Construcción Militar:
La Revolución Bolivariana levanta las banderas de la paz y de la justicia, pero a la vez, sus principales líderes (incluyendo al Presidente Chávez), hablan de "Revolución Pacífica". Pero, ¿podemos transformar el Estado y la Sociedad Capitalista sin violencia?, o dicho en otras palabras, ¿la oligarquía se va a dejar quitar el poder de oprimir y explotar al Pueblo venezolano porque se lo pedimos “democráticamente” en unas elecciones?. La respuesta que nos demuestra la historia es NO.
Mientras las oligarquías (de ahora en adelante, la burguesía) calculan como sacarle más provecho a la usura y a la explotación de sus trabajadores, los pobres nos convencemos cada día más de que merecemos una vida digna y justa. El detalle está en que si construimos un país con justicia y equidad, donde se distribuya la riqueza entre todos, los burgueses dejarán de ser ricos. Por lo tanto, JAMÁS convenceremos a la burguesía (y cuando hablamos de burgueses no hablamos de esa clase media disociada, hablamos de esa élite que controlaba el país en la Cuarta República y sus mercenarios) para que apoyen la revolución, pues sería como decirles que dejen de ser quienes son.
En consecuencia, no hay forma de someter a la burguesía a la voluntad de las mayorías por las vías democrático burguesas, pues esta solo aceptará la voluntad del Pueblo con el uso de la violencia (afirmación que está absolutamente clara en la historia, pero los revolucionarios muchas veces nos dejamos convencer con el discurso de que ésta es una revolución sui géneris).
Ahora, esta evidente conclusión nos indica que inexorablemente, a medida que vayamos profundizando el proceso, tanto así irán aumentando las contradicciones entre la burguesía y el imperialismo por un lado, y por el otro el Pueblo, y tanto así se legitimará el uso de la violencia por parte de la reacción (como ya se manifiesta en las decenas de dirigentes asesinados), así como por parte del Pueblo para la defensa del proceso.
La guerra revolucionaria es una consecuencia inevitable de la revolución, pues solo con la violencia revolucionaria se puede oprimir a la burguesía y confrontar su violencia.
Ahora, ¿Cómo debemos ver nuestra construcción militar (la de los revolucionarios) para la administración efectiva de esta violencia?. En la actualidad, la mayoría de los revolucionarios venezolanos la ven de manera táctica (ya sean socialdemócratas o aventureros), pues entienden que las estructuras político-militares (más o menos desarrolladas) son estructuras transitorias, contingenciales, solo para la defensa de nuestros territorios ante los zarpazos de la burguesía nacional e incluso internacional. Pero la defensa de nuestro proyecto y nuestro suelo patrio no implica el derrocamiento de la burguesía y el imperialismo, y mucho menos el derrocamiento del Estado Burgués. Esta defensa solo pudiese garantizar el respeto a nuestra soberanía como nación, pero nos mantendría aún dentro del sistema de explotación capitalista. Por dar un ejemplo, en Suiza existen las milicias, conformadas por el Pueblo suizo en donde cada “ciudadano” tiene en su casa su fusil, y sin embargo, esta construcción militar no ha confrontado su sistema económico que es, como decía Alí Primera, el meollo del problema.
Por lo tanto, la construcción militar de las organizaciones revolucionarias debe ser una construcción estratégica, a largo plazo, como uno de los soportes permanentes de la Revolución (no apresurado y temporal, para salir de una contingencia), pues sólo a través de la administración de la violencia lograremos el derrocamiento de la burguesía y su Estado.
Esto no implica que hay una sola forma de lucha armada o que debemos pasar a la clandestinidad y/o construir una guerrilla al margen del proceso bolivariano que dirige el Gobierno Nacional. Tampoco implica que descartemos nuestra participación en espacios del Gobierno o en procesos electorales. No podemos ser dogmáticos en las formas de lucha vigentes. De lo que se trata es de no crearnos falsas expectativas de que solo por las vías democrático burguesas se puede realizar la revolución. Estas formas de lucha son solo espacios de acumulación y temple de los revolucionarios y del Pueblo, en donde, incluso, se pueden cambiar las condiciones para la confrontación, pero jamás la evitarán. Negarse a la construcción militar estratégica es ocupar una posición socialdemócrata, pues al negar la violencia como transición necesaria para el triunfo de la revolución, afirmamos que la vía para este objetivo se circunscribe a las reglas que nos ha impuesto la democracia burguesa, error que nos costó muy caro en Chile por mencionar un solo caso.
De hecho, la burguesía nunca se ha descarnado entre ella por el uso de la violencia, sin embargo, los revolucionarios, ante este tema, siempre nos da prurito y lo censuramos. Lá razón fundamental por la cual el compañero Chávez llegó a la Presidencia de la República es porque la burguesía descuidó la constitución de clase de la FAN. Si nuestra FAN fuera como las del Cono Sur, no estaríamos donde estamos. Es decir, solo la superioridad militar permite el desarrollo parcial de este Gobierno. Esto la burguesía lo ha entendido muy bien.
Por lo tanto, la agenda de los revolucionarios no puede ser la agenda de estos sectores socialdemócratas que hacen vida dentro del Gobierno y que nos hablan de "reconciliación nacional", "pacto social", "pacto de gobernabilidad", etc. Estos sí niegan la lucha de clases, lo irreconciliable de sus intereses y por tanto, el ejercicio de la violencia revolucionaria en contra de la reacción. Estos sectores prefieren negociar y traicionar al Pueblo que darle rienda suelta al mismo para que este se labre su propio destino.
Pero también son igualmente peligrosas las tesis aventureras y/o mercenarias que en algunos sectores se están imponiendo, y que parten de la premisa que lo militar es sinónimo a número de armas. Estas corrientes están creciendo como lumpen organizado que idolatra lo militar, divorciado de lo político e ideológico, y a su vez algunos de estos sectores están sirviendo de guardaespaldas y rompehuelgas de grupos corruptos dentro del Gobierno, a cambio de unos cuantos centavos.
Estas dos corrientes hay que observarlas muy de cerca y desnudarlas cada vez que sea posible, pues por esa vía vienen muchas traiciones al Pueblo.
El tema de la represión a la burguesía y de la construcción político-militar estratégica (organización popular, milicias, formación política-ideológica-militar, tribunales populares, finanzas para la lucha, autonomía popular, leyes revolucionarias, comunicación popular, expropiaciones, etc.) no debe ser un tema tabú ni limitado a élites preclaras, por el contrario, debe ser tema de discusión en el seno del Pueblo.
En este momento, en que comienzan a aflorar las contradicciones a lo interno del proceso, los revolucionarios debemos transformarnos en aporte ideológico constante y confrontar todas las tesis socialdemócratas, aventureras y mercenarias, y esto con urgencia revolucionaria, pues nunca debemos olvidar que solo los Pueblos hacen la Revolución.
Utopía
Secretariado Nacional