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La comparsa feminista que ha roto el techo de cristal del carnaval de Cádiz

Lunes 6 de junio de 2022

Un repaso por la trayectoria femenina en el carnaval gaditano, que este año se culmina con la primera agrupación de la historia integrada y escrita exclusivamente por mujeres, que además se ha clasificado para la final en el Gran Teatro Falla y ha quedado cuarta.

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La comparsa We can do... Carnaval. — Román Ríos / EFE

EL PUERTO DE SANTA MARÍA0 - JORGE DECARLINI Público

Al concurso de agrupaciones carnavalescas que se celebra anualmente en Cádiz nadie puede negarle su aspiración contestataria y reivindicativa, ni su amplia mayoría progresista, pero también es cierto que determinados avances sociales tardan en reflejarse sobre las tablas del Gran Teatro Falla. Todavía se cantan y aplauden algunas letras que suenan a antiguo y huelen a cerrado. Una de las materias donde más se evidencia ese desfase es el papel de la mujer.

La edición de este año, que debido a la pandemia acaba de celebrarse fuera de su habitual fecha de febrero, ha registrado algo inédito: al menos un grupo con presencia femenina se ha clasificado para la final en las cuatro modalidades que compiten —coros, comparsas, chirigotas y cuartetos—. "Lo aplaudo y me siento orgullosa de las mujeres que han dado ese paso, pero tampoco quiero lanzar las campanas al vuelo porque 2022 me parece un año muy tardío". Habla Mirian Peralta, periodista más que familiar para quienes siguen las retransmisiones televisivas del certamen. "Llega tarde en comparación al nivel de representación que hemos alcanzado en otros ámbitos de la sociedad".

El camino de la mujer en el carnaval clásico cuenta con hitos tan escasos que pueden listarse casi al detalle. En 1914, año en el que las agrupaciones ya contaban con un dilatado recorrido, un grupo íntegramente femenino desobedeció las convenciones de la época con Las petit’s criollas, en cuya autoría participó toda una leyenda de la primera mitad del siglo XX: Manuel López Cañamaque. En una foto que se conserva de aquella agrupación, donde seis mujeres y una niña posan con un sombrero, puede leerse una inscripción: murga feminista. Llegaron a actuar hasta en el madrileño Circo Price.

La comparsa "Después de Cádiz, ni hablar" en el escenario anoche durante la final del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas en el Gran Teatro Falla de Cádiz, en el primer concurso tras eliminarse las restricciones por la pandemia de coronavirus.

Tuvieron que pasar catorce años, hasta 1928, para que aparecieran Las trovadoras modernistas (conjunto coral de señoritas), que no obtuvieron permiso para cantar por las calles gaditanas pero que lo hicieron igualmente. Para encontrar a la primera mujer en subirse al escenario del Falla hay que remontarse hasta Alfonsa Jiménez, que lo hizo en 1959 con Los granaderos del reino, coro de Puerto Real. Desde entonces, las participaciones femeninas fueron muy esporádicas, y casi siempre en minoría absoluta, como la comparsa de 1969 Mary Poppins y su conjunto, con una sola mujer en el papel de institutriz. Aquel mismo año supuso una excepción El Show de Wald (las sirenas gaditanas), de mayoría femenina y escrita por otro nombre reconocido, Agustín González El Chimenea.

En 1980 llegó una verdadera anomalía: una chirigota íntegramente femenina. Las molondritas revolucionaron la ciudad, y tuvieron que soportar infinidad de críticas, al igual que sus maridos, carnavaleros que ayudaron con la letra y el aprendizaje de los instrumentos. El Ayuntamiento las invitó a actuar en la final, cantaron también en diversos actos y municipios, y aparecieron en un reportaje de TVE. Hoy, cuatro décadas después, ninguna chirigota como aquella ha vuelto a pisar las tablas del Falla.

En 1981 irrumpió la primera agrupación con un número importante de mujeres en gozar de fama y reconocimiento sostenido. El coro mixto, como se le bautizó, logró varios premios, y por primera vez un nombre de mujer se ligaba a la autoría: fue Adela del Moral, que se encargaba de la música.

En cuartetos, no fue hasta mucho después, en 2007, cuando apareció Una locura, según las escrituras, escrito por un referente en esa modalidad, Fernando Casas el Batidora, pero interpretado por cuatro mujeres. Lograron pasar a semifinales.

El período en el que se ha normalizado la participación femenina coincide con los trece concursos que Mirian Peralta lleva a sus espaldas como presentadora. "Ha sido algo absolutamente progresivo, no es que las mujeres hayan aparecido de repente de la nada". Cuestionada por algún indicador que ejemplificara ese cambio, responde: "Por ejemplo, la incorporación de Milián Oneto a una comparsa cabeza de serie, la de Jesús Bienvenido, que luego fue primer premio. Y algo significativo: a los coros se les dejó de llamar mixtos, ya todos son simplemente coros".

En esta última etapa se han multiplicado las comparsas con mayoría de mujeres sobre el escenario, aunque para completar la quincena de integrantes solían recurrir a hombres: bien para las segundas —las voces más graves, y así compensar el sonido agudo que muchos aficionados criticaban—, bien para la instrumentación, que en esta modalidad se compone de caja, bombo y tres guitarras.

El pelotazo

Pero, sin lugar a dudas, la gran asignatura pendiente en todas las modalidades era —sigue siendo— la autoría.

Marta Ortiz —pedagoga, bailaora y profesora de danza— se ha encargado este año de la letra y la música de la comparsa We can do... Carnaval!, y su debut no podría haber sido más exitoso. Si ya era remarcable convertirse en la primera agrupación gaditana integrada y escrita exclusivamente por mujeres, encima han dado el pelotazo llegando a la final y conquistando el cuarto premio. En todo el concurso, solo ella y Patricia Olazábal participaban como autoras, aunque Olazábal comparte la responsabilidad con varios autores.

"Es un porcentaje irrisorio —asegura Ortiz—. Decía Virginia Woolf que una mujer, para escribir, necesita dinero y una habitación propia, y esa frase es maravillosa para extrapolarla al carnaval. Una habitación propia como metáfora de la necesidad de tiempo, de intimidad, de espacio. Eso en la mayoría de los casos no se da, porque estamos fagocitadas por las obligaciones opresoras del día a día. La mujer actual tiene que estar formada, trabajar fuera y encargarse del trabajo interno, los cuidados de la casa y los hijos... ¿Me puede explicar alguien de dónde saca una mujer tiempo para escribir un repertorio?".

La periodista Mirian Peralta añade otro factor: la autoexigencia. "Las mujeres nos vemos más cuestionadas por imposiciones de la sociedad, y eso probablemente haya retrasado la llegada de autoras". Marta Ortiz lo refrenda: "Esa es otra, nosotras tenemos que lograr la excelencia. Oye, pues la mediocridad es estupenda también, forma parte de la vida. Hay autores muy malos, malos, regulares, buenos y brillantes. Ojalá se llene el Falla de autoras malas, regulares y muy buenas".

Como sabe cualquiera que haya visitado Cádiz en esas fechas, el carnaval se divide en dos vertientes: la oficial, en el teatro, y la callejera, donde las agrupaciones no están sujetas a reglamentos ni a repertorios estipulados. Ahí ya hace tiempo que las mujeres gaditanas alcanzaron protagonismo, hasta convertirse en algunas de las chirigotas más buscadas por los aficionados. Pero actuar en el Falla supone exponerse mucho más a las críticas, que pueden ser feroces, y requiere redoblar los ensayos para perfeccionar aspectos como la afinación y la instrumentación.

Para We can do… Carnaval! no ha sido fácil. "Nos ha costado mucho. Por ejemplo, mi compañera Raquel solo sabía tocar con la guitarra canciones infantiles, y mi compañera Chari apenas había cogido el bombo alguna vez para experimentar. Pero las dos se han puesto las pilas". Ambas han aprendido de forma autodidacta: viendo vídeos, ensayando incluso en fines de semana y vacaciones. Su autora presume: "Han hecho un trabajo impresionante, y además han puesto sobre las tablas una evidencia: para hacer carnaval no hace falta la excelencia. Mi admiración para quienes lo hacen así, porque eso también es evolución, pero nunca hicieron falta esos punteados de guitarra tan largos, aunque sean preciosos, para decir cosas. Si yo tengo que puntear como Pacoli —veterano y multipremiado guitarrista—, que lo hace de maravilla, a lo mejor no salgo en la vida".

Así se plantaron en el Falla: con descaro y mucho esfuerzo, sacando tiempo de donde no lo había y convencidas de la idea que tenían entre manos. Para el nombre y el tipo —disfraz— se inspiraron en un cartel estadounidense originario de la Segunda Guerra Mundial y popularizado luego, en los años ochenta, al ser adoptado por el movimiento feminista. Con ese We Can Do It! siempre presente se estrenaron en la fase de preliminares, y no desaprovecharon ni una de las piezas del repertorio para transmitir su mensaje. A lo largo del concurso han cantado seis pasodobles —la composición más representativa y valorada de su modalidad—, cuyas temáticas pueden resumirse así: critica a la equidistancia política; apoyo a La predicadora, una comparsa mayoritariamente femenina que no pasó a semifinales; confrontación de las cifras de violencia de género con el porcentaje de denuncias falsas; narración del regreso nocturno a casa de una mujer; ánimo a otras compañeras para que escriban más agrupaciones; y abordar la prostitución poniendo el foco en el putero.

Perspectiva de género

"Eso es perspectiva de género, algo que era muy necesario en el concurso", explica la presentadora de Onda Cádiz. "El hombre puede sentir empatía, y yo lo aplaudo y lo agradezco, pero la voz de una mujer siempre va a ser diferente. Nunca va a escribir igual quien no se ha sentido víctima de acoso o violencia, quien no lo ha vivido en sus carnes, o en amigas y familiares". El reverso del discurso son los cuplés, la parte humorística, ahora también escritos desde ese enfoque. "Cuando se cantan palabras como polla, nabo o carajo nadie dice que son malsonantes, pero si escuchamos la palabra jigo a ellas las acusan de bordes o arrabaleras porque se supone que suenan peor en la boca de una señorita —defiende Peralta—. Es hora de quitarse esos clichés. No pedimos una mirada especial para la mujer, solo la misma que para los hombres, ni peor ni mejor".

Mientras interpretan su presentación, las componentes de We can do... Carnaval! llevan a cabo un gesto simbólico: desabrocharse una banda cruzada sobre el pecho, al estilo de los certámenes de belleza. En el carnaval gaditano se realizaba una elección muy similar, la de una diosa y su cortejo de ninfas. Solo en ese rol ornamental alcanzaba la mujer reconocimiento en la fiesta —y en labores artesanales, como la costurera Pepi Mayo—. Por eso ahora se despojan de esa banda: ya no son ninfas, son comparsistas. La figura de la diosa del carnaval fue suprimida en 2017, otro signo inequívoco de que los tiempos, poco a poco, van cambiando.

"Yo fui ninfa en 2007, con 18 años —desvela Marta Ortiz—. Recuerdo que había algo interno que me decía que aquello no me gustaba, y no podía expresarlo porque no tenía la cultura, ni la madurez, ni el empoderamiento necesario. No entendía por qué me sentía así, me enfadaba conmigo misma, hasta que explotó. Hasta que lo entendí. Hasta que estudié, hasta que leí, hasta que me hice activista y salió todo".

La autora confiesa que hace unos años ni se planteaba poder sacar adelante una agrupación. Y cuenta una anécdota reveladora: "Con seis años yo canturreaba todo. En la calle de la Palma, en un restaurante que se llamaba Ca Felipe, el dueño me pedía que le cantara. Yo me sabía todos los cuplés, y el hombre, que en paz descanse, que era un encanto de persona y no tenía culpa de nada, me decía: tú vas a ser diosa del carnaval. Ese era el referente. Yo podía ser diosa, pero no participar".

Hoy Marta Ortiz y su comparsa se han convertido en esa referencia que antes no había, aunque ella no quiera arrogarse demasiados méritos. "Yo no soy pionera en absolutamente nada, no queremos ser adalides, solo estamos recogiendo el fruto de valientes que han abierto el camino". Ese respeto a sus predecesoras también lo aplica en lo personal, como demuestra la elección de su nombre artístico, con el que firma la comparsa: Mar Muñoz. "En casa yo siempre he sido Mar, así me llaman mi madre y mis hermanos. Y Muñoz es el apellido de mi abuela; ella y mi madre son mujeres ávidas de cultura, muy inteligentes y rebeldes, y gracias a ellas yo me he constituido como ahora soy. Es una forma de decir: esto es para vosotras, aquí estáis conmigo, porque ellas no han podido". Pero Ortiz y sus compañeras sí han podido. Y tanto que han podido. Ya son, para siempre, las primeras en pisar el escenario del Falla en la última noche de concurso. "Con eso hemos roto de una patada el techo de cristal, y encima con un mensaje feminista", asegura. Eso sí, en varias de sus respuestas reincide en una idea: aún queda mucho por recorrer.

Una cuestión donde existe amplio margen de mejora es el tratamiento que la mujer recibe en las letras escritas por hombres. En este mismo concurso, la joven comparsa Después de Cádiz, ni hablar, que también ha logrado pasar la final y ha obtenido el segundo premio —y que cuenta con una mujer entre sus filas—, cantó un pasodoble que daba la vuelta a versos clásicos cuyo contenido hoy rechina. Para Mirian Peralta "es una cuestión generacional. El piropo a la gaditana, que formaba parte de cualquier repertorio en los ochenta, ya no está hoy en día. Hemos aprendido que la mujer no necesita que nos digan guapa, bonita y galana. Afortunadamente, las nuevas generaciones ya lo tienen asimilado".

Con vistas a un concurso más igualitario, es obvio que este 2022 ha supuesto un paso de gigante. Y para que no haya marcha atrás en ese camino, Peralta confía en la cantera: "En las agrupaciones infantiles y juveniles, las niñas están al mismo nivel de representación que los niños, y eso nos permite pensar en un futuro inminente de normalización absoluta en la categoría de adultos". Marta Ortiz coincide, aunque matiza: "Hasta ahora hemos visto muchos grupos de mujeres en juveniles, pero luego crecen y ya no las veo, se disipan. Y en la cantera siguen faltando autoras, pero me gustaría destacar a Beatriz Aragón". Las mujeres que en el futuro escriban agrupaciones guardarán en la retina la actuación de la comparsa de Marta Ortiz el pasado viernes. La final del Falla se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en una cita que congrega multitudes frente a la pantalla, y no solo en Cádiz, sino en toda Andalucía y en cada vez más rincones de España.

"Meterse en la final significa mayor repercusión del mensaje, más transgresión y más trascendencia, y para mí ese es el primer premio: que llegue a las niñas y mujeres que están en casa para que puedan animarse. Eso es lo más grande, porque lo hemos hecho para eso. Nuestra comparsa no era un medio para nada, ni para ganar dinero, ni para ganar un premio ni fama, nuestra comparsa era un fin en sí misma. Y eso creo que lo hemos conseguido".

En 2016, el tristemente fallecido Juan Carlos Aragón escribió con su clarividencia habitual sobre la emancipación femenina. Seis años después, las integrantes de We can do... Carnaval! han convertido esa letra en realidad:

Si la mujer quiere, en los carnavales,

ser algo más de lo que siempre fue,

ha llegado ya la hora de soltar amarras.

Que en su comparsa y en su chirigota

nunca haya nadie que no sea mujer,

y que cargue con la caja, el bombo y la guitarra.

Que nadie escriba por ella,

ni la musiquen por nada,

que las canciones más bellas

son las que salen del alma.

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