La Unión política de Europa: ¿unidad para los derechos sociales y la paz, o para la superexplotación del trabajo social y la guerra?

 

1) Las verdaderas causas de la Unión Europea

La “realidad actual”[ [2] ] del capitalismo decadente en Europa, se manifiesta en la necesidad de eliminar las fronteras nacionales a fin de crear un mercado único ampliado de capitales, mercancías y salarios, que permita mayores rendimientos (plusvalor) por unidad de capital invertido, lo cual plantea la necesidad histórica de crear los mecanismos para una mayor centralización de los capitales, no ya a escala nacional sino a escala internacional europea.

En efecto, cuanto mayor es el espacio económico en el que operan libremente los capitales, mayores tienden a ser las unidades empresariales que operan en ese espacio y menores los costes de producción; tanto más intensa se torna, también, la especialización de las empresas, esto es, que resulta más fácil la deslocalización y el traslado de las industrias a los lugares donde existen las condiciones naturales y salariales más favorables y donde, por tanto, la productividad del trabajo (producción de plusvalor por unidad de tiempo de trabajo empleado) sea relativamente mayor.[ [3] ]

Ahora bien, cuanto mayor es el aumento de la productividad determinada por un menor tiempo empleado en producir una determinada masa de productos diversos, mayor es la masa de ellos que salen de la producción y entran en la esfera de la circulación (mercado) para su realización o venta. Esto tiende a aumentar el tiempo en que el capital mercantil permanece en la circulación; esta tardanza en vender el capital mercantil para reconvertirlo en capital dinerario, impide reanudar el proceso productivo.  Si los productos constantemente incrementados en la esfera de la producción no tienen como contrapartida un menor tiempo de permanencia en la esfera de la circulación, el aparato productivo se embota y colapsa por causa de la no realización o venta.

Esto exige un correlativo aumento de la productividad del trabajo en la circulación de mercancías y servicios. Y los medios principales para reducir el tiempo de circulación son los transportes y las comunicaciones, así como las técnicas de almacenaje que permitan disminuir lo más posible los gastos de mantenimiento disminuyendo las existencias en los almacenes. En el libro III de “El Capital”, Marx destaca el enorme progreso alcanzado en esta esfera de la actividad económica durante el siglo XIX, con la generalización del barco de vapor, los ferrocarriles y la construcción de canales, así como el adelanto que supuso la aplicación del telégrafo a las comunicaciones. A estos progresos, el siglo XX aportó el invento y expansión de la automoción por carretera, la aviación, la refrigeración, la radio y la televisión. Ahora estamos en el cenit de las telecomunicaciones por internet y la telefonía móvil, progresos que han ido acompañados por el ferrocarril de alta velocidad y un boom en la ampliación espectacular de la red de autopistas nacionales e internacionales.

Pero, tal como ha sido demostrado hace más de 150 años, con estos progresos el capitalismo se pone a sí mismo un límite al incremento o acumulación de su propio capital mediante trabajo no pagado derivado del incremento en su productividad. Y ese límite no es el consumo restringido de los trabajadores —que es ajeno al principio activo del sistema— sino la tasa media de ganancia como relación entre una masa de plusvalor que aumenta cada vez menos, y un capital ya acumulado que aumenta cada vez más.[ [4] ]

De este modo —mediante el creciente acortamiento del tiempo de producción, así como del tiempo de circulación— el sistema permite que la burguesía disponga de un capital adicional para la ampliación de su producción; pero dado el límite absoluto  de la jornada laboral colectiva —que teóricamente no puede exceder las 24 hs por obrero empleado— el porcentaje de incremento que tras cada rotación del capital se calcula sobre un resto de jornada colectiva por capitalizar cada vez más corta, ese incremento de capital adicional resulta ser cada vez menor. Crece, pero sucesivamente menos que la parte ya acumulada sobre la cual se calcula la tasa de ganancia; hasta que el proceso de acumulación llega a un punto en el que el capital incrementado rinde una masa de plusvalor más pequeña que antes de su incremento.

En este punto, se interrumpe la función del aumento de la productividad como fundamento de la producción de plusvalor relativo como incentivo de la acumulación sin menoscabo del nivel de vida obrero, haciendo cada vez más necesario apelar al plusvalor absoluto[ [5] ], a la disminución de los salarios reales, al deterioro progresivo de las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados, como único medio de evitar que se desvanezca el fuego animado de la producción capitalista.

Esta situación de desgracia para los asalariados, es la que se empezó a dibujar una vez más sobre el horizonte del sistema capitalista, desde que el gobierno norteamericano decretó unilateralmente la inconvertibilidad del dólar[ [6] ] como divisa patrón de los cambios internacionales; con esa medida, la burguesía internacional intentó ganar tiempo a la crisis “independizando” el dinero y el crédito respecto de su base económica real, para prolongar la acumulación del capital más allá de los límites fijados por la tasa de ganancia; dicho de otro modo se trató de prolongar artificialmente la producción y capitalización de plusvalor, ante las presiones desaceleradoras de la inversión productiva, como consecuencia de la sobreacumulación del capital global después de los veinticinco años de bonanza económica inducida por la recuperación de la ganancia, como consecuencia de la enorme destrucción de capital físico y vidas humanas que ocasionó la Segunda Guerra mundial.[ [7] ]

 

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[2] Para este concepto de “realidad actual” introducido por Hegel en su “Lógica”, remitimos a nuestro trabajo: “Hegel, Marx y la Dialéctica(octubre de 2000) en: http://ww.nodo50.org/gpm/dialectica/10.htm  

[3] Deslocalización en España de la minería y la industria naval.........

[4] Para los fundamentos de la lógica económico-social del capitalismo remitimos a  http://www.nodo50.org/gpm/crisis/todo.htm y http://www.nodo50.org/ff_pp_tasa_ganancia\00.htm

[5] La jornada de labor se divide en dos partes, la parte durante la cual los trabajadores reproducen lo que necesitan para vivir (llamado trabajo necesario o salario), y la otra parte, durante la cual los asalariados trabajan sin compensación para los capitalistas (llamado trabajo excedente o plusvalor). El plusvalor relativo, es el que se obtiene produciendo más en una misma unidad de tiempo, lo cual abarata el valor de cada unidad de producto que forma parte del consumo obrero, abatiendo así el valor del salario, es decir, haciendo disminuir su tiempo de trabajo necesario o valor de su salario, aunque sin menoscabo para su nivel de vida,  que sigue siendo el mismo en tanto que, al disminuir el valor de los bienes que componen su canasta familiar, su salario sigue siendo el mismo, no pierde poder adquisitivo. Pero su salario relativo, es decir, la relación entre su salario y el plusvalor que se apropian sus patronos disminuye en el porcentaje en que aumentó la productividad de sus trabajos, por tanto, el plusvalor aumenta en la misma proporción. Por último, el plusvalor absoluto se obtiene haciendo descender el poder adquisitivo de los salarios o incrementando la jornada de labor, es decir, produciendo pauperización absoluta y superexplotación.

[6] Desde los acuerdos de Bretton Woods —en 1944— hasta ese momento, la Reserva Federal de EE.UU. estaba comprometida a cambiar en cualquier momento el equivalente en dólares por oro [a 35 dólares por onza (28,70 gr.)], lo cual garantizaba la estabilidad del sistema financiero internacional.

[7] La tasa de ganancia es el promedio o porcentaje de la relación entre la masa de plusvalor producido por los asalariados y el capital invertido por los patronos.  Del contenido de este indicador que preside los avatares de la acumulación capitalista, se desprende que, la desvalorización por destrucción física del capital físico y humano durante las guerras, aleja el horizonte del derrumbe del sistema induciendo un nuevo impulso a la acumulación del capital. Este es otro de los aportes del Materialismo Histórico a la comprensión científica y conciencia política sobre el fenómeno de las guerras.