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Las mujeres en el arte: censura y precariedad

Domingo 7 de enero de 2018

Madrid | 3 de Enero de 2018 Pilar Ruiz CTXT

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De la serie ’De santas a putas’ (2012), obra de Esther García Urquijo sobre dibujo de Leonardo da Vinci.

La actual situación de la mujer en el mercado del arte, la relación del artista con el activismo político, la censura o el Caso Balthus: CTXT se reúne con varias artistas y gestoras del mundo de las artes visuales con diferentes experiencias, edades y perfiles profesionales. Ellas son Diana Larrea (Madrid, 1972), Esther García Urquijo (Madrid, 1985), Carmen González Castro (Granada, 1982) y Marta Pérez Ibáñez (Madrid, 1965).

Diana lleva 20 años de reconocida trayectoria en el mundo del arte; en cambio, Esther acaba de empezar a abrirse camino en él. Carmen también es artista visual y, además de la pintura, trabaja otros lenguajes como el dibujo y la fotografía. Fue profesora de la facultad de Bellas Artes de Granada hasta que decidió volcarse en la producción. Marta, experta especialista del mercado del arte, investigadora, directora de galería y profesora del master de Gestión de Arte de la Universidad de Nebrija, acaba de publicar junto a Isidro López Aparicio un completo estudio sobre la actividad profesional y las condiciones económicas de los artistas en España: La actividad económica de los/las artistas en España (2017), del que se prepara ya una segunda edición. Los datos aportados por el estudio son apabullantes: el 85% de los 1.100 artistas entrevistados, de los que un 83% han expuesto en galerías durante los dos últimos años, no viven de ese trabajo y han de recurrir a otros o a una sucesión de becas, que tampoco garantizan su supervivencia.

Así las cosas, ¿quién puede ser artista? Es decir, ¿quién puede vivir del arte en España?

Marta: La mayor parte de los artistas necesita fuentes de ingreso alternativas; relacionadas con el arte: la docencia, el diseño…. Y otros que se dedican a vender seguros o dependen de los ingresos de sus parejas, sus padres… La mitad de los artistas ganan de todas sus actividades menos de 8.000 euros al año, los que pueden vivir en exclusiva de su producción artística no sobrepasa el 15 %.

Diana: La mayor parte de los artistas no puede. Coincide con la precariedad general y es más grave desde la crisis; sobre todo cuando eres mujer y además, de cierta edad, cuando has dejado de ser “artista emergente”. En mi generación es difícil mantenerse y en el caso de las mujeres es más dramático: se cuentan con los dedos de una mano. La mujer madura es incómoda; conoce sus derechos y está muy cualificada… Un problema.

Esther: Yo creo que sí pero pagando un precio. Todavía estoy empezando, pero claro sabemos que no todos los artistas van a poder vivir de su trabajo. Somos demasiados. Pero supone sacrificar mucha vida personal, no tenemos horario y tienes que invertir mucho tiempo y trabajo sin saber si eso va a funcionar, si alguien va a pagar por ello.

Carmen: Por supuesto que se puede vivir de ello. Otra cosa es que haya un camino preestablecido para hacerlo, y no lo hay. El arte está sufriendo más a causa de la crisis espiritual de una sociedad de dudosos valores que de la crisis económica. Y esto afecta al arte, a la música, al cine, a la literatura y a otras muchas ramas del pensamiento.

¿Cuál es, en general, la situación de la mujer en el arte? ¿Cuál es el papel de los diferentes agentes culturales al respecto?

Marta: Publicaremos en verano otro estudio segmentado sobre la situación de las mujeres en el arte. Como docente de Bellas Artes tengo más alumnas que alumnos. La formación de las mujeres es superior en máster, grados, doctorado…Una mayoría de mujeres jóvenes ha emigrado de España. Los precios de las mujeres son menores, cotizan menos a la seguridad social, el porcentaje de mujeres trabajando en galerías o siendo propietarias es sensiblemente inferior al de hombres; y en esto hay que señalar que las mujeres galeristas son un 25% más proclives a incluir a mujeres artistas en sus carteras. Tienden más a la paridad. Una lucecita de esperanza al final de este túnel del machismo artístico.

Carmen: Sí, es cierto…En el campo del arte emergente empieza a haber algo más de paridad, pero todavía estamos lejos de alcanzarla. Los principales agentes artísticos son hombres y responden a un esquema social que parece del medievo: siguen subestimando la capacidad de la mujer para asumir roles de liderazgo.

Diana: En mi proyecto de Facebook Tal día como hoy” cada día del año, de lunes a domingo, hablo de una mujer distinta del mundo del arte. Llevo ya doscientas. La idea nació de una performance de María Gimeno llamada “Queridas viejas” en la que cogía el manual de Gombrich de Historia del Arte y descubría que desde Altamira al siglo XX no había en él ni una sola mujer artista. María, con un cuchillo, iba metiendo a todas esas artistas que faltaban. Me quedé en shock. Tenía que hacer algo, así que me puse a buscar y empezaron a salir…Mujeres del Barroco, neoclásicas…Tengo 45 años y me entero ahora de su existencia… ¡Qué estafa! ¡Pero si en el Prado hay varios cuadros expuestos de Sofonisba Anguissola todavía atribuidos a Sánchez Coello y no lo quieren cambiar!

Demos pistas… ¿Qué falta y qué sobra en el mundo del arte respecto de la situación mujer artista?

Marta: Sobra machismo. Todavía hay casos en los que las mujeres cobran menos porque se da por sentado que son mantenidas por sus maridos; igual que en cualquier otra profesión. Y falta conciencia de las propias mujeres artistas, de conciencia y de asertividad: esa es la única forma de que nos defendamos mejor. Llevará tiempo.

Diana: Incluso artistas reconocidas y que venden mucho muestran un perfil bajo. Un perfil de “no molestar”. Yo creo que falta de todo…Ya ser artista español es una lacra, seas hombre o mujer. Si el pastel es muy pequeño y las mujeres reclamamos un trozo, eso supone que los hombres tienen que renunciar a una parte de lo poco que tienen. Y no quieren. Pongo un ejemplo de cómo se “reparte” el espacio: en la Casa Encendida hay dos exposiciones monográficas de dos autores vivos contemporáneos: el montaje de Marcel Dzama está en las dos salas grandes de arriba y es impecable: hay de todo, murales, vídeos; entra por los ojos. Pero su obra es ilustración y resulta poco interesante. El de la brasileña Anabella Geiger, cuya obra es mucho más arriesgada, intensa y reflexiva, está abajo, en una sala pequeña y a oscuras, mal montada…

Esther: Yo creo que falta un mercado, es normal que la mujer salga del mercado español buscando un hueco en otro lugar. Y si añadimos las diferencias de visibilidad entre hombres y mujeres y que a una parte la exponen más que a la otra…

Carmen: Para disfrutar del arte no deberíamos poseerlo. Falta que las instituciones y los museos públicos y después las empresas privadas, posibiliten la existencia del arte contemporáneo, bien comprando, bien dotando de financiación a proyectos artísticos. Supongo que en una sociedad gobernada por bancos, pasa por ellos nuestra supervivencia.

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El Triunfo (Diana Larrea, 2015). Intervención en la Torre de Can Cos durante el evento Art Nit de Campos (Mallorca).

La obra de Diana Larrea no esquiva la temática política; es muy conocida por sus intervenciones urbanas que tocan temas diversos, como la corrupción, la violencia institucional y por supuesto, la desigualdad a la que se enfrenta la mujer. Como en The Wrong Project (2012) realizado en co-autoría con la artista Tamara Arroyo; el video homenajea a las mujeres artistas que, cuando están a punto de cumplir 40 años, sienten la necesidad de seguir una terapia de autoayuda para afrontar sus miedos y poder continuar dedicándose a la profesión artística.

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Fotograma de The Wrong Project (2012), de Diana Larrra.

¿Tiene el artista una responsabilidad pública, política ante la sociedad? ¿Es el arte siempre político o no?

Marta: Todo arte es político. El arte contemporáneo nace de la necesidad del artista de transmitir su visión del mundo; y nace de la necesidad de la sociedad de tener esa visión, esa impresión del mundo que nos rodea, donde la política, la economía está en ebullición permanente. A favor o en contra. La sociedad debe exigir al artista que transmita eso.

Esther: Como artista, siempre intento plantear preguntas, interrogantes. Cómo puedo hacer que los demás se lo pregunten a sí mismos también.

Diana: Por supuesto que sí. Pintar ovejitas en un prado también es arte político: arte conservador.

Carmen: Pues yo creo que hablar de la responsabilidad política desde el arte, darle ese poder, es ingenuo. Más de cien años después de que comenzasen las primeras experiencias al respecto, su falta de efectividad está más que probada. No es más que un tema entre muchos, como también lo es un Cristo pintado y no por no ser religioso un espectador debería disfrutarlo menos. Confundir el referente con lo representado, es decir, el mundo de símbolos que es el arte, es lo que nos lleva a estas conclusiones, en el mejor de los casos, y, en el peor, a censurarlo por indecente o inmoral… Exactamente como en el caso Balthus en el Metropolitan.

Carmen se refiere a la reciente polémica que traspasó todas las fronteras convirtiéndose en tema de artículos, columnas y tertulias: una petición en internet había sumado miles de firmas reclamando al museo que dejara de exhibir la obra Therese Dreaming (1938), de Balthus, que muestra a una muchacha reclinada y con la ropa interior a la vista. Una postura que algunos visitantes consideraron “sexualmente sugerente”.

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Therese Dreaming (1938), de Balthus.

“Dado el clima actual sobre abusos sexuales y el creciente número de acusaciones que se hace público cada día, exhibiendo esta obra para las masas el Met da una visión romántica del voyeurismo y la cosificación de las menores”, se podía leer en la petición. El museo rechazó de plano la censura y zanjó la polémica con una declaración en la que defendía la obra de arte. “El arte visual es uno de los medios más relevantes que tenemos para reflexionar tanto sobre el pasado como sobre el presente y para fomentar la constante evolución de la cultura a través del debate informado y el respeto por la expresión creativa.”

Visto lo ocurrido con el caso Balthus en el Metropolitan, ¿creéis que en el siglo XXI estamos ante un nuevo tipo de censura?

Marta: Alta cultura, baja cultura… Esos dos conceptos andan siempre revoloteando ahí… Es que el arte desde sus inicios pertenece a una élite social, no al común de la sociedad. Puede que desde Altamira. Y esa élite lo ha utilizado para comunicar a la sociedad todo tipo de mensajes, el arte de propaganda. Dicho esto, el arte no está hecho para todo el mundo, sobre todo el arte desde las Vanguardias del siglo XX. Todavía hay gente que no entiende “Las señoritas de Avignon”. No quiero esas mujeres, quiero las de Rubens y Tiziano. Pero esas mujeres están desnudas, y Dánae recibe la lluvia de oro, ahí despatarrada… ¿Qué diferencia hay con la obra de Balthus? Todas son obras de temática y contenido sexual, erótica, como las de los mitos clásicos. La belleza o la sordidez está en el ojo del que mira.

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Danáe y la lluvia de oro (2015), de Carmen González Castro.
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Monstruos del Deseo. Escultura de Esther García Urquijo (2014).

Diana: A mí molesta mucho el discurso feminista unificador, porque esta chica pedía que retiraran el cuadro en nombre de “todas” las mujeres. Por otro lado está la visión de objeto que da la publicidad, que sí que hace un uso mercantilista de la mujer… Es un tema complicado.

Marta: Pero el Met ha dicho que el cuadro va a seguir ahí: Balthus está en la Historia del Arte y aunque usted crea lo contrario ese cuadro no es ofensivo. Y si no le gusta, no venga al museo. Viene de maravilla para entender y conocer a Balthus, dentro de su contexto histórico. A mí toda esta polémica me parece de perlas.

¿Tienen responsabilidad los medios de comunicación en todos estos temas: precarización, modelos culturales, censura, discriminación de la mujer en el arte y la cultura?

Marta: Mucha y muy gorda. Menos mal que se están dando cuenta de la existencia de las mujeres artistas. Que haya mujeres periodistas, bloggers, comisarias, galeristas…pues sí ayuda. Otra lucecita al final del túnel.

Diana: Yo no estoy muy de acuerdo, sobre todo en el caso de las galeristas. Creo que todo galerista está más preocupado por la rentabilidad económica y cuando le dicen que las artistas mujeres no se revalorizan, no se arriesga. Solo le interesa vender.

Marta: Pero tened en cuenta de que la mujer también está empezando a destacar como coleccionista. Y eso puede cambiarlo todo, porque tiene características propias y compra con otros criterios.

Carmen: Creo que no se puede hacer entender al público en general por qué hay que pensar en el arte si no hay una renovación total del sistema educativo donde las humanidades recuperen posiciones y se enseñe la importancia de la cultura. Sin el arte, perdemos una parte de información fundamental para dar respuesta a muchas preguntas y llegar a entender cuál es su lugar en el mundo y en el transcurrir de los siglos. Es un registro, como la arqueología. Omitir esa información –y eso es responsabilidad de los medios de comunicación– es enviarnos al cajón del olvido, y esto es el principio de la amnesia absoluta en la que vivimos. Sin el arte contemporáneo nos estaremos deshumanizando.

Diana: Ese tratamiento banal, superficial y de caricatura que se da al arte contemporáneo en la televisión, cuando informan sobre ARCO, por ejemplo; haciendo un guiño al que está comiendo en casa, que se supone que lo que quiere oír es eso de “mira estos vividores…” ¿Por qué lo hacen?

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