Utopía // 15 de julio de 2005

Declaración del IX Seminario Internacional Problemas de la Revolución en América Latina. Quito, 15 de julio de 2005

Los pueblos y los revolucionarios marchamos con el viento a nuestro favor

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Las organizaciones participantes en el IX Seminario Internacional Problemas de la Revolución en América Latina, efectuado en Quito, alentadas por los progresos de la lucha de los pueblos, ratificamos nuestro compromiso revolucionario con la historia, con nuestros pueblos y con el proletariado internacional y nos unimos en torno a la siguiente Declaración:

Si se precisa condensar en una frase lo que ocurre con la humanidad en la actualidad, podemos afirmar que ésta vive en un mundo convulsionado. Las manifestaciones son diversas: una crisis general del sistema capitalista, una nueva ofensiva militarista y terrorista por parte del imperialismo norteamericano en contra de los pueblos, el desarrollo y ampliación de la lucha de los trabajadores y los pueblos en todo el planeta, entre otros aspectos.

De la anunciada estabilidad, prosperidad y consecutivo progreso económico previstos años atrás por los ideólogos y economistas de la burguesía, solo queda la tinta sobre el papel. Repetidas y agudas crisis económicas, financieras y monetarias se producen en diversas regiones del planeta, afectando no solo a los puntos en donde estas estallan, sino a regiones enteras. Además de las economías débiles, también las de los países capitalistas más desarrollados son afectadas, las cuales, por vez primera en casi tres décadas, simultáneamente enfrentan procesos recesivos, poniendo en evidencia las grandes dificultades por las que atraviesa el sistema capitalista.

Se trata de una crisis general, terminal, que se expresa en todos los terrenos, en la economía, en la política, en la ideología, esto es, en la estructura y superestructura del sistema capitalista, y dada la naturaleza de éste, de sus contradicciones intrínsecas, no podrá ser resuelta si no se pone fin al régimen de explotación asalariada.

Toda vez que se trata de una crisis de sobreproducción relativa de mercancías, la burguesía ha buscado resolverla a través de la “destrucción forzada de gran cantidad de fuerzas productivas, de la conquista de nuevos mercados y la explotación mayor de los que ya posee”, y aún así no logra salir de la crisis cíclica, pues, las dificultades son cada vez mayores, mientras los períodos de oxigenación pequeños y a veces fugaces.

Los monopolios y países imperialistas actúan con esa lógica. A pesar de que el planeta ha sido repartido o tomado por aquellos creando zonas de control o influencia, pugnan por un nuevo reparto del mundo, por expulsar a la competencia y enseñorearse en nuevos mercados.

La disputa entre los países imperialistas y sus bloques económicos está presente en todo momento y en todos los escenarios. El mundo es testigo de una intensa pugna interimperialista, que se expresa en las contradicciones políticas y económicas visibles en los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas o la Organización Mundial del Comercio. En el marco de esas contradicciones se entiende el apresuramiento de EEUU por intervenir en Irak y Afganistán, sin contar con el aval de sus aliados, lo que devino en el desarrollo de guerras nacionales de esos pueblos y el empantanamiento del imperialismo norteamericano en esas regiones.

En el propósito de apoderarse de nuevos mercados y defender sus zonas de influencia, las potencias capitalistas concretan acuerdos comerciales y económicos dando origen a bloques como la Unión Europea, la Asociación de países del Sudeste Asiático, y en esa lógica está el interés estadounidense de crear en América un bloque comercial a su servicio. Por cierto, la constitución de estos bloques no anula las contradicciones que en su interior se presentan.

Ninguno de los adelantos tecnológicos y científicos que la humanidad ha vivido en estos años ha transformado las leyes económicas fundamentales del sistema capitalista-imperialista y sus contradicciones; de hecho, la internacionalización del capital tiene connotaciones mayores que en el pasado y se ha articulado un mercado capitalista mundial, siempre controlado por los monopolios internacionales, por el cual circulan libremente las inversiones extranjeras y el capital financiero especulativo.

La existencia del imperialismo como fase superior de desarrollo del capitalismo es una realidad, sus rasgos característicos se presentan en varios países otorgándoles la condición de imperialistas. De todos ellos, es el imperialismo estadounidense el más poderoso, el más agresivo y rapaz; con su fuerza militar ha logrado convertirse en la potencia hegemónica y actúa para preservar esa condición.

El mundo entero es testigo de la agresividad con la que aquel actúa. Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 les sirvieron de pretexto para desatar una nueva ofensiva política militar, no solo para apoderarse de las riquezas hidrocarburíferas y gasíferas en el Asia Central y Medio Oriente, sino para controlar política y militarmente esas regiones por el valor estratégico que también encierran y consolidarse como gendarme del mundo. Mas, tal agresividad no es demostración de su fortaleza y vitalidad, sino de su debilidad. El imperialismo yanqui tiene en la guerra una válvula de escape para enfrentar su aguda crisis y un lucrativo negocio para su industria de guerra.

El guerrerismo imperialista ha desatado una ola de protestas en todo el mundo. Un gran movimiento en contra de la guerra condena la política de Bush y sus aliados, en el que se abren espacio las consignas y posturas antiimperialistas y revolucionarias; así ocurre también en medio de las acciones desplegadas por los movimientos en contra de la globalización, en los que la influencia del pensamiento socialdemócrata aún es significativa. Las banderas en solidaridad con la heroica lucha armada de liberación nacional que libra el pueblo Irakí que propina duros golpes a la ocupación imperialista flamean en todo el orbe, al igual que lo hacen a favor del derecho a la autodeterminación del pueblo palestino que resiste la embestida del sionismo israelí.

El enfrentamiento al neoliberalismo ha identificado el accionar de los pueblos en escala internacional; la lucha en contra de las privatizaciones, de los proyectos anexionistas del imperialismo, por la defensa de los derechos políticos y nacionales, de las riquezas naturales y el medio ambiente, en contra de la presencia de bases y tropas acantonadas en más de cien puntos en el planeta, etc. son una constante. El anhelo de cambio recorre la conciencia de los pueblos; en su búsqueda han destituido gobiernos como en Ecuador, Bolivia y Argentina; se han pronunciado electoralmente a favor de propuestas políticas progresistas y democráticas que han presentado programas contrarios a las recetas fondomonetaristas, idenpendientemente del curso actual que han tomado esos gobiernos. Apoyado en esa misma corriente se sostiene el gobierno del Presidente Hugo Chávez, en Venezuela, que a despecho de la administración Bush, cada día radicaliza sus posturas políticas, por lo que ha cosechado la simpatía y el respaldo de los pueblos de América y el mundo. El imperialismo estadounidense y la burguesía colombiana han fracasado en el objetivo fundamental del Plan Colombia, derrotar a la guerrilla, pues, ésta se fortalece con el desarrollo de la lucha de masas en su país y con el aliento que le brindan los pueblos. Por igual ha fracasado en el intento de sojuzgar a Cuba, que se mantiene firme como bastión antiimperialista en América.

La clase obrera, fuerza fundamental de las transformaciones sociales revolucionarias, se abre camino y recupera posiciones en los ámbitos ideológicos y organizativos, tras haber sido blanco principal de una brutal ofensiva ideológica burguesa en los años precedentes. En Europa, Asia, América, el despertar del combate del proletariado renueva la confianza en la proximidad de mayores y definitivos combates de los explotados en contra del capitalismo.

En el continente africano sus pueblos mantienen la lucha en contra de la dominación colonial.

En la lucha general que levantan los pueblos, destaca la participación combativa de la juventud, sensible para hacer suya las reivindicaciones sociales y políticas de los pueblos.

Por la naturaleza y contenido de su programa, la revolución social es internacional, mas, en su forma ha asumido la condición de un movimiento nacional. Tenemos que derrotar a la burguesía y al imperialismo en nuestros respectivos países, sin descartar la posibilidad de que se presenten estallidos en ámbitos más generales.

Por supuesto, la revolución no es un fenómeno político social que se produce de manera espontánea, su desarrollo y triunfo obedecen a la maduración de condiciones de índole objetivo y subjetivo; sobre éstas últimas tenemos posibilidades de actuar para acelerar el proceso. La revolución es una necesidad, es una responsabilidad en la que trabajamos para llevarla a la victoria.

Los trabajadores y pueblos de los países dependientes enfrentamos a un enemigo común: el imperialismo, llámese como se llame, y la conquista de la auténtica liberación nacional y social demanda la ejecución de una justa política de independencia de clase, sin caer en la trampa de apoyarnos en un imperialismo para combatir a otro, lo que no anula la necesidad de aprovechar revolucionariamente las contradicciones interimperialistas que se presentan.

En el combate al imperialismo trabajamos por constituir un Frente Antiimperialista, que se manifieste en la acción, en la lucha de todas las fuerzas y sectores sociales sojuzgados por el imperialismo, que debe expresarse –y de hecho así ocurre- en las acciones locales e internacionales; en los combates y tareas conjuntas que lleva el movimiento obrero, los campesinos, la juventud, las mujeres, etc. Bregamos por unir a las fuerzas sociales y populares en cada sitio, a todos aquellos que sienten y rechazan la opresión del imperialismo; no es una responsabilidad exclusiva de los revolucionarios, pero de hecho nos corresponde asumir el papel más dinámico para su concreción. Esas acciones deben proyectarse, y trabajamos para ello, para que se expresen en manifestaciones organizativas de coordinación en escala nacional e internacional. Todas esas acciones organizativas, en un proceso, deberán confluir en un gran frente de los trabajadores y los pueblos que derrotará la dominación del capitalismo abriendo el sendero de la revolución y el socialismo.

Es una realidad que la influencia de la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero y popular es predominante; las corrientes socialdemócratas y reformistas han conducido a la asunción, por parte de aquel, de posturas pacifistas y conciliadoras. Si no derrotamos en todos los terrenos a los enemigos de la revolución no será posible llevar a la victoria la revolución social del proletariado. Es nuestra responsabilidad ganar a la clase obrera y a los pueblos para la política revolucionaria, para que marchen por el sendero que históricamente le corresponde dirigir al proletariado internacional.

Por ello, y más, sostenemos que vivimos en un mundo convulsionado. En general, el tiempo de la acción defensiva de las organizaciones políticas revolucionarias y de los pueblos ha quedado atrás; hemos avanzado estamos en mejores condiciones que en el pasado, vientos revolucionarios soplan en el mundo, y la aurora del nuevo día la empujamos hacia delante.

Partido Comunista Revolucionario de Argentina

Partido del Trabajo de Bélgica

Partido Comunista Revolucionario de Brasil

Partido Comunista de Colombia (Marxista Leninista)

Partido Comunista de México (Marxista Leninista)

Partido Comunista Peruano Marxista Leninista - Bandera Roja

Frente Democrático Popular del Perú - FEDEP Partido Comunista del Trabajo de República Dominicana

Movimiento Independencia Unidad y Cambio – República Dominicana

Organización Utopía de Venezuela

Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador

Movimiento Popular Democrático

Juventud Revolucionaria del Ecuador


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