15 Oct '06 -Réplica de Matías Escalera a Luis García Montero (sobre el asunto Fortes y García Lorca)
Hemos conseguido de Matías su permiso para reproducir en el MLRS esta carta que hoy mismo manda a "El País" por ver si allí es publicada:
Aquí tenéis la carta que acabo de enviar a El País (cartas al Director); no sé si me la publicarán, pero ahí está... Un abrazo a todos. Matías (15 de octubre de 2006):
Señor Director, supongo que habrá considerado ya la necesidad de abrir sus páginas a la justa réplica, en el mismo lugar y con las mismas dimensiones del artículo de don Luis García Montero, en que se permite exigir la expulsión de don José Antonio Fortes, profesor de su mismo departamento, en la Universidad de Granada, debido a sus opiniones sobre Federico García Lorca y, por lo que se desprende del artículo mismo, por algunas otras cuentas pendientes de carácter personal contra su compañero.
Hace poco, tuve la ocasión de participar en un simposio organizado por la Universidad Autónoma de Madrid sobre la cultura durante la Segunda República, en él participó también el profesor Fortes, junto con otros estudiosos y especialistas; allí expuso, con su radical y provocador modo de cuestionar los tópicos -y las inercias- heredados por los saberes universitarios, una interesantísima tesis sobre la equivalencia de las posturas que mantuvieron los intelectuales de uno y otro bando durante nuestra Guerra Civil, a propósito, sobre todo, del general silencio y de la sumisa actitud de los escritores e intelectuales republicanos frente a la represión y a las purgas estalinistas… Hubo, cómo no, opiniones encontradas; en mi intervención, sin ir más lejos, que versaba sobre los artículos y la obra en prosa de Antonio Machado durante la Guerra -especialmente los protagonizados por su heterónimo, Juan de Mairena, le vine a dar mi visión -algo matizada- acerca del asunto; de cualquier forma, nos obligó a todos los asistentes a repensar nuestras posiciones y opiniones sobre aquellas ideas y hechos que él había puesto sobre la mesa, y eso creo, señor Director (y, si llega a leer esta carta, señor Montero), es la Universidad…
Es más, a esa sesión del simposio me acompañaron mis alumnos de segundo curso de bachillerato, y, algunos de ellos, los más despiertos calaron la naturaleza paradójica y provocativa de las afirmaciones de José Antonio Fortes; ¿cómo alguien que se confiesa de izquierda, e incluso comunista, ponía en cuestión no sólo aquellos silencios, sino gran parte de los tópicos expresados en sus propios libros de texto acerca de los protagonistas de izquierda, e incluso comunistas, de aquel periodo de nuestra historia? Esta pregunta convirtió el viaje de vuelta en autocar a nuestra casa en un vivo debate -ayudados del micrófono de a bordo que utilizan habitualmente los guías turísticos- sobre la responsabilidad de los intelectuales ante el mundo que los rodea.
Ese debate y esa curiosidad de esos jóvenes tuvo su origen en la apasionada y radical exposición del profesor Fortes, a causa de él se produjo por un momento una experiencia real y vivida de lo que todos, alguna vez, soñamos que debía ser la universidad…
Dígaselo a sus escandalizados alumnos, señor Montero, el saber y la universidad, como la calle y la vida misma, son en gran medida caos, desorden y provocación, lo otro es el orden (se puede denominar de muchas formas, fascista, estalinista, pensamiento único, corrección política) de los cementerios jardines de la inteligencia.
Reciba un afectuoso saludo.
Matías Escalera Cordero
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(El artículo de Gª Montero que se publicó el 14 de octubre es éste):
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Lorca era un fascista
LUIS GARCÍA MONTERO
EL PAÍS (edición Andalucía), 14 de Octubre de 2006
La defensa de la libertad necesita al mismo tiempo de la prudencia y de la firmeza. La prudencia sirve para evitar que la firmeza se convierta en dogmatismo y temeridad. La firmeza, por su parte, ayuda a que la prudencia no se transforme en miedo, irresponsabilidad y autocensura. El esfuerzo por asumir la libertad de expresión de los demás, aunque los demás divulguen barbaridades, obliga a entrar en litigio, a batallar con valor en nombre de las propias razones y a denunciar sin pelos en la lengua los disparates que se presentan en público como opiniones libres. Soy contrario a limitar la libertad de expresión de los tontos indecentes, porque cualquier recorte puede abrir el camino a la censura injustificada y al control del pensamiento. Pero esta defensa de todo tipo de libertad de expresión obliga a dar la cara y a ser muy tajante de vez en cuando. No me estoy refiriendo a los miedos y a las autocensuras inaceptables provocadas por las amenazas del fundamentalismo islámico, sino a las teorías de un profesor perturbado de la Universidad de Granada, José Antonio Fortes, que lleva años lanzando disparates sobre los alumnos y contra algunos de sus compañeros. No es raro que aparezcan por mi despacho alumnos compungidos para preguntarme con sigilo y vergüenza si es verdad que García Lorca era un fascista. Los alumnos erasmus, que vienen a Granada desde diferentes países de Europa para estudiar literatura, pueden llevarse la sorpresa de que un profesor les explique, sin ningún tipo de dudas, que García Lorca reproducía formas ideológicas fascistas como poeta y como director populista de La Barraca. Así que a García Lorca lo mataron los suyos, los de su mismo bloque ideológico. Todo esto se afirma como verdad científica, en nombre de la Universidad de Granada. Si un profesor de geografía enseñase que Londres es la capital de Marruecos, sería tratado de loco, sin que pudiese defender sus tonterías en nombre de la libertad de expresión. Pero la literatura es terreno menos firme, y los disparates parecen no tener fronteras.
Este profesor, en nombre de la Universidad de Granada, con un vocabulario marxista de cuarta fila, muy cercano al delirium tremens, analiza el prólogo de Francisco Ayala a La cabeza del cordero como prueba irrefutable de que el escritor granadino fue un aliado del fascismo español franquista. Ni la toma de postura de Ayala durante la Guerra Civil, ni sus años de exilio, ni su obra inmensa en favor de la libertad y en contra de la dictadura, evitan que el escritor centenario sea tratado como un pequeño burgués tramposo, cómplice objetivo de la represión. Si García Lorca y Ayala son triturados con esta indecencia, nadie puede estar libre de sospechas, y desde luego no salen indemnes otros ciudadanos de las letras granadinas. Los triunfos que como escritor no ha tenido José Antonio Fortes son prueba fidedigna de la calaña ideológica de autores con más fortuna. Antonio Muñoz Molina, por ejemplo, al escribir contra "aquel memorable derrumbe del 11-S" actuó como siervo del capital para justificar el terrorismo de Estado. Las opiniones de Antonio Muñoz sólo se comprenden por la deuda que contrajo con el poder a la hora de entrar en la Real Academia de la Lengua. Yo soy más servil que Antonio, porque sin haber entrado en la Academia, parece que también defiendo, con mis artículos en este periódico, el terrorismo de Estado. Tan peligroso soy que, según las últimas investigaciones de Fortes, profesor de la Universidad de Granada, causé junto a Álvaro Salvador el suicidio de nuestro íntimo amigo Javier Egea, quien no pudo resistir los pactos escandalosos que firmamos con el capitalismo para triunfar en la literatura. Durante años, en clase y por escrito, ha despreciado a mi padre, a mi mujer y a mis amigos. Supongo que todos seremos deleznables. Pero quizá sea hora de que la Universidad de Granada ponga a este perturbado en su sitio. Sólo así salvaremos, con prudencia y con firmeza, la libertad de expresión.
(Luis García Montero)
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