// 9 de noviembre de 2006

Caracas 3, 4 y 5 de Noviembre de 2006

RESOLUCIONES DEL PLENO NACIONAL DE ORGANIZACIÓN DE LOS SOCIALISTAS

La Revolución Bolivariana avanza hacia un proceso de definiciones. La próxima reelección del presidente Chávez el 3 de diciembre, la cual los socialistas respaldamos contundentemente, marcan un punto de inflexión en el proceso revolucionario, donde se decidirá el futuro inmediato del país. A partir de ese momento, las políticas que se adopten podrán tender a consolidar una nueva reorganización del capitalismo nacional, o por el contrario, constituirán el primer paso para la transición hacia una nueva sociedad socialista.

En este contexto, nos hemos reunido los y las socialistas, integrantes o no de organizaciones políticas y movimientos sociales, en condición de iguales, para debatir y presentar al pueblo venezolano este conjunto de ideas para profundizar la revolución, lo cual significa en concreto, avanzar en las condiciones determinadas por nuestra realidad hacia la construcción del socialismo.

I. RESEÑA HISTÓRICA

Como nación, como pueblo, como trabajadores y trabajadoras, hemos librado las luchas por la independencia, la soberanía y la libertad desde el año 1498 con la resistencia de los pueblos originarios ante el asalto español, la posterior resistencia de los esclavos negros, los campesinos sin tierra y más tarde los mantuanos patriotas. La desvirtuación del proyecto de Bolívar y la imposición del Estado oligárquico a partir del gobierno de Páez, significaron una derrota estratégica para el pueblo, que no pudo revertirse con la guerra federal de 1859 a 1864 bajo el liderazgo de Zamora. La dictadura de Juan Vicente Gómez, los gobiernos que lo sucedieron, especialmente el de Marcos Pérez Jiménez y posteriormente el régimen pseudo-democrático del puntofijismo, consolidaron la subordinación nacional al imperialismo yanqui y la implantación de un modelo petrolero y exportador en Venezuela.

El movimiento revolucionario venezolano del siglo pasado estuvo fuertemente condicionado por las estrategias políticas del movimiento socialista mundial, tanto en su vertiente socialdemócrata, como en la originada de la III Internacional. En este contexto, las direcciones de partidos que se plantearon ser la vanguardia del pueblo y los trabajadores, terminaron burocratizándose y abandonaron el programa revolucionario, adoptando políticas erráticas que produjeron múltiples fracturas entre la izquierda, divisiones estas que a su vez facilitaron que la democracia representativa, instaurada en 1958, fuese hegemonizada por el bloque de la burguesía nacional aliado al imperialismo yanqui, consolidando un Estado burgués con graves deformaciones.

Esa derrota de los sectores populares impulsó a los revolucionarios a tomar la vía de la lucha armada en la década del 60, con la que volvieron a fracasar en el intento de constituirse como vanguardia reconocida por el pueblo. Consecuencia de este proceso fue la desmoralización de los militantes revolucionarios y los sectores populares. Así fue como el plan de la burguesía y la oligarquía alcanzó su máxima expresión con la implantación de un paquete de medidas neoliberales que comportaban un proceso de desnacionalización y privatización de las industrias básicas del Estado, facilidades exageradas para el capital extranjero, cambios en las reglas del capitalismo venezolano y pérdida de calidad de vida del pueblo venezolano con el aumento de la pobreza llegando al 80%.

La respuesta popular, que venía silenciosamente madurándose, estalló en la insurgencia del 27 y 28 de febrero de 1989 marcando un giro en todos los órdenes de la situación nacional. Este cambio posibilitó los sucesos posteriores del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992. Comenzó entonces la descomposición y posterior derrumbe del régimen puntofijista, que era uno de los más estables de América Latina.

El actual proceso revolucionario Bolivariano hunde sus raíces en estos acontecimientos históricos y es heredero directo de las fuerzas sociales que se rebelaron en las distintas etapas contra el régimen oligárquico imperialista.

II. CONTEXTO NTERNACIONAL

El desarrollo del proceso revolucionario enfrenta amenazas internas y externas cuyo conocimiento es un problema esencial. Sin duda serán las poderosas fuerzas externas del capitalismo mundial las que opongan mayor resistencia a la transición al socialismo, porque no aceptarán con docilidad que reaparezca ante los pueblos del mundo como una posibilidad concreta la organización de la producción y distribución de la riqueza de un país, sin necesidad de la explotación del trabajo por el capital.

La crisis energética mundial coloca a nuestro país, por su carácter de productor petrolero, en el centro de mira de las potencias del capitalismo mundial.

Tanto las corrientes de la derecha neoliberal como las distintas vertientes que desde la izquierda proponen reformar el capitalismo y humanizarlo, coinciden en un punto: confían en la capacidad del sistema para restaurar sus propias grietas. Omiten referirse a los últimos cien años del capitalismo que muestran que esas grietas reaparecen una y otra vez, desafiando las refacciones temporales diseñadas por sus tecnócratas de la economía, siendo que en las últimas décadas esas contradicciones no dejaron de agrandarse y son las causas que impulsan las catástrofes sociales que aún vemos a comienzos del siglo XXI y que ellos cínicamente denominan “efectos no deseados”.

Si el capitalismo tuviera la capacidad de incorporar a su dinámica productiva a la mayoría de las fuerzas que genera en su interior, tendrían absoluta razón los que ven al socialismo no sólo como innecesario sino como irrealizable. Pero la realidad del mundo actual muestra que la situación es la opuesta. La principal contradicción del capitalismo sigue siendo que la producción está cada vez más socializada, mientras que la apropiación de la ganancia está cada vez en menos manos.

La realidad de las crisis económicas reiteradas demuestra cada vez la necesidad de trascender el modo de producción capitalista al desnudar las contradicciones del sistema. Pero el socialismo científico afirmó que no era inexorable que esto sucediera, porque es el conjunto de la situación de la lucha de clases y no los factores exclusivamente económicos lo que determinará la forma en que cada sociedad enfrenta a las crisis: si las amortigua temporalmente y “remodela el capitalismo”, o si busca una salida revolucionaria bajo una forma socialista de organizar la producción y las relaciones sociales.

El socialismo venezolano será hijo del capitalismo local e inevitablemente llevará las huellas de su origen. En esta perspectiva, la función actual de las fuerzas socialistas es descubrir, desde el mejor conocimiento posible de la realidad presente, los puntos claves para la ruptura con el viejo orden, que frena, distorsiona e impregna las transformaciones que se intentan y proponer a las masas una estrategia definida para avanzar en esa dirección. Esta será la única forma de combatir con firmeza y eficacia al eclecticismo que se adueñó de gran parte de la izquierda en la última época.

Parte de ese conocimiento es indagar cómo se expresan las contradicciones del sistema en la coyuntura actual, en la cual la economía mundial está creciendo y comprender cómo esta situación influye sobre el alineamiento político internacional que se observa de países y sectores capitalistas.

La crisis de los años 70 fue una oportunidad para que los capitales multinacionales lograran enormes acumulaciones en el sector especulativo, lo cual les permitió hegemonizar, controlar y asociar a diversas ramas y sectores de la economía: la productiva, la de servicios, la comercial y la financiera. Con esto, absorbieron una parte cada vez mayor de las ganancias de otros sectores capitalistas e invadieron todas las áreas mundiales (globalización). Esto no hizo más que producir un salto cualitativo en un rasgo específico de la fase imperialista: el carácter parasitario del capital financiero. Este sector se apropia cada vez más de ganancias que no tienen proporción ni están vinculadas a su nivel real de inversión – con lo cual violenta una regla básica sobre la cual se desarrolló el capitalismo – succionando recursos de distintos sectores sociales, a los cuales super-explota como asalariados, empobrece como consumidores o expropia como competidores menores, según el caso.

El capitalismo del siglo XXI es el del capital transnacional imperialista, con sus múltiples contradicciones, determinantes de la actual dinámica de la lucha de clases a nivel mundial, cuyos rasgos principales podemos resumir en:

a) La fuerza del capital globalmente sigue conservando la iniciativa política, es decir, mantiene la ofensiva iniciada hace más de un cuarto de siglo contra las masas. b) El cuadro actual de situación muestra que esa ofensiva ahora está notablemente limitada, viene en franca declinación porque encuentra crecientes resistencias de distintos sectores sociales, en diferentes países y regiones. c) En este marco, el imperialismo yanqui ha retrocedido en la hegemonía casi absoluta que durante un cuarto de siglo mantuvo a nivel mundial. Esto no contradice su inmensa superioridad militar y su papel determinante en la economía mundial. d) La situación de crisis del capitalismo se expresa políticamente en la conformación de distintos bloques de países que disputan la hegemonía mundial. e) La resistencia a la ofensiva imperialista tiene hoy dos puntos neurálgicos en el mundo: medio Oriente y América Latina, aún cuando en cada una de estas regiones son distintos los bloques de fuerzas sociales que encabezan dicha resistencia. f) Aún no se observa una recomposición y recuperación cualitativamente superadora en la iniciativa política del proletariado para enfrentar la ofensiva capitalista. g) La necesidad de expansión económica y recuperación permanente de la tasa de ganancia de los capitales, ha generado el uso irracional de la naturaleza causando daños irreversibles que hacen insustentable la supervivencia humana.

III. PREMISAS COMUNES A LOS Y LAS SOCIALISTAS

1. En la Revolución Bolivariana confluyen distintas fuerzas sociales, cuyos intereses fueron afectados por la ofensiva del capital transnacional imperialista, lo cual le da una naturaleza policlasista al bloque revolucionario. Esta heterogeneidad se refleja en las distintas perspectivas de las fuerzas políticas bolivarianas: aunque ahora todas asumen formalmente el socialismo como una perspectiva, muchas de ellas intentan construir un capitalismo “humanizado” –al menos en lo inmediato-, mientras que otras quieren avanzar para acabar con la explotación del hombre por el hombre, ya sea por su ubicación de clase o su grado de conciencia.

2. Esta revolución se da en el marco de un país capitalista dependiente del imperialismo, fundamentalmente yanqui, con un alto grado de monoproducción.

3. La revolución venezolana es popular, democrática y antimperialista.

4. La Revolución Bolivariana ha producido cambios sustanciales en las relaciones sociales de distribución, pero no ha superado aún el marco de la existencia de las relaciones capitalistas de producción.

5. La Revolución Bolivariana, comenzó como una revolución política en la cual las capas medias democráticas desplazaron del control del viejo Estado a los sectores otrora dominantes de la oligarquía. En estas clases medias que actualmente hegemonizan el control del Estado, predominan las concepciones reformistas, sean en su vertiente socialdemócrata o nacionalista, lo cual significa un grave riesgo para el proceso revolucionario .

6. La consecuencia directa del predominio de las concepciones reformistas es que se ha avanzado muy poco en la destrucción del viejo Estado y en la construcción del nuevo Estado bolivariano, cuyo contenido no puede ser otro que el de una democracia revolucionaria, con hegemonía de los oprimidos y explotados.

7. Uno de los mayores obstáculos a superar para construir el nuevo Estado, es la dispersión de las fuerzas revolucionarias del pueblo y dentro de ella, la falta de unidad de los sectores conscientemente socialistas .

8. Asumimos que la clase trabajadora debe ser la clase hegemónica dentro del bloque de clases revolucionarias y que debe detentar la dirección de las transformaciones estructurales y superestructurales hacia la sociedad socialista, pero aún muestra un insuficiente grado de desarrollo en su nivel de conciencia. La supervivencia de un movimiento sindical fuertemente controlado e influenciado por el sindicalismo oportunista y economicista es sólo una consecuencia de la inmadurez del desarrollo de la conciencia de los trabajadores. Los trabajadores han participado en los grandes movimientos de definición de la Revolución Bolivariana, pero sin expresarse como clase organizada.

9. El bloque de clases revolucionario es la forma concreta que debe tomar la alianza entre la clase trabajadora, los campesinos pobres, las comunidades, sectores medios revolucionarios y los pueblos indígenas originarios, de los cuales se debe rescatar la cosmovisión comunitaria.

10. La hegemonía de ningún grupo ideológico puede sustituir la necesidad que la clase trabajadora y las otras clases revolucionarias desarrollen sus propios niveles de conciencia y organización para asumir la dirección política en la fase de transición al socialismo.

11. La lucha revolucionaria necesita la creación de una teoría revolucionaria para que la oriente en su estrategia, tratando de evitar desviaciones de distinto tipo que pueden tener graves consecuencias políticas.

IV. DEBATES PARA LA TRANSICIÓN

El proceso revolucionario muestra una serie de contradicciones reiteradamente denunciadas por distintos sectores del pueblo, que sólo podrán ser superadas si se adoptan medidas para avanzar desde la actual situación hacia una nueva forma de relaciones sociales. Estas medidas son fundamentalmente políticas y económicas.

Las medidas que proponemos las y los socialistas serán el puente para transitar desde la actual situación al inicio de las transformaciones estructurales en nuestro país. Asimismo, elaborar estas medidas es una respuesta política indispensable para evitar dos deformaciones: La reformista, que posterga indefinidamente las primeras medidas socialistas argumentando insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas o falta de acumulación de fuerzas políticas; y la opuesta, el radicalismo abstracto, que cree que la imposición de medidas socialistas puede prescindir de una justa valoración de las relaciones de fuerza entre revolución y contra-revolución a nivel internacional.

Las fuerzas socialistas debemos abrir el debate sobre este conjunto de medidas, para lo cual proponemos las medidas siguientes:

a) Transición Política

1. Para destruir el viejo Estado heredado del puntofijismo es necesario poner en marcha los mecanismos constitucionales que permitan las formas de ejercicio directo del poder por el pueblo, lo cual será el proceso de construcción del Poder Popular.

2. La base conceptual sobre la que se asienta la democracia directa coloca la organización social como el fundamento de la organización política, lo cual rompe la separación entre lo social y lo político que caracteriza toda la política burguesa. El pueblo, en su función de ciudadanos, debe intervenir en los asuntos públicos, es decir, del Estado, para hacer política, lo cual en la práctica se traduce en dos acciones del ejercicio del poder: 1) Poder de decisión, 2) Poder de control en la ejecución de las decisiones o ejercicio directo de la gestión.

3. Los consejos comunales podrán ser un instrumento para la construcción del poder popular en tanto sean expresión auténtica de cada comunidad y no manipulación de aparatos ajenos a ellas, políticos o estatales.

4. El ejercicio del poder popular directo no puede quedar limitado a la esfera comunitaria, si bien comienza por allí. El Estado revolucionario es un Estado centralizado , con una dirección estratégica definida y no una sumatoria federativa de municipios o consejos comunales. Si el poder popular se desarrolla desde sus bases, será posible que se extienda hacia los órganos centralizados del Estado nacional previstos en la constitución, particularmente a su rama legislativa. Cuando el pueblo se organice será posible que así como los pueblos indígenas están representados como tales, exista representación del poder popular, de los trabajadores, de los campesinos. Es decir, transformar la Asamblea Nacional en la Asamblea Popular de la revolución.

5. El mismo poder de decisión y de control en la ejecución de esas decisiones que tendrá el pueblo, debe estar en manos de los trabajadores en sus centros productivos, particularmente en los que pertenecen a todo el pueblo, es decir, son nacionales. Garantizar la mejor producción posible en un asunto público que no puede quedar exclusivamente en manos de funcionarios designados desde afuera del proceso productivo, aun cuando sean honestos y capaces.

6. El contenido de clase de este poder popular estará definido por el desplazamiento de la pequeña burguesía democrática por un bloque obrero-popular-campesino que asuma el control del Estado, lo cual será la concreción de la democracia revolucionaria. Se trata, en definitiva, de que la clase trabajadora se transforme en clase hegemónica.

7. El programa militar de la revolución debe transformar al actual ejército nacionalista en un ejército popular y contribuir a organizar al pueblo para las tareas de la defensa militar de la revolución frente a la agresión del imperialismo. Una de las condiciones imprescindibles para esta transformación de la Fuerza Armada es la posibilidad de sus miembros de integrarse al debate político del pueblo.

b) Transición Económica (No fue debatido en el Pleno Nacional y pasa a debates regionales)

1. La base económica para esta fase de transición debe partir del principio de garantizar el mayor acceso posible a la cesta básica a la mayor cantidad de compatriotas, el acceso a la salud gratuita para toda la población, el acceso gratuito a todos los niveles de educación. Estos objetivos democráticos son de imposible cumplimiento bajo una economía controlada por las reglas del mercado.

2. El principal mecanismo que se opone al mercado es la planificación económica. Por un largo período es previsible la subsistencia de una economía con formas de propiedad estatal, colectiva y privada, por lo cual la planificación requerirá dos condiciones: 1) Asignar la cuota de mercado o sector que estará bajo control estatal y el privado, 2) Planificación económica centralizada y democráticamente decidida por los productores-trabajadores y las comunidades como consumidor interesado.

3. La propiedad estatal no garantiza la propiedad social, la cual sólo se alcanzará mediante el ejercicio directo y democrático de la gestión de los trabajadores.

4. Control del proceso de intercambio de la producción.

5. Control total por parte del Estado y desarrollo de las industrias básicas del país y de las máquinas-herramientas.

6. Acelerar el proceso de reparto de la tierra, atendiendo a la necesidad de evitar la creación de minifundios improductivos, sino unidades con extensión suficiente para cumplir su papel en el suministro de bienes alimentarios a todo el pueblo, y no sólo generar ganancias a los nuevos dueños de la tierra.

7. En este período el Estado debe decretar medidas para el control del capital financiero atendiendo a la relación de fuerzas nacionales e internacionales. No se trata de propagandizar medidas abstractas, sino de medidas que se tomarán en un determinado contexto de la situación de la lucha de clases, avanzando hacia la nacionalización de la banca y otras correlativas del mercado de capitales.

8. La necesidad de acabar con la expoliación que representa el pago de la deuda externa deberá ser encarada sobre la base de la crear una acción conjunta de países de la región.

V. PROPUESTAS COMUNES DE LAS PLENARIAS REGIONALES

1. Reivindicamos el derecho y el deber a la crítica y autocrítica como elementos políticos sustanciales para la profundización de la Revolución y resolver la lucha de clases dentro del Bloque Bolivariano a favor del socialismo.

2. Socialización de los medios de comunicación y puesta a punto para el socialismo bajo el control de los trabajadores.

3. Transformación de las unidades productivas en centros de reflexión, formación y debate, además de producción.

4. Desarrollo de las fuerzas productivas para alcanzar la soberanía nacional.

5. Transformación del sistema educativo en función de las nuevas relaciones sociales de producción, del desarrollo de las fuerzas productivas de manera sustentable y de una nueva ética y valores socialistas.

6. Lucha implacable contra el reformismo, la corrupción y el burocratismo.

7. Contribución a la unidad y organización internacional de la clase trabajadora.

8. Fomento de la construcción de un programa unitario de lucha por el socialismo en la Patria Grande.

9. El avance hacia el socialismo no se puede limitar a las fronteras nacionales, sino que necesita el surgimiento de un bloque regional e internacional que enfrente al capitalismo con decisión de superarlo, creando lazos solidarios entre los pueblos.

10. Desarrollo de la ciencia y la tecnología respetando la preservación de los bienes naturales y del entorno geográfico.

11. Desarrollo del espacio de debate y formación sociopolítica en todos los rincones del país.

12. Establecimiento de un sistema de estímulos morales a la producción en los centros productivos en los cuales los trabajadores ejerzan el control directo de la gestión.

VI. SOBRE LA ORGANIZACIÓN DE LOS Y LAS SOCIALISTAS

1) El presente Pleno de Organización Socialista representa un paso importante para iniciar un camino de unidad entre socialistas, pero es sólo un paso más. Por tanto las resoluciones que se adopten sobre formas de organización que permitan continuar este camino, deben estar alineadas con el nivel de unidad alcanzado en los conceptos (programática), que aun siendo importante, es incipiente. En consecuencia debemos distinguir claramente entre la organización actual que estamos en condiciones de crear los/as socialistas y la organización necesaria para cumplir con el Programa Histórico propuesto en el Manifiesto Comunista.

2) El nivel organizativo que podemos concretar en las presentes circunstancias de desarrollo de la Revolución Bolivariana, debe ser lo suficientemente amplio para contener las fuerzas socialistas que coincidan en los puntos programáticos señalados arriba, pero también lo suficientemente eficaz como para intervenir en la actual coyuntura política con un perfil propio de los y las socialistas frente al pueblo.

3) Partiendo de estas ideas, la organización actual de los y las socialistas deberá cumplir las siguientes condiciones:

a) Dar continuidad a los Plenos regionales, que deberán transformarse en Asambleas permanentes con el objetivo de forjar la unidad programática y garantizar la acción política unitaria de todos/as sus integrantes .

b) Dichos Plenos asignarán responsabilidades de ejecución, coordinación y representación entre sus integrantes de acuerdo a decisiones colectivas.

c) Constituir un Cuerpo Nacional que enlace las distintas Asambleas regionales y de proyección nacional a la política de los y las socialistas. Este cuerpo se integrará por delegados y delegadas de las Asambleas regionales, más un equipo permanente de camaradas que asuma funciones de ejecución .

4) A la vez se deben empezar a debatir conceptos sustanciales para consolidar la organización política que de respuesta al problema del Poder.

5) En relación a las herramientas políticas necesarias para lograr los objetivos históricos del socialismo, la mayoría de los y las asistentes a los Plenos Regionales, se manifestaron por la necesidad de construir el Partido de la Revolución, señalando a la vez que este Partido no puede reemplazar la necesidad de que las masas se aglutinen en organizaciones propias autónomas. La vinculación entre esas organizaciones de las masas y el Partido de la Revolución, será entre otros, uno de los puntos de debate que deberemos afrontar los y las socialistas en futuras instancias. Parte de esos temas a debatir serán la definición ideológica, los criterios que deben presidir la vida interna de ese Partido, las formas de elaboración de la teoría y otros que se irán dilucidando mediante la elaboración colectiva y fraternal .

Además, el Pleno Nacional de Organización de los Socialistas acordó:

1. Constituir una escuela de formación unificada de cobertura nacional. 2. Asumir como línea política la unidad de las fuerzas antiimperialistas que hoy se expresa en el bloque bolivariano y el deslinde con el reformismo. 3. Impulsar un gran Frente Latinoamericano Antiimperialista. 4. Asumir la tarjeta de la Liga Socialista como la tarjeta de los Socialistas que asumimos los acuerdos de este Pleno.

Recomendaciones aprobadas por el Pleno:

1. Recomendar al Consejo Nacional un órgano comunicacional escrito para el debate de los socialistas con el Pueblo. 2. Asistencia de 1 representante por municipio a la Escuela de formación política Jorge Rodríguez, a realizarse en Carora el año que viene.

Nota final:

Pasa a debate en las Asambleas Regionales el carácter de nuestra Constitución y el carácter de la burguesía local.


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