Utopía // 19 de diciembre de 2003

Nuestra consigna

Revolución en la Revolución

Pensar que dentro de la revolución no hay factores que hacen que el proceso , en vez de avanzar, tienda a retroceder o detenerse, consciente o incoscientemente, es creer que todos nacimos revolucionarios. Sería un error creer que los que estamos en este proceso no tenemos vicios dañinos al proceso mismo.

Desde que nacimos existe una televisón educándonos, incluso más tiempo que en la escuela, y educándonos en función de sus intereses, para consumir, para ser sumisos ante la opresión del amo, para ser indiferentes ante la necesidad del otro, en fin, para ser parte del sistema capitalista, para ser individualista. La educación formal no escaparía de eso, la misma forma depositaria de la educación, que aún existe, nos convierte en personas entrenadas para oir y repetir, sin preocuparnos por entender lo que se nos “enseña” y mucho menos qué pensamos acerca de lo que nos dice. Convertirnos a través de la educación en seres acríticos es unas de las metas del sistema educativo que la mismas clases dominantes crearon.

En el arte, las clases dominantes también hicieron de las suyas, acabando con cualquier expresión realizada por el pueblo y para el pueblo, encargándose de hacer dos tipos de arte: uno hecho por ellos para el pueblo con la intención de manipularlo ideológicamente. Las novelas son un ejemplo de ello, siempre la misma cenicienta que si se porta bien con el patrón podrá ser rica algún día. El otro arte es de disfrute de ellos mismos y ciertamente solo ellos lo “entienden”.

Y en lo económico ni se diga, la represión económica es hoy una de las formas de control más perfeccionadas, ya el problema no es sólo ser explotado, hay una condición peor que es no tener empleo, es decir, ser explotado en otra forma aún peor: en la banca esperando el turno. La explotación económica es el fín de todo lo anterior, la educación está concebida para mantenerla, al igual que los medios de comunicación y la cultura.

Entonces, así podemos entender que somos herederos de un triste pasado (así reza un cartel en la escuela Juan Bautista Alberdi de Manicomio, tomada por la comunidad durante el paro petrolero de diciembre y enero), traemos vicios y más aún si somos nuevos en esta lucha. La revolución es hecha por hombres imperfectos y tendrá que perfeccionarse a través de una revolución interna: La Revolución dentro de la Revolución.

Sacar el adeco que llevamos por dentro, combatir la explotación a través de un nuevo modelo económico, ayudar a que las nuevas generaciones sean parte de ese nuevo pueblo crítico a través de un nuevo modelo de educación, un nuevo modelo comunicacional y un nuevo modelo cultural. Contribuir y ser parte de una nueva forma de hacer política.

Es nuestro deber hacer la revolución dentro de la revolución, Utopía cree en esta revolución, la que lleva en su vientre a otra revolución.


(JPEG) “...No podíamos dejar de hacer errores, porque estábamos haciendo algo nuevo para nosotros, en condiciones difíciles; no es pecado cometer errores; el pecado es volver a cometerlos, el pecado es ocultarlos y no analizarlos. Nosotros tenemos que ir sobre nuestros errores, machacar sobre ellos, analizarlos y que no se repitan.

Sabemos muchas veces de nuestros errores por nuestros resultados, a veces a cierta distancia, de aquel error que cometimos antes. Tenemos que analizar, volver sobre él y que no se repita más; discutir y divulgar ese error. De tal manera que todos los compañeros conozcan el error, debemos saltar a la vía pública a decir nuestro error; en todas las reuniones, “ nos equivocamos aquí, consideramos que nos equivocamos por esto y por aquello”; para que todos sepan que hay allí un error posible y hay que evitarlo.

Esa es la manera constructiva de ir haciendo nuestra tarea.”

ERNESTO CHE GUEVARA


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