Punto 1.- Formas políticas y contenido social
de la lucha de clases

Estimado Rafael:

Procedemos a contestar según tus propias referencias:

Respecto del primer párrafo, ciertamente, la categoría económica de salario define el precio de la fuerza de trabajo en la esfera de la circulación, que difiere de su valor determinado por el tiempo de trabajo necesario para producir lo que el asalariado necesita para vivir. Cuando la oferta de fuerza de trabajo excede a la demanda, su precio se pone por debajo de su valor y viceversa. Lo que nosotros queríamos señalar es que mientras el trabajo de la clase obrera se mantenga dentro del proceso de valorización, a los efectos políticos da igual que su lucha con la patronal se resuelva en el precio o el valor de su fuerza de trabajo. Bajo tales condiciones, el trabajador asalariado no es más que una parte del capital en funciones, la parte variable, y su contradicción con la burguesía es de "idéntica naturaleza social". En síntesis, que en este plano de su contradicción con la patronal, el proletario no deja de ser "burgués".

 En tu intento de justificar los frentes populares, tu nos has remitido a la teoría de las contradicciones de Mao Tse Tung. Nosotros aceptamos esa invitación y hemos ido ahí empezando por distinguir entre Marx y Hegel respecto del concepto de dialéctica, para luego demostrar con datos históricos contrastados, que la política stalinista de los frentes populares se inscribió en la lógica contrarrevolucionaria de la identidad de los contrarios. Ahora tu superas la cerrazón y el arbitrio intelectual del santo tribunal de la inquisición en tiempos de Galileo, limitándote a calificar este trabajo nuestro de <<largo circunloquio que tiene <<poco que ver con lo que en esencia son organizaciones políticas como el P.C.E. o I.U. La palabra circunloquio significa dar vueltas retóricas en torno a un objeto sin descubrir su verdad, hábito lenguaraz típico de los charlatanes embaucadores al estilo de los sofistas desde los tiempos de la Grecia clásica.

Está claro que para ser tales, los circunloquios o juegos de palabras no tienen por qué ser necesariamente largos. Tu dices que para dilucidar la cuestión a debate es ocioso tener en cuenta la dialéctica marxista de la unidad de los contrarios porque en la lucha de clases efectiva y real los contrarios constituyen siempre una unidad. Ciertamente, por el hecho material de encarnar la ausencia de toda propiedad sobre las condiciones objetivas de su trabajo y ser, por tanto, un mero objeto en la producción capitalista, el proletariado no tiene ningún fuero político especial que reclamar dentro de la sociedad burguesa. Por lo tanto, como polo de la contradicción dialéctica entre el proceso de trabajo y el proceso de valorización, es decir, como sujeto político, el proletariado jamás está en relación de identidad con ninguna clase de esta sociedad. En ningún momento. Ni con sus <<enemigos más irreconciliables ni con sus <<aliados más o menos coyunturales. Pero la unidad contradictoria de los opuestos constituye el contenido o la sustancia de la lucha de clases, y en ese contenido está la fuerza que tiende con la necesidad de un proceso histórico-natural al cambio revolucionario de la sociedad. De no ser así, el inefable Fukuyama tendría razón.

Pero la cuestión a debate no está en el contenido de la lucha de clases bajo el capitalismo sino en las formas políticas que en determinado momento adoptan los contrarios en la sociedad. Y el caso es que si a la hora de adoptar una forma política de lucha se hace abstracción no sólo de las condiciones de la lucha sino de su contenido, de la necesidad del cambio revolucionario, sea porque no se lo comprende o porque no conviene y se lo escamotea deliberadamente, la unidad de los contrarios se resuelve en identidad, es decir, en la continuidad de la autovalorización del capital a instancias del trabajo enajenado, como de hecho ha venido ocurriendo y es práctica recurrente en la historia del movimiento obrero. Este mismo razonamiento aparece en el siguiente pasaje que, por lo visto, se te ha pasado por alto:

<<¿se vieron estos principios de la dialéctica marxista ratificados por la historia de China entre 1924 y 1927? Terminantemente sí, pero no. Con esto queremos decir que la dialéctica materialista se ha confirmado a pesar de quienes pasaban por ser marxistas. Se ha visto confirmada a despecho de la contumaz política reaccionaria de la Comintern, en su empeño de mantener al Partido Comunista Chino maniatado dentro del frente de clases, en su interés por convertir la unidad de los contrarios en una identidad hegeliana de naturaleza capitalista: el Kuomintang. El paradójico "sí pero no" de la respuesta a esta pregunta, está en que la lucha de los obreros y campesinos chinos desbordaron ese experimento político a contrapelo de la historia, pero a costa de una estrepitosa derrota de la revolución en ese país. ("Carta del GPM a Rafael Pla")

El problema que plantea el divorcio entre la elección de las formas políticas y el contenido social de la lucha de clases en la sociedad capitalista, remite al divorcio entre libertad y necesidad, entre práctica política y teoría revolucionaria. En esto te das la mano con nuestros colegas, los "camaradas anónimos"(1)

Este constante divorcio entre libertad y necesidad, entre práctica política y teoría revolucionaria, es lo que Rosa Luxemburgo atribuyó al oportunismo típico de los reformistas dentro del movimiento obrero. ¿Y qué es -se pregunta ella- lo que caracteriza a los oportunistas? Y contesta:

<<Su hostilidad contra la teoría. Y esto es muy natural, pues nuestra teoría, es decir, los principios del socialismo científico, establece líneas marcadísimas para la actividad práctica, tanto con respecto a los fines como a los medios de lucha a emplear y a la forma de combatir. Por ello, muéstrase en aquellos que no pretenden conseguir más que resultados prácticos (inmediatos dentro del sistema), la tendencia natural a pedir libertad de movimientos, esto es, a separar la "teoría" de la práctica, a independizarse de aquella. Porque esta teoría se vuelve contra ellos en todo momento (Rosa Luxemburgo: "Reforma o revolución" Cap. V . El subrayado y lo entre paréntesis es nuestro)

Esta descripción magistral que Rosa Luxemburgo ha hecho del oportunismo, fue completada posteriormente por los comunistas de izquierda alemanes y holandeses, al comprobar por experiencia propia que es imposible instalarse en el oportunismo sin acabar haciendo política contrarrevolucionaria abierta:

<<En resumidas cuentas, no se puede tachar de oportunista a un partido más que si de da por supuesto que en el fondo es aun revolucionario, pero que se deja llevar por el recurso a unos medios fáciles para lograr el objetivo, medios que, de hecho, no permitirán en modo alguno alcanzar dicho objetivo. Este reproche no es válido más que por poco tiempo. O bien el partido vuelve rápidamente a una actividad en consonancia con la meta y los principios (demostrando así que no se trataba más que de una desviación momentánea, no esencial, ligada por ejemplo a la dominación pasajera de jefes efectivamente extraños al movimiento revolucionario). Este caso es muy raro; probablemente no se ha dado nunca y no introduce aquí más que una falsa simetría. O bien se verifica que sus primeras desviaciones están seguidas por otras, que el partido no tiene nada de revolucionario, que su naturaleza, su meta es, el poder para él, para sus jefes, y que de todos modos, lo más importante para él es su propia conservación y en consecuencia la del orden actual. (J.Barrot y D. Authier: " La izquierda comunista en Alemania" Cap. II)

El problema no está, pues, en que -dadas determinadas condiciones- ciertas organizaciones políticas de composición obrera establezcan alianzas "más o menos coyunturales" con determinadas fracciones del capital. El problema se plantea cuando -a instancias de sus alianzas convertidas en política de partido- estas organizaciones pasan a constituir una identidad política con el capital en su conjunto. El P.C.E., lleva sosteniendo una política de <<alianza coyuntural con el Estado imperialista español desde hace ya más de veinte años. Casi un cuarto de siglo sin sacar los pies del tiesto capitalista. Menuda coyuntura practicando el oportunismo. ¿A ti qué te parece?

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