// 18 de agosto de 2006

Raúl Reyes, Secretariado de las FARC

Ponencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia

El 11 de septiembre de 2002, marca una nueva etapa en la política internacional. El Imperialismo estadounidense hizo uso de los atentados perpetrados contra sus símbolos para dividir al mundo en sus amigos y enemigos. Declaro enemigos a todos quienes estén en su contra, no importan las causas y amigos a quienes comparten y participan de las políticas de guerra y de exterminio en contra de los primeros. Las soberbias declaraciones del Presidente George Bush, desconocen matices o términos medios. Según este personaje ellos simbolizan la verdad, la razón y la democracia, mientras sus detractores están condenados a ser borrados del mapa por las fuerzas del bien, lideradas por Estado Unidos con sus aliados.

A partir de esos hechos de la política imperial los pueblos perdieron soberanía porque sus gobiernos con muy pocas excepciones asumieron compromisos de Estado en beneficio de los intereses hegemónicos y expansionistas de los yanquis. De forma indiscriminada la Casa Blanca decidió calificar de Terroristas o Narcoterroristas a sus adversarios ideológicos y políticos con el propósito de justificar sus medidas represivas como las intervenciones o las invasiones efectuadas contra los pueblos de Afganistán e Irak.

Producto de este nuevo marco de la política internacional los gobiernos del sistema capitalista legitimaron sus prácticas represivas encaminadas a reprimir con mayor fuerza a las organizaciones antiimperialistas, defensoras de derechos humanos, sindicales, de izquierda revolucionaria, a los comunistas y particularmente a las guerrillas alzadas en armas por la conquista de un nuevo Estado y Poder real para el pueblo contrario al querer de las oligarquías y los imperialistas. Fortalecieron los planes de exterminio de los revolucionarios con las llamadas listas de terroristas y narcoterroristas en el propósito de intimidar, chantajear y debilitar la respuesta de las organizaciones del pueblo a sus planes de explotación despiadada, expoliación sin límites, intromisión grosera y represión violenta.

Lamentablemente algunos revolucionarios de convicciones endebles se dejaron asustar por las nuevas modalidades de la guerra de los capitalistas cayendo en el terror por los perversos calificativos de terroristas o narcoterroristas olvidando que del enemigo de clase lo mínimo que podemos esperar es ese tipo de amenazas y expresiones fuera de realismo. Lo hacen ante el desespero por la contundencia de la respuesta organizada de las masas y por su propia incapacidad de destruir política y militarmente a sus opositores armados de la ideología Marxista Leninista.

Destacable y digno de nuestro reconocimiento es la respuesta heroica del pueblo iraquí a las fuerzas de la coalición invasora liderada por los gringos. Las que ya dejan varios miles de muertos y heridos en los campos de batalla frente a la insurgencia, presagiando una inevitable derrota estratégica en los planes de Estados Unidos y sus aliados. Los iraquíes, fieles a la defensa de sus inmensos recursos petroleros, a su independencia y soberanía nacional se niegan a aceptar las imposiciones de fuerza de los invasores imperiales. Estados Unidos no tiene otra opción que, proceder a retirar sus tropas así sea en forma silenciosa con tal de no reconocer ante el mundo la estruendosa derrota geopolítica.

Estamos ante un creciente resurgir de las luchas antiimperialistas a nivel mundial. Vimos en el propio Estados Unidos las masivas manifestaciones de los indocumentados exigiendo sus derechos, los sonados reclamos al gobierno de Bush por su desidia y falta de planes de protección de sus habitantes ante fenómenos naturales como el provocado por el huracán Catrina que dejó miles de muertos, heridos y damnificados sin recibir la más mínima atención del gobierno más rico y poderoso del mundo. Además se señalan en las entrañas del monstruo altos niveles de corrupción, problemas fiscales, desempleo, criminalidad, alcoholemia, drogadicción, discriminación racial, de sexo y religiosa, fuera del descontento en la mayoría de la población por las políticas de injerencia y de intervención política, económica y militar de su gobierno en todo el mundo. El Imperio gringo no tiene todas las de ganar en ninguna parte, pese al papel servil de sus aliados imperialistas y al deplorable favor prestado por los gobierno cipayos y títeres del llamado tercer mundo.

En los países de Europa también brillan distintas formas de la lucha de masas por la defensa de sus intereses, como las gigantescas movilizaciones en Francia y en otros países. Los éxitos de las coaliciones electorales de sectores progresistas con revolucionarios en Italia con la que consiguieron una importante representación parlamentaria.

En nuestro continente lo que está claro es que la política Neoliberal con el ALCA y los TLC impuestos por Estados Unidos con el aval de las oligarquías criollas está recibiendo el rechazo de los pueblos de América Latina y el Caribe. En la misma proporción se incrementan las protestas de las masas en distintos países como Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina y Colombia entre otros, influidas por el pensamiento Marxista Leninista, Bolivariano y Revolucionario que permanece vigente y activo en la región preservando sus propias particularidades y formas de acción.

Los cantos de sirena que pregonaban la derrota del socialismo y el fin de la historia se están silenciando para dar paso a los Quijotes de este siglo en su resuelta arremetida contra la infame explotación del hombre por el hombre. Están apareciendo nuevos instrumentos para el rearme de la utopía. La Revolución Bolivariana de Venezuela es un factor de estímulo y de esperanza concreta que requiere del apoyo militante y de la solidaridad de los Partidos Comunistas, en procura de su fortalecimiento en el objetivo de impedir la acción destructiva de los planes imperiales.

El capitalismo no pudo resolver los graves problemas de la humanidad: 40 millones de personas mueren de hambre al año, 3 mil millones viven en la pobreza y casi mil millones no tienen empleo. El cáncer de la corrupción con los efectos criminales del narcotráfico a nivel gubernamental está causando irreparables daños. Es la hora de la acumulación de la fuerza y de la unidad hacia la construcción de la alternativa anticapitalista.

Es un imperativo la concatenación de las luchas de los pueblos y de los gobiernos revolucionarios. Durante muchos años Cuba socialista luchó casi sola contra el imperio. Ahora que Venezuela está en la misma orilla política, la estrategia de dominación de los Estados Unidos encuentra mayor resistencia. ¡Que tal si ya fuéramos la potencia hemisférica soñada por nuestro Libertador! El sociólogo estadounidense James Petras denomina triángulo radical al potencial de luchas libradas por Venezuela, Ecuador y Colombia, convertidas junto a otras luchas populares y revolucionarias del continente en preocupación geopolítica de Washington por la seria respuesta al predominio hegemónico del imperio y sus representantes.

No es gratuito que Santa Fe IV encienda las alarmas de la Casa Blanca ante el regreso de Bolívar, de su pensamiento y de su acero a nuestra rica y expoliada región.

Esta ola surgida en el norte de Suramérica contiene en sí la potencia de Bolívar. Desde 1819 a 1830 conformó un todo orgánico, COLOMBIA, que incluyó también a Panamá, y fue referente de libertad en todo el mundo. Y ahora, sus componentes fundamentales son fuerzas que se identifican en su aspiración al socialismo. Unir el proyecto de Bolívar a la lucha por el socialismo, es crear la potencia extraordinaria que clama el anhelo de los pueblos para que la ola de la independencia, la libertad y la justicia arropen toda la extensión de Nuestra América. Aquí está el programa de la revolución con sus objetivos de Nuevo Poder, democracia verdadera, justicia social, igualdad y soberanía.

Es necesario liberar las mentes de las cadenas de la ideología neoliberal, que mientras enajena con elucubraciones filosóficas mata de hambre, bombardea pueblos, impone tratados comerciales tramposos, avanza en la recolonización del mundo, interviene militarmente en Colombia y prepara la agresión contra la Venezuela bolivariana. ¿Proscribir a los clásicos y asumir el fin de la lucha de clases porque así lo decreta el post modernismo? ¿No conmovernos ante el heroísmo y el sacrificio soviético en la derrota del fascismo durante la segunda guerra mundial? ¿Deshacernos de esos grilletes mentales para volver a las raíces del socialismo, sin ese subjetivismo de que nada sirvió, para tomar de esa experiencia lo acertado, ligándolo a lo nuestro, a los aportes de nuestro pensamiento autóctono, Mariátequi, nuestros amautas, lo raizal, el hombre nuevo del Che Guevara, a lo comunitario que siempre ha identificado a nuestros pueblos indígenas.

Cuando en el 91 la Coordinadora Guerrillera Simón adelantaba conversaciones de paz con el gobierno de Cesar Gaviria en Caracas, los altoparlantes del gobierno y de los gringos nos decían que la lucha armada había perdido vigencia, que aprovecháramos el cuarto de hora para lograr una incorporación decorosa al sistema político vigente, que ya había caído el muro de Berlín… Sin vacilaciones les respondimos que el hambre y la miseria, las desigualdades sociales, no habían desaparecido bajo los escombros del mencionado muro.

Sin excepción alguna los gobiernos de Colombia han pretendido la desmovilización de los guerrilleros sin cambios en las injustas estructuras del Estado y sin tocar los privilegios oligárquicos. Colombia con una población de 40 millones tiene más de 30 millones en la pobreza. Esto deben tenerlo en cuenta los que aún sostienen que la guerrilla tuvo su oportunidad hasta la década del 70, que la actual es una guerrilla endémica o que es narcoguerrilla, coincidiendo de alguna manera con la campaña mediática del imperio que busca deslegitimarla, despojarla de su aureola política y justiciar su intervención militar en el conflicto interno de Colombia.

Igualmente deben saber que la Campaña Bolivariana por la Nueva Colombia de las FARC-EP avanza inexorable por la senda trazada y que cada integrante de nuestro ejército en un militante comunista, bolivariano, revolucionario, antiimperialista y luchador incansable por la paz con justicia social, la segunda y definitiva independencia, la soberanía nacional y el socialismo.

Muchas gracias.

Raúl Reyes Integrante del Secretariado de las FARC-EP Montañas de Colombia, junio de 2006 .


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