Sermón contra el Futuro

28 de mayo de 2000. Encuentros en Defensa del Ferrocarril en Salamanca.

quí entre los que habéis quedado del encuentro, es bastante difícil un sermón, por esta dificultad de que se trata de predicar a convencidos en principio. Esto siempre hace la cosa un poco dura. Uno se siente mucho más movido cuando se trata de un público de gente que está más directamente entregada a la política de los medios de trasporte inútiles, del Auto, que no sólo tiene Auto, sino que además está dispuesto a justificar el que lo tenga; y en cambio, se supone que los que estáis aquí, pues estáis de acuerdo, por lo menos de acuerdo de corazón, en cuanto que la política de trasportes que padecemos no es una política con la que se pueda estar de acuerdo desde abajo. Una cosa es estar de acuerdo de corazón, y otra cosa es que después los planteamientos y razonamientos puedan no ir tan de acuerdo; pero, en todo caso, el sentirme entre gente más o menos convencida en el fondo, me dificulta lanzaros este pequeño sermón.

Lo que tengo que deciros esencialmente, y en parte se vuelve contra las conclusiones y reclamaciones que aquí veo, es algo que viene muy de por las nubes, una política muy en general, en la que esto del ferrocarril entra. Es esencialmente un pregón contra el Futuro.

Es decir que me estoy dirigiendo, entre vosotros y en cualesquiera otros que pudieran oír esto, no a los que pretendan ser realistas y prácticos, como suele decirse, sino a los que no crean, o por lo menos no crean mucho, en eso de lo realista, de lo práctico. Mi sermón consiste esencialmente en recordaros qué quiere decir ser realista y por tanto pretender, en esto del ferrocarril como en otras cosas, luchar, reclamar por un Futuro, el futuro de Zamora, el futuro de Salamanca, el futuro de la región, el futuro de España, el futuro de la Humanidad.

Luchar por un Futuro, reclamar un Futuro, quiere decir darlo por hecho. Eso es lo se entiende por realista; y efectivamente, resulta y se comprueba una y otra vez que aquellos que en sus proyectos, reclamaciones, aspiraciones, son realistas, reconocen un Futuro en el que hay que entrar, tienen éxito; tienen desde luego un éxito más evidente que los que no adoptan esa postura. Esta es la cuestión o casi el dilema político en el que quería meteros.

Efectivamente, contar con un Futuro garantiza que la empresa tenga un cierto éxito: ya que se sabe más o menos el Futuro, se trata de encajarse en él, encajar en él la empresa, la comunidad de que se trate y demás. Conviene por tanto ante esta política, que es la habitual, saber qué es lo que se consigue cuando uno se vuelve realista y por tanto se ajusta a un Futuro ya hecho previamente, ya conocido.

Os lo tengo que recordar con unas pinceladas. Intentar reclamar un Futuro para el ferrocarril de esta clase o de la otra, para Zamora, para Salamanca, para España, etc. quiere decir contar con un Futuro en el que hay -ya están ahí pintadas- cosas como las siguientes: es un Futuro, en primer lugar, en el que está el Automóvil Personal, y como en ese Futuro está el Automóvil Personal, están junto con él, llevados de la mano, los camiones de mercancías en ristras nocturnas que todos conocéis, los autobuses, no tranvías, sino autobuses urbanos o interurbanos, los autocares turísticos y todo lo que el Automóvil Personal arrastra consigo. De manera que eso es una de las cosas que están en ese Futuro. Como está eso, en ese Futuro están también por tanto las redes de vías de alquitrán llamadas alternativamente Autopistas, Autovías, loquesea trazándose una y otra vez y reparándose costantemente, puesto que son estructuras que se estropean a toda velocidad y que hay que estar continuamente reparando. En ese Futuro están ciudades llamadas ciudades que ya han dejado de serlo, que consisten en conglomerados urbanos con calles mal llamadas calles, abiertas de forma que permitan la circulación de los vehículos bien conocidos, con más o menos atascos, más o menos incurables, de los que ya conocéis. Eso está en ese Futuro también.

En ese Futuro, por tanto, está la creación de Puestos de Trabajo y la política de la que los políticos viven, de "Paro" frente a "creación de Puestos de Trabajo"; porque aunque no haga falta esplicarlo muy detenidamente, eso va ligado con el Auto, es decir con la imposición de los medios de trasporte inútiles. Por tanto, en ese Futuro está el Dinero, está el Capital moviéndose por lo alto, encima de vuestras cabezas, tal como hoy se mueve más o menos, puesto que también la cuestión del Trabajo inútil y la imposición de los medios de trasporte malos es algo que está inevitablemente ligado con el movimiento del Capital tal como lo conocemos.

De manera que en ese Futuro, por supuesto, con el que la Banca y los Financieros cuentan, está esta condición de que el Capital se va a seguir moviendo sustancialmente tal como hoy se mueve, con todas las consecuencias que con ello vienen.

En ese Futuro por tanto están muchas otras istituciones que son inseparables de esta imposición del Automóvil y los medios de trasporte inútiles: está la Televisión misma la cual no podría vivir sin el Automóvil, lo mismo que el Automóvil no podría vivir sin la Televisión. Eso es una cosa bastante evidente para cualquiera. Y sigue habiendo por tanto con la Televisión, esta forma de ver la vida como una alternativa entre Trabajo y Diversión, meses de Trabajo y meses de Vacaciones, y todo el resto del rollo que conocéis demasiado bien. Esto va a seguir estando así, igual; está ya en ese Futuro desde el momento que creemos en él.

No os voy a seguir enumerando más, pero ése es el Futuro por el que lucháis si se os ocurre luchar por un Futuro. De manera que cualquier política o movimiento desde abajo que trata de ser realista (y me temo que vuestras conclusiones son más bien realistas) implica desde luego todo eso: implica que se está luchando por meter el ferrocarril dentro de un Futuro que ya se sabe cuál es.

De ahí que se caiga fácilmente desde aquí abajo en este error fundamental de dirigir las reclamaciones a lo Alto, es decir, desconocer que cualquier forma de gobierno en el Régimen del Bienestar, el Régimen que hoy padecemos, está inestricablemente ligada con el Capital que acabo de recordaros; y por tanto si se levantan las manos hacia ese cielo, ya se sabe hacia dónde se están levantando las manos, es decir hacia un Estado que es precisamente Estado en el sentido que hoy lo padecemos, en ningún otro sentido nuevo.

Es un error para cualquier revuelta, rebelión, movimiento desde abajo el levantar las manos al cielo; es un error elemental pero en el que se cae una y otra vez. Lo más que se puede hacer con un gobierno, lo mismo estatal que autonómico que municipal, lo que sea, lo más que se puede hacer desde abajo es darle la lata, darle guerra con cualquier pretesto; eso siempre se puede hacer por ejemplo con el pretesto del ferrocarril o de una triquiñuela cualquiera ligada con el ferrocarril, pero que se sepa que no se le puede pedir nada. Al Poder no se le puede pedir nada, se le puede dar guerra con suerte pero no se le puede pedir nada, porque el Poder no puede dar más que ese Futuro que acabo de recordaros; no puede dar ningún otro. De manera que eso es también una parte del realismo que estoy combatiendo, también esa reclamación hacia lo Alto.

Esto es esencialmente lo que a lo mejor por ser demasiado evidente no percibís o no entendéis y que quería recordaros. Por tanto, la política de este movimiento, esto que empezó a desarrollarse entre nosotros, desde que hace 15 años sobre todo se cerraron la Vía de la Plata y otras cuantas vías por el estilo y los ferroviarios mismos empezaron a reclamar y se fundó una coordinadora frente a estos cierres, que después de llamarse coordinadora pasó a ser con los años plataformas como éstas que han provocado esta reunión, etc, todo este movimiento, del que me alegro, es un movimiento que debería mantener su carácter esencialmente negativo, y no pretender ser realista: porque ser realista quiere decir arriesgarse a tener éxito en el sentido habitual, es decir, conseguir lo que ya está conseguido, colaborar por tanto con el Capital y con el Poder. Esta negación, esta destrucción de la idea de lo práctico y lo realista me parece fundamental.

Y entonces queda nada más por añadir esto: uno se pregunta cómo estas líneas de política tan generales, tan por lo alto, que aquí os recuerdo tienen que ver con esta lucha inmediata por el ferrocarril, que en verdad, como os estoy diciendo, es una lucha contra él Automóvil y todo lo que va con él, es decir una lucha contra los medios de trasporte inútiles impuestos desde Arriba por puras necesidades del Capital y de los Estados que con El están. Esto conviene recordarlo, sentirlo más bien que recordarlo, sentir que toda esa imposición de los medios de trasporte malos no viene de ninguna necesidad ni de la tierra ni de la gente, sino que obedece simplemente a necesidades de una forma de Capital, una forma de Estado que es la que padecemos, sin más; de forma que no obedece a ninguna otra necesidad ni tiene nada de fatal. Pero de todos modos ¿cómo se enlaza esto con esta actividad a la que os venís dedicando, y os vais a seguir dedicando, de una lucha muy concreta y muy inmediata por cosas como reapertura de líneas cerradas sin ninguna verdadera necesidad y demás partes de esta guerra contra los medios de trasporte inútiles? Bueno pues se enlaza.

Lo que me toca deciros es que, por supuesto ninguna lucha puede servir para nada si no tiene en cuenta eso que penetra a lo más hondo y que tiene ese carácter general que os he recordado. No vale para nada una lucha que se pierda por no saber reconocer que quiere decir realismo, que quiere decir sumisión a un Futuro. Pero por otra parte esta lucha no se realiza más que con motivos sumamente concretos, sumamente inmediatos: eso es por lo que estoy aquí entre vosotros. Y entonces, trato de llevar la cosa desde lo más profundo y general hasta lo más inmediato y palpable, que siempre van de la mano.

No se trata de que esta lucha por el ferrocarril se incluya, se iscriba en proyectos de un tipo o de otro, sino que justamente en una cosa tan pequeña, tan inmediata como esta lucha por los medios de trasporte útiles de alguna manera se revele, esté hablando, esa política más general de la gente contra el Poder. En cualquier detalle insignificante puede estarse manifestando esta lucha. No hay más que elegir los detalles.

Evidentemente muchos de vosotros sin daros cuenta habéis elegido esta lucha concreta por motivos más profundos de lo que tal vez cada uno se cree. Esa ha sido también mi aventura desde hace muchos años, desde que hace quince años los primeros ferroviarios que se levantaron contra esto me hicieron el honor de nombrarme presidente de aquella coordinadora; y efectivamente creo que es un punto acertado: es decir que, si se consigue algo en contra de la política de imposición de medios de trasporte malos, si se consigue algo ahí, se está consiguiendo algo en todo, en toda la amplitud que os he sugerido y que enfrenta siempre a la gente contra el Poder, al Poder contra la gente que lo padece. Está bien elegido y no me queda más que insistir en la condición primariamente negativa de la lucha.

Al ferrocarril no le hace ninguna falta que lo defendamos, ni que luchemos por el ferrocarril. Es una equivocación semejante a la de aquellos ecologistas que defienden la Naturaleza o defienden la Tierra o defienden las aguas o cosas por el estilo. Es una pretensión al mismo tiempo presuntuosa y estúpida. Así también al ferrocarril no hace falta que lo defienda nadie. Lo único que hace falta es quitar de en medio al Auto. Si se quita de en medio al Auto, ya no hay nada que hacer, porque los medios de trasporte útiles se defienden por sí mismos y se desarrollan por sí mismos. Es evidente para todos que, si el ferrocarril está tan mal como está, no es porque por algún fenómeno natural se haya quedado retrasado su desarrollo o se le hayan marchitado las hojas a las ramas en que se podía desarrollar. No, no: es sencillamente por la imposición desde hace un siglo de los medios de trasporte inútiles; eso es lo que ha coartado por todas partes el desarrollo, casi diría natural del ferrocarril, de los medios de trasporte útiles.

De manera que con esto es con lo que termino este pequeño sermón: insistir en la condición negativa como la única verdaderamente útil. No se trata de defender el ferrocarril, lo que inmediatamente caería en lo que he estado denunciando, en un intento de ver si el ferrocarril encaja todavía dentro de ese Futuro donde al mismo tiempo está el Auto y todas las demás pestes que os he recordado. No se trata de nada positivo, que iría en ese sentido de lo que se considera realista: se trata de atacar con este motivo, (que, repito, me parece que se trata de un punto concreto bien elegido), atacar toda la política de medios de trasporte inútiles, de medios de trasporte malos, del Poder. Con eso basta.

Con eso basta. Si dejan de producirse nuevas ramificaciones de Autovías alquitranadas con sus ochos y reparándose costantemente, si dejan de seguirse fabricando conglomerados urbanos con calles para que pasen por dos vías los Autos y no pase nadie más prácticamente, si deja en cualquier medida de producirse eso, no hace falta preguntar, no hace falta hacer nada positivo. La gente sabe, por lo bajo, cuáles son los buenos medios de trasporte, cuál es la ventaja incomparable de montarse en un chisme que te cae por delante de la puerta y que, una vez que ha terminado su servicio de trasporte, le dices "¡Adiós burro!, ahí te quedas; muchas gracias", frente a la esclavitud tremenda de tener un Auto, de comprárselo y cambiarlo y cargar con El como la inmensa mayoría de los pobladores del Estado del Bienestar cargan. Eso por lo bajo lo entiende cualquiera, cuáles son los buenos medios de trasporte.

De manera que con estorbar, aunque nada más sea un poco, con estorbar que continúe el desarrollo de los malos y la imposición de ese Futuro, basta. Entonces ya, la multiplicación de líneas férreas, el que se siga desarrollando lo que hace más de 50 años tenía que haberse hecho, que es la doble vía, por ejemplo, en este país por todas partes, la electrificación en la medida que haga falta, y todas las demás formas de desarrollo que el ferrocarril, que el tren y la vía férrea llevan en sus entrañas, todo eso se va desarrollando sin más, no hace falta andarlo ni defendiendo ni proponiéndolo, ni luchando por ello.

Es esa condición negativa lo que quería sobre todo recordaros. Y con esto pues ya está terminado esté pequeño sermón de esta mañana."