal aliado de EEUU en la intervención contra Afganistán.

El otro país que también responde a las tres grandes acusaciones, que formulan los EEUU es, evidentemente, Israel. Israel es un país que no respeta las resoluciones de NNUU. Como saben ustedes, se ha calculado que Iraq incumplido veintiocho resoluciones de NNUU, pero Israel ha incumplido treinta y seis resoluciones de NNUU -treinta y seis resoluciones desde 1967. Iraq sólo lo ha hecho desde 1991. Israel posee armas de destrucción masiva nucleares, químicas y biológicas. Israel es una amenaza para sus vecinos porque ocupa un territorio extranjero denunciado por NNUU: Cisjordania y Gaza. Por consiguiente, Israel también responde a estas tres acusaciones y nadie está reclamando la intervención militar de la comunidad internacional contra Israel. Todos pensamos que el problema debe resolverse mediante la negociación. Entonces, si tenemos esos dos ejemplos tan evidentes, tan cerca de Iraq, ¿por qué sólo se mira a Iraq?

Desde el 11-S vivimos en un mundo que, poco a poco, y con la complicidad del aparato de información internacional, se nos está haciendo sentir terriblemente violento. Quieren mostrarnos que vivimos en un mundo a sangre y fuego. Con el nacimiento del "terrorismo internacional" lo que tienen que hacer los Estados es armase militar y jurídicamente para proteger a su población, y muchas son las personas que piensan que esto es precisamente lo que hay que hacer. Cada día vemos en los medios de comunicación atentados: atentados en Bali; atentados y continuos enfrentamientos en Oriente Próximo; la trágica toma de rehenes en Moscú, atentados en Karachi, en Yemen; recientemente, atentados en Kwait. Luego, la idea es que, efectivamente, el mundo está a sangre y fuego y que, por tanto, hay que dotarse de argumentos militares. Hemos visto cómo el presupuesto estadounidense ha aumentado ya que todos estamos amenazados por el terrorismo internacional, motivo por el que se ha desencadenado una guerra de la que Rumsfeld ha dicho que es una guerra que puede durar cincuenta años.

Yo digo que se trata de una falsa impresión. El mundo no está a sangre y fuego. Yo sostengo que, contrariamente a lo que se nos afirma, el mundo no ha estado tan pacificado como actualmente. Nunca, en los últimos treinta años, ha habido tan pocas guerras y tan poca violencia política como actualmente. Lo de hacernos creer que estamos en un mundo a sangre y fuego, un mundo en el que hay una guerra entre terroristas y naciones, es una idea que permite hacer pasar la guerra contra Iraq como una peripecia de esta inmensa guerra mundial contra el terrorismo. En realidad, si ustedes quieren tomarse la molestia de comparar lo que era el mundo a principios de los años 70, con el actual, verán que no hay comparación.

A principios de los años 70, había conflictos en todo el continente americano. En América del Norte había grupos que utilizaban la violencia política, el asesinato y el atentado. En EEUU había grupos violentos; en Canadá, el Frente de Liberación de Québec practicaba la violencia. Había guerras en El Salvador, Nicaragua, Guatemala. Había guerrillas en toda América Latina. En el 66 acababan de matar a Camilo Torres; en el 67 acababan de matar a Che Guevara. Había guerrillas urbanas en Brasil, Argentina y Uruguay. La guerra de Colombia había empezado, como saben ustedes, en 1948. Hoy día, en ese continente, por ejemplo, sólo queda un conflicto: el de Colombia. Lo demás está pacificado, los países están pacificados. Hasta Sendero Luminoso desapareció. Y lo mismo podríamos decir de Europa, donde estaban las Brigadas Rojas en Italia, la Banda Baader Meinhof en Alemania, Acción Directa en Francia y, evidentemente ya existía ETA en nuestro país y el IRA en Irlanda. Y, podríamos seguir así, y hablar de la guerra de Vietnam o la guerra de Laos, o de Camboya, el genocidio en Indonesia, etc. Por tanto, la situación, hoy día, no es comparable a la de hace treinta años. Hoy, en el mundo hay, si ustedes cuentan meticulosamente, unos diez focos de violencia política, contando a ETA, contando al IRA y contando los focos de violencia que puede haber en Asia, y en otros puntos del planeta.

¿Qué es lo que ha ocurrido entonces? ¿Por qué nos han hecho creer que estamos inmersos en una guerra contra el terrorismo internacional y que esta es la peor guerra de todas? El problema es que ha surgido un actor nuevo. Este actor es el islamismo radical que, efectivamente, no existía hace treinta años, y que ha surgido en el contexto de los problemas no solucionados del mundo árabe, en general, y del mundo musulmán, en particular. Un actor de cuya existencia tiene EEUU la responsabilidad gracias a su alianza histórica con Arabia Saudí, con Pakistán, gracias la guerra en Afganistán contra el régimen apoyado y sostenido por la Unión Soviética. Todos estos factores han creado el islamismo radical, pero no hay que olvidar que el islamismo radical era el aliado de occidente hasta hace poco tiempo. Sami [Nair] citaba antes la guerra de Kosovo. ¿Con quién hizo Occidente la guerra de Kosovo? Y ¿para quién la hizo? Para ayudar a los kosovares, pero ¿quién hizo la guerra sobre el terreno? La UCK[3]. ¿Qué era la UCK? La UCK es una organización islamista radical, en la que muchos miembros de Al Qaeda se estuvieron luchando. Los islamistas radicales eran muy útiles en ese momento. ¿Cómo se creó el islamismo radical? Esencialmente, en Afganistán donde se creó al Sr. Ben Laden. Por consiguiente, este aliado que se ha sublevado contra su creador, plantea hoy día un problema importante, y porque ha aparecido este problema nos hacen creer que estamos todos embarcados en una guerra contra el terrorismo internacional. Pero, en realidad, la responsabilidad de EEUU es muy superior a la de otros países. Lo que es dramático es que, precisamente en nombre del 11-S, los demás países, los aliados de EEUU, que cada vez más se comportan como vasallos, hayan hecho frente común con EEUU en esta situación.

Otra de las consideraciones que podemos hacer es que, si hay menos violencia política hoy, ya que, probablemente, el marxismo ya no alimenta la voluntad de rebeldía política a través del mundo, no es porque haya más justicia en el mundo, porque nunca ha habido menos justicia y menos igualdad en el mundo, pero curiosamente, en el mundo lo que hay es una inmensa violencia social. Yo decía antes que en el continente americano sólo hay un foco de violencia política que está en Colombia, pero todo el continente, en realidad, conoce lo que es la violencia aunque ésta se interpreta en términos policíacos contra la delincuencia, la criminalidad, o la inseguridad, pero en realidad, como algún estudioso ha dicho, la mayoría de las veces esta inseguridad, esta criminalidad, no es más que la expresión arcaica, primitiva, de una rebeldía social que no encuentra una teoría que le permita canalizar de otra manera esta voluntad de protesta y, por consiguiente, se mantiene en el ámbito de lo que llamamos la inseguridad o la criminalidad, pero la violencia social es inmensa. Pensemos que en Argentina, por ejemplo, desde el derrumbe provocado por la globalización, en diciembre de 2001, un 60% de la población son pobres, y el índice de criminalidad se ha multiplicado por cuatro. En el mundo hay una inmensa violencia social, pero EEUU con la guerra contra Iraq lo que quiere demostrar es que hoy los problemas políticos y sociales tienen soluciones militares. Esto es lo que nos explicaba Sami [Nair] cuando decía que nos encontramos en una fase de militarización consecuencia directa del unilateralismo desplegado por EEUU.

La globalización tenía, hasta ahora, dos frentes: un frente económico, y un frente ideológico. Desde el 11-S, EEUU se considera el brazo armado de la globalización. Desde el punto de vista de todos los ideólogos de extrema derecha que rodean al presidente Bush, el mundo es tan desigual que ya que no tiene solución y, por tanto, no existe un proyecto de creación de un mundo más igualitario (ni siquiera el que prometían algunos teóricos del neoliberalismo). La idea es que en este mundo tan desigual, donde tres mil millones de personas viven en la pobreza, sólo la fuerza puede mantener a los pobres en su posición de humillación y de ausencia de rebeldía política. Esta situación es la que describe la arquitectura en la que se sitúa esta guerra contra Iraq. Una guerra que aparece como la voluntad de dar un escarmiento a un país, pero también como la voluntad de dar una lección a todos aquellos que podrían sublevarse contra el nuevo orden internacional. Por eso creo que nuestro deber cívico es el de protestar masivamente contra esta intención de guerra para que, al menos, nuestros gobiernos europeos tengan bien clara la idea de que las opiniones públicas [europeas] no soportan el vasallaje de nuestros gobiernos.

Muchas gracias.


Notas:

1. Sami Nair, que intervino como ponente en esta misma mesa de debate que llevaba por título "Un mundo a la deriva: las nuevas reglas del juego internacional y las guerras del siglo XXI", es eurodiputado, profesor de Ciencias Política en la Universidad de París en Francia, 2.
2. Francisco Fernández Buey, que actuó como moderador en esta misma sesión, es Catedrático de Historia de las Ideas de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, 3. Ejército de Liberación de Kosovo, en sus siglas albanesas.



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