Durante los próximos 12 meses cuatro políticos serán nombrados líderes de la Unión Europea. En los últimos 50 años la imagen de los dirigentes políticos de la UE no ha cambiado. Ha llegado la hora del cambio. Los puestos directivos siempre deberían asignarse a los candidatos más competentes. Hay 250 millones de mujeres en Europa, por lo que no debería resultar tan difícil encontrar candidatas cualificadas entre ellas.
¿Ni una vale lo bastante?
Por Soledad Gallego-Díaz
¿Doscientos cincuenta millones de mujeres en la Unión Europea y ni una sola de ellas vale lo bastante? En los medios europeos ha comenzado a circular una nota elaborada por la web Females in Front (Mujeres al Frente) con el siguiente texto: "En los próximos 12 meses, cuatro políticos serán elegidos para ocupar los puestos de máxima responsabilidad en la UE. Durante 50 años, la foto de los dirigentes europeos ha sido la misma. Es hora de que cambie. Los cargos internacionales deberían ser siempre ocupados por los candidatos más competentes. Hay doscientos cincuenta millones de mujeres en Europa. No debería ser muy difícil encontrar candidatas lo bastante buenas entre ellas. Si quiere que al menos una mujer ocupe uno de esos puestos, firme aquí" (www.femalesinfront.eu).
Cuatro políticos serán elegidos próximamente para cuatro importantes cargos de la UE. Todos los candidatos son hombres
¿Por qué el género no puede ser un criterio de elección cuando sí lo son la familia política o el país de origen?
La iniciativa ha partido de la europarlamentaria danesa Christel Schaldemose, socialdemócrata. Se trata de lanzar una iniciativa ciudadana (prevista en el Tratado de Lisboa). Con un millón de firmas se puede pedir a la Comisión Europea que haga lo necesario para garantizar que la Unión respeta el objetivo de igualdad de género del que tanto se habla en el tratado.
Del que tanto se habla y tan poco se respeta. La web Euobserver.com recuerda que en los 50 años de existencia de la UE no ha habido nunca una presidenta de la Comisión. Ahora que se proclama a los cuatro vientos esa igualdad, resulta que hay 9 mujeres y 18 hombres en la Comisión; una única mujer entre 27 jefes de Gobierno (la alemana Angela Merkel); un 75% de ministros de todo tipo frente a un 25% de ministras. Y que entre los 26 presidentes que ha tenido el Parlamento Europeo desde su creación, sólo dos han sido mujeres, las francesas Simone Veil y Nicole Fontaine. No se puede decir que el balance sea muy brillante.
Desde la firma del Tratado de Roma, en 1957, las fotos de familia europeas reproducen, año tras año, prácticamente el mismo escenario: un amplio grupo formado exclusivamente por hombres, generalmente mayores, en traje oscuro, que parecen felicitarse entre sí por copar todos los puestos de mando, y que, de hecho, actúa como un club: hoy por ti, mañana por mí. De entre ellos mismos salen casi siempre los candidatos para los puestos de relevancia dentro de la Unión. Probablemente en eso reside el problema: o se amplía el número de puestos (lo que no suele ser muy eficiente), o para que entre una mujer en los centros de poder de la UE tiene que salir uno de los hombres que aparecen en la fotografía desde siempre.
Para cualquiera que conozca mínimamente la historia de la Unión Europea resulta casi una broma la idea de que no se han encontrado hasta ahora mujeres capacitadas para los puestos de mayor relevancia en la UE. Basta con recordar el nombre de algún presidente de la Comisión (varón) para darse cuenta de que podía haber sido sustituido muy ventajosamente incluso por su secretaria, más trabajadora, eficiente y enterada que su jefe.
A quienes se preguntan por qué el género debe ser un argumento para elegir a uno de esos cuatro importantes puestos en liza (presidencia del Consejo Europeo, cargo que se nombra por primera vez; presidencia de la Comisión; Alta Representación para Asuntos de Política Exterior y Seguridad, y presidencia del llamado Eurogrupo), se les podría rebatir inmediatamente con una simple pregunta, escribe Euobserver.com: "¿Por qué se acepta sin ningún reparo que entre los criterios para elegir a estas cuatro personalidades figure su familia política (derecha o izquierda) y su país de procedencia (pequeño o grande)".
Por el momento, los nombres que circulan en Bruselas son todos masculinos, y algunas políticas, sobre todo nórdicas, empiezan a estar enfadadas. Margot Wallstrom, la comisaria sueca encargada de Relaciones Institucionales y Estrategia de Comunicación, concedió hace ya tres meses una entrevista en la que dejaba claro lo que pensaba: "Estoy harta de este reino de hombres viejos". Wallstrom aseguró que las instituciones europeas se comportan como una especie de círculo interno de hombres con poder de decisión que actúan a puerta cerrada y que se reparten tranquilamente los cargos de la UE. "Hombres viejos eligen a otros hombres viejos", protestó. Y a una pregunta del entrevistador, a bote pronto, dio tres nombres de mujeres que podrían ocupar cualquiera de esos cuatro cargos en liza: la ex presidenta de Irlanda y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos hasta 2002, Mary Robinson; la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, y Emma Bonino, italiana, ex comisaria europea.
Las cosas como son: valer, vale más de una.
Publicado en El País: 8/06/08
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