8.-Comunismo y Milicia Obrera
Vs. Capitalismo de Estado y Ejército Rojo

Por último, queremos extendernos un poco acerca de su crítica a los conceptos de "capitalismo de Estado"y de "Ejército Rojo", a los que usted contrapone explícitamente la idea de la socialización completa de la economía: "eliminación del salariado y de la economía mercantil" y su correlato en el terreno militar: las milicias obreras, lo cual, como veremos, no se correspondió con las condiciones objetivas de la Rusia revolucionaria.

8.1.-Capitalismo de Estado obrero-campesino

La polémica en torno al "capitalismo de Estado" surgió en la URSS cuando desaparecieron las condiciones que determinaron la implantación de la "economía de guerra", una vez abierto el proceso de consolidación del Estado obrero y campesino en tránsito al Estado socialista puramente proletario, tras el triunfo del poder soviético sobre las fuerzas contrarrevolucionarias durante y después de la primera guerra mundial. Por entonces, la estructura económico social seguía siendo la misma que a principios de siglo, resumida por Lenin como "el campo más atrasado y el más avanzado capitalismo industrial y financiero". De ahí que el carácter de la revolución no pudiera ser inmediatamente socialista, y el nuevo Estado soviético hubo de ser, por tanto, obrero y campesino. La revolución debía pasar por comprender o integrar a la pequeña producción mercantil del campo ruso. De otro modo, según el escrutinio de las elecciones para la constitución de la Asamblea Constituyente el 15 de noviembre de 1917, nueve millones y medio de obrer@s (25%), hubiéranse visto obligad@s a someter por la fuerza de las armas a veintidos millones y medio de campesinos (62% entre pobres y medios). En ese caso, dadas las condiciones históricas en que tuvo lugar, insistimos una vez más en que el poder soviético "comunista" sucumbiría rápidamente bajo el peso económico, social y militar abrumador de las clases burguesa y terrateniente (13%), apoyados por el conjunto del campesinado.

Por lo tanto, si se quería implementar tácticamente la estrategia socialista en semejantes condiciones, era obligado que la ley del valor siguiera rigiendo buena parte de la producción y condicionando la totalidad de la distribución de la riqueza. De ahí que subsistieran la diferenciación salarial y de ingresos en general, según la consigna marxista vigente para la etapa de transición al socialismo: "De cada cual según su trabajo y a cada cual según sus obras", habida cuenta de que, como en el capitalismo, seguía habiendo obras o trabajos más valios@s que otr@s en función de la cualificación laboral y los precios de los productos en el mercado. Y esto no es socialismo sino capitalismo. Pero capitalismo dirigido por el partido revolucionario proletario con una estrategia socialista. Tales fueron los argumentos que esgrimieron los bolcheviques durante esa polémica sobre la ley del valor en la URSS entre 1921 y 1922:

<<Son numerosos los que imaginan que nuestra industria de Estado representa un auténtico capitalismo de Estado, en el sentido más estricto de la palabra, tal como ha sido aceptado universalmente por los marxistas. No se trata exactamente de ello; si se habla realmente de capitalismo de Estado, debe hacerse con importantes comillas que recubran el propio término. ¿Por qué razón? Es evidente: al utilizar este término no puede olvidarse el carácter de este Estado. Este término, lo recordamos, tiene orígenes socialistas. Jaurés y los reformistas franceses, que en general le imitaban, hablaban del capitalismo de Estado como de una socialización "coherente con la república demócrata". Podemos responder a esto, en cuanto marxistas, que a partir del momento en que el poder político está en manos de la burguesía, esta socialización no era y no podía conducir jamás al socialismo, sino a un capitalismo de Estado (burgués); es decir, que la posesión de la diversas industrias, de la red ferroviaria, etc., por diferentes capitalistas, sería reemplazada por la posesión de todas estas empresas, de la red ferroviaria, etc., por la propia empresa burguesa: el Estado (burgués en tanto capitalista colectivo).>> (L.D. Trotsky: "Informe sobre la Nueva Política Económica soviética y las perspectivas de la revolución", pronunciado el 14/11/922 ante el IV Congreso de la Internacional Comunista. Lo entreparéntesis es nuestro)

En ese debate, los "comunistas de izquierda" se limitaron a juzgar ateniéndose exclusivamente a la forma de manifestación de la realidad o verificación empírica de los hechos inmediatos. Según este pensamiento no mediado, con la Nueva Política Económica (NEP) de los bolcheviques, la URSS había regresado del "comunismo" al capitalismo. Ponemos este término entrecomillado, porque fue un comunismo en condiciones de penuria absoluta o hambre provocada por la merma en la producción y el desabastecimiento a causa de la guerra (otra vez las condiciones). Fue un "comunismo" como el que se impuso en España para la mayor parte de los medios de consumo después de la guerra civil. Y está claro que a nadie se le ocurrió decir por eso que el fascista Franco había hecho pasar a España del capitalismo al comunismo. En sentido estricto, pues, desde el punto de vista revolucionario marxista, durante la guerra no existió comunismo en Rusia. Ni siquiera existió socialismo, porque las condiciones históricas no daban para ello. Lo que existió fue un racionamiento y distribución equitativa provisional, impuestos por razones de supervivencia de la sociedad ante el profundo y súbito retroceso de las fuerzas productivas del país y la consecuente penuria absoluta, a diferencia del verdadero comunismo por el que luchamos los revolucionarios marxistas, cuyo fundamento está en el desarrollo incondicionado de las fuerzas productivas y la desaparición de la penuria relativa que da sentido al intercambio mercantil, el dinero, los precios y la ganancia capitalista, condición del reparto desigual de la riqueza y la reproducción de la sociedad bajo dominio burgués. Tal fue el malentendido básico en que incurrieron los "comunistas de izquierda" y usted con ellos.

En su importatante trabajo: "Infantilismo `de izquierda´ y la mentalidad pequeñoburguesa" (mayo de 1918), así como en "El impuesto en especie" (abril de 1921) Lenin describió las cinco estructuras económico-sociales que coexistían entrelazados en el territorio soviético, a saber:

  1. Patriarcal o economía campesina en régimen de subsistencia.
  2. Economía en régimen de producción mercantil simple. (en esta categoría eran mayoría los pequeños campesinos que vendían sus excedentes.
  3. Capitalismo privado.
  4. Capitalismo de estado.
  5. Socialismo.

¿Cuáles eran -en términos de clase- las categorías que predominaban en este complejo entramado económico-social heredado de la Rusia prerrevolucionaria? Según el citado censo de noviembre de 1917, los campesinos pobres, los estratos más bajos de la pequeñoburguesía. El capitalismo privado explotador de trabajo ajeno en grande y mediana escala, junto con sus medios de producción habían sido estatalizados pasando a conformar la última categoría descrita. Respecto del capitalismo de Estado, lo que Lenin llamaba "su envoltura exterior" (monopolio de los cereales, empresarios y comerciantes explotadores de mano de obra en pequeña escala sometidos al control estatal, cooperativistas burgueses), estaba "desgarrada en una u otra parte por los especuladores" y el principal objeto de esa especulación eran los cereales.

Solventado el primer interrogante, Lenin formula el que surge naturalmente de las condiciones a transformar en lo inmediato desde el punto de vista de la estrategia comunista: ¿Entre qué categorías estaba planteada la lucha de los revolucionarios comunistas, entre la cuarta y la quinta categorías enumeradas?:

<<Por supuesto que no. No es el capitalismo de Estado el que lucha contra el socialismo, sino la pequeñoburguesía más el capitalismo privado que luchan tanto contra el capitalismo de Estado como contra el socialismo. La pequeñoburguesía se resiste a toda intervención del Estado, a todo registro y control, ya sea capitalista de Estado o socialista de Estado. Es un hecho real, absolutamente irrefutable, y no comprenderlo constituye la raíz de una serie de errores económicos. El especulador, el agiotista, el que entorpece el monopolio [estatal en función social progresiva]: ese es nuestro principal enemigo. (...) Sabemos muy bien que la base económica de la especulación es la capa de los pequeños propietarios, extraordinariamente vasta en Rusia, y el capitalismo privado, que tiene un agente en cada pequeñoburgués. Sabemos que millones de tentáculos de esta hidra pequeñoburguesa aferran, aquí o allá, a diversos sectores obreros, y que la especulación penetra en todos los poros de la vida económico-social en lugar del monopolio de Estado.>> (V.I. Lenin: "El impuesto en especie" 21/04/921)

Sin embargo, los "comunistas de izquierda" pensaban que el capitalismo de Estado era el principal obstáculo en la lucha por el socialismo. ¿Por qué? Pues, porque, como lo advirtió Lenin en su momento, se limitaron a ver la compleja realidad de la URSS salida de la guerra como:

<<...una abstracta contraposición entre 'capitalismo' y 'socialismo' sin estudiar las (necesarias) formas y etapas concretas de la transición que tiene lugar en nuestro país>> (V.I. Lenin: Ibíd)

¿En qué únicos términos políticos podía traducirse esta simple y abstracta (es decir, no mediada) contraposición? En eliminar por decreto el período de transición, esto es, en que el 25% de la población supuestamente convencida de la necesidad del comunismo, sometiera por la fuerza al 75% restante. Nosotros pensamos que este "Polpotismo" antimarxista acabaría en una derrota estratégica catastrófica de la revolución en el corto plazo. En este sentido, Lenin se refería en esta obra a los mejores elementos del movimiento revolucionario ruso, como "los comunistas de izquierda", a quienes reprochaba no haber comprendido nunca a los maestros del socialismo cuando alertaban sobre los "largos dolores del parto de la nueva sociedad", y a la necesidad de estudiar y respetar la ley que preside el movimiento de la sociedad burguesa como un requisito ineludible del poder proletario, para acelerar ese desarrollo natural evitando al mismo tiempo las catastróficas consecuencias humanas de ese desarrollo en el caso de estar presidido por la burguesía. Lenin aludía al pasaje del prologo de Marx a la primera edición alemana de "El Capital":

<<Aunque una sociedad haya descubierto la ley que preside su propio movimiento -y el objetivo último de esta obra es, en definitiva, sacar a la luz la ley económica que rige el movimiento de la sociedad moderna- no puede saltarse fases naturales de desarrollo ni abolirlas por decreto. Pero puede abreviar y mitigar los dolores del parto>> (K. Marx: Op. Cit.)

Según nuestro criterio, el arte político revolucionario tras la toma del poder en cualquier sitio, consiste en combinar esta dificilísima labor -tanto más dificultosa cuanto mayor es el atraso de las fuerzas productivas- con la de inducir a la revolución internacional. Un ejemplo de la dificultad y, frente a ella, la ciencia y el arte político exhibido por los bolcheviques hasta la muerte de Lenin, se puso de manifiesto en 1921 durante los episodios de Kronstadt, que analizaremos más adelante. Simplemente decir aquí, que el impuesto en especie fue una expresión de capitalismo condicionado, dirigido por el Estado obrero campesino. En una situación postbélica de hambre generalizada residual en las ciudades y de aguda carencia de medios de producción en el campo, había que estimular la producción del campesino pobre para regularizar el suministro de alimentos a las zonas carenciadas. Para el capitalismo puro, el capitalismo liberal, coincidente en este caso con el pequeño y mediano productor, hay una sola alternativa: reimplantar el comercio libre.

Acabada la guerra, los bolcheviques derogaron las requisas autorizadas por las leyes promulgadas para atender la prioridad de mantener al ejército, Pero no reimplantaron el comercio libre, sino condicionado por un impuesto en especie, cuyo monto en valor fue sensiblemente menor que el importe de las requisas, de modo tal que, con la diferencia, los campesinos pudieran reponer los aperos y demás medios e insumos necesarios para trabajar sus tierras a pleno rendimiento, permitiendo así reiniciar los interrumpidos intercambios entre el trabajo agrícola y la industria. De este modo, con el producto del impuesto al conjunto de los campesinos, el Estado dedicó una parte a saciar el hambre de los obreros industriales, y la otra parte la entregó en forma de simiente al campesino pobre para reforzar su alianza con él, evitando al mismo tiempo que, a instancias del crédito para simiente, los agricultores más grandes arruinen al pequeño y se reproduzca el latifundio. La táctica consistió en mantener al pequeño agricultor en su misma dimensión de masas como aliado del Estado soviético, hasta tanto el desarrollo de las fuerzas productivas soviéticas en los dos sectores, a instancias de la propia ley del valor y la ampliación paulatina de las granjas colectivas, posibilitara la transformación sin traumas de los campesinos pobres en asalariados, en la medida en que los precios agrícolas bajaran hasta dejar sin sentido económico a la pequeña producción mercantil, y el poder adquisitivo de los salarios agrícolas superaran los ingresos netos de los pequeños agricultores. Esto es capitalismo de Estado en transito al socialismo. Y a falta de argumentos convincentes en contra, nosotros mantenemos desde la memoria histórica del movimiento, que esto es lo que Lenin y los bolcheviques han intentado hacer con muy pocos errores; a pesar de todos los condicionantes, incluida la "oposición de izquierda" dentro del partido. Nada que ver con lo que hizo la burocracia stalinista.

Como lo hemos expuesto en: http://www.nodo50.org/gpm/rafaelpla/14.htm, es cierto que, entre 1920 y 1921, previendo que en los próximos cinco años no podía haber un rebrote de la revolución mundial, los bolcheviques emplearon la IIIª Internacional exclusivamente para preservar el poder soviético 6 . Desde el final del otoño de 1919, cuando los generales "blancos" Kolchak, Denikin y Yudenich habían agotado sus recursos sin resultado alguno, las consecuencias económicas de los gastos de guerra y del bloqueo comercial a la URSS pasaron a gravitar en el ánimo de la burguesía imperialista, al tiempo que las sucesivas derrotas del proletariado europeo y americano alejaban el fantasma del comunismo en Occidente. En ese momento, habiendo comprendido que las derrotas recientes no se podían superar de un día para otro, se trataba de reconstruir la economía de la URSS devastada por la guerra mundial y la guerra civil.

Desde el punto de vista internacional, los bolcheviques pugnaron en este momento por potenciar políticamente la fuerza social del proletariado internacional en los países europeos, pero no para convertirlo en dirección revolucionaria con vistas a la toma del poder en Europa, sino para ejercer presión sobre sus respectivos gobiernos a fin de que reanudaran las relaciones económicas y diplomáticas con Rusia, necesitada de los intercambios internacionales necesarios para la reconstrucción del país sobre bases socialistas. Si de momento no podía ser en la sociedad civil, en la calle, <<¿en qué otro lugar que no fuera el parlamento y los sindicatos?>>, se preguntó Lenin ante los asistentes al segundo Congreso de la Internacional Comunista reunido el 20 de julio de 1920. Para él, estaba claro que no se trataba de combatir a los reformistas para construir partidos revolucionarios, sino de reforzarlos socialmente para presionar eficazmente sobre los principales Estados de Occidente a fin de disuadirles de emprender nuevas aventuras contrarrevolucionarias, de reorientar las relaciones internacionales hacia las negociaciones y los intercambios en tiempos de paz, y para obtener la mayor ventaja posible de todo ese "teje y maneje". Y señalamos con claridad esta política equivocada, por innecesaria desde el punto de vista de la preservación de la URSS y por contraproducente desde la perspectiva de la revolución internacional:

<<La proposición de organizar a una gran masa de obreros, si es posible a la mayoría, comunistas y no comunistas, por medio de todo tipo de actividades (en los sindicatos, en el parlamento, en los ayuntamientos, en las cooperativas, etc.), es un punto de vista no revolucionario al que se somete a un movimiento en retroceso. Que el carácter "comunista" de semejante práctica estaría garantizada por el sólo hecho de que son los "comunistas" quienes la dirigen, es una petición de principio al estilo de Kautsky, para justificar todo en nombre de una doctrina -en este caso las 21 condiciones- que en los hechos se quedó en papel mojado. En efecto, al legitimar la acción en el parlamento y en los sindicatos (condiciones 9ª y 11ª), lejos de garantizar el carácter comunista de los partidos obreros afiliados a la III Internacional, las 21 condiciones han servido para apartar de ellos a los verdaderos comunistas, permitiendo que su lugar fuera ocupado por filisteos afines al kautskismo provenientes de la izquierda socialdemócrata, tan denostados por Lenin siete meses antes>>.(GPM: Op.cit.)

Este cambio de frente de la política bolchevique saltó a la luz pública a principios de 1920. En los primeros días de febrero, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia publicó una "Invocación al pueblo polaco" donde, entre otras cosas, dijo:

<<Por el momento, los comunistas de Rusia no están luchando más que para defender su propio territorio, su trabajo pacífico y constructivo; no están luchando ni pueden luchar para implantar el comunismo por la fuerza en otros países...>> (Cfr. E.H. Carr: Op.Cit. Tomo III Cap.24)

El 25, durante el discurso pronunciado ante la "Conferencia de toda Rusia de directores de enseñanza para adultos", dio por "desaparecido en sus nueve décimas partes el peligro de un ataque a Rusia organizado por el capitalismo internacional". Mientras tanto, a lo largo de todo ese mes, Lenin, Trotsky, Joffe, y Litvínov concedieron entrevistas a la prensa extranjera para hablar de las oportunidades de paz y de las relaciones comerciales entre la Rusia soviética y el mundo capitalista. En el transcurso de una de ellas concedida al corresponsal del periódico norteamericano "The World" que este periódico publicó el día 21 de ese mes, prefigurando lo que un año más tarde se conocería como "Nueva Política Económica", Lenin declaró lo siguiente:

<<Todo el mundo sabe que estamos dispuestos a concluir la paz en condiciones cuya justicia no pueden refutar ni los capitalistas más imperialistas. Hemos declarado reiteradamente nuestro anhelo de paz, nuestra necesidad de paz y nuestra disposición de otorgar al capital extranjero concesiones y garantías de lo más generosas. Pero no permitiremos que nos estrangulen en haras de la paz. (...) Sin Rusia, Europa no podrá levantarse. Y cuando Europa está extenuada, la situación de Norteamérica se vuelve crítica. ¿De qué le sirve a Norteamérica su riqueza si no puede comprar con ella lo que necesita?(...) Norteamérica no puede comerciar ventajosamente con Europa, es decir, sobre una base que tenga valor real para ella, hasta que Europa sea capaz de darle las mercancías que Norteamérica quiere recibir a cambio de lo que necesita vender. Y Europa no podrá darle esas mercancías mientras no se levante económicamente (Op. Cit. En "Obras Completas" bajo el título: "Conversación con Lincoln Eire...". Lo subrayado es nuestro)

Si esto era así ¿para qué reforzar el carácter reformista de los partidos de composición obrera en Europa? ¿Para que enajenar todavía más su acción política futura? Una cosa es respetar el principio de no intervención y otra muy distinta intervenir en sentido contrarrevolucionario. A través de Radek, los bolcheviques se habían comprometido a no desestabilizar Occidente si la burguesía internacional hacía lo propio respecto de Rusia. Y esta vez a diferencia de lo ocurrido bajo los tratados de Brest Litovsk, cumplieron escrupulosamente la promesa.

En abril de 1920, Lenin escribió "El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo", a modo de preparación del segundo Congreso de la Comintern. En este congreso reunido en julio de 1920, se aprobó la línea de permitir que las fracciones de izquierda de la socialdemocracia pasaran a formar parte de la I.C. Esta política, sintetizada en las 21 condiciones de admisión a IIIª Internacional, suponía deshacerse de la izquierda comunista preexistente al exterior de la URSS.

Lenin pudo no haber comprendido del todo las diferentes condiciones políticas de existencia entre el proletariado ruso y el europeo, pero sabía muy bien -y las razones de su ruptura de 1912 con los mencheviques lo confirma- que mixturas político-organizativas como la que cristalizó en el VKPD no podían dirigir exitosamente una revolución, lo cual refuerza la idea de que tras la derrota del 18-19 de enero de 1919, la inminencia de una nueva ola revolucionaria triunfante en Europa no figuró entre las previsiones de Lenin. Esto explica que la política del llamado "parlamentarismo revolucionario" estuvo fuertemente condicionada por la preocupación de estabilizar los restablecidos intercambios comerciales con Occidente, para sacar a la revolución rusa de la situación de marasmo en que se encontraba tras la guerra civil. De lo contrario, su comportamiento y el de sus compañeros de partido hubiese sido otro.

En tal sentido, cabe imputarle el error de haber abandonado a los revolucionarios europeos y contribuido por imprevisión a preparar las condiciones del fascismo 7 . Pero de ahí a decir que entre Lenin y Stalin no hubo solución de continuidad política desde la firma del tratado de Brest-Litovsk, nos parece una exageración monstruosa, una afirmación equivocada presidida por un principismo tan inconducente a los fines revolucionarios, como cualquier incapacidad de prever y juzgar correctamente, que no hace justicia con la convicción profundamente internacionalista que los bolcheviques supieron ejercer eficaz y ejemplarmente en medio de dificultades enormes, tanto como tuvo el valor de reconocer la propia Rosa Luxemburgo, su principal censora, en "La tragedia rusa" 8 , aunque allí omitiera hacer su propia autocrítica por no haber sabido romper a tiempo con un partido que, según su propia expresión, no era más que un "cadáver maloliente", pero frente al cual -como Barrot y Authier acertaron en juzgar- ella "se manifestó particularmente necrófila"

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  1. En esto estamos de acuerdo con usted y los que piensan que esa Internacional, de comunista tuvo todo lo que el Estado soviético necesito de ella para reconstruir su base económica y consolidarse.volver
  2. Que nosotros sepamos, la posibilidad de que la derrota de la revolución europea en la primera postguerra alumbrara el fenómeno todavía desconocido del fascismo, sólo estuvo en las previsiones de Dios, quien nunca ha dejado de jugar a los dados con el tiempo.volver
  3. Cfr.: "La Tragedia Rusa", reproducido por Guy Sabatier en su obra citada motivo del presente trabajo. volver