Nota 1.- Autonomía relativa de la política y libertad como idea absoluta

Con la intervención de la OTAN en Yugoslavia se ha repetido la misma lógica. ¿Cuál es esa lógica? Apoderarse de la mayor cantidad posible de trabajo necesario para convertirlo en excedente a los fines de la acumulación.

Pero las condiciones históricas son hoy bien distintas respecto de 1848. No estamos ahora en la etapa infantil sino tardía del capitalismo, caracterizada por:

    1. El enorme desarrollo de las fuerzas productivas que coincide con un excedente crónico de capital, cuya contraparte social es el paro estructural masivo y la persistencia de la sociedad en la onda larga depresiva;
    2. La transnacionalidad y unidad política del capital.
    3. Tal como lo previeron Marx y Engels en el "Manifiesto Comunista", el proletariado de hoy día ha pasado a constituirse en mayoría absoluta de la sociedad a nivel planetario. 

De la lógica invariable del capital y de las condiciones históricas objetivas sobre las que actúa, se desprenden las necesidades de cada clase universal. Desde el punto de vista de la burguesía en su conjunto, esta clase necesita hoy convertir las decenas de billones de dólares que circulan por el mundo bajo la forma de capital ocioso, en capital productivo, en capital que produce directamente plusvalor. Esta necesidad le induce a pugnar por apoderarse de millones de asalariados técnica e intelectualmente preparados, activos e inteligentes, que el capitalismo de Estado subsistente en países "postcomunistas" y/o dependientes, con proyectos anacrónicos de desarrollo autosostenido del capital nacional, impiden transformar en fuente de aprovisionamiento directo de plusvalor. Esta necesidad material del capital transnacional políticamente unificado, determina el empleo de nuevas formas políticas de intervención, donde la hasta hace unos años intangible vigencia de la soberanía nacional nacida de la Revolución Francesa, es violada sin contemplaciones allí donde como en Yugoslavia, encuentra resistencia a las necesidades de valorización del capital a escala internacional. 

¿Qué demuestra este comportamiento? Lo que Marx y Engels describieron ya hace más de 150 años:

<<Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, pues? Preparando crisis más extensas y más violentas. (K. Marx-F.Engels: Manifiesto comunista" Cap. I)

Desde el punto de vista del proletariado, las condiciones objetivas (y subjetivas de la burguesía) determinadas por la ley del valor, están planteando la necesidad de la revolución proletaria a gritos, los gritos del paro estructural masivo, de la participación cada vez menor del proletariado en el producto de su trabajo, del ahondamiento de las desigualdades sociales a nivel planetario y de la amenaza de otra guerra mundial de consecuencias catastróficas inauditas. De ahí que la crisis de la humanidad sea la crisis ideológica del movimiento político del proletariado. En tal sentido, proyectos políticos de acumulación del capital como el sostenido por el régimen encabezado por Milosevik, no tienen nada que ver ni con las necesidades del proletariado ni con las necesidades del capital social global.

 Interpretar que la expresión "última instancia" prescribe y autoriza a postergar la consideración científica del factor económico, conduce a plantear la táctica y la formulación de las consignas de lucha con independencia de sus condiciones objetivas, a deducirlas directamente de la lucha misma. Algo así como tomarse la "libertad" de construir una casa empezando por el tejado. Cuando se entiende y asume la libertad política de un modo tan absoluto, la necesidad se encarga de poner las cosas en su sitio. La libertad política consiste en el conocimiento de la necesidad material, del orden de cosas a transformar, tarea sólo posible a través de la ciencia:

<<

<<Por consiguiente, la tarea directa de la ciencia, según Marx, consiste en dar una verdadera consigna de la lucha, es decir, saber presentar objetivamente dicha lucha como producto de determinado sistema de relaciones de producción, saber comprender la necesidad de esa lucha, su contenido, el curso y las condiciones de su desarrollo. No se puede dar "una consigna de lucha" sin estudiar en todos sus detalles cada una de sus formas, sin seguir cada uno de sus pasos, en su tránsito de una forma a otra, para saber determinar la situación en cada momento concreto, sin perder de vista el carácter general de la lucha, su objetivo general: la destrucción completa y definitiva de toda explotación y de toda opresión. (V.I. Lenin: "Quiénes son los amigos del Pueblo y cómo luchas contra los socialdemócratas" . Apéndice III. En "Obras Completas" Tomo I).

Lenin polemiza en este trabajo con los populistas de su tiempo, demostrando que el único fundamento de su política consistía en un inventario de las calamidades que atribuían a la inmoral e injusta conducta del zarismo:

 <<El régimen de servidumbre es presentado, no como una forma determinada de organización económica, que engendró una explotación determinada, determinadas clases antagónicas, determinadas instituciones políticas, jurídicas, etc., sino simplemente como abusos de los terratenientes y como una injusticia respecto de los campesinos. La reforma campesina es presentada, no como el choque de determinadas formas y clases económicas, sino como una medida de las autoridades, "que eligieron" por error "un camino equivocado", a pesar de sus inmejorables intenciones. La Rusia de los tiempos posteriores a la reforma es presentada como una desviación (política) del verdadero camino, acompañada por calamidades para el trabajador, y no como determinado sistema de relaciones antagónicas de producción que tiene determinado desarrollo. (determinado en el sentido de que es independiente de la voluntad política de nadie, en tanto no se revolucione semejante orden de cosas, en tanto no se cambie la organización social del trabajo) (Ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

En el conflicto yugoslavo acabáis de repetir exactamente la conducta y el criterio de los populistas a principios de siglo. No hay más que leer vuestros manifiestos, informes y comunicados, para comprobar que la posición política que habéis adoptado, tan voluble como el curso de los acontecimientos, ha estado decisivamente influida por consideraciones superestructurales de tipo moral, humanitarias, jurídicas y políticas. Para vosotros, al parecer, en nada ha tenido que ver el hecho de que Yugoslavia no sea un colonia ni una semicolonia; que en ese país no haya tareas democrático-burguesas que cumplir y que, por tanto, la lucha contra el imperialismo allí sólo sea de posible solución efectiva mediante el programa socialista. Tampoco habéis reparado en el cambio cualitativo que la masa de capital acumulado a nivel planetario ha operado en la organización política del capital imperialista. Nos referimos a la internacionalidad y unidad política del capital imperialista en bloques transnacionales, realidad con que la burguesía abandona el concepto de autodeterminación y soberanía nacional, que hasta la intervención de la OTAN en Yugoslavia parecía todavía configurar todo el orden de relaciones internacionales. No vinculasteis para nada este cambio en la organización política del capital a la necesidad organizativa del proletariado para cumplir con eficacia su cometido de clase bajo estas nuevas condiciones objetivas. ¿Cómo ibais a hacerlo si os habéis tragado el infundio burgués de que el proletariado mundial está en franco proceso de regresión social?

 Aun cuando el "viejo topo" ha venido haciendo lo suyo hace ya más de 50 años sobre la sociedad balcánica que triunfó sobre la ocupación nazi, para las actuales generaciones el telón de todo este drama histórico en los Balcanes pareció levantarse cuando en junio de 1991 Alemania reconoció la independencia de Croacia y Eslovenia. En realidad, no fue éste el primer acto político ni tampoco el último en la serie histórica que dibujó con trazos de sangre la contrarrevolución en Yugoslavia. Éste, el de Kosovo, con seguridad sí lo ha sido. Y aquí estamos de acuerdo con vosotros en que esta guerra marca un antes y un después, porque más bajo no se puede caer.

 Las bombas de la OTAN han acabado por destrozar el anacrónico proyecto político burgués nacionalista dependiente serbio que impedía la libre penetración del capital imperialista en territorio Yugoslavo. Pero esta historia acabó así, porque

  1. el proletariado balcánico se sacudió el yugo nazi bajo la dirección del Partido Comunista Yugoslavo y ese éxito escamoteó en su conciencia que desde fines de los años veinte ese partido había abandonado el socialismo;
  2. aquella generación de trabajadores revolucionarios se durmieron sobre los laureles de su propia victoria, renunciando a la responsabilidad histórica de hacerse cargo de las grandes cuestiones políticas, dando así pábulo al sustitucionismo burocrático de las bases por las direcciones;
  3. semejante dinámica contrarrevolucionaria en encarnó en figuras como Tito y Milosevik, a través de cuya autonomía política relativa se pudo cortar todo vinculo político y memoria histórica entre el espíritu internacionalista que culminó en 1945 y el cretinismo nacionalista que acabó ahora por provocar la absurda matanza entre serbios y albaneses. La clave del éxito imperialista en esa parte del mundo no estuvo, pues, en el poderío económico y militar del capital internacional coligado, sino en la estupidez política del proletariado balcánico. Aunque parezca inmisericorde y arrogante, así hay que decirlo porque es verdad y la verdad siempre es revolucionaria.

El criterio idealista de la lucha de clases, científicamente impugnado con categórica autoridad por los creadores del materialismo histórico, es el que una vez más ha prevalecido entre los militantes prácticos del movimiento; en esta ocasión, a la hora de fijar posiciones ante la intervención de la OTAN en Yugoslavia, en general tan variadas y volubles como la "forma tosca" en que a cada cual se le dio espontáneamente por combinar en su cabeza el uso discrecional de la propaganda de guerra con principios abstractos acerca de la autodeterminación, la paz, la democracia, la justicia internacional y los DD.HH, así como con interpretaciones igualmente abstractas y diversas acerca de ciertos intereses particulares encontrados de las distintas potencias imperialistas intervinientes en el conflicto. La generalización de este criterio hace pensar que este episodio de la lucha de clases a nivel internacional, se explica por ese variado complejo de combinaciones superestructurales subalternas, y no por la objetiva tendencia del capital social global hoy más vigente que nunca, a apoderarse de la mano de obra explotable en países como Yugoslavia, para dar ocupación productiva a la ingente masa de capital ocioso que todavía mantiene peligrosamente al sistema en la onda larga de crecimiento lento iniciada a fines de la década de los sesenta. Para eso no hacía falta más que saber leer entre líneas los discursos y declaraciones de los dirigentes políticos y gobernantes más o menos implicados en este conflicto.

 Por ejemplo: En su calidad de "representante especial de la Unión Europea para la RFY" Felipe González presentó en marzo pasado ante ese organismo multinacional un documento que tituló: "Ideas para una estrategia europea con vistas a la democratización de la República Federal de Yugoslavia y la estabilidad de la región". Desbrozando la forma eufemística típica de los políticos profesionales de la burguesía, de este documento se desprende con toda claridad la estrategia del capital imperialista para los Balcanes. Según Felipe González se trata de fomentar:

<<

<<...la apertura y la transformación de las economías de los países de la región para facilitar su inserción en la economía internacional ("El País" 8/4/99 P.8)

Durante el breve discurso pronunciado la noche del 24 de marzo para anunciar el inicio de los bombardeos, Javier Solana sintetizó de forma igualmente eufemística el "pensamiento único" de las burguesías "nacionales" integrantes de la OTAN, acusando al régimen de Milosevik de "impedir la integración de Yugoslavia en Europa", o sea, de evitar la libre explotación del trabajo asalariado en ese país, donde, según datos proporcionados por Lorenzo Peña, sólo el 2% del PBI se produce y gestiona mediante la propiedad privada capitalista pura. El 27 de abril, el Secretario de Estado de asuntos Exteriores rumano sumaba a su país en este propósito de la burguesía internacional diciendo que:

<<

<<No hay solución a la crisis de los Balcanes mientras siga en el poder Milosevik. Esta zona de Europa tiene que lograr una homogeneidad en la democracia y en la economía de mercado para prosperar, abrirse e integrarse en E. Y esto excluye la existencia de dictaduras, sistemas de partido único y sociedades cerradas. Estaremos muy contentos de poder cooperar cuanto antes con un nuevo equipo de gobierno en Serbia y Yugoslavia que esté decidido a poner fin a esta política demencial y quiere llevar a su pueblo hacia Europa ("El País": 28/4/99 Pp.10)

El 13 de mayo último, mientras vosotros llamabais a formar brigadas internacionales para combatir bajo la dirección política de gentes como Bogoljub Karik y Milan Mitrovik, los integrantes del GPM publicamos un documento que les hemos remitido donde previendo lo que ha pasado decíamos lo siguiente:

<<

<<Por tanto, quienes en esta guerra se manifiestan por la defensa incondicional de Yugoslavia, no son más que víctimas irreflexivas del sentimentalismo pequeñoburgués que induce a defender al débil frente al fuerte, anteponiendo la defensa de un antiimperialismo burgués pacato necesariamente perdedor, a la construcción de una eficaz estrategia de poder obrero contra el capitalismo internacional. Y el primer paso de esa estrategia debe consistir en una política conducente a la unidad internacional del proletariado, que ya tiene su posibilidad real de concreción en la unidad internacional del capital. Esto no tiene nada que ver con la defensa del nacionalismo colonialista que esgrime el actual régimen yugoslavo. Tampoco con el neutralismo pacifista. Sí con la conversión de esta guerra interburguesa en guerra revolucionaria contra el capitalismo.

Que esta consigna sea, de momento, imposible, hay que atribuírselo a la política internacional de la URSS tras la muerte de Lenin, que basó la construcción mundial del socialismo en poner al proletariado de los países dependientes al servicio de la pequeñoburguesía autóctona en lucha por utilizar la soberanía nacional para evitar o negociar la penetración del imperialismo en el territorio bajo su condominio, que es lo que está haciendo el régimen yugoslavo.

El 7 de junio seguían cayendo bombas sobre Serbia, vosotros habíais pasado a movilizaros por la paz y el régimen de Milosevik guardaba silencio ante la propuesta del G8 que acabó por aceptar poco después. Ese día, el periodista Juan Carlos Gumucio, enviado especial de "El País" en Belgrado, revelaba unas declaraciones de Bogoljub Karik, "poderoso y multimillonario ministro de Desarrollo Económico de Serbia":

<<

<<Tranquilamente, desayunando en la terraza de su oficina, desde donde controla grandes sectores de la economía serbia, se manifiesta leal a Milosevik. Lo llama el "pilar central" del futuro yugoslavo. Pero Karik, que niega tener ambiciones políticas, debe saber secretamente que tiene un papel fundamental que jugar en el nuevo escenario político de Yugoslavia. Karik es considerado el motor real de las privatizaciones, del movimiento hacia un modelo económico ansioso de ser aceptado como parte de Europa. En la pared de su despacho existe una fotografía de Hillary Clinton, sonriente, junto a este hombre de 45 años, bigote amplio y hospitalario. Bogoljub Karik es una figura en la cual comienzan a fijarse algunos sectores que le atribuyen madera de líder. El problema es que no tiene partido político. Su jefe de estrategia, un economista llamado Milan Mitrovik, ha salido con una idea audaz: que los países de la Alianza Atlántica, los mismos países que han destruido con bombas la infraestructura económica de Yugoslavia, se embarquen ahora en una empresa de reconstrucción conjunta. Planteaba, por ejemplo, que se encarguen de hacer nuevos puentes y proponía que cada pasaje sobre los espectaculares ríos de este país llevaran nombres de ciudades de EE.UU y de Europa. En suma, una reconciliación poética. Mitrovik se echó a reír cuando se le preguntó si algún día habrá un puente -el mejor símbolo de unificación, contacto entre orillas distantes y alianza entre los que quieren proximidad, no bombas- que lleve el nombre de Rambouillet. ("El País" : 7/6/99 Pp. 4)

Nos falta opinar sobre los dos últimos párrafos de vuestras observaciones a la política propuesta por el GPM con relación al conflicto yugoslavo. Decís allí vosotros lo siguiente:

<<

<<No sabemos exactamente a partir de qué momento empezáis a conocer nuestros materiales. Sería interesante, a efectos de este debate saberlo para facilitaros algunos esenciales que os puedan faltar y que os podrían aclarar cómo tenemos en cuenta el materialismo dialéctico e histórico y luchamos continuamente contra el resurgir del idealismo en toda la política y filosofía de la izquierda y dentro del movimiento comunista. Por hoy creemos que hay materia para reflexionar y os rogamos que desde el ángulo de esta crítica que os hacemos hagáis una nueva lectura de vuestros propios materiales. Creemos sobre todo que el error más grave en el que estáis cayendo, y ese ya es práctico, es vuestra posición ante la guerra continua de agresiones, destrucciones y conquistas militares y económicas que esta llevando el imperialismo contra la humanidad y que determina la contradicción principal en estos momentos, sin que por ello los comunistas debamos olvidar, ni por un instante nuestro análisis de clase sobre la naturaleza del imperialismo y los objetivos de la revolución social mundial.

Pero toda revolución tiene que encontrar su punto de partida que no es, ni hay que confundirlo, con el punto de llegada. Y creemos que es aquí donde erráis. Conocéis suficientemente la teoría de Marx y de Lenin, y la práctica de este último, como también la de Marx, como para saber que no nos estamos sacando nada de la manga nuestra y tampoco empleamos citas sacadas del contexto histórico, sino orientaciones fundamentales del pensamiento y la práctica del marxismo-leninismo. Algunos llevamos ya mas de 35 años luchando contra el revisionismo sin admitir ningún centro del comunismo al estilo vaticano. Alguna experiencia teórica y práctica hemos adquirido.

De vuestra organización sólo conocemos lo que a través del correo electrónico nos habéis remitido sobre el conflicto yugoslavo, y no es necesario que aludáis a vuestra moral de compromiso con los ideales del comunismo porque no tenemos ninguna razón ni motivo para dudar de ello. Pero lamentamos sinceramente deciros que de vuestros argumentos y posiciones no nos parece que vayáis por ese camino, y a través de ésta y anteriores comunicaciones creemos haber aportado suficientes elementos de juicio en tal sentido.

Se ve que tenemos dos maneras distintas de razonar: Para nosotros, <<la guerra continua de agresiones, destrucciones y conquistas militares y económicas..., en modo alguno <<determina la contradicción principal, sino que es la forma extrema que tiene el capital imperialista de resolverla transitoriamente en épocas de crisis. Comprendemos vuestra sana indignación contra la barbarie y la mentira, pero volvemos a insistir con Lenin: desde el punto de vista de la eficacia política comunista en la etapa imperialista de la unidad internacional del capital, la contradicción principal está determinada no por la dialéctica particular entre las burguesías nacionales dependientes y el capital imperialista coligado -como insistís vosotros en sostener- sino por la dialéctica universal entre burguesía y proletariado. El resultado de este conflicto de clases en Yugoslavia acaba de aportar una vez más la prueba de la práctica del modo más rotundo. Por tanto, sin la unidad política comunista del proletariado a escala internacional, no hay posibilidad alguna de triunfo contra el imperialismo. Para eso trabajamos nosotros.

¿Qué esta consigna era de imposible realización? Lo sabemos. Pero,¿qué sentido tiene hacer seguidismo de lo que el proletariado está dispuesto a hacer declinando lo que la historia exige en una determinada etapa de la lucha de clases? Esta fue la pregunta que Lenin le hacía a los partidarios de la nueva "Iskra" tras la derrota de la revolución de 1905. Después de citar el texto de un manifiesto escrito por un grupo de obreros de San Petersburgo tras el domingo sangriento, llamando al proletariado ruso a derrocar el zarismo y a implantar el gobierno de los obreros, Lenin dijo lo siguiente:

<<

<<El llamamiento a la insurrección lanzado por este puñado de obreros de vanguardia que tomaron la iniciativa, quedó sin respuesta. Pero a nosotros no nos sorprenderían ni abatirían varios llamamientos infructuosos a la insurrección o varias "fijaciones" fracasadas de ésta. Dejemos que la nueva Iskra charle, con este motivo, de la necesidad de "una profunda transformación de las relaciones sociales" y condene con frases grandielocuentes "el utopismo" de los obreros que lanzaron el grito de &iexcl;Hay que drerrocar al gobierno zarista e instituir nuestro propio gobierno! &iexcl;Viva la revolución! ¡Viva la Asamblea Constituyente de los representantes del pueblo! (...) Lo importante para nosotros es registrar y subrayar esta notable e intrépida iniciativa de la solución del problema que tenemos directamente ante nosotros.

El llamamiento de los obreros petersburgueses no se ha realizado ni podía realizarse con la rapidez con que ellos deseaban. Más de una vez volverá a escucharse este llamamiento, y es posible que vuelva a pasar desapercibido, no una, sino repetidas veces. Pero el hecho de que los mismos obreros se tracen este objetivo encierra una importancia inmensa. Nada ni nadie arrebatará ya al proletariado la conquista del movimiento obrero que supone él haber cobrado la conciencia de la urgencia práctica de esta tarea y de proponérsela como la tarea inmediata y la más apremiante, en todo el movimiento popular (V.I. Lenin: "Dos Tácticas" en Obras Completas Tomo 8. El subrayado es nuestro)

En 1917, el proletariado Ruso tomó el poder siguiendo las consignas levantadas por este grupo de proletarios petersburgueses doce años antes. Fijémonos que al vincular el espíritu de "iniciativa" con la "solución del problema", Lenin da a entender aquí que las consignas políticas deben responder inequívocamente a lo que el proletariado necesita realizar según lo exigen las condiciones objetivas o materiales, no a lo que subjetivamente quiere, le gusta o está dispuesto a hacer en un momento determinado. Y las condiciones objetivas sólo se pueden hacer políticamente inteligibles teóricamente, mediante la aplicación de la teoría revolucionaria. Volvemos aquí a la disección que los reformistas han practicado con la máxima de Disraeli, a la diferencia que media entre reforma y revolución, entre la política entendida como "arte de lo posible" y como "arte de hacer posible lo necesario". Este seguidismo reformista de hoy es tanto o más grave y contrario a los fines del comunismo que en la Rusia de 1905 y todavía más que cuando Stalin impuso esa disciplina a los partidos comunistas de occidente. Porque ni siquiera existe hoy un partido revolucionario. Hay que construirlo. Y ya nos diréis vosotros qué táctica de construcción de una alternativa de unidad orgánica independiente del proletariado es esa de meter a los trabajadores sin partido bajo el ala política furiosamente anticomunista de burguesías nacionales enfrentadas por el imperialismo, como es el caso de la Serbia y la Albanesa. El resultado no puede ser otro que el odio, la división y el enfrentamiento sangriento al interior de la clase obrera de ambos países por causas que nada tienen que ver con sus intereses. Odio y división de clase que esta guerra -tal como vosotros habéis alentado que se lleve adelante y así ha sido- no ha hecho más que ahondar, como se está viendo.

 Por todo lo dicho hasta aquí, os reiteramos que no podemos acordar con lo pensado y actuado por vosotros. Conste que estamos para aprender y que ese talante nos ha vacunado contra ciertas cosas. De modo que os agradecemos el consejo en la seguridad de que no volveremos a caer víctimas de <<ningún centro del comunismo al estilo vaticano. De ninguno. Menos aun del impuesto en Alemania por el revisionismo de Bernstein, cuya esencia fue desplegada por Stalin tras la muerte de Lenin para llevar a término su teoría del socialismo en su sólo país, a través de la táctica contrarrevolucionaria de los frentes policlasistas a la que vosotros por lo visto seguís abrazados. Insistimos con Marx: en política, la libertad no consiste en hacer lo que a cada cual le sale hacer de las narices. No tiene significación absoluta. "La libertad es el conocimiento de la necesidad" o, lo que es lo mismo según Lenin: "sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario".

 Hace ya casi un mes les hemos remitido un correo para que nos dijerais si acordabais en que incluyéramos en nuestra página los textos donde polemizáis con los argumentos y posiciones del GPM acerca del conflicto yugoslavo. En vista de que todavía no habéis contestado, interpretamos que no estáis interesados en ello, por lo que hemos decidido publicar de cualquier manera ese material, eliminando toda referencia a vosotros, tanto personal como orgánica.

Saludos comunistas. GPM.

volver

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org