El porqué de la pasividad
árabe ante la situación de Iraq y Palestina
Ghali Hassan
CSCAweb
(www.nodo50.org/csca), 26 de enero de 2005
Traducción para CSCAweb de Silvia Pérez López
"Con
el fin de la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio
Otomano, Occidente, liderado por Gran Bretaña y Francia,
se embarcó en la tarea de reparto de las tierras árabes,
dividiendo al pueblo árabe, y con el único objetivo
de satisfacer sus intereses imperialistas. Como ocurre con la
actual situación en Irak, los imperialistas fueron responsables
en la creación y apoyo de gobiernos ilegítimos
compuestos por pequeñas camarillas de élites dirigentes.
La creación de Israel formó parte de esta ideología
imperialista. No debería olvidarse que la creación
de Israel por sionistas europeos no tuvo nunca como objetivo
el salvaguardar a los judíos. Muchos países europeos,
y también los Estados Unidos, rechazaron a los judíos
forzándoles a regresar de nuevo a Alemania. La creación
de Israel a expensas del pueblo palestino fue una inversión
imperialista en esta región del mundo, que cuenta con
el mayor recursos energéticos vitales. A pesar del poder
de sus recursos y la riqueza de su historia, los líderes
árabes no solo han fracasado en la coordinación
y en la confrontación de esta ideología sionista,
sino que además no han conseguido desarrollar un bloque
fuerte y unido, como lo ha hecho Europa occidental".
Caeríamos en el error
si redujésemos la pasividad árabe al pueblo árabe.
Sería igualmente erróneo agrupar a todos los árabes
en una identidad única. La pasividad árabe es una
característica desarrollada por los líderes árabes
como pago a la protección que les ofrecen los poderes
occidentales, en concreto, los Estados Unidos.
Es cierto que todos los árabes
hablan árabe, con una amplia variedad de dialectos, pero
los árabes no son un pueblo homogéneo en cuanto
a sus creencias religiosas. Los hay cristianos, judíos
y musulmanes. Aunque la gran mayoría son musulmanes (un
90 por ciento), los árabes suman tan sólo el 17
por ciento de la población islámica del planeta.
El país con mayor número de musulmanes es Indonesia.
Hay que tener en cuenta además que entre los árabes
hay tanta diversidad como entre los europeos. Nadie se atrevería
a agrupar bajo la denominación de "alemanes"
a los habitantes de Austria, Suiza y Alemania sólo por
el hecho de que compartan un mismo idioma. Estos tres países
son tan diferentes entre sí como lo son tres países
árabes.
Con el fin de la Primera Guerra Mundial y la caída del
Imperio Otomano, Occidente, liderado por Gran Bretaña
y Francia, se embarcó en la tarea de reparto de las tierras
árabes, dividiendo al pueblo árabe, y con el único
objetivo de satisfacer sus intereses imperialistas. Como ocurre
con la actual situación en Irak, los imperialistas fueron
responsables en la creación y apoyo de gobiernos ilegítimos
compuestos por pequeñas camarillas de élites dirigentes.
La creación de Israel formó parte de esta ideología
imperialista. No debería olvidarse que la creación
de Israel por sionistas europeos no tuvo nunca como objetivo
el salvaguardar a los judíos. Muchos países europeos,
y también los Estados Unidos, rechazaron a los judíos
forzándoles a regresar de nuevo a Alemania. La creación
de Israel a expensas del pueblo palestino fue una inversión
imperialista en esta región del mundo, que cuenta con
el mayor recursos energéticos vitales. A pesar del poder
de sus recursos y la riqueza de su historia, los líderes
árabes no solo han fracasado en la coordinación
y en la confrontación de esta ideología sionista,
sino que además no han conseguido desarrollar un bloque
fuerte y unido, como lo ha hecho Europa occidental.
Desde principio de la década
de 1970 no ha habido ningún acuerdo entre los líderes
árabes, más bien, cada líder árabe
ha intentado llegar a acuerdos amistosos con Estados Unidos.
El pueblo nunca ha sido llamado a consulta ni ha participado
en ninguna decisión. El tratado de paz entre Egipto e
Israel fue firmado entre Anwar al-Sadat, Estados Unidos y los
líderes israelíes, pero los egipcios nunca fueron
consultados. Como resultado de ese acuerdo desigual, Al-Sadat
fue asesinado. El Acuerdo de Oslo fue firmado entre los funcionarios
de Israel y los de Arafat, que nada tenían que ver con
el pueblo palestino. De hecho, tanto el tratado de paz como el
Acuerdo de Oslo fueron el mayor logro del Sionismo, a expensas
del los palestinos. El pueblo no sólo no fue consultado,
sino que fue engañado.
En 1991 en la guerra de Estados Unidos contra Irak, muchos países
árabes se unieron con las fuerzas estadounidenses. Sus
decisiones estaban en contra de los deseos de sus ciudadanos,
que se decantaban por una solución pacífica a la
crisis de la Liga Árabe. Después de la guerra,
algunos líderes árabes continuaron apoyando las
sanciones genocidas de Estados Unidos y Gran Bretaña contra
la población iraquí; sanciones que causaron la
muerte de más de dos millones de iraquíes, un tercio
de ellos niños de menos de cinco años. Los líderes
árabes se han beneficiado de esta política de sentido
único cerrando los ojos a los efectos devastadores que
las sanciones han tenido sobre la sociedad iraquí.
Mantener
a la población sometida
En el 2003, los líderes árabes observaron pasivos
cómo Estados Unidos y sus aliados fabricaban mentiras
y preparaban otra guerra genocida contra el pueblo iraquí
sin contar con la legitimidad internacional. Algunos de ellos
aparecieron en las televisiones estadounidenses y occidentales
mostrando su falsa "oposición" a la guerra,
y pidiendo a Sadam que se "desarmase". Se trataba de
un teatro dirigido por Estados Unidos e interpretado para el
consumo doméstico. No existió resistencia, ningún
grito contra la caravana de guerra estadounidense en dirección
a la destrucción de una nación árabe. Por
el contrario, los títeres árabes compitieron entre
ellos para proporcionar el paso y recibir a las fuerzas extranjeras.
El pueblo árabe fue mantenido a raya por los habituales
ejércitos de opresión. No hay que olvidar que los
líderes árabes invierten la mayor parte de los
presupuestos nacionales (el porcentaje per capita más
alto del mundo) en sus ejércitos. Estos ejércitos
no tienen como fin la defensa de la "madre patria",
sino el mantener a su población sometida. Los líderes
árabes han sacrificado "la seguridad nacional por
la seguridad de sus regímenes", como señala
el conocido periodista egipcio Mohamed H. Heikel.
¿Cómo puede entenderse
que un grupo de 22 países, con aproximadamente 300 millones
de personas que comparten una misma religión y un mismo
idioma, observasen pasivamente, sin el menor signo de protesta,
el ataque ilegal, la ocupación y destrucción de
la sociedad de uno de los miembros de su grupo a manos de un
poder extranjero? Los líderes árabes vieron en
la ocupación de Irak una oportunidad de "sentarse
en el regazo" estadounidense. No sólo lo hicieron
por el temor de convertirse en nuevos objetivos, sino porque
son conscientes de su propia ilegitimidad, y los dirigentes ilegítimos
no tienen ningún ánimo de terminar como Ceaucescu
en Rumanía, o el Shah en Irán. Los Estados Unidos,
en reciprocidad, aumentan su apoyo al terrorismo israelí
contra el pueblo palestino, oponiéndose a cualquier solución
pacífica para la tragedia palestina.
Los intereses imperialistas estadounidenses y su apoyo al terror
israelí contra la población palestina son las razones
por las que Estados Unidos se ha opuesto siempre a la unidad
árabe y a la existencia de una nación árabe.
La división del pueblo árabe es hoy en día
la política en la que Estados Unidos pone más esfuerzos
en lo que respecta a Oriente Medio, y los líderes árabes
se pliegan ante esta política devastadora. La creación
de centros secretos de detención y tortura en Egipto y
Jordania, en los que se realizan abusos de los derechos humanos
en beneficio de los Estados Unidos, es un hecho bochornoso que
debe ser condenado.
Además, las relaciones con países vecinos, como
Irán y Turquía, ambos de mayoría musulmana,
se han resentido como resultado de esta obediencia ciega a los
dictados de Estados Unidos e Israel. En vez de reforzar las relaciones
y la cooperación entre vecinos, los líderes árabes
se han distanciado de Irán y Turquía. Tanto Turquía
como Irán han tratado mejorar sus relaciones con el "mundo
árabe". Después de la Revolución de
1979, por ejemplo, Irán rompió sus relaciones con
Israel y trató de normalizar sus relaciones con los árabes,
pero los árabes decidieron invertir grandes sumas de dinero
en el régimen de Sadam y continuar con la guerra Irak-Irán,
que beneficiaba a las monarquías del Golfo y a la alianza
de Estados Unidos e Israel. Los líderes árabes
se mostraron incrédulos cuando el pueblo turco y el gobierno
democrático de Turquía se opusieron a la invasión
de Irak por parte de Estados Unidos. El parlamento turco rechazó
ceder el paso a las tropas estadounidenses a través del
territorio turco. Se trató un acto muy significativo,
de solidaridad con el pueblo iraquí, y de respeto por
la democracia. Los Estados Unidos protestaron y se opusieron
de forma vehemente a los principios democráticos turcos,
pero Turquía se mantuvo firme, y no cedió. ¿Sería
posible imaginar la misma libertad democrática y coraje
en Arabia Saudí o en Egipto?
Los Estados Unidos y sus aliados
occidentales se han opuesto siempre al desarrollo democrático
en Oriente Medio, y han protegido y apoyado el despotismo opresivo
a expensas de la opinión de la mayoría. El apoyo
estadounidense a regímenes antidemocráticos está
bien documentado. En 1953, el M16 británico y la CIA norteamericana
planearon un golpe de Estado sangriento contra el Primer Ministro
iraní, Mohammad Mossadegh, que había sido elegido
democráticamente. Lo reemplazaron por el régimen
brutal del Shah. Bajo la dictadura del Shah, el pueblo iraní
sufrió la corrupción, la falsedad electoral, una
dura censura en la prensa, la tortura y la ejecución de
miles de disidentes hasta la Revolución de 1979 que acabó
con este régimen.
Elecciones
al gusto de occidente
Las elecciones en Argelia marcaron un hito en la historia de
la democracia en Oriente Medio. En 1992 Occidente se quedó
estupefacto con la elección del Frente Islámico
de Salvación (FIS). Con el apoyo de los poderes occidentales,
particularmente de Francia, el ejército argelino intervino
y anuló el proceso democrático antes de que ni
siquiera naciese la libertad política en el país.
La campaña de terror que siguió estas elecciones
costó la vida a cientos de miles de víctimas inocentes.
La democracia sólo parece ser buena cuando sirve a los
intereses de determinadas élites.
En enero de 2005, las "elecciones"
en la Palestina ocupada son la última farsa en la historia
de la "democracia" impuesta desde Occidente. Un solo
candidato fue propuesto por Estados Unidos e Israel, y promocionado
por los medios de comunicación dominantes. Los otros líderes
de la comunidad habían sido, o bien asesinados o bien
apresados por el ejército israelí, con la bendición
de Estados Unidos. Ha sido un concurso para un solo hombre, y
las elecciones han sido aclamadas por Occidente como "una
victoria para la democracia, una primera victoria para la paz".
Si el "imbécil" elegido se desvía de
los dictados de Estados Unidos e Israel, será considerado
antidemocrático e inútil como "compañero
en la búsqueda de la paz".
Hoy, Estados Unidos y sus aliados están maniobrando bajo
la, denominada por Bush, "guerra al terrorismo", y
bajo pretensión de extender la "libertad" y
la "democracia" para atacar y conquistar naciones soberanas.
La invasión y ocupación de Irak es solo un ejemplo
reciente de una conquista armada de una nación rica pero
indefensa. Como ha demostrado la historia, los iraquíes
no participan de esta hipocresía occidental. A pesar del
uso de la maquinaria propagandística más sofisticada
conocida hasta ahora, los motivos reales de la guerra propiciada
por Estados Unidos en Irak, son cada vez más claros: los
recursos petrolíferos iraquíes y el apoyo al terror
israelí contra la población palestina.
A todo lo anteriormente expuesto hay que sumar que en Estados
Unidos a los árabes se les considera miembros de una sola
identidad, deshumanizada y demonizada por unos medios de comunicación
de masas tendenciosos e injustos. En los libros de texto, el
cine y en los medios de comunicación, se retrata a los
árabes como asesinos, anti-semitas violentos, de poca
valía y antidemocráticos. Este racismo deliberado
se urde para "erradicar la pluraridad de diferencias entre
los árabes con el fin de crear una sola diferencia, ésa
que aparta a los árabes del resto", como escribió
Edward Said.
De nuevo, los árabes no han logrado "coordinar una
información colectiva y una política cultural en
los Estados Unidos" que logre informar al público
americano sobre la población árabe, su rica cultura
y la grandeza de su civilización. No existe ningún
medio en los Estados Unidos que represente a los árabes
como seres humanos dignos, y no como "terroristas y suicidas
siempre en la busca de alguien al que asesinar y objetivos que
bombardear". Educar al público americano es un camino
para mostrar el fraude de la política estadounidense.
Pocos son los árabes
que creen hoy en día que esta pasividad es sostenible
frente a la hegemonía colonial estadounidense, y frente
al beligerante y expansionista Israel. La resistencia popular
masiva frente a la ocupación estadounidense sorprende
a todo el mundo, incluyendo a los propios árabes. La resistencia
iraquí ha mostrado al mundo que el racismo de los eruditos
occidentales y de los "orientalistas" no era otro que
un racismo ideológico diseñado para conquistar
las tierras y los recursos árabes.
La heroica resistencia iraquí se erige en claro contraste
con la cobardía de los autodenominados líderes
árabes designados por Estados Unidos. Es poco probable
que el pueblo árabe permanezca pasivo, artificialmente
dividido y subdesarrollado. La fachada no tardará en caer,
y los árabes se liberarán del despotismo y del
imperialismo.
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