Historia del Movimiento Asociativo

 

La situación de la salud mental ha experimentado grandes cambios en las últimas décadas. Antes de la reforma psiquiátrica el principal modelo de atención a las personas con enfermedad mental, consistía en el internamiento durante largos periodos de tiempo o incluso de por vida en instituciones psiquiátricas denominadas “manicomios”. Dichas instituciones se situaban lejos de los núcleos urbanos y su función era básicamente asistencial. En ellas las condiciones de vida eran inadecuadas: masificación, falta de intimidad, despersonalización, etc..

En los años 50 en E.E.U.U. se descubren los neurolépticos y se valora que con los apoyos necesarios, las personas con enfermedad mental pueden vivir en comunidad.
En España, la Reforma Psiquiátrica fue un movimiento que tuvo lugar en los años 80 y que impulsó un cambio en la gestión de la Salud Mental, tanto desde una perspectiva de la psiquiatría y la psicología, como desde los cambios políticos y económicos que circundaron esta nueva concepción de la enfermedad mental. Modelos tales como Salud Mental Comunitaria, Empowerment o Recovery se desarrollan a partir de este movimiento, siendo los ejes centrales de éstos respectivamente la atención global a la salud mental y el “fortalecimiento” (dotar de conocimientos, habilidades…) de la población en cuestión para que alcancen unos niveles de bienestar mínimos. Por ello es necesario cubrir las necesidades de información, orientación, apoyo y entrenamiento en habilidades y estrategias para las personas con enfermedad mental así como a los familiares.

Además, los cambios generados por la Reforma ponen de relieve la necesidad de un flujo constante de información así como la creación de nuevos recursos. Ante la falta de ambos, las familias  tienden a agruparse y se ven en la necesidad de crear entidades asociativas con el objetivo de buscar soluciones para mejorar su estilo de vida y reivindicar mejoras en la atención a las personas con enfermedad mental, principalmente impulsados “por la falta de recursos de atención en la comunidad que deberían haber acompañado a la desinstitucionalización psiquiátrica” (Ariño, Begoñe y San Pío, Mª Jesús. Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria, Vol.7, N.º2: “El papel de las asociaciones de familiares y personas con enfermedad mental”. Oviedo, 2007). 

Actualmente, las familias son las principales cuidadoras de las personas con trastorno mental y en numerosas ocasiones, su único apoyo. Exactamente, “el 84% de las personas que padecen algún trastorno mental grave viven con sus familias”(En Gómez Beneyto, Manuel et.al. “Estrategia en Salud Mental del Sistema nacional de Salud”. Madrid. Ministerio de Sanidad y Consumo. Centro de Publicaciones, 2007).
Ocupar este lugar trae consigo una serie de dificultades y problemas añadidos: ocupación única de su tiempo en cuidados, deficiencias en la comunicación, aislamiento, desestructuración y estrés en el ambiente familiar. Es por ello que éstas deben ser apoyadas y cuidadas, posibilitándoles información, asesoramiento y educación para entender los problemas derivados de la convivencia con un familiar con enfermedad mental y mejorar la calidad de vida de ambos.

En esta realidad, surge en muchos lugares de España el movimiento asociativo con el objetivo de representar y reivindicar los intereses de este colectivo. Uno de los logros del movimiento ha sido hacer entender a la sociedad que las personas con enfermedad mental tienen derecho a vivir en comunidad con los apoyos que en su caso, les sean necesarios. Por ello, se dio paso a la creación de Centros de Salud Mental y a la Red Pública de Atención Social de personas con enfermedad mental desarrollado en las comunidades autónomas y rehabilitación psicosocial. Centros de Rehabilitación Psicosocial, Centros de Rehabilitación Laboral, Equipo de Apoyo Social Comunitario, Centros de Día y Soporte Social y Miniresidecias son los recursos que componen esta red en la Comunidad de Madrid a los que se accede por derivación de psiquiatra de referencia.

A partir de este momento se empieza a entender que la intervención de las personas con enfermedad mental debe contemplar no solo el tratamiento farmacológico, sino también la asistencia psicológica, el apoyo social y la rehabilitación psicosocial.

Sin embargo, esta red aún resulta insuficiente para atender todas las necesidades del colectivo. Ya sea porque no puedan tener acceso a estos recursos, porque resulten insuficientes o bien por no estar ofertando dichos servicios en el momento en que la persona los necesita (muy frecuente durante los inicios de las enfermedades, en que las personas afectadas no son derivadas a los recursos ya que se prioriza la adherencia al tratamiento antes de iniciar un proceso de rehabilitación, por lo que las familias quedan desatendidas). En otras ocasiones, la falta de adherencia al tratamiento y/o de conciencia de enfermedad, muchas veces sintomatológica, dificulta la asistencia a estos recursos.

Por tanto las actividades que se desarrollan en AFEM van dirigidas a satisfacer las necesidades en aquellos aspectos que no puedan ser tratados desde los dispositivos públicos ya mencionados.

Estos son los servicios que prestamos:

 

Otra cuestión que queremos destacar de nuestra labor, es el carácter prioritario que alcanza aquí la erradicación del estigma residente tanto en la sociedad como el autoestigma desarrollado en muchas de las personas afectadas. Además de ser una cuestión de dignidad, es también un factor que juega un papel determinante limitando las posibilidades de recuperación.
Es por tanto objetivo prioritario de AFEM sensibilizar a la población y participar activamente en acciones de lucha contra el estigma. Muestra de ello es el proyecto en red Participa y Comprende, desarrollado en Getafe en colaboración con otras entidades que tienen su sede en el municipio.
De esta manera, a su vez, seguimos las recomendaciones y líneas de actuación planteadas en el Plan estratégico de Salud Mental 2010-2014 de la Comunidad de Madrid, en el que se insta al movimiento asociativo para desarrollar intervenciones en esta línea en colaboración con la Consejería de Familia y Asuntos Sociales.
Con la creación de AFEM, muchas personas de nuestra localidad y municipios cercanos han encontrado el apoyo necesario para aprender o reaprender a vivir con la enfermedad, recuperar sus vidas de la forma más normalizada posible y en definitiva, ser felices.

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