// 18 de agosto de 2006

Partido Comunista de Chile - Acción Proletaria

Ponenia de Acción Proletaria de Chile

Camaradas del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador, Movimiento Popular Democrático, Partidos, Organizaciones, personalidades y demás participantes en el presente Seminario, junto con saludarlos fraternalmente y expresarles la alegría de encontrarnos con ustedes, esta vez les traemos las energías de los pueblos de Chile, que se están poniendo al día, en el combate democrático, popular y revolucionario a nivel continental. El tema con el que hemos sido convocados a este X Seminario Internacional, “El Socialismo ¿Alternativa al capitalismo y al Reformismo?”, si bien, parece algo resuelto y claro para quienes luchamos por él, para quienes nos reclamamos desde el marxismo leninismo, nos parece oportuno y relevante en los actuales momentos históricos, de negación y distorsión del mismo.

Es primario, partir reafirmando que el socialismo debe ser visto como el resultado necesario del desarrollo de la sociedad capitalista y de la lucha de clases del proletariado, y no apenas como el resultado de la autodefinición socialista, que tal o cual experiencia política, dirigida por expresiones antiimperialistas, las cuales aunque justas, oportunas y contando con la simpatía, apoyo y participación proletaria, se han dado y se darán, en el transcurso del combate de los pueblos, por su libertad y soberanía. Las que aún, formando parte de la lucha general por el socialismo, no llevan necesariamente a éste.

La experiencia histórica de la clase obrera y de los pueblos, particularmente las revoluciones proletarias triunfantes, son a pesar de la apatía e indigencia ideológica y cultural de muchos, de donde obtenemos, el conocimiento para poder impulsar al movimiento revolucionario de la clase obrera y de los pueblos, a niveles más altos, al impulso de la lucha por la superación del capitalismo, y por la instauración del necesario socialismo.

El socialismo como sistema, mostró su total superioridad sobre el capitalismo, particularmente en la URSS de Lenin y Stalin, el derrumbe y colapso del régimen soviético y de los países de Europa oriental, no invalida al socialismo, sino que por el contrario, reafirma su vital necesidad, toda vez, que lo que allí colapsó, como todos sabemos, no fue justamente el socialismo, sino que un régimen capitalista burocrático de Estado, a cuya dirección ya no estaba un verdadero Partido Comunista Marxista Leninista, sino uno de carácter burgués revisionista.

Son absurdas e insostenibles las elucubraciones que algunos, desde la izquierda esgrimen, para salvar su propia responsabilidad en relación a los reveses que ha sufrido la revolución y el socialismo, y como una forma de camuflar su oportunismo y revisionismo. Es una estupidez sostener que ha fracasado una “forma de socialismo”. Las cosas deben ser colocadas en su verdadera dimensión, todo Estado tiene carácter de clase, ¿qué carácter de clase, tenían pues, los Estados donde el proletariado habían perdido su dirección y estos estaban en manos del revisionismo?.

A partir de Marx y Engels, sólo se puede hablar de socialismo, cuando nos referimos al socialismo proletario, cualquier otra expresión basada en ecleticismos y expresiones idealistas pequeño burguesas, no es socialismo, al menos, no el verdadero.

Los imperialistas y los publicistas burgueses de todos los pelajes, han hecho un gran barullo, sobre la inviabilidad del socialismo, sobre el capitalismo, como la última y superior formación social que conoceríamos, y la verdad es que varios han comprado el absurdo, de negar el desarrollo de la sociedad a nuevos y superiores niveles después del capitalismo. Todos sabemos que no se conoce otra sociedad superior, que no sea el socialismo, el que a su vez es el período de la dictadura del proletariado, de transición entre el capitalismo y el comunismo.

A partir de agosto de 1991, fecha del derrumbe revisionista en la antigua Unión Soviética, hemos sido testigos, de la más grande oleada anticomunista a escala mundial, la cual afectó el cerebro y corazón, si es que tenían, de muchos, que corrieron a renegar del “socialismo” que antes sostenían. Diversos partidos revisionistas estallaron en mil pedazos, y otros, perdiendo hasta las formas o mejor dicho las envolturas comunistas, han caminado y caminan, en un permanente enredo ideológico, donde se han confundido con el nacionalismo, reformismo, populismo, etc., dando paso a un increíble espectáculo que todos podemos observar. En nuestra América Latina existe una verdadera carrera por buscar (algunos dicen haberlos encontrado), los fundamentos ideológicos socialistas, en los próceres de los movimientos independicistas de fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, aquí, por si acaso, aunque debería estar demás hacerlo, reafirmamos la alta valorización que de ellos, de los patriotas anticolonialistas, tenemos los marxista-leninistas y del lugar destacado que sus luchas e ideas ocupan particularmente en el movimiento por la independencia y la soberanía, en el combate antiimperialista actual.

La burguesía y la reacción siempre, y en los tiempos actuales no es la excepción, han colocado particular atención en la negación del Partido Comunista Marxista Leninista, el que de acuerdo a su condición de vanguardia ideológica, política y orgánica de la clase obrera y de las masas populares, es condición irremplazable para la conquista, afianzamiento e inicio de la construcción del socialismo, de acuerdo a las fases que la realidad demande. Hasta el momento, todo lo que se ha conocido como socialismo, ha tenido como factor común y dirigente al Partido revolucionario del proletariado, al Partido Comunista y, por el contrario, una serie de experiencias que se han reclamado del socialismo y que no han tenido al frente al Partido Comunista, no han pasado del momento de la toma del poder, para luego dar paso, tiempo más, tiempo menos, menos que más, a la gestión Estatal abierta de la burguesía ligada a tal o cual imperialismo, en nuestra América existen varios ejemplos.

Al analizar y estudiar la construcción del socialismo, particularmente en la exURSS, inmediatamente queda patente que sin Partido, sin dirección del Partido Comunista, este no puede entenderse, ni explicarse y que los logros principales, más importantes, que alcanzan las masas trabajadoras, en la construcción socialista, se observan justamente cuando el Partido manifestaba con mayor claridad su papel dirigente y de vanguardia, cuando la dirección del proceso estaba claramente definida y orientada por el Estado Mayor de la Revolución, el Partido Comunista y que a la inversa, la decadencia, el inicio del derrumbe de los regímenes ex-socialistas, está íntimamente ligado a la trasformación del Partido Comunista en un aparato pesado, sin ideología proletaria, sin ascendencia y credibilidad en el pueblo, en un partido formalmente comunista, pero en abierta contradicción y combate contra la ideología proletaria y el marxismo leninismo, que es la síntesis de la experiencia de la clase obrera y de su lucha por el socialismo.

En Chile, el partido “comunista” (revisionista) totalmente social democratizado, ha renegado del papel de vanguardia que debe sostener todo Partido que se reclame comunista, sin embargo, sus afanes hegemonistas y antiproletarios sobre el mundo popular, están intactos. Ellos han asumido 10 años extras de vida, los años del POS (Partido Obrero Socialista), antecesor del Partido Comunista, cuya superación ideológica, orgánica y política, posibilitó iniciar la construcción primera del partido del proletariado en Chile, esto sería equivalente a que los actuales comunistas en la exURSS, asumieran como fecha de fundación, con todo lo que ello conlleva, la del antiguo Partido Obrero Socialdemócrata Ruso.

La negación de la necesidad del Partido Comunista, de su carácter proletario, de su ideología marxista-leninista, es la negación a la propia revolución socialista, a que diferentes procesos independicistas, por la soberanía, la participación popular democrática y la libertad puedan dar un paso firme y fundamental hacia adelante, en pos de superar el estrecho marco de las reivindicaciones democráticas burguesas. En nuestra lucha, aun limitada, los comunistas en Chile comprobamos lo que sucede cuando no está el Partido Marxista Leninista al frente, y esto no es otra cosa que las energías y luchas populares son escamoteadas, desviadas del objetivo revolucionario, de la superación revolucionaria de la sociedad y en el mejor de los casos, sirven de sustento para experiencias con cierto tilde socialdemócratas, que no dejan de ser pan y en nuestro caso, migajas para hoy y hambre para mañana.

A manera de ponerse al día, con la negación del socialismo proletario, de la revolución, los revisionistas en Chile, lo que por cierto no es una originalidad, hacen patente su rechazo, al papel dirigente de la clase obrera, en el combate por superar la sociedad capitalista. Sus mejores esfuerzos, se dirigen a la búsqueda, de un “nuevo sujeto social”, el que sería en las actuales circunstancias históricas, el dirigente de algo, de una propuesta de sociedad todavía sin nombre, rostro, ni forma y que algunos, los más descarados, para vender más subrepticiamente su engaño, aún llaman “socialismo”. El logro de este nuevo momento social, todavía no explicado, se alcanzaría supuestamente con el eterno movimiento de “sectores sociales” (jóvenes, pobladores, mujeres, pueblos originarios, diversidad sexual, etc.), que transversalmente, sin división clasista y desarrollando o levantando sus particulares aspiraciones desde el seno mismo de la actual sociedad e institucionalidad capitalista, de su eterna ampliación democrática, impondrían lo nuevo sin aniquilar lo viejo y reaccionario, al capitalismo.

Los reformistas eternos y revisionistas, han tratado y tratan de reducir la teoría y la práctica de la revolución a simples reivindicaciones posibles de alcanzar en el marco del régimen capitalista, sin alterar para nada, las bases del mismo. El impulso de la política de “revolución democrática”, por parte de la dirección revisionista en Chile, son un claro ejemplo del total abandono a las tesis leninistas sobre la revolución y el socialismo, en esta política no hay revolución ni democracia, todo lo entienden en los marcos de su inclusión dentro del sistema existente. Quienes luchamos por la revolución y el socialismo debemos tener claro, que una cosa es luchar por más y más amplias libertades democráticas para la clase obrera y el pueblo, dentro del régimen burgués, y otra cosa muy distinta es confundir esa lucha con una revolución, quien así lo hace o es muy cretino o simplemente es un agente del sistema capitalista.

El socialismo es, sin duda, la única forma social de superación real del capitalismo, el que a su vez, no puede ser alcanzado al margen de la revolución social dirigida por la clase obrera y su Partido Marxista Leninista en el centro y a la cabeza de todo el pueblo. Mucho se puede aprender de la experiencia chilena, de la llamada “vía chilena al socialismo”, igual “vía pacifica”, que llevó al proletariado y a los pueblos de Chile al fascismo, pero nunca al socialismo, fue la antesala de la noche más negra de la historia de Chile, esta experiencia tampoco es una originalidad del revisionismo chileno, está hermanada a otras, particularmente la de Indonesia. Al socialismo no se llega sin tener una clara guía revolucionaria marxista-leninista, que permita tener una firme comprensión de los fenómenos que cruzan la lucha de clases y sin un programa que contemple las tareas de la revolución en cada una de sus fases o etapas.

Así como al socialismo, no se puede llegar sin una revolución obrera y popular, que en el caso y realidad chilena, la entendemos como una Revolución Democrática Popular, tampoco se puede dejar de tener en cuenta las formas, y más aun el fondo, que adquiere necesariamente el nuevo poder y esta es a nuestro entender, la Dictadura del Proletariado, la que tal como la experiencia lo indica y afirmara en la primera mitad del siglo pasado el gran dirigente comunista chileno Luis Emilio Recabarren después de conocer en sus primeros años a la revolución bolchevique: “es la libertad definitiva para todos los oprimidos, para todos los pobres, proporcionándoles un progresivo bienestar, construido por obra de todos. La dictadura proletaria es la abolición de la dictadura burguesa...”.

No es de extrañarse que desde la burguesía y el revisionismo se haya atacado y se ataque tanto a la “dictadura del proletariado”, condición esta irremplazable para la defensa y construcción del socialismo. Dictadura del proletariado y socialismo adquieren el carácter de sinónimo y no puede existir el segundo sin el primero, de cualquier manera, es necesario recordar que en este período la lucha de clases existe y alcanza niveles de gran agudeza, y que tal como la experiencia internacional demuestra, es una lucha a muerte, de carácter antagónica y excluyente, la que sólo podrá ser superada, con el derrocamiento total del capitalismo y con la construcción del comunismo a escala mundial.

Desde la pequeña burguesía, una vez más, se buscan formas “nuevas” de un “socialismo”, que deje de lado lo que llaman el “lastre” de la dictadura del proletariado, es decir al socialismo. Esto curiosamente no tiene nada de nuevo, refiriéndose a este hecho, Recabarren explicaba que “Cada vez que se habla de dictadura proletaria es fácil oír en todas partes expresiones de horror: ¡Nada de dictaduras! Especialmente los burgueses y sus agentes se esmeran en condenar todo principio de dictadura.¡Hay que ver!. Es atrayente oír a los burgueses hablar condenando la dictadura proletaria, queriendo aparecer como defensores de los derechos y libertades de los obreros. ¡Los burgueses hablando contra la dictadura! Y lo curioso es que muchos obreros, aún algunos de aquellos que se dicen luchadores, saltan también a repetir lo que los elementos burgueses maliciosa y malintencionadamente, predican y dicen contra la dictadura proletaria”

Hoy como ayer, también son muchos los que se resisten, difaman y atacan a la dictadura del proletariado, en auxilio de ellos, saltan las agencias reaccionarias e imperialistas promoviendo lo más atrasado, el anarquismo, trotskismo y a todas las variantes antisocialitas de la pequeña burguesía, todas ellas hermanadas en el oportunismo, en el desprecio a las masas populares, particularmente a las obreras, se unen al revisionismo desvergonzado y niegan al socialismo, se oponen al poder del socialismo, a la dictadura del proletariado.

La necesaria defensa del socialismo y de la vía revolucionaria para alcanzarlo, está lejos, aún más, está en oposición, a un principismo rígido, que no da cuenta del análisis concreto de cada momento y realidad, que no permite encontrar las tácticas adecuadas, para que a partir de las contradicciones existentes, se ponga en el centro, a la que en ese período es la principal y así encarar su superación desde los intereses del proletariado y de las masas. La unidad del pueblo y de las masas en general, de acuerdo a una línea proletaria, debe tener presente que el combate al imperialismo y a los grandes explotadores pasa por la justa utilización de las contradicciones ínter imperialistas e ínter burguesas en beneficio propio, perseverando siempre en la línea independiente, comunista, de manera de avanzar realmente tras el objetivo revolucionario socialista.

Hoy es vital, tener presente que en nuestra América Latina, particularmente en América del Sur, la realidad social exige cambios profundos, las masas se movilizan y luchan por resolver los urgentes problemas inmediatos y sociales, pero también los de fondo, los políticos. La disputa política, va adquiriendo dimensiones de tormenta, que anuncian levantamientos revolucionarios por el poder.

Las diversas clases sociales, como es natural, están en movimiento, con sus propias propuestas y afanes, los imperialistas trabajan a varias bandas, y emergen en distintos países gobiernos como los de Lula en Brasil, Vásquez en Uruguay, Kirchner en Argentina y en la misma línea, pero bastante más aguachenta, casi incolora, se ha incorporado Bachelet en Chile, todos estos, que no son más que administradores del sistema capitalista, y sirvientes del imperialismo, se han remontado en el poder, a partir de los anhelos democráticos, de justicia social y de soberanía nacional de amplios sectores de masas, a partir de la demagogia mas refinada y retorcida. Aquí los comunistas tenemos una gran responsabilidad, debemos buscar la forma de desatar los nudos ideológicos y políticos que nos mantienen, a pesar del manifiesto desarrollo de nuestras fuerzas, sin tomar la cabecera, de la aspiración de cambio latente en las amplias masas.

Una mirada fina, profunda, debemos hacer de Venezuela con Hugo Chávez y Bolivia con Evo Morales, presidentes que han sido electos a partir de levantar las reivindicaciones económicas y políticas de las masas, ellos son una realidad diferente a los nombrados anteriormente, han asumido valientemente distintas iniciativas que avanzan en la solución de los problemas inmediatos que aquejan a las masas populares y principalmente llevan adelante sus compromisos de defensa de la soberanía nacional, de rescate de las riquezas básicas de sus países, de oposición a los designios imperialistas, particularmente del imperialismo yanqui. Esta realidad debe contar con toda nuestra atención y acompañamiento, al tiempo que debemos sostener con firmeza, los principios generales del marxismo leninismo sobre la revolución, aplicarlos de acuerdo a la realidad existente de manera de consolidar los logros democráticos, populares e independencistas alcanzados, al tiempo, que con arreglo a una justa comprensión de las leyes generales de la revolución, se avanza en pos de la instauración de la nueva sociedad, que en cualquiera de sus fases o etapas forma parte del socialismo.

En nuestra América Latina, no existen términos medios, o se está con el imperialismo o contra él, se gobierna para él o contra él. Expresiones opuestas al imperialismo, con diversos grados de consecuencia, han existido varias, sólo la de la Revolución Cubana, que se asentó y tomó como guía al marxismo-leninismo, ha logrado ser viable y mantener conquistas sociales y la independencia del imperialismo, muchos otros procesos, que a diferencia de la experiencia cubana, no contaron con dirección comunista, ni fueron revoluciones, no pudieron superar el carácter reformista y fueron derrotados, dentro de ellos tenemos a Perón en la Argentina, Allende en Chile, Goular en Brasil y Alvarado en Perú.

La ideología socialista, tiene su base en la síntesis que se obtiene, a partir de la experiencia de la lucha de clases del proletariado, de aquí, y sin la más mínima inhibición, concluimos diciendo, sólo la revolución socialista es el camino seguro para que la clase obrera y los pueblo de América Latina y del mundo, alcancen su liberación.

Gracias

Eduardo Artés,
Primer Secretario.


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