// 21 de diciembre de 2004

RICARDO CARPANI

La estética combatiente*

Nació en Tigre, Provincia de Buenos Aires, en 1930. En 1950 se radica en París, donde inicia sus estudios de pintura. Regresa a Buenos Aires y continúa esos estudios en el taller de Emilio Pettoruti. Expone por primera vez en 1957, junto con Juan Manuel Sánchez y Mario Mollari. Con ellos y con los pintores Elena Diz, Pascual Di Bianco, Sessano y Bute, fundan el Grupo Espartaco. Con Di Bianco se separan del grupo en 1961. Realizan murales en Sindicatos.

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Su labor gráfica, ejecutada en su mayor parte para el movimiento obrero y organismos de defensa de los derechos humanos, constituye, junto con su actividad muralística, un aspecto destacado de su obra.

Carpani encarna el paradigma del artista ligado a la clase obrera y a sus luchas por la dignificación del trabajo y la justicia distributiva. Su pensamiento estético cobra forma en la exaltación combativa del hombre en su misión laboriosa, contra el opresor, dueño del dinero y por ende, del poder.

Ricardo Carpani es un pintor de personajes que, impulsados por el fervor de sus convicciones, toman características de superhéroes. Hay algo que sugiere la influencia de la estética de los “comics” de los grandes dibujantes, (Bressia, Rechain) que seguramente poblaron el imaginario de su infancia marcándolo con esos gestos epopéyicos que coronaban las acciones de los justicieros. En un principio sus figuras se alzaron un tanto subsidiarias del muralismo mejicano, pero prontamente se independizaron y comenzaron a recorrer el camino de los argentinos en lucha que se agrupaban en los sindicatos y en las barricadas de los movimientos populares. De ese comienzo -1959-60- debemos destacar las imágenes de la desocupación, premonitorias del drama que hoy vive nuestro pueblo. En esos cuadros nos mostraba monumentales perfiles, como tallados en piedra, de obreros expectantes ante un horizonte de fábricas cerradas. El salto hacia la integración de lo estético y lo ideológico y su destino de militancia lo realiza Carpani cuando resuelve jugar su suerte junto a los gremios combativos, integrándose a la CGT de los Argentinos, que lideraba Raymundo Ongaro. Desde entonces se convertirá en el mentor obligado de la luchas obreras, trascendiendo con su mensaje las fronteras de la patria. La certeza de sus convicciones le darán la fortaleza necesaria para soportar los casi diez años de exilio a los que lo condenó la dictadura militar.

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Podríamos clasificar sus obras en dos edades o eras. La ya consignada de apariencia pétrea que abarca el periodo en que todavía frecuentaba la temática campesina, esa textura que se extiende tanto a sus series de “Amantes”, como a las inspiradas reiteradamente en el Martín Fierro, ese poema fundamental de la identidad nacional -uno de los temas más frecuentados por nuestro artista- en el que encuentra el extenso repertorio argumental de las rebeldías y las desdichas que desde siempre nos aquejaron.. Luego la piedra deviene en metal y los hombres son vistos como articuladas máquinas o revestidos por corazas sobre las que músculos y nervios se traslucen sobre la bruñida superficie, en una suerte de mágica filigrana vital. La figura humana se convierte en un objeto expresivo que puede desafiar todas las proporciones y composiciones sin desvirtuar su esencia ni confundir su apariencia.

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En sus series de “Amantes” y “Desnudos” plantea con el mismo vigor y rigor, la temática del amor, la sensualidad y el erotismo. La pareja es exaltada en su ritual de búsquedas, enlazada, ensamblada en la mutua entrega, con la referencia de lo táctil como instrumento supremo del lenguaje amatorio. Y la modelo sola, en ese instante en que la mirada incisiva del artista traduce sobre el papel o la tela toda la reconcentrada sensualidad del cuerpo que se deja estar, sometido a una profunda posesión lindante con lo metafísico. Esas mujeres de Carpani, robustas, como fisiculturistas del amor y el erotismo, que necesariamente devendrían en las “paicas-papusas” bailarinas de tango, otra de sus pasionales claves.

Carpani, luego de atravesar todas las instancias del compromiso político, hasta los que se pagan con la vida, fabricó, en el final de sus días, un territorio salvajemente paradisíaco en el que acomodó el bagaje de imágenes acumuladas, tanto en el riesgoso ejercicio de una vida dedicada a graficar la búsqueda activa de justicia para los excluidos, como en esa ensoñación en que comparten espacios las mitologías tangueras, los hechos puntuales de la historia o el íntimo relato de su universo erótico.

Los murales de Carpani, no encontraron en la Argentina el lugar que les correspondía. Su pensamiento, de naturaleza monumental, necesitaba moverse dentro de las dimensiones de un espacio público que no le fue brindado. De todas maneras en sus bocetos y originales definitivos llevados a telas de gran tamaño, se advierte la maestría con que supo solucionar los problemas visuales del cerca-lejos y de lo que debe ser contemplado por el espectador en movimiento. Por eso sus obras, que son el puro adorno, paradójicamente no tienen ningún detalle superfluo, se construye en planos –pequeños o grandes- bien definidos en los que muchas veces se advierte el espíritu de la abstracción y de lo constructivo.


*Biografía tomada de la web.


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