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Género y Liderazgo: Perspectiva Histórica

Por: Silvia L. Saravia Matus

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Género y Liderazgo: Perspectiva Histórica

Por: Silvia L. Saravia Matus*

Entrando al siglo XXI, no es ningún secreto que nuestra sociedad se encuentra plagada de múltiples estereotipos. En lo relacionado al género, las mujeres del último siglo, han dado grandes pasos para colocarse al lado de los hombres. Sin embargo, a pesar de estos pasos tan agigantados y evidentes (derecho al voto, entrada al mercado laboral y político entre otras cosas) aun se dejan sentir las restricciones sociales impuestas a cada sexo.

Revisemos rápidamente las características culturales de los estereotipos de género: la Masculinidad consiste en ser lógico, analítico, determinado, dominante, fuerte, activo físicamente y con una baja aversión al riesgo. Por el contrario, la Feminidad implica ser emocional, reflexiva, voluble, obediente, débil, pasiva físicamente y con una alta aversión al riesgo.

Bajo estas percepciones no es difícil entender por qué tan pocas mujeres llegaron a ostentar algún tipo de poder en el paso; ya fuere político, económico o intelectual. A lo largo de la Historia Universal, quienes lograron tal éxito debieron, primeramente, luchar arduamente para probar que es errónea su prejuzgada ineptitud, para luego cumplir con sus propósitos: lo cual, desde mi punto de vista, incrementa la dosis de admiración por parte de quienes hoy nos enteramos de sus hazañas y logros.

Sin duda alguna, no podemos ocultar las diferencias que existen entre hombres y mujeres pero si podemos y debemos minimizar la desigualdad en derechos, deberes y oportunidades.

En el área de los negocios, por ejemplo, sociólogos contemporáneos han llegado a definir un estilo de liderazgo congruente al género. Esto quiere decir que hombres y mujeres se dirigen a sus subordinados en formas diferentes. Las diferencias consisten en que las mujeres prefieren un estilo democrático mientras que los hombres se sienten más a gusto con uno directivo.

Estas (las mujeres) alientan la participación, comparten el poder y la información y tratan de fortalecer los sentimientos de valía de sus seguidores. Prefieren dirigir por medio de la inclusión y confían en su carisma, experiencia, contactos y habilidades en el trato personal para influir en los demás. Por su parte, los hombres son más proclives a usar un estilo directivo, de mando y control, y se apoyan en la autoridad formal de su puesto como base de influencia. (Comportamiento Organizacional, Stephen Robbins, Pg 163. 5ta Edición. 1998)

Sin embargo, la líder de la antigüedad, para sostener su autoridad, debía asumir las mismas actitudes y estrategias de sus colegas masculinos. Debía demostrar que era tan o mas capaz que cualquier hombre que llegase a ocupar su posición; de lo contrario se exponía a una deposición segura. Y el líder de la antigüedad, que básicamente no manejaba los conceptos de igualdad, derechos humanos y ética que hoy tanto debatimos, se regia abiertamente por la coerción y la fuerza bruta, entre otras políticas de negociación de tipo maquiavélico.

Estará de más mencionar a los faraones egipcios, emperadores romanos y monarcas europeos que erigieron grandes civilizaciones. Así también las fantásticas figuras femeninas que aportaron en el desenvolvimiento de sus pueblos, no carecían de astucia, perspicacia y crueldad. Personajes como Cleopatra (que mandó asesinar a su esposo y hermano menor Tolomeo XIII para afianzar su trono). Juana de Arco (hábil guerrera) o Isabel I de Inglaterra (promotora de la llamada Edad de Oro en su Nación).

I know I have the body but of a weak and feeble woman; but I have the heart and stomach of a king, and of a king of England, too. Isabel I.

En esta frase se resume el gran reto que esta mujer debió enfrentar como líder político. En primer lugar, su coronación se debió a vueltas del destino. Hija de la segunda esposa de Enrique VII (Ana Bolena), debió luchar por su legitimidad al trono. Al no contraer matrimonio y por consiguiente no contar con un heredero varón, se le consideraba ficha fácil de eliminar del tablero político internacional que presentaba múltiples enemigos. Entre ellos: Roma, que la reconocía como hereje por ser de la religión Protestante / Anglicana; España y Francia que a través de alianzas matrimoniales buscaban absorber a Inglaterra dentro de sus dominios; Escocia, Rebelde en busca de su emancipación.

Sin embargo, La Reina Virgen logró un fabuloso enriquecimiento para Inglaterra, mantuvo y afianzo la unidad y estabilidad política y religiosa, propició el florecimiento de las artes y obtuvo el respaldo de todo un continente.

Pero sólo fue con el estallido de la Primera y Segunda Guerra Mundial que las mujeres "comunes y corrientes" (por decirlo así), tuvieron la oportunidad de realizar actividades que anteriormente se habían reservado para los hombres.

Hasta aquel entonces, por primera vez, la mujer se encontraba fuera de casa y de sus quehaceres y deberes correspondientes. Dadas las circunstancias, podían y tenían que trabajar para mantenerse económicamente. Se hallaban en las fábricas, los hospitales, el comercio y las oficinas en general. Sin embargo, permanecieron excluidas de las posiciones de mando y discriminadas con salarios inferiores.

Con el regreso de los soldados muchas mujeres fueron relegadas a sus hogares. No importó si habían adquirida experiencia o si se habían desempeñado con eficiencia. El problema radicaba en que los hombres habían vuelto y reclamaban su estatus predominante en la sociedad.

En lo personal no me sorprendió que a raíz de estos sucesos tomaran mayor auge los movimientos de mujeres alrededor del mundo. Después de haberles dado tal oportunidad y de haber saboreado por un corto tiempo la independencia, las mujeres, no iban a poder reasumir un papel pasivo y sumiso en la sociedad. Habían demostrado ser capaces y las mas emprendedoras de aquellos tiempos hicieron posible que hoy muchas gocemos de beneficios tan elementales como el de la educación superior o técnica.

Las primeras manifestaciones y reclamos de igualdad entre géneros lo inicio el grupo de las sufragistas en Inglaterra a comienzos del siglo XX. Fue el primer paso para dejar de ser ciudadanas de segunda clase. Al adquirir el derecho al voto femenino, se logró que se prestase mayor atención a la voz de las mujeres en el ámbito político. En Nicaragua, el derecho al voto femenino se ganó en los años 50’s.

Con la aparición de la píldora y muchos otros métodos anticonceptivos, la mujer ha logrado un avance en su desarrollo laboral. Significo un gran cambio socioeconómico: la fuerza laboral se duplicó. Finalmente la mujer podría elegir un esposo y el momento para tener a sus hijos. El realizar cualquier tipo de actividad para la cual se encuentre capacidad, empezaba a dejar de ser un tabú. Se quiera o no los métodos de planificación familiar han ayudado a borrar la idea de que el cuerpo de la mujer es posesión de su marido y que su principal y única función es la de la procreación. Aunque la mujer haya sido bendecida con tan bella facultad física, no significa que se debe limitar a la misma. Por lo que al transcurrir de los años, el quehacer de la mujer ha venido dejando huellas significativas en múltiples áreas.

Actualmente, quien desee figurar en el ámbito político, social o económico, no puede regirse como antiguamente se hacia, bajo la ética maquiavélica donde "el fin justifica los medios". Por lo cual, las características que refleja el estilo de liderazgo femenino, anteriormente descrito, ha cobrado mayor valía.

Los líderes mundiales modernos que seguramente serán recordados con gratitud, respeto y admiración, no son autocráticos ni explotadores y mucho menos manipuladores. Al contrario, son aquellos que tienen una gran visión, saben delegar y potenciar alas cualidades de sus subordinados, que poseen una gran capacidad de escucha, apertura y flexibilidad ante el cambio, son grandes negociadores y comunicadores, son éticos y carismáticos.

A pesar de que el estereotipo femenino concuerda a grandes trazos con estas aptitudes, la imagen de poca credibilidad y capacidad atribuida a las mujeres han limitado su entrada a las posiciones de mayor poder político y económico. Los sociólogos denominan este fenómeno el "Techo de Vidrio". En perspectiva, las mujeres han tenido mayor desempeñó en todos los campos de la sociedad, y en teoría pueden alcanzar los escaños o salarios anhelados. Pero los datos muestran una bajísima participación femenina en las cúpulas de poder. Existen barreras (de "vidrio"), que son tan subliminales (transparentes) como reales (intraspasables) que impiden su movilización vertical. Y en esto radica uno de los principales retos organizacionales para la mujer de hoy día. Esto conlleva a que la mujer deba esmerarse y preocuparse enfáticamente por proyectar confiabilidad, seguridad y trabajar en técnicas para ser aceptada dentro de los grupos de poder masculinos.

A pesar de que en las últimas décadas, las puertas de las diferentes instituciones se han ido abriendo para las mujeres, el siguiente paso consiste en eliminar los prejuicios más sutiles que limitan su campo de acción. Confío que a medida que las nuevas generaciones se incorporan y las mujeres vayan desempeñándose en puestos de poder y realizando así aportes cada vez más significativos, la discriminación sexual llegara a erradicarse.

Sin embargo, quiero remarcar que las contribuciones de las mujeres deberán ser aprobadas o ensalzadas en caso que sea justa y apropiada tal mención. No se puede calificar el trabajo de una persona tomando como criterio su género. ¡Hacerlo seria un grave error! Nunca es saludable para una sociedad alabar o celebrar a quien no tiene merito alguno. Las consecuencias son desmoralizantes.

Los estudios de alta gerencia muestran una nueva tendencia de liderazgo. Se trata de la adopción del estilo de liderazgo andrógeno, que disminuye los impactos de género. Se conjugan los mejores rasgos de los estilos masculinos y femeninos. Sin duda alguna, estas combinaciones puestas en practica reportaran grandes y mayores beneficios para la vida en comunidad, porque a fin de cuentas el ser humano debe optar siempre por el equilibrio y la síntesis en todas sus facetas, dejando atrás los prejuicios y las dañinas posturas extremistas.

Silvia L. Saravia Matus nació en Managua, Nicaragua el 12 de Julio de 1981. Este ensayo es tomado de su primer libro titulado "Reflexión, Antología de Ensayos" publicado en Managua en el año 2003. Actualmente la autora estudia un Doctorado en Economía en Inglaterra. Su tema de investigación esta íntimamente ligado con el desarrollo agrario y social de países en desarrollo en la región Latinoamericana.
Correo Electrónico: antologiadeensayos@yahoo.com



2005-01


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