Un día como hoy, hace 120 años, el atropello cometido por la clase burguesa norteamericana, nos dejó la gloriosa conmemoración del 1 de Mayo como el Día Internacional de la Clase Trabajadora, cuando en el año 1886 en la ciudad de Chicago más de 200.000 trabajadores organizaban una huelga por la consecución de una de las reivindicaciones más importante de los trabajadores: la jornada laboral de 8 horas, bajo la consigna “¡8 horas para el trabajo, 8 horas para el sueño y 8 horas para la casa!”.

De esta manera, en medio de violencia y represión en contra de las manifestaciones, se encendió la llama que llevó al periodista Arbeirter Zeitung a hacer una proclama con frases como “Trabajadores, la guerra de las clases ha comenzado… Es preferible la muerte que la miseria. ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!”

Así, efectivamente los obreros del naciente país imperialista se enfrentaban por primera vez a sus patrones por lo que era justo, dejando el más profundo sentimiento de lucha y la conciencia de clase que se despertó en centenares de miles de trabajadores en todo el mundo y que se mantiene con la misma fuerza en la lucha obrera internacional.

Las batallas de los trabajadores a lo largo del tiempo y en todas partes del planeta demuestran que el proletariado, lejos de apaciguarse, está dispuesto cada vez más a enfrentarse a la opresión del sistema capitalista, agresor de la dignidad humana.

Los ejemplos del movimiento cooperativista argentino con la ocupación de la fábricas cerradas y la expropiación de las mismas a los antiguos dueños para reactivar la economía que ha sido más fuertemente abatida por la crueldad del neoliberalismo en América Latina, es clara muestra de que el control obrero sobre los medios de producción es una de las formas de conseguir una sociedad justa y humana. Asimismo, la ardua lucha del pueblo en armas colombiano y su campesinado nos obligan a entender, cada vez más claro, que la lucha de los pueblos y los trabajadores es inseparable, pues sólo juntos podremos combatir con éxito la tiranía imperialista y la violencia fascista.

También en Europa los trabajadores se levantan en Francia y responden con voz alta ante un contrato laboral que atenta en contra de cualquier posibilidad de avance. Y mucho más importante que lo todo lo anterior y aún más maravilloso, se levantan desde Venezuela de nuevo las banderas del socialismo y se le da al mundo la esperanza que parecía perdida de construir una sociedad justa, una sociedad en donde todos tengamos iguales derechos y condiciones.

Hoy, en un contexto mundial en el que cada día se agudizan las contradicciones entre los de arriba y los de abajo, en un momento en el que la crisis del capitalismo mundial es inminente (en lo económico, político y ecológico); los trabajadores del mundo estamos llamados a hacer la diferencia.

La crisis energética, y los cambios en las correlaciones de poder en lo internacional amenazan al imperio norteamericano y lo colocan en una situación que, para ellos, sólo tiene una salida: la arremetida fascista en contra de los pueblos del mundo. Es por ello que ha llegado nuestra hora. Nosotros, los trabajadores, debemos asumir con toda la fuerza combatiente la lucha antiimperialista, por la liberación de nuestra clase y en contra de la opresión fascista internacional y la explotación de los patrones.

Este es nuestro momento, si ya la guerra ha comenzado ahora es la hora de ganarla. Hoy más que nunca gritemos con todas nuestras fuerzas:

¡Proletarios del mundo, Uníos!

Utopía
Revolución en la Revolución
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