Sobre la utilidad del ferrocarril contra la carretera.

No se cuando. Zamora.

o puedo por menos, antes de entrar en materia, no puedo por menos de saludar al Cuartel Viriato, especialmente para los más jóvenes o algunos más despistados que no lo sepáis, que en este cuartel estuvimos hasta hace 3 ó 4 años sosteniendo un intento de cosa no oficial, de Escuela de Sabiduría Popular, tomando el título de Juan de Mairena, hasta que las Autoridades y el Poder de la Cultura vino a istalarse aquí de la manera que sabéis y en la que os han acogido a vosotros, a los actuales alumnos o profesores del Centro. Bueno, era una pugna entre una forma de intento de hacer algo desde abajo, interrumpida por la necesidad de montar o establecer algo desde Arriba, que es bastante significativo y que toca a nuestra cuestión de hoy también.

Se trata, como habéis visto en el título, de utilidad. La noción es bastante clara a primera vista; desde luego, en ella está implicado que hay un "para qué": algo es útil para algo; por ejemplo, si hablamos de medios de trasporte, parece que tiene que ser útil para trasladarse o trasportar lo que sea. Lo malo es que con esta cuestión del "para qué" se cruza otra que es la de "para quién"; porque evidentemente no todos somos el mismo, y hay cosas que son útilies para alguien, pero no son útiles para otro alguien, y esta es la cuestión que nos va a tocar debatir aquí a propósito de la carretera y el ferrocarril.

Desde luego, he de advertiros que esta cuestión que aparentemente es una cuestión particular y muy concreta referente a los medios de trasporte, a las vías, carretera o ferrocarril, es una cuestión que está enredada inestricablemente con una actitud general y claramente política: si creéis que lo que es bueno para el Poder, puede ser bueno para la gente, para vosotros en cuanto gente, si creéis en esto, es decir que estáis dispuestos a admitir, como se nos impone que se admita cada día, los sustitutos de lo que es verdaderamente útil o placentero, entonces no tenéis que hacer nada aquí conmigo ni en esta discusión.

En esta cuestión aparentemente particular de los medios de trasporte y de las vías está implicado naturalmente todo el Régimen. La actitud que traigo aquí, es mostrar una vez más, que, por el contrario, nada que sea bueno para el Poder, es decir para el Dinero (puesto que en el Estado del Bienestar, Estado y Capital se han confundido del todo, y el Estado no es más que el Dinero y es inútil distinguir entre Ministerios y Bancas, entre Estado y Capital), eso no puede ser bueno para la gente. Claro está que como un corolario se desprende también lo contrario, y desde Arriba sospechan que también es así, que lo que es de verdad bueno para la gente, al movimiento de Capital no le sirve, al Estado no le sirve. El Estado no puede manejar, ni producir, ni vender cosas buenas de verdad: solamente puede moverse mediante los sustitutos y la falsificación de las cosas, la falsa utilidad. De manera que os estoy diciendo que lo que es útil para la gente, no es útil para el Poder, pero sobre todo, que lo que es útil para el Poder y concretamente para el movimiento del Capital, eso no es bueno para la gente; y si no lo veis así, si os seguís creyendo que efectivamente el interés del Capital y el interés de la gente pueden coincidir, que por ejemplo es muy bueno que el Capital se mueva produciendo nuevos Puestos de Trabajo continuamente, porque eso de los Puestos de Trabajo es una cosa muy buena para la gente, y que es muy bueno que la producción de toda clase de bienes se multiplique y se os imponga por todas partes, por medio de toda clase de propagandas, porque todo eso enriquece vuestra vida, si os creéis todas estas paparruchas que acabo de enunciar, evidentemente tampoco tenéis que hacer aquí nada a propósito de las vías de trasporte de personas y de mercancías. La actitud, en todo caso, de la que aquí parto es la de que no hay tal compatibilidad, que lo que es útil para los de Arriba, no es útil para la gente, aunque os lo vendan como tal.

Advertida pues esta actitud, vamos a fijarnos un poco en el ejemplo que nos dan las vías, las vías de movimiento de gente y de trasporte de mercancías. Yo no se si sabéis lo que es una carretera; padecerlo ya sé que lo padecéis mucho, pero otra cosa es saberlo, haberse puesto a pensar en ello un poco. Ellos hace mucho tiempo que este término "carretera" prácticamente no lo emplean nada más que para algunas carreteras o caminos muy secundarios, a los que no tienen más remedio que llamar así, porque las carreteras de veras, las importantes, hace ya mucho tiempo que se llaman Autopistas o cualquier otro nombre de esos más o menos pomposos que Ellos usan; pero por acá abajo sabemos que esto son maneras de disimular, que son carreteras, con el término más corriente, y da lo mismo si son autopistas de dos sentidos, si son carreteras nacionales o no nacionales, si son autopistas o pistas nacionales o no nacionales, da igual: todo queda aquí englobado en la noción de "carretera". Bueno, pues la carretera es el tipo de vía que ha habido siempre, desde el comienzo de la Historia que nosotros podamos recordar, desde que hay ruedas por lo menos. Algunos dicen que esto de las ruedas es relativamente reciente, que a lo mejor no tienen más de 20.000 años, porque parece que cuando entraron desde el Asia en América no había todavía, no conocían el uso de las ruedas. Sea como sea, evidentemente, desde que hay Historia, es decir registro escrito de acontecimientos, que es propiamente lo que podemos saber acerca de hombres, porque todo lo demás no son más que deducciones e imaginaciones, desde ese momento, hay carreteras: caminos, carreteras, calzadas, vías, pistas, autopistas, lo que queráis, nos han acompañado desde el comienzo.

Os voy a poner un tanto entre paréntesis, en tela de juicio, la noción de "Progreso" bajo la cual se os hace padecer todos los días. La carretera, aunque se revista con nombres de pista y tome dos sentidos regulados y se recubra de alquitrán, renovable cada poco, es lo más arcaico, lo más primitivo que puede darse en vías; es la que hemos tenido siempre desde que la Historia ha empezado, desde que (digamos) hay ruedas. En algunas ocasiones en que el Poder adquirió grandes estensiones, imperios, como en el próximo Oriente, y después sobre todo con el Imperio Romano, estas carreteras o calzadas alcanzaron toda la perfección y el esplendor que conocéis, por ejemplo, por los restos que todavía os encontráis por doquiera de la red viaria del Imperio Romano, las vías romanas, asentadas con sus losas bien encajadas, como sabéis, y tan bien hechas que aparte de llegar a los cuatro puntos de lo que era el Imperio Romano, han podido durar tranquilamente estos 20 siglos en muchos sitios y siguen durando. Son, más tarde y más imperfectas, cuando ya el Imperio se había derrumbado y todavía no habíamos llegado al nuevo Imperio, al Estado del Bienestar que hoy padecemos, fueron las calzadas por donde corrían las diligencias, más o menos polvorientas, más o menos llenas de fango cuando llovía, de polvo cuando no llovía, más o menos anchas, más o menos empedradas o sin empedrar, eran las calzadas por las que corrían los coches y las diligencias, a lo largo de todo ese tiempo, desde la Edad Media hasta el siglo pasado, digamos, y sobre todo hasta los comienzos del establecimiento del Régimen que hoy padecemos. Es el tipo de vía arcaico, el que ha habido siempre.

La gran novedad entre nosotros y desde hace ya algún tiempo es que, como el tipo de vehículo que tenía que imponerse, porque así lo necesitaba el Capital, era el Automóvil Personal y, a consecuencia de él, camiones, autobuses y autocares, y como ésos gastaban esencialmente gasolina, porque es el procedimiento que al Capital le pareció y le sigue pareciendo el producto más asequible para organizar alrededor de él grandes negocios, entonces, las calzadas, en vez de empedrarse y acondicionarse y desde luego en vez de costruirse con las envidiables lápidas y losas de los romanos, se alquitranó; el alquitrán, como sabéis, es betún; es un producto que viene del mismo sitio que la gasolina, y por tanto la implicación entre las industrias de la gasolina y del alquitran están bien claras. Ésa es la gran novedad, que se esplica por estos motivos económicos que os sugiero, la forma de negocio, de movimiento del Capital que se puede desarrollar, en primer lugar, en torno al Automóvil Personal y, en segundo lugar, en torno a los productos del petróleo, gasolinas y demás y betunes y demás. Desde luego, no sólo la carretera es una cosa arcaica, sino que, si comparáis vuestras autopistas con las vías de los romanos, os parecen un atraso. El progreso está claramente del revés: comparadas con las vías romanas, estas autopistas alquitranadas son un claro retroceso, una clara contradicción con la pretensión de utilidad. Todos sabéis que son tan flojas, tan endebles, este tipo de vías, las vías, las autopistas alquitranadas, que tienen que estarse destrozando y reparando cada dos por tres; es decir que apenas se ha costruido una autopista y se la ha alquitranado, como por ella tienen que circular, además de, los automovilitos personales, todas las secuelas de autobuses, autocares y sobre todo camionazos nocturnos llevando enormes cargas, pues en un dos por tres, en un añito, están destrozadas ya y hay que volver otra vez a la nueva reparación, al nuevo alquitranaje; en fin, un desastre. Os estoy hablando de la utilidad y de la falsa utilidad a propósito de las vías: un claro desastre, un atraso, como dicen ellos cuando se enfrentan a las protestas desde abajo, que te dicen "¿Es que quieres que volver a la Edad Media?", o, si se ponen un poco más fieros "¿Quieres volver a la Edad de Piedra?": pues podría aplicarse su cuento, y decirles "Pues sí, con el tipo de vía que nos han impuesto, están ustedes volviendo a las calzadas del XVII, y desde luego a antes de las vías romanas de hace 20 siglos".

Es el tipo de vía que se impone, evidentemente no porque sea bueno no porque sea útil sino porque sirve a las necesidades del Automóvil, de la gasolina y del Estado y del Capital que están detrás de ellos y que en ellos ponen su negocio. En el grado de locura al que el Régimen ha llegado, incluso el destrozo costante del alquitranaje de las autopistas, puede no importar nada, porque eso implica; primero, crear nuevos Puestos de Trabajos a troche moche, porque siempre habrá alquitranadores y se les podrá ofrecer a los jóvenes algún Puesto, sea de alquitranador, sea de ingeniero de alquitranaje, para que tenga algo que hacer y, por tanto, pues haya más Puestos de Trabajo, beneficios que se os venden desde arriba: la gente sabe que esto de trabajar es una cosa mala, por tanto eso del puesto de trabajo tenía que sonar a celda de prisión, una cosa por el estilo, pues no desde Arriba os venden los Puestos de Trabajo como si fuera la gran bendición que os llueve desde el cielo y os llenan de la angustia de que no encontréis vuestro Puesto de Trabajo el día de mañana. Asi es como vive el Régimen, y así es como otra vez se contrapone ahí, lo que es utilidad de veras para la gente con lo que sólo es útil para el Dinero, para el movimiento del Capital. No lo perdáis de vista.

Bueno, pues, frente a las carreteras, calzadas, pistas, autopistas y demás, está el ferrocarril. Notad que la invención del ferrocarril desde el dieciocho, como sabéis, (apenas le hemos dado lugar a que se desarrolle durante poco más de dos siglos), era una invención que consiste en lo siguiente: sobre la tierra, por las buenas, la tierra simplemente alisada, se estiende una capa de balasto o balastro, es decir de pedregullo o de piedra, debidamente machacadas para que tengan la dimensión adecuada para el amontonamiento y el apretamiento necesario; sobre esa capa de balasto se ponen unas traviesas, antes eran de madera durante un siglo podían durar esas traviesas de madera; ahora las suelen hacer de cemento: parece que conviene más, y sobre las traviesas se tiende la via férrea con sus tramos de una longitud adecuada para (ya sabéis) que la dilatación no las haga saltar (basta con dejar de vez en cuando unos trocitos) para que sobre ellas circulen los trenes de viajeros y de mercancías. Esta estructura que se inventó hace dos siglos es prácticamente eterna; su desgaste o estropicio es tan insignificante que se puede simplemente reparar con una vigilancia mínima, muy pocos Puestos de Trabajo, esactamente los que antes de la imposición del Régimen del Bienestar eran el número de casilleros necesarios, establecidos a lo largo de las vías férreas, cada ciertos trechos; en los cuales, aparte de dar paso a los trenes, pues el casillero era también obrero, y varios de ellos montados en la vagoneta, podían dedicarse a repasar los raíles, reparar si hacía falta alguna traviesa, poner algún tornillo; y con eso que desde luego no da muchos Puestos de Trabajo (los necesarios para que la utilidad se mantenga), la vía férrea, sobre sus traviesas, sobre sus lecho de balasto, es prácticamente indestructible; puede durar todo lo que haga falta. Es un invento que no se les había ocurrido a los romanos: esto es lo que lo distingue de lo otro. La carretera con todos sus perfeccionamientos es lo arcaico, la renovación con variantes insignificantes de la prehistoria; pero el ferrocarril no se les había ocurrido ni siquiera a los romanos. Y eso es lo que acompaña esta evidencia de su durabilidad, su utilidad para cualquier cosa, enfrentada con la carretera.

Bueno, pues aquí tenéis esos dos tipos de vías bien enfrentados: lo que es útil de veras, es decir, para la gente, para las necesidades y deseos y placeres de la gente, y lo que sólo es útil para el movimiento del Capital y por tanto para el Estado que en nuestro Régimen está enteramente al servicio del Capital, identificado con él.

Eso es una utilidad contra otra utilidad y esa es la cuestión que os quería ante todo presentar aquí. No vamos a entrar, porque eso ya lo hemos hecho otras veces, en lo que se mueve por las vías, los chismes que circulan por uno y otro tipo de vía. Por otra parte, todos lo sabéis: por las carreteras, pistas, autopistas alquitranadas, circulan Autos, en primer lugar Autos Personales, que, como sabéis tienen que circular en un número creciente, porque si no al movimiento del Capital no le sirven; tienen que seguir aumentando en número, tienen que seguir vendiéndoos, por tanto, más y más Autos, no porque os hagan falta, a lo mejor alguno sois tan tontos todavía que os lo creéis que os hacen falta), sino porque le hace falta al Capital, porque no se les ha ocurrido de momento otra manera de esplotar al personal más que vendiéndole autos, entonces mientras no se les ocurra otro truco un poco más eficaz para sus fines que el de seguir vendiendo autos, tienen que vender más y más autos, de tal forma que ni en las ciudades, los aparcamientos y todas las demás puñetas, ni por los campos, la renovación de vías alquitranadas a través del desierto, pueden dar jamás abasto a la cantidad creciente de autos personales. El Auto Personal, (no voy ha hacer más que recordarlo de paso), está fundado en el principal engaño con que os atrapan: la Libertad Personal. El Régimen que hoy padecemos de la Democracia Desarrollada que es un régimen que consiste en creer que cada uno sabe adonde va, qué quiere, y por tanto, qué compra y qué vota, esta es la gran mentira bajo la que padecéis, seáis sensibles al padecimiento o seáis tan tontos que os lo traguéis y que no sintáis nada, pero, de una manera o de otra esa es la gran trampa bajo la que padecéis. Si el Estado y el Capital se han aferrado al Automóvil Personal de esa manera, es porque aparte de que no se les ha ocurrido, de momento, otra manera de esplotar al personal, es que respondía al ideal mismo del Régimen, la Libertad Personal; de manera que no es nada estraño que ése sea el elemento, el medio de trasporte favorito. Cualquiera de vosotros, por poco sensibles sque seáis, sabéis que cuando se pasa de la propaganda del auto, ("puede usted ir adonde quiera, pararse donde le parezca" y todas las demás monsergas que os cuentan) a la realidad, ya percibís qué es la libertad personal, especialmente a través del auto: percibís lo que es la libertad personal en los conglomerados urbanos donde los autos se atascan y circulan a 10 km/h, después de que os los han vendido porque tenían una potencia para circular a 200 por hora y son los que forman caravanas en las autopistas alquitranadas a cada paso; en fin, que os hacen disfrutar de lo lindo de vuestra libertad personal de todas las maneras posibles: ese es el gran engaño.

Hay que añadir las secuelas y los hermanos grandes del Automóvil Personal, pero él es el centro, es el centro del engaño: lo demás son secuelas. Tenéis en los conglomerados urbanos que ya no se pueden llamar ciudades, tenéis los autobuses que aumentan el potaje automovilístico de una manera descomunal, de tal forma que, si ya el torrente de autos personales de por sí hace imposible la vida, la aparición de los autobuses urbanos que tratan de meterse por entre aquellos y abrirse camino, pues acaba de completar el juego. Tenéis autobuses urbanos porque hace unos cincuenta años los servidores del Poder levantaron los tranvías, levantaron las vías férreas de todos los sitios donde hacían falta, los tranvías, que ni a nadie le molestaban ni eran capaces, aunque lo hubieran querido, de montar potaje circulatorio ninguno, porque para eso está la vía férrea, para que no pueda suceder semejante cosa Y tenéis los autocares turisticos, para completar la cosa; Y los autobuses interurbanos: porque no hay trenes, hay autobuses interurbanos, (bien lo véis aquí, por ejemplo lo mismo Zamora-Salamanca que cualquier otro trayecto,) hay autobuses interurbanos, por que se ha cortado el tren, por ejemplo aquí tiene que haber muchos autobuses interurbanos que os trasporten Zamora-Salamanca, Salamanca-Zamora porque hace 15 años que el Poder decidió que había que cortar la línea férrea desde Astorga hasta Plasencia-Empalme, como se llamaba antes; entonces, tiene que haber autobuses interurbanos, no cincuenta trenes al día como podría haber tranquilamente, si hiciera falta, porque la vía férrea, el ferrocarril es inagotable, sino 40, 50, 100 autobuses que traten de sustituirlo torpemente, deficientemente siempre. Y, para completar el potaje, autocares turísticos por doquiera, metiéndose incluso por los conglomerados urbanos, pero, en todo caso, recorriendo el mundo; porque entre los derechos humanos de que disfrutamos bajo el Régimen, está el de poder ir ver el mundo, hay que ir a ver el mundo. Yo he visto incluso autocares turísticos de ciegos que venían a parar en París delante de Notrê Dame para que los ciegos norteamericanos se bajaran allí y el guía le eplicara adonde estaban pisando. Os pongo el ejemplo de los ciegos, porque el resto de los turistas generalmente es igual que si fueran ciegos; da igual. El pretesto es, efectivamente, andar por ahí a ver el mundo, con los autocares turisticos o con el avión incluso,: ése es el pretesto; el resultado: no se ve nada, no se ve ni se siente, que es lo que al Régimen por otra parte le hace falta, porque el Régimen tiene mucho interés en vender los billetes de avión o de autocar, pero en que se disfrute ¿cómo va a tener interés?, si para eso basta con la propaganda del disfrute, para que los ilusos se lo traguen y se tomen lo uno por lo otro,: han ido a Tailandia, a Bangkok, porque en el prospecto le decían que era un viaje a Tailandia y a Bangkok; que después hayan allí sentido, visto o percibido algo, eso, eso no, eso es un cuento; eso pertenece a lo de la utilidad para la gente, que os estoy contraponiendo con la utilidad del Capital, del Poder.

Y entre los hermanos mayores están finalmente los camionazos, los camionazos de trasporte, que son uno de los ejemplos de este engaño que a uno le encorajina más. Bueno, a uno le encorajina (más quienes están viviendo en Madrid) ver lo que pasa, ver cómo todo el mundo va, más o menos, al mismo sitio y a la misma hora, pero cada uno por su cuenta y asi forman los torrentes y los atascos; pero más le encorajina todavía.si se para al pie de una de las autopistas alquitranadas y ve pasar los camionazos nocturnos, uno detrás de otro, con esa labor siniestra de los camioneros, (Puestos de Trabajo, muy dignos, no hay nada que decir), con esa labor siniestra, con esos vehículos descomunales, que todo el mundo ve que son completamente impropios para ese tipo de circulación, van pasando uno detrás de otro, uno se queda pensando "toda esta ristra de camionazos con dos trenes de mercancías por la noche estaba suprimida y arreglada". Evidentemente, ahí la contraposición entre las dos utilidades, se contrapone bien, los trenes de mercancías lo resuelven todo, cualquier no sólo necesidad, sino capricho que les pudiera dar a los ciudadanos y a los comerciantes por tener, todo, y barato y pronto y sin tropiezos; pero eso es utilidad para la gente, por alguna razón en cambio eso no es útil para el movimiento del Capital, y por tanto no es útil para el Poder. Para el Poder por alguna razón, son útiles las filas interminables y siniestras de camionazos nocturnos: eso es lo que le viene bien. Luego podéis intentar destripar las razones por las que esto es, por lo que le es útil al Capital, son bastantes visibles por lo demás, pero en todo caso se contraponen claramente a la utilidad patente de un tren de mercancías, y por tanto de la vía férrea en general.

No me detengo más en los tipos de vehículos que van por ello: aquí nos importaba, como centro para fijar la atención sobre este engaño que padecemos, el contraponer los tipos de vías, la vía arcaica, casi prehistórica de la calzada o autopista y el invento, que era un verdadero progreso, de la vía férrea.

Termino haciendoos costar esto: puede parecer muy aplastante, el Régimen, el Poder, el Capital, cuando se os presenta desnudamente como lo estoy haciendo; es muy aplastante, es intolerable, para cualquier razón y corazón, para cualquier sensibilidad; pero por otra parte (éste es nuestro aliento:, es por lo que os estoy hablando aquí), no es perfecto, no es tan omnipotente como Él se cree. Evidentemente, el Capital cuenta con que va a seguirse imponiendo siglos y siglos, y os hablan, si os descuidáis, de cómo vais a vivir en el año 2041, o cómo van a vivir vuestros nietos en el año 3000, porque cuentan con la eternidad, con que este chollo, este engaño, no se les va a acabar tan pronto. No tiene fundamento: incluso el propio desarrollo, los casos de locura que os he presentado a propósito del aumento, la necesidad del aumento desenfrenado, de la venta de automóviles, o de la proliferación de los camiones y demás, son como síntomas que demuestran que eso no hay manera de que se sostenga; pero Ellos, por supuesto, se creen que sí, y además os lo tienen que hacer creer. Os lo predican todos los días, por televisión en primer lugar, o, si os descuidáis, hasta en los Centros de Enseñanza que alguno de vosotros podáis padecer. Que os lo prediquen todos los días que esto tiene que ser así, al corazón de uno por lo bajo, le dice que es una sugerencia de que es mentira, porque, si fuera verdad, no tendrían que estarlo predicando todos los días y por todas partes. El solo hecho de que el Régimen, aparte de la imposición de los chismes inútiles, tenga que sostenerse por la propaganda y sólo por la propaganda, es decir, haciendo creer, os muestra en grande lo mismo que podíais en una de las antiguas religiones pensar cuando oíais predicar desaforadamente en los ejercicios espirituales a los curas o frailes, encargados del asunto: cuando tanto hay que vocear, cuando tanto hay que predicar, es que la cosa no se sostiene sola. es que es mentira. Así la propaganda es, si la sentís bien, una especie de, no prueba, sino sugerencia indirecta de la mentira de aquello que se os está predicando y vendiendo. Eso es algo de sentido común que cualquiera de vosotros está sintiendo conmigo.

Pues bien, el Poder, tan aplastante, no es perfecto no es cerrado; por eso, de vez en cuando puede suceder que se inventen cosas como el ferrocarril; sino no tendría ni sentido siquiera. Estamos por tanto volviendo para terminar sobre esta noción de 'progreso' y su enrevesamiento. Evidentemente, al Capital, en el estado en que se desarrollaba a fines del siglo XVIII, le era conveniente el invento del ferrocarril, sino no se habría inventado, ni Stephenson ni los demás habrían conseguido suficiente apoyo, aunque no fuera mucho en comparación con lo que ahora se usa en plan de subvenciones, pero no habrían conseguido el suficiente apoyo para los primeros ensayos para establecer la vía férrea; bueno, pues ahí veis la imperfección del Poder: evidentemente, en general, siempre desde el comienzo de la Historia, el Estado ha estado masacrando gente, por el bien del Estado, no por el bien de la gente, y el Capital se ha estado moviendo y asesinando de diferentes maneras por el bien del Capital, no por el bien de la gente; pero no puede hacerlo de una manera tan perfecta, tan omnipotente como Ellos se creen y predican, les quedan resquicios: y a través de los resquicios es como se pueden colar de vez en cuando los inventos útiles, por ejemplo, el del ferrocarril.

Os estoy hablando ahora a favor de las máquinas.. La cosa es muy sencilla: hay máquinas que, aunque a la empresa burguesa le vengan bien, al mismo tiempo, por descuido, son buenas para la gente, hay máquinas útiles; el ferrocarril es una de ellas, uno de los ejemplos más palpables. Se podría imponer por conveniencia del Capital burgués y del Estado que lo apoyaba, pero al mismo tiempo resultaba todavía bueno para la gente. Una máquina buena para la gente quiere decir una máquina que le ayuda, que le alivia, con respeto a las grandes maldiciones de Jehová, en primer lugar la del trabajo; una máquina buena para la gente es una máquina que permite trabajar menos, que hace menos penoso el trabajo, menos frecuente, menos agobiante, que ocupa menos la vida; eso es una máquina buena para la gente, y evidentemente, lo mismo que se puede decir de una máquina fregadora o lavadora de platos, que, aunque a la empresa le sea muy conveniente venderlas, tambien quitan trabajo, son buenas para la gente, así puede decirse del ferrocarril: era un invento que se impuso y, al mismo tiempo que servía a los intereses del Capital, era bueno para la gente, quitaba algo del trabajo del viajar en diligencia, con carros y de todas las maneras que se empleaban, arcaicas; de manera que en ese sentido era una máquina buena, y al lado de las máquinas buenas, útiles, hay máquinas que no sirven más que para hacer la puñeta y para venderse; esta es la cuestión, y conviene distinguirlas de las otras máquinas; y la mayor parte de las que os venden cada día, si no os chupáis demasiado el dedo, si no os dejáis engañar, reconoceréis que son de este orden, de las que no sirven para nada, más que para hacer la puñeta, es decir, no quitar trabajo, sino aumentarlo, y para venderse y comprarse, teniendo en cuenta además que las dos falsas utilidades son del mismo orden, porque también el comprar y vender, si bien lo miráis, es una forma de trabajo, es una forma de la actividad trabajosa. Ah, me diréis que lo mismo que los hay que dicen que disfrutan de la velocidad del Automóvil, a lo mejor disfrutan también discutiendo con el comprador de la fábrica de automóviles cuál es el mejor modelo, a lo mejor me decís que hay señoras que disfrutan yendo al Supermercado, la mayoría es idiota, que se le va a hacer, y esos casos se dan. El Régimen está fundado en que la Mayoría es idiota, y si no, no habría Régimen; pero por lo bajo al mismo tiempo, seguimos sintiendo y seguimos razonando. Hay máquinas que no quitan trabajo, que no alivian las no demasiado grandes necesidades que nos vienen de más atrás, y que nos impiden vivir, es decir, vamos, no una cosa estraordinaria, sino ir viviendo y de paso pensando, porque tambien el pensar forma parte del vivir, disfrutando y pensando, que no nos hacen nada de eso, sino que lo aumentan .Considerad ahora cada uno, especialmente de los que estáis en edad de trabajar o de estudiar, (que da lo mismo porque estudiar es un trabajo también, qué se le va hacer, ya se sabe: estudiar es un trabajo), considerad en que están ocupadas vuestras jornadas, al 90 y más por ciento: pues están ocupadas de formas más o menos disimuladas de pena, de trabajo, de obligación, de cumplimiento de deberes, de llenar planes para el Futuro, es decir, de no vivir; de formas de no vivir, de no dejar vivir. Máquinas inútiles que no sirven más que para no dejar vivir, que no quitan trabajo, sino que lo aumentan, son: por ejemplo el Automóvil Personal y todos los medios de trasporte inútiles que el Régimen impone. Tengo que recordar una vez más que hablando de Trabajo ya recordáis todos que hubo una lucha de los trabajadores, que Sacco y Vanzetti murieron en Norteamerica, defendiendo la jornada de 5 días y 7 horas y hemos progresado: el Régimen del Bienestar se ha impuesto y ahora ya sabéis cuál es la jornada de un trabajador en cualquier conglomerado urbano: tiene a lo mejor los 5 días y las 7 horas (no es tampoco lo más corriente: hay que hacer horas estraordinarias, y por tanto anular aquellas pretendidas conquistas de los obreros luchadores), pero además tienen que trasladarse de la ciudad satélite al conglomerado, por ejemplo, o incluso, en Zamora, los han echado de vivir en un caserón del centro y tienen que vivir en un chalecito a 10 km; pues ya está: tiene que venir todos los días, y eso es trabajo, y eso son horas de trabajo, las del trasporte. Porque, en un tren, te montas (esta es la utilidad del ferrocarril), en un tren te montas, y tienes un trocito de vida, que a lo mejor no es de los menos interesantes, en un tren vas haciendo de todo; pero en un Auto no, tampoco en un autobús, pero menos todavía en un Auto Personal: ahí no tienes más que ir y llegar; cada uno, está pa ir, pa llegar; por eso ahí está el pregón que consiste en: "¡llegar pronto!, ¡llegar más pronto!" y las grandes ventajas de la velocidad; como si en una hora de trasportarse, sin poder hacer más que trasportarse, no pudiera uno aburrirse y pasárselo mal más que en 10 horas de ir en tren, despreocupado de la llegada y haciendo todas las cosas que se pueden hacer también pie a tierra.

No es la única máquina inútil y perjudicial la que os estoy presentando, frente al ferrocarril: hay muchas, la mayor parte de las que os venden; la Televisión, no la pidió nadie, ni a nadie le hacía puñetera falta, pero al Poder sí, porque tienen que educaros, y el órgano de Educación, el órgano de hacer creer en la Realidad, es la Televisión, incomparable con cualquier otra cosa; de forma que a vosotros no os sirve más que para comprarla y venderla y para destrozaros la poca de vida que pudiérais tener, quedando allí como tontos las horas que os dejéis meter delante de la pequeña pantalla; pero al Poder, al Capital le es muy importante; y notad que, además, la Televisión sin el Automóvil tampoco podría subsistir mucho, porque el pregón del Automóvil por Televisión es una parte muy importante de su subsistencia; claro que tampoco podría subsistir mucho si no hubiera terroristas, si no hubiera Bandas Terroristas, porque la conesión es la misma: evidentemente, a la gente no le hacen falta para nada, pero a la Televisión sí, porque, si los medios de Formación de Masas no tuvieran o Bandas Terroristas o un equivalente, no llenarían espacios; y por tanto, los intereses de los unos son los mismos que los de los otros; ¡cómo os engañan cuando os contraponen cosas como éstas, con el verdadero terrorismo que es éste que os estoy contando!; la imposición de los medios de trasporte y de las máquinas inútiles en general, el destrozo de la vida, la anulación. de las posibilidades de vida. La Red Informática Universal, los ordenadores desde el más pequeño, a nadie le hacen falta para nada, no le prestan ningún servicio; si os dicen que quitan trabajo los ordenadores, es mentira; ni siquiera en los Bancos, y en las Empresas donde los han metido, ni ahí quitan trabajo, no digamos ya al nivel de los simples particulares, que se creen que con el ordenador trabajan menos o mejor que con una máquina de escribir o escribiendo a mano; no hay el menor fundamento, y cualquiera que lo haya sufrido, lo sabe igual que yo o mejor.

Todas las cosas que os vendan, en general, no sirven para nada; con eso quiero terminar. La inmensa mayoría. Me diréis "Me venden una cebolleta"; pues si, podéis comprar una cebolleta en el mercado de abastos de vez en cuando, y a lo mejor te la comes, (no seguro, porque el Futuro es el Futuro, y cuando uno hace compras previendo el Futuro, para la semana o para el mes, se arriesga a lo que sabéis, a que la mayor parte vaya a parar a la basura, que es lo que el Régimen necesita), pero supongamos que de vez en cuando no sólo te compras una cebolleta, sino que hasta te la comes, te la llegas a comer. Bueno, esto son los casos escepcionales que sirven para el mantenimiento de la mentira; por todo lo demás, os pasáis la vida comprando, y ocasionalmente vendiendo, productos que no sirven para nada. Ésta es la manera en que se contrapone la utilidad para vosotros, como gente, con la utilidad para el Capital y el Poder a su servicio; porque, en cambio esa venta de inutilidades, esa imposición de las máquinas más inútiles, y más torpes, ésa al Capital y al Poder a su servicio sí que le es útil para sus manejos, sí que le es útil, por que, si no, no habría movimiento de Capital, y si no hay movimiento de Capital, el Estado del Bienestar, y los Estados en general, tampoco podrían sostenerse.

Es lo que os tenía que decir; y ahora el rato que nos quede nos dedicamos a que me soltéis lo que se os ocurra respecto a cualquiera de las cuestiones que he tratado de sacaros, confío que con la bastante claridad.

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