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Un año de gobierno paritario en Chile

Verónica Oxman Vega

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Hace un poco más de un año las chilenas celebrábamos la elección de Michelle Bachelet Jería, primera Presidenta Socialista de Chile. Recuerdo haber escrito en un tono muy optimista sobre la importancia del cambio cultural, el cambio de paradigma simbólico que significaba para el país el hecho de que una mujer accediera a la Presidencia de la República por primera vez en la historia. Michelle planteaba la necesidad de que su gobierno fuera paritario entre mujeres y hombres.

Estos eran, entre otros compromisos de cambio social, motivo de alegría y esperanza para nosotras las mujeres chilenas.A un año de esta algarabía, es difícil emitir opiniones sobre la complejidad que ha mostrado la realidad chilena durante el año en cuestión. Desde mi punto de vista el cambio que significó para los y las chilenas la asunción de Bachelet al poder implicó también un cambio de los roles que tradicionalmente han imperado en la política chilena.

El gobierno paritario por otra parte, se construyo con una formula numérica de 50% de mujeres y 50% de hombres en su primer Gabinete. Fórmula que se mantuvo en la elección de su segundo gabinete, cuando sale la Ministra de Economía y es reemplazada por un hombre, pero así mismo sale un hombre y entra una mujer a la cartera de Educación para enfrentar el conflicto con los estudiantes secundarios que se conoció como “la revuelta de los pingüinos”.

El concepto de paridad en España (que es en gran medida el modelo para Chile) entiende que se debe evitar la discriminación de las mujeres asumiendo una conducta activa de cambio frente a las estructuras de poder, y por tanto, el gobierno español debe cumplir por ley, el que en ningún ámbito de la estructura política uno de los sexos (ya sea mujeres u hombres) ocupe más de un 60% de los cargos públicos. El último cambio de Gabinete en el Gobierno de Bachelet rompió el equilibrio del 50% de distribución por género de los cargos Ministeriales, salieron dos ministras y dos ministros, pero los puestos fueron llenados por cuatro hombres, algunos políticos de larga trayectoria y reconocimiento y otros jóvenes altamente especializados.

Mirado el conjunto de la cartera el gobierno concertacionista, Bachelet ha logrado mantener el equilibrio paritario en su limite, es decir de 20 Ministerios, 12 son ocupados por hombres y 8 por mujeres lo que según la formula española, se preservaría el paritarismo, pues los hombres llegan al 60% del gabinete aunque las mujeres hayan bajado desde un 50 a un 40% en el número de cargos.

Sin embargo si analizamos más en profundidad los acontecimientos nos damos cuenta que ‘un gobierno paritario’ no asegura una forma de gobierno que profundice el sistema democrático al punto en que no sea necesaria la existencia de regulaciones numéricas para eliminar las brechas de poder entre hombres y mujeres.

Si se analiza los ministerios que han ocupado las ministras durante este año, se observa que se van asentando cambios culturales importantes respecto a los ámbitos de responsabilidad de las carteras sectoriales ocupadas por mujeres. Más mujeres ocupan carteras tradicionalmente conocidas como femeninas tales como la Educación, Salud y el Ministerio de Planificación en tanto es el encargado de las políticas sociales. Por otra parte, ha habido mujeres en cargos de alta responsabilidad pública tales como el Ministerio Secretaría General de la Presidencia y el Ministerio de Defensa (estos dos cargos son los que en el último cambio de Gabinete perdieron las mujeres). Es necesario considerar que el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) distorsiona el sistema de distribución numérica de los cargos de alto nivel público pues hasta ahora, menos mal, sólo ha habido mujeres en este Ministerio, manteniéndose un cupo de acción positiva para las mujeres, tendencia que tiende a desaparecer en los niveles de mandos medios donde cada vez participan más hombres.

La pérdida de dos mujeres en el gabinete se debe fundamentalmente a la necesidad de conciliar los intereses políticos de los partidos que conforman la coalición de gobierno, los máximos representantes de cada partido pidieron a la Presidenta que debía salir un representante de cada repartición, debido a esto sale la Ministra de Defensa del Partido por la Democracia (PPD).

Para ello ¿necesitaba Bachelet contar con más hombres de modo de mostrar fuerza en el gabinete? ¿Cómo concilia la necesidad de gobernar con las fuerzas policiales en momentos de crisis violenta y mantener una óptica no autoritaria ni jerárquica? Estas cuestiones son aprovechadas permanentemente por sus detractores de la izquierda fuera de la Concertación Democrática, coalición de la que la Presidenta forma parte y que a su vez la presiona por mantener los equilibrios de poder político tradicionales. Además de las acciones de una oposición derechista, una de las derechas más refractarias al cambio (económico y en las políticas públicas) entre los países latinoamericanos, que no duda en promover a través de los medios de comunicación (que ellos mismos controlan en el país) y mostrar las dificultades y conflictos que ha enfrentado el gobierno de Bachelet como signos de ‘debilidad de este gobierno’, entiéndase ‘la incapacidad de una mujer para gobernar’.

Michelle Bachelet ha gobernado tratando de impregnar su gobierno de un carácter no autoritario y por lo tanto seguirá gobernando con la intención de orientar el cambio hacia una mayor paridad. Sin embargo, deberá hacerlo en el contexto de una cultura política tradicional que insiste en equiparar autoridad con autoritarismo y donde las mujeres se insertan sin posibilidades reales de incorporar cambios en la forma de hacer política.

Bachelet ha sufrido una gran pérdida de adhesión política, la que alcanzó a un 45,6% en Marzo de 2007, según las encuestas locales hechas por ADIMARK -empresa consultora- del sector privado. Esta baja de popularidad se debería fundamentalmente a que la ciudadanía tiene expectativas más altas de calidad de vida y la capacidad creciente de expresar rápidamente el descontento.

A pesar de esto, el gobierno actual ha logrado incorporar medidas de igualdad de oportunidades como lo ha demostrado el haber creado en un año 800 centros de atención a niños y niñas en edad preescolar, hijos e hijas de mujeres que potencialmente saldrán a trabajar logrando así la relativa libertad y autonomía económica.

Claro está que la definición del gobierno paritario, basada estrictamente en una concepción numérica, que ha reinado en los medios de comunicación chilenos, no refleja la importancia de los avances en la equidad de género, ni tampoco refleja que la paridad política no es un concepto restrictivo a la igualdad numérica. Sino que se vincula a un cambio societal profundo y una nueva visión de mundo, donde la participación política de las mujeres en los cargos directivos se convierte en un valioso mecanismo para enfrentar el desafío de eliminar la discriminación contra las mujeres. Que por cierto, no lograremos sino valoramos la importancia que tiene ‘la paridad política’ para la profundización de la democracia, el avance en el los procesos de cambio social y cultural, y cómo su aplicación tiende a beneficiar a la población chilena en su conjunto haciendo de Chile un país más participativo y de mayor equilibrio social entre mujeres y hombres.

Socióloga, MA of Arts 1 de abril de 2007


Fuente: http://www.wim-network.org


2007-04


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Temas :
Paridad
Países :
Chile

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