Utopía // 21 de julio de 2005

Globalización, Lucha Interimperialista

Crisis del Capitalismo y Unidad Latinoamericana

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Ese fenómeno que se nos ha dado a conocer como Globalización, que pareciera ser una especie de destino inevitable del que todos, algún día, tendremos que formar parte, “porque no hay vuelta atrás”, en realidad, no es sino una fase de la evolución que, de manera lógica, el capitalismo ha alcanzado, en su necesidad incesante de transformarse para mantenerse vivo. Pero para poder analizarla desde un punto de vista marxista, no podemos desvincular este vago concepto, de los procesos de transnacionalización del capital, el neoliberalismo y el imperialismo.

Por Globalización se entienden muchos y dispares fenómenos: la apertura de las fronteras, las facilidades de comunicación, la apertura del mercado internacional, la integración de las culturas, etc; pero todas estas, son situaciones que tienen su verdadero origen en la configuración de las relaciones de producción y de poder del capitalismo monopolista. Nos han vendido la idea de que la globalización nos hará mas desarrollados, pero los hechos concretos desmienten el discurso neoliberal, es irritante y bochornoso “que 258 millonarios dispongan de una renta anual superior a la renta conjunta del 45% de los de los habitantes de la tierra” (El País, 2 julio 1998). La historia del capitalismo, que es la historia de la concentración de capitales, ha transitado distintas etapas que se han ido superando, unas a otras, y que han representado diferentes relaciones con el poder, de manera de garantizar su continuidad como sistema económico mundial.

En una primera fase, la relación capital-trabajo permitió el curso de las relaciones de producción capitalista y el desarrollo de las fuerzas productivas, hasta un punto, en que la tendencia monopolizadora coartó, su siempre invocada libre competencia. Es entonces cuando las fronteras de los estados nacionales comienzan a quedarles pequeñas a estos capitales y tienen necesariamente que comenzar a expandir sus mercados hacia otros estados, es decir, comienza la transnacionalización del capital y por ende estos estados nacionales se transforman en estados imperiales, tal como dice Lenin en Imperialismo, fase superior del Capitalismo. Podemos imaginarnos que las empresas transnacionales son como grandes arañas que se apoyan con sus patas y su poderío económico sobre nuestros estados, y desde ellos, extraen las materias primas, la mano de obra barata, los cerebros que desarrollan la tecnología, y por supuesto, se apropian del mercado. Cualquiera de las patas de la araña es perfectamente sustituible y reemplazable, entre los muchos estados subordinados al imperialismo. Estos estados son entonces coaccionados por una suerte de institucionalidad mundial imperial, de manera de que no ejerzan el mínimo control sobre la comercialización de los productos transnacionales, además de que se mantengan en permanente sumisión ideológica frente a las múltiples crisis que genera el sistema capitalista imperial, todo esto a través de los mecanismos de dominio económico y cultural que de sobra conocemos: las deudas externas impagables, las condiciones que imponen el FMI y el BM a los gobiernos lacayos, la agresión mediática permanente que responde a una maquinaria ideológica imperialista, la desinformación, etc. Sin embargo, los estados nacionales que acogen a este capital monopólico y transnacional, funcionan como la pata estable de la gran araña que garantiza, por un lado, la posibilidad de contar con una institucionalidad que respalda legal, política y militarmente los intereses transnacionales, y por el otro, garantizan el estado de bienestar en su población, paleando los efectos de las crisis que el sistema produce. En resumidas cuentas, proteccionismo para los estados imperialistas y neoliberalismo voraz para los estados nacionales esclavos del sistema.

Como ya hemos dicho, el capitalismo no es un sistema que llegue a alcanzar un estado de equilibrio, por el contrario, está constantemente generando y profundizando contradicciones, que lo van llevando inevitablemente a crisis más y más agudas y con ello, la posibilidad cada vez mayor de que las fuerzas revolucionarias que se gestan entre sus intersticios, le den un golpe definitivo que haga trascender a la humanidad a un estadio superior de vida. La crisis actual se genera por la incapacidad de producir masas de capital sin caer en la sobreproducción y ocasiona que aumenten las contradicciones capital financiero vs capital productivo y de los capitales transnacionales entre sí.

El capital transnacional, ha pasado ya por una crisis de sobreacumulación, que lo obliga a controlar la producción y a movilizar parte de los contingentes de dinero hacia el mercado financiero (capital financiero), es decir, dineros procedentes del capital productivo se trasladan a la esfera del capital financiero (bolsas de valores, etc) y del capital financiero, que vive de la especulación, sobreviene entonces el retroceso de las fuerzas productivas. La especulación financiera se convierte en un arma de doble filo para ellos: por un lado garantiza el flujo de capitales entre los estados imperiales, pero por el otro genera aún más capital inorgánico, es decir, capital que no está respaldado por la producción, y que no puede colocarse para seguir desarrollando las fuerzas productivas ya que generaría sobreproducción, es así como surge la crisis mundial y terminal del capitalismo. Es por eso que decimos que el capital transnacional va a tomar su fase más agresiva.

El imperialismo norteamericano, a pesar de perfilarse como el polo más fuerte, está sumido en una lucha interimperialista donde le están disputando la hegemonía del mercado mundial. Existen diversos estados imperiales que acogen capitales transnacionales; el yanqui, el europeo, el chino, el japonés; fundamentalmente estos. Esto quiere decir, que no todos los capitales transnacionales controlan el estado norteamericano. Cada uno de ellos busca expandir sus zonas de influencia, es decir, cada uno busca por separado la hegemonía del mercado, y en este momento sus fronteras comerciales comienzan a tocarse y por lo tanto comienzan a disputarse entre ellos duramente los mercados.

China es un ejemplo de esto, debido a su crecimiento económico sostenido, al control de gran parte del mercado asiático, a que es un país productivo, a su nivel de desarrollo tecnológico e industrial y además, controlar casi la mitad de la deuda norteamericana. Esto quiere decir que la economía China podría en poco tiempo poner en jaque a la economía norteamericana y disputarle el poder económico mundial y la hegemonía del mercado. Sin embargo China, también necesita energía. Por ello, la guerra de Irak y los conflictos del medio oriente, podrían entenderse como enfrentamientos al crecimiento Chino. Una vez más, la disputa es por las fuentes de energía.

La pregunta que nos viene ahora es ¿Qué regula la lucha interimperialista? Los estados imperialistas son interdependientes desde el punto de vista económico. Cada uno de los capitales, por ser transnacionales, depende de la estabilidad económica de cada uno de los imperios, es decir, tienen un cordón umbilical los unos con los otros. Como ejemplo, podemos citar que más del 40% de los bonos del tesoro público de los Estados Unidos, los poseen los chinos, esto significa que están en manos de otros estados imperialistas distintos al suyo.

Aunado a esto, está el surgimiento del euro como moneda fuerte en el ámbito internacional y como opción de posible sustituto de las reservas que antes estaban en dólares. Uno de los golpes más fuertes que se le puede dar a la economía norteamericana es que pase a ser el Euro la moneda para negociar el petróleo. Con esto, podría comenzar el desplome mundial del capitalismo, ya que la caída de la economía norteamericana, que se ha venido sustentando en el dinero inorgánico por ser el dólar moneda de canje internacional, arrastraría consigo al imperialismo mundial, debido a la dependencia existente entre ellos.

El conflicto en Irak está perdido política y militarmente para el imperio yanqui, porque no han logrado los objetivos políticos, ni sustentar la justificación que los llevó a la guerra, por el descrédito internacional que esto ha causado, por no haber logrado vencer la resistencia iraquí, entre otros. Por último es una derrota económica, puesto que ha significado un enorme déficit en la economía norteamericana, lo que hace que comience a vislumbrarse también una crisis interna en los EEUU. Controlando el petróleo iraquí, EEUU frena la producción china y asiática, debido a que controlaría el suministro de energía a esas economías, pero el juego sigue trancado porque están empantanados y tienen la guerra perdida. Ante este panorama mundial, nos preguntamos el papel de Latinoamérica para el imperio norteamericano y nos damos cuenta de que seguimos siendo para ellos, parte de su propio territorio, su patio trasero, donde con mantenernos en calma y sumisos, pareciera ser suficiente para ellos continuar enfilando sus cañones hacia China o el Medio Oriente, por ahora.

Sin embargo, desde el punto de vista energético, el panorama es otro. Se ha determinado que el planeta cuenta con energía para 20 años. Venezuela tiene más del 40% de esas reservas y Latinoamérica entera junto al Caribe, siguen representando una fuente incalculable de recursos naturales, como el petróleo, el agua y la biodiversidad, que no escapan del apetito imperialista. En este sentido, y tomando en cuenta el fuerte posicionamiento de Chávez y el proceso revolucionario venezolano contra el imperialismo norteamericano vemos una inminente agresión del imperialismo hacia toda Latinoamérica, comenzando por Venezuela, frenada, por ahora por la necesidad norteamericana del suministro petrolero venezolano que se vería ampliamente afectado por un conflicto en Venezuela, en el momento en que Venezuela decida suspender el suministro de petróleo a EEUU inmediatamente tendremos una escalada de la guerra de baja a mediana intensidad.

¿Qué rol vamos a jugar entonces los revolucionarios latinoamericanos?

Actualmente vemos con poca posibilidad una invasión a Venezuela por parte del imperialismo norteamericano, sin embargo, en la medida que aumenta la crisis económica y energética aumentan las posibilidades de que cambien de estrategia en la región latinoamericana. Lo cierto es que las respuestas a esta crisis no pueden ser salidas locales o nacionales exclusivamente. La posibilidad de la toma del poder por los revolucionarios en el mundo debe verse en el contexto regional por lo que debemos ir avanzando en construcciones orgánicas internacionales que nos permitan enrumbar las fuerzas revolucionarias del continente hacia la derrota definitiva del capitalismo.

A partir de la experiencia del proceso venezolano, es que entendemos la urgente necesidad de hacer realidad el viejo sueño de la integración latinoamericana y del Caribe. Si tenemos el mismo enemigo, atacándonos por diferentes flancos y moviéndose entre nuestros gobiernos como si no existieran fronteras, es lógico pensar que, asumiendo la pelea cada pueblo de manera descoordinado, nunca seremos capaces de atestarles un golpe definitivo.

La unidad de los revolucionarios es la única opción tangible con la que cuentan nuestros pueblos para hacerle frente a la agresión imperialista que nos viene, y mas aun, aprovechando el momento histórico actual de crisis definitiva del capitalismo mundial. Entendemos la unidad, como una integración no solamente económica, ni que sea una repetición de los acuerdos internacionales que nos imponen bajo las leyes exclusivas del mercado, sino que esta integración debe estar sustentada por una coordinación y organicidad de las luchas populares, de las organizaciones revolucionarias y organizaciones sociales de nuestros pueblos que garanticen su continuidad y deben plantearse objetivos estratégicos para la lucha revolucionaria y para la construcción del socialismo en la región. Debemos ser capaces de generar respuestas ante los ataques, pero también debemos ser capaces de unirnos como pueblos para generar un programa y un proyecto de sociedad y dar golpes certeros al imperialismo.


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