Xarxa Feminista PV

Hacia una intersindical feminista

Jueves 24 de febrero de 2022

Teresa Villaverde 23/02/2022 Pikara

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Un momento de las jornadas por un feminismo sindicalista | Foto: La Laboratoria

Las II Jornadas por un feminismo sindicalista, celebradas este febrero en Madrid, recogen las voces de las más precarizadas y abogan por la organización estatal, una organización intersindical que articule las luchas de los territorios.

“El feminismo sindicalista existe, tiene vida propia, identidad y está en marcha”, así empezaba la abogada laboralista Pastora Filigrana la asamblea que cerró las II Jornadas por un feminismo sindicalista, organizadas por el proyecto de investigación feminista La Laboratoria en Madrid del 16 al 20 de febrero.

Era domingo y en la sala de la Fundación Anselmo Lorenzo del distrito de Arganzuela en Madrid las sillas estaban organizadas en círculo. Atrás quedaban las charlas en los espacios del Museo Reina Sofía, con butacas acolchadas y escenario. “Esto refleja un poco más lo que somos”, recordaban desde La Laboratoria con una sonrisa. Ocupar los espacios culturales más allá de los centros sociales es importante para entender que lo que se está haciendo no está solo en los márgenes, pero el domingo la vuelta era a las sillas plegables.

Unas cuarenta personas se reunían para poner en común las ideas y propuestas que habían recogido después de tres días de charlas y un sábado de Escuelita Sindical Feminista con diversos talleres en los que los colectivos compartieron problemáticas y estrategias. Algunas ideas clave que salieron durante el fin de semana iban desde la necesidad de que los comités de empresas de economía de plataforma como Glovo puedan tener acceso al algoritmo que organiza el trabajo, hasta la apuesta por entender que el Estado es la patronal con la que negociar en el caso de las trabajadoras del hogar. Otras ideas recogidas: hacer acompañamiento a las trabajadoras del hogar que quieran organizarse en cooperativas de cuidados, crear redes potentes de apoyo para transmitir el conocimiento o el acceso a formaciones regladas y de calidad para las que no están reconocidas como tal.

La intención de la asamblea era organizar una hoja de ruta clara para seguir avanzando. Lo que empezó, como señaló Filigrana, con una “intuición política” que dio lugar a las primeras jornadas el año pasado, se presentaba este año como una realidad más clara, más madura. El feminismo sindicalista “existe” y es ese que se hace desde los sectores más precarizados, que son feminizados y racializados, y unidos al sindicalismo social. Aquellos que, además, no suelen encajar en los sindicatos tradicionales por tener una estructura distinta al empleo clásico.

Algunas claves de esta estructura la definían muy bien los ejes de los tres grupos de trabajo del taller ‘Conflicto y negociación’: ¿Qué hacemos cuando el jefe no es visible? -pensemos en esquemas de empresas de subcontratación o en trabajos donde el jefe es una aplicación-; ¿cómo nos organizamos cuando no hay centro de trabajo? -este es el caso de las trabajadoras del hogar o riders, por ejemplo-; y ¿cómo defendemos nuestros derechos cuando ni siquiera se reconoce que somos trabajadoras? -la prostitución y el trabajo migrante irregular son ejemplos claros de este modelo-.

La necesidad de poner cabeza a la lucha por mejorar las condiciones laborales en estos ámbitos ya estaba detrás de la idea de la huelga feminista del 8 de marzo de 2018. “Si nosotras paramos, se para el mundo”, se dijo entonces aún sabiendo que hay trabajos, como el de cuidados, que no pueden parar. La pandemia ha puesto en evidencia todas estas carencias. Y el feminismo sindicalista viene a buscar soluciones colectivas para esos problemas comunes.

“Recuerdo que Ana, de El Ejido -una de las representantes de las envasadoras de Almería-, dijo que ‘la precariedad no nos deja pensar’, y es verdad. Por eso, sacar tiempo de las vidas que tenemos y pensar colectivamente ya es resistencia, por eso, organizarse es empezar a vencer”, apuntó Filigrana.

Después de varios días de escuchar la problemática y estrategias de distintas luchas –riders, trabajadoras de hogar, envasadoras hortofrutícolas o las kellys, entre otras-, la asamblea era ese punto de encuentro, el órgano de decisión. Y el objetivo, caminar hacia una intersindical feminista, un sistema de organización a escala estatal que sirva para que las luchas autónomas de cada territorio y sector puedan aliarse y articularse entre sí. En el plano de lo simbólico, esta puesta en común se empezó a hacer el año pasado a través de las redes sociales, con Riders X Derechos compartiendo las reivindicaciones de Jornaleras de Huelva, por ejemplo.

“Somos sujetos políticos”

Las asambleas dan para mucho. Son un espacio de toma de decisiones, de debate, de puesta en común y de escucha. Es el lugar donde pensar, organizar y emocionarse van de la mano. Los aplausos llenaron la sala en los momentos más álgidos; también las risas y alguna lágrima. “Gracias por atreverse a pensar un feminismo desde la base”, comenzó Antonia Ávalos, del colectivo Mujeres supervivientes del barrio de Pumarejo, en Sevilla. “No estoy en contra de los estudios, pero siento que esas que estudiaron se nos acercan como objeto de estudio. Esto nos excluye, nos victimiza y se nos ve como menores de edad. Ese feminismo no lo quiero y por eso no voy a luchar. La alianza entre mujeres racializadas, con y sin papeles, con ustedes, las europeas que nos ven como iguales, puede tener como destino los feminismos de este país. Tenemos que dar una gran muestra de generosidad y darle al feminismo desde abajo, del amor. Porque nos queremos vivas, no violadas, con calidad de vida. No solo sobreviviendo. Tenemos que hacer alianzas y las podemos hacer”.

María José Barrera, del Colectivo de Prostitutas de Sevilla, fue más concreta: “No somos sujetos de estudio, somos sujetos políticos. Si las de abajo se menean, los de arriba se caen, pero eso será si las del medio quieren. Necesitamos gente que se lea el plan de igualdad y nos diga qué nos atraviesa y qué podemos hacer. Necesitamos formación desde abajo, no desde arriba. Otra cosa que os hemos copiao”, dijo mirando a “las del medio” entre risas. “Nosotras no estamos a favor de la prostitución, estamos a favor de los derechos de quienes ejercen la prostitución”, señaló, diciendo que el debate al respecto es una pelea por “llevar razón”: “Y no lleva razón ninguna, porque aquí la única razón que hay es la puta pobreza que estamos viviendo. Queremos recursos”.

Desde la Plataforma Unitaria de Auxiliares de Ayuda a Domicilio de Asturias, Carmen de Diego explicó que, de los indicadores de pobreza, “excepto no tener tele y nevera”, los cumplen todos. Empezaron a organizarse en 2015 y cuando escucharon la charla del sábado de Valery Alzaga, organizadora sindical chicana-estadounidense y militante por los derechos de las personas migrantes, vieron que, sin saberlo, ya estaban siguiendo ese esquema: “Nos tomamos muy en serio lo de que si no haces política, la harán por ti. Nos pasamos por todos los ministerios, le dimos la vuelta a las leyes, el Ministerio de Trabajo nos tuvo que dar la razón, tuvimos varias reuniones, participamos en la Agenda 2030, y no vimos nada”.

“Cuando hablamos en los medios de lo que nos está pasando, no tenemos que tener miedo. Tenemos que coger la palabra. Tenemos miedo porque no estamos acostumbradas a hablar, porque los tíos han hablado por nosotras. Y otras, también. La escuelita es ponerlas a todas ahí, a las kellys, a las precarias que comparten sus estrategias para que la lucha no la hagamos solas. Nos quieren solas para abusar. Y estamos jodidas, y las que tienen un privilegio van por el camino de joderse también -las risas se escuchaban por la sala y las reivindicaciones de Rafaela Pimentel, de Territorio Doméstico, iban subiendo con los aplausos-. Deberíamos estar todo el día ocupando el Congreso, cortando las calles, como decían las vascas, haciendo movilizaciones. Tengo 61 años y no sé si voy a tener una pensión de mierda. ¡Y no quiero involucrar a mi hijo en que me tenga que cuidar! ¡Quiero elegir quién me cuida, dónde y en qué condiciones!”.

Una articulación fuerte

“Sabemos que nuestro privilegio son los estudios que hemos recibido, y estamos a disposición de que quienes necesitan algo nos lo pidan. Pero necesitamos un plan, identificar qué hace falta, qué necesidades tenéis. Nuestra cultura organizativa es muy débil y necesitamos un plan con estructuras más sólidas”, dijo Marta Malo, de La Laboratoria, mencionando de nuevo el esquema de Valery. También Yolanda de la Torre, de CNT, habló en este sentido de poner los recursos de las organizaciones, como asesorías o formación, al servicio de las trabajadoras. E hizo hincapié en la necesidad de que los sindicatos atiendan al problema de la migración: “No pueden seguir asesorando jurídicamente sin meter esta pata. ¡Hay que exigírselo a los sindicatos que se dicen revolucionarios!”.

Tener acceso a formación y conocer fuentes de financiación es esencial, así como poder acceder a espacios para aquellos colectivos que no tienen uno ni disponen de una figura jurídica que les dé acceso para reservar espacios municipales. Algunos de estos problemas tienen una solución relativamente fácil. Otros, sin embargo, requieren mayor compromiso por parte del movimiento feminista. Así lo recordó la valenciana Marcela Bahamón, trabajadora del hogar e integrante de la Organización Intercultural de Profesionales de Cuidados, AIPHYC. Retomando la propuesta que hicieron el año pasado desde Sindoac, sindicato de trabajadoras del hogar: “Si la excusa para no negociar condiciones sobre el trabajo del hogar y cuidados es que no hay patronal identificada, pedimos a las aliadas de las asambleas feministas que se formen en una asociación que ejerza como patronal”.

La identificación de las necesidades comunes fue dibujando una hoja de ruta con tareas claras y asignación de funciones repartidas para seguir trabajando. Txefi Roco, de la asociación Trabajadoras No Domesticadas y el sindicato vasco LAB, recordó que “los recursos van y vienen” y que lo esencial es fortalecer la articulación. “Nos vamos con la idea de estar en contacto. Es bonito reencontrarnos, las compañeras nos hacen ser fuertes, las diferencias no tienen por qué ser fronteras”.

“La idea de la intersindical feminista es una estructura brillante. Una intersindical feminista con un diagrama de estrella estatal -Valery, cuánto cundió tu charla-, para que se reparta el trabajo. Que el feminismo sea el de las necesidades básicas, el de conseguir la equidad y hasta que lleguemos ahí…”. Los aplausos no dejaron escuchar la última parte de la frase de Tatiana Romero, militante zapatista, pero sería algo así como “no vamos a parar”. Quizá el año que viene hagan falta más museos, más espacios, y el triple de sillas plegables.

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