El último servicio de
Kofi Annan
El informe sobre la aplicación
de la R1701 sobre Líbano se desmarca suavemente de las
tesis estadounidenses e israelíes
Alberto Cruz
CSCAweb,
18 de septiembre de 2006
"Los
movimientos diplomáticos estos últimos días
son frenéticos puesto que para todos ellos la cuestión
es vital dado que lo que emerge de la guerra de Líbano
es un panorama caracterizado por la debilidad de tres líderes
aliados de EEUU: Olmert en Israel, Abbas en Palestina y Siniora
en Líbano. Ninguno de ellos está seguro, de ahí
los intentos de los aliados estadounidenses de apuntalarles antes
de que todo el edificio se venga abajo".
El secretario general de la
ONU termina su mandato el 31 de diciembre y lo hace intentando
desmarcarse de la estela que ha seguido su singladura desde que
fue impuesto por EEUU en contraposición del egipcio Boutros
Ghali, quien no pudo optar a la reelección por el veto
que le impuso EEUU cuando pretendió reforzar el papel
de la ONU al constatar el papel que jugaba el imperio en el organismo
multinacional como superpotencia hegemónica tras la desaparición
de la Unión Soviética. Ghali, criticado por la
incapacidad de la ONU en frenar el genocidio en Ruanda, por ejemplo,
puso en marcha un plan de reforma del organismo multinacional
que disminuía el poder de EEUU, y eso no le fue perdonado
nunca. Además, como participante en el proceso de paz
entre Egipto e Israel, quiso favorecer una situación similar
en la región pero EEUU, envalentonado tras la primera
guerra contra Iraq en 1991, lo evitó. Ghali contaba con
una mayoría de apoyos a la reeleción, con Francia
a la cabeza, pero EEUU, con Bill Clinton en la presidencia, se
opuso con vehemencia y logró que se eligiese a un candidato
africano alternativo: Kofi Annan. Era el año 1996.
Si bien en su primera etapa
Annan procuró dar un nuevo dinamismo a la figura del secretario
general y dio un impulso crucial a la creación de la Corte
Penal Internacional, pronto su credibilidad decayó, especialmente
por el papel de la ONU en Iraq. Las críticas de EEUU hacia
lo que consideraba una actitud "condescendiente" con
el régimen de Saddam Hussein y el hecho de que, en 1999,
los datos que obraban en poder de los inspectores de la ONU que
investigaban las armas iraquíes terminasen en manos de
EEUU y luego fuesen utilizados para ataques contra Iraq, terminaron
con su autonomía. EEUU dejaba bien claro quién
manda ahí y Annan asumió un nuevo papel, pese a
que como un buen vasallo- se le haya otorgado un premio
Nobel como consolación por tanta aquiescencia con el imperio.
La guerra contra Iraq y la ocupación subsiguiente del
país en 2003 fueron el triste colofón a esta trayectoria.
Pero Kofi Annan se va ahora
y parece que no quiere pasar a la historia como el secretario
general más sumiso a los intereses imperialistas en toda
la historia de la organización multinacional. En poco
tiempo hay dos hechos que merece la pena reseñar: su llamamiento,
en la cumbre del Movimiento de Países No Alineados que
se celebra en La Habana, a una reforma del Consejo de Seguridad
de la ONU "por el bien del mundo y de la propia organización"
puesto que "la percepción de que el poder está
en manos de unos pocos entraña el riesgo de que se vean
socavadas la autoridad y legitimidad de Naciones Unidas, e incluso,
como afirmarían algunos, su neutralidad e independencia"
(1) y el informe sobre la aplicación de la Resolución
1701 del Consejo de Seguridad que puso fin a las hostilidades
entre Israel y Hizbulá (2). O su próximo
retiro le ha hecho reflexionar sobre cómo va a pasar a
la historia o muy mal ha tenido que ver las cosas en su reciente
viaje por los diferentes países de Oriente Medio para
dar
este giro a su política.
Así pues, la guerra
de Israel contra Líbano le va a servir como excusa para
limpiar un poco su maltrecha imagen. El informe que acaba de
hacer público sobre la aplicación de la Resolución
1701 del Consejo de Seguridad recoge una suave crítica
a Israel y viene a dar la razón, también con suavidad,
a Hizbulá cuando esta organización político-militar
reclama la soberanía libanesa de las granjas de Shebaa,
la liberación de los presos libaneses en cárceles
israelíes y la entrega de los mapas para identificar el
territorio minado por Israel. Suavidad, pero un cierto despegue
de la actitud que ha venido manteniendo hasta ahora con un tono
marcadamente pro-israelí.
La R1701 daba a Israel algo
que no había logrado en el campo de batalla el desarme
de Hizbulá y el incremento de fuerzas de la ONU en la
frontera tanto con Líbano como con Siria-, aunque establecía
algunos otros parámetros (los presos libaneses en cárceles
israelíes, el territorio ocupado de las granjas de Shebaa
y los campos minados dejados por Israel durante los 18 años
de ocupación del sur de Líbano) que tendrían
que solucionarse para alcanzar una paz duradera entre los dos
países y, por extensión, en todo Oriente Medio
al recordar que aún están incumplidas las Resoluciones
242 (aprobada en 1967) y la 338 (de 1973) del Consejo de Seguridad
(3).
Suave crítica
a Israel
Annan tenía el plazo
de un mes para realizar una evaluación más amplia
de la situación política, además de una
actualización de todas las medidas adoptadas para aplicar
la Resolución 1701 según lo establecido en los
párrafos 8, 9 y 10 de la misma.
En este informe intenta un
equilibrio, mostrar una cierta ecuanimidad entre "las dos
partes" aunque tiene que agradar al gran patrón para
evitar una licencia deshonrosa de la secretaría general
y, así, avala la violación de la R1701 realizada
por Israel al mantener el bloqueo naval y aéreo puesto
que se justifica por el hecho de que no se había alcanzado
un número suficiente de tropas de la Fuerza de Paz de
Naciones Unidas para Líbano (FPNUL), tal y como había
exigido Israel (punto 10). El secretario general de la ONU no
ve en este punto una violación de la R1701 y, por el contrario,
dice que "las partes han respetado en gran medida la
cesación de las hostilidades" aunque tiene que
reconocer que la FPNUL "ha observado numerosos incidentes
y violaciones menores" especialmente de las tropas de
ocupación israelíes en lo referente a fortificación
de posiciones y "diarias incursiones áreas"
sobre el espacio libanés. El secretario general de la
ONU no ofrece cifras de estas violaciones, lo que sí hace
el portavoz de la FPNUL, Alexander Ivanko, al afirmar que son
35 las violaciones del espacio aéreo libanés por
los israelíes desde la aprobación de la R1701.
Para que los israelíes
no aparezcan como los malos y los únicos violadores de
la R1701, Annan menciona, por la parte libanesa, que "los
pastores han reanudado su práctica de cruzar la Línea
Azul en la vecindad de las granjas de Shebaa" tal
vez las ovejas estén cargadas de armas o explosivos- y
que Hizbulá habría realizado "algunas presuntas
tentativas de recuperar equipo de sus posiciones anteriores y
transportarlo hacia el norte" (punto 12). Mientras que
las violaciones israelíes son incuestionables las de Hizbulá
son "presuntas", sin constatar, pero ahí queda
el equilibrio. Así, sólo se menciona como "violación
grave" la incursión en la zona de la Bekaa de
un comando de las fuerzas israelíes el 19 de agosto en
un intento, fracasado, de secuestro de un alto dirigente de Hizbulá.
Como la realidad es muy tozuda,
Annan ha tenido que reconocer que "el desarme de Hizbulá
y otras milicias debe tener lugar mediante un proceso político
que conduzca al restablecimiento pleno de la autoridad del Gobierno
del Líbano de manera que no haya más armas ni autoridad
que las suyas", aunque luego añade que "el
diálogo nacional no ha logrado hasta la fecha llegar a
un consenso sobre un proceso político y un calendario
para el desarme completo de Hizbulá en el sentido de la
integración de sus elementos armados en las Fuerzas Armadas
del Líbano" (punto 26), y critica que "aún
no se haya materializado el acuerdo logrado en el diálogo
nacional [libanés] sobre las milicias palestinas fuera
de los campos de refugiados" (punto 27).
Y es a partir de aquí
donde realiza una suave crítica a Israel reseñando
que el Centro de las Naciones Unidas para la Coordinación
de Actividades Relativas a las Minas ha afirmado que "aproximadamente
el 90% de las bombas de racimo se lanzó [por Israel, aunque
no menciona a este país en este punto] desde el momento
de la aprobación de la R1701, el 11 de agosto, hasta la
cesación efectiva de las hostilidades, el 14 de agosto"
(punto 38) y pasa a reconocer que la situación en el sur
de Líbano es catastrófica por este hecho. El punto
39 es bastante esclarecedor al respecto: "Si bien las
FDI [Fuerzas de Defensa de Israel] han suministrado algunos mapas
a la FPNUL en relación con los bombardeos con bombas en
racimo, esos mapas no son suficientemente precisos para ser de
utilidad para los operadores sobre el terreno. Espero que Israel
proporcione más información detallada a la FPNUL
sobre la ubicación exacta, la cantidad y el tipo de las
municiones en racimo utilizadas en el conflicto. Además
de las municiones en racimo, la zona meridional y algunas zonas
del norte y el este del Líbano están sembradas
de bombas, cohetes, morteros y otros artefactos explosivos sin
detonar. () La contaminación supone una grave amenaza
para el despliegue de las Fuerzas Armadas Libanesas y de la FPNUL
reforzada, cuya misión es prestarles asistencia. Se han
encontrado artefactos explosivos sin detonar dentro de las bases
de la FPNUL, a lo largo de las rutas de patrullaje y en los lugares
propuestos para la ampliación del despliegue. Desde el
punto de vista humanitario, los efectos que han causado esos
restos explosivos de guerra en los civiles han sido de un mínimo
de 14 muertos y 57 heridos. Esos muertos y heridos eran en su
gran mayoría varones jóvenes y niños. Además
de una amenaza para las vidas humanas, los artefactos explosivos
sin detonar suponen un obstáculo para el regreso de las
familias desplazadas, el acceso a la vivienda y las actividades
agrícolas que afecta a la subsistencia de la población
del sur del Líbano".
La Shebaa
y los presos como puntos centrales
Tal y como ha venido reiterando
desde siempre Hizbulá, el territorio ocupado de las granjas
de Shebaa y los presos libaneses en cárceles israelíes
se convierten en los ejes centrales del informe, junto con el
despliegue de las fuerzas de la FPNUL.
Annan considera "importante
destacar" que "se sigue planteando la cuestión
de la zona de las granjas de Shebaa para justificar la existencia
y las actividades de Hizbulá" aunque dice
que eso está en contradicción con las resoluciones
del Consejo de Seguridad de la ONU, según las cuales ese
territorio es sirio y no libanés, aunque estos dos países
dicen que pertenece a Líbano- (punto 44) y, por lo tanto,
"toma nota" de la vía alternativa sugerida
por el gobierno libanés en su plan de siete puntos que
establecía un compromiso del Consejo de Seguridad para
situar la zona de las granjas de Shebaa y las colinas de Kafr
Shuba bajo la jurisdicción de las Naciones Unidas hasta
que se estableciera claramente el trazado de la frontera y la
soberanía del Líbano sobre ese territorio. Ahora
bien, no menciona que ese territorio está ocupado por
Israel y se limita a decir que una vez Siria y Líbano
delimiten sus fronteras se podrían dar pasos para tomar
en cuenta esa petición. Mientras tanto, dice "estar
estudiando con detenimiento las complicadas consecuencias cartográficas,
jurídicas y políticas de esa posibilidad y volveré
a dirigirme al Consejo en su debido momento" (punto
46).
Las interpretaciones sobre
las granjas de la Shebaa son varias, como el propio Annan reconoce,
pero pese a lo que diga la ONU no están incluidas en la
Resolución 425 del Consejo de Seguridad con respecto a
la retirada israelí del sur de Líbano tras la invasión
de 1978, sino por la Resolución 242 con respecto a los
territorios ocupados por Israel en 1967 puesto que la Shebaa
es la parte libanesa de los Altos del Golán sirios. Que
se incluya en una u otra resolución es muy relevante puesto
que ya no sería un conflicto entre Siria y Líbano,
sino entre Israel y Líbano. Y la retirada israelí
de esta zona supondría un precedente significativo para
la devolución de los Altos del Golán a Siria y
de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este a los palestinos.
La "importancia fundamental"
de los presos y soldados capturados es reconocida por Annan (punto
48), que vuelve a señalar el plan de siete puntos presentado
por el gobierno libanés durante la guerra, hay que recordar
que acordado con Hizbulá, liberar a los prisioneros
y detenidos libaneses e israelíes por conducto del Comité
Internacional de la Cruz Roja- y anuncia que ha nombrado "un
facilitador" encargado expresamente de esta cuestión,
aunque no da más detalles "dado el carácter
de esa tarea" (punto 51). La cuestión es más
compleja puesto que Israel no sabe aún dónde están
cinco de sus soldados, presumiblemente muertos y cuyos cadáveres
estarían en manos de Hizbulá y serían también
intercambiados.
El informe termina con una
observación de Perogrullo: "es preciso abordar
las causas subyacentes del conflicto en la región para
impedir un resurgimiento de la violencia y un nuevo derramamiento
de sangre. Tampoco puede dejar de prestarse atención a
otras crisis, especialmente en el territorio palestino ocupado,
dada la interrelación entre todas ellas. Mientras que
la comunidad internacional no insista en una paz justa, duradera
y general en el Oriente Medio, cualquiera de esos conflictos
puede explotar y afectar a toda la región" (punto
60).
Maniobras
de EEUU e Israel en la ONU
EEUU e Israel sufrieron un
importante revés estratégico en Líbano gracias
a la resistencia, arrojo y capacidad militar de Hizbulá.
También sus aliados árabes, que se han visto obligados
a desempolvar un viejo plan de paz del año 2002 (4)
que será presentado oficialmente a la Asamblea General
de la ONU el próximo día 21 de septiembre con la
intención de que, tras su aprobación por ella,
pase al Consejo de Seguridad.
Los movimientos diplomáticos
estos últimos días son frenéticos puesto
que para todos ellos la cuestión es vital dado que lo
que emerge de la guerra de Líbano es un panorama caracterizado
por la debilidad de tres líderes aliados de EEUU: Olmert
en Israel, Abbas en Palestina y Siniora en Líbano. Ninguno
de ellos está seguro, de ahí los intentos de los
aliados estadounidenses de apuntalarles antes de que todo el
edificio se venga abajo. Annan, en su viaje a la zona, se prestó
gráficamente a reforzarles reuniéndose con ellos
y no con otros. Por ejemplo, en Palestina se reunió con
el presidente Abbas pero no con el primer ministro Haniye, mientras
que en Líbano hizo justamente lo contrario al entrevistarse
con primer ministro Siniora y no con el presidente Lahoud. Y
ni en Palestina ni en Líbano se reunió con los
familiares de los presos y sí con los de los israelíes
capturados.
Pero entre el viaje de Annan
a la zona y la publicación del informe hay un hecho que
se mantiene inalterable: la popularidad de Hizbulá entre
el pueblo árabe, especialmente el libanés. La última
encuesta publicada (5) establece que el dirigente de Hizbulá
Hassan Nasrala (79%), el presidente del parlamento libanés
aliado de Hizbulá- Nabih Berri (71%), y el líder
de las Fuerzas Patrióticas Michel Aoun (58%) cristiano
maronita, también aliado de Hizbulá- son los más
valorados por los libaneses en detrimento de los prooccidentales
Siniora (57,3 %), Saad Hariri (56%) y el druso Walid Jumblat
(43%), cuya actitud durante la guerra no es bien valorada.
De ahí la importancia
de su informe y las últimas afirmaciones en la cumbre
de los No Alineados. Kofi Annan sabe que los EEUU e Israel están
presionando a los integrantes del famoso "cuarteto"
(Unión Europea, EEUU, Rusia y ONU), y en especial a sus
aliados árabes Egipto y Jordania, para que el desempolvado
plan de paz de 2002 no pase al Consejo de Seguridad en la fórmula
de resolución y se quede simplemente en una declaración
presidencial. Es decir, que no tendría valor ejecutivo
alguno puesto que esas declaraciones no son de obligado cumplimiento
y tienen sólo un valor simbólico y moral (6).
El secretario general de la
ONU no quiere que esto sea así para que pueda pasar a
la historia como una persona ecuánime y que sentó
las bases para un acuerdo definitivo de paz en Oriente Medio.
La semana del 18 al 24 nosotros, y él, saldremos de dudas.

Notas:
(1) Europa
Press, 15 de septiembre de 2006.
(2) Informe del Secretario General sobre la aplicación
de la resolución 1701 (2006) del Consejo de Seguridad.
S/2006/730, 12 de septiembre de 2006.
(3) Alberto
Cruz: La resolución de la ONU sobre Líbano, última
oportunidad para los regímenes árabes prooccidentales
(4) Alberto
Cruz: El grito de la calle árabe: "sin justicia no
hay paz"
(5) The Daily
Star, 7 de septiembre de 2006.
(6) The Jerusalem Post, 14 de septiembre de 2006.
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