4d.Problemas organizativos del movimiento político de masas

 

¿Quiere todo esto decir que fuera de su partido los revolucionarios deben repetir el mismo criterio organizativo? No. ¿Por qué? Pues, porque una cosa es la exigencia ideológica y política necesariamente homogénea ―en lo programático― de los miembros de un partido político que responde a los intereses de una determinada clase social, y muy otra lo que normalmente sucede en la organización de un movimiento necesariamente amplio en el que participan diversas clases, como es el movimiento estudiantil. Aquí, aun cuando sus miembros pertenezcan o representen a clases distintas, tienen reivindicaciones académicas comunes. El movimiento estudiantil es corporativamente homogéneo.

Pero esta homogeneidad reivindicativa es abstracta, porque no impide su división en agrupaciones, donde cada una tiende a ver la sociedad y a plantear las reivindicaciones académicas o puramente estudiantiles del movimiento, desde la perspectiva de la clase que subjetivamente representan, aunque esa perspectiva no se corresponda con la clase a la que real u objetivamente pertenecen, como suele suceder. O sea, quela tendencia a la división del movimiento según cada diversa perspectiva de clase, prevalece sobre la tendencia a la teórica unidad del movimiento desde la perspectiva de las reivindicaciones académicas comunes.    

Esto explica y prescribe que, dentro de ese movimiento general o de la organización general de ese movimiento amplio, los jóvenes estudiantes revolucionarios, deban agruparse por su cuenta según la perspectiva de clase desde la que asuman su posicionamiento. Su misión, dirigida por el partido, consiste en hacer prevalecer la concepción del mundo y la acción política revolucionaria de la clase obrera sobre la ideología de los distintos partidos burgueses, pequeñoburgueses y promonárquicos que interactuaban en el movimiento. Esto mismo planteaba Lenin respecto del movimiento obrero de su tiempo, en contra de los oportunistas pequeñoburgueses, que iban a la retranca histórica de la burguesía liberal en contubernio con los terratenientes y la burocracia política del Estado autocrático:

   <<Lenin abordó la crisis revolucionaria abierta tras el domingo sangriento del 9 de enero de 1905, según el siguiente razonamiento: El problema central que la historia debía resolver era el de decidir, en primer lugar, si la lucha de clases resolvería la crisis enfilando francamente por el camino directo a la democracia burguesa el más favorable al desarrollo capitalista y al aumento numérico del proletariado ―que esa era la estrategia diseñada por la socialdemocracia revolucionaria para el período― o si, para llegar allí, la historia habría de dar un rodeo zigzagueante pasando antes por el régimen monárquico-constitucional que sellara la alianza entre la nobleza en el poder y la burguesía liberal en contra de los intereses políticos de la clase asalariada y el campesinado pobre.>> (GPM: http://www.nodo50.org/gpm/elecciones/04.htm)

Una vez hecho este razonamiento desde la perspectiva estratégica revolucionaria y dado el carácter democrático-burgués de la revolución que determinaba las tareas del Partido Obrero Socialdemócrata ruso (POSDR), Lenin observó lo que estaban haciendo los oportunistas en su época (socialistas revolucionarios y mencheviques), con su actitud política seguidista frente a la burguesía liberal rusa con su cobarde comportamiento respecto de los terratenientes y la autocracia. De esta observación, Lenin concluyó en que, si la lucha del proletariado ruso contra la autocracia seguía las pautas del comportamiento perfilado por los oportunistas, la revolución democrática discurriría por el camino más largo, pasando inevitablemente por la Monarquía constitucional que mantendría en el poder a los terratenientes y a la burocracia estatal del régimen anterior, con el peligro latente de regresión hacia la reinstauración de la monarquía absoluta. Y sacó estas conclusiones mucho antes del resultado previsto, dando una lección magistral sobre la importancia decisiva de la previsión teórica para elaborar una táctica correcta.

¿Qué le indujo a esta previsión? Abrevando en la memoria histórica de la revolución francesa, especialmente en lo que Marx y Engels concluyeron tras su experiencia en la revolución alemana de 1848, en cuanto a que, el comportamiento de la pequeñoburguesía democrática que dirigió el proceso, su seguidismo oportunista respecto de la cobarde y sumisa actitud por parte de la incipiente burguesía liberal de ese país ante la aristocracia imperial prusiana entre marzo de 1848 y diciembre de 1849, había conducido directamente a la derrota de la revolución democrático-burguesa en ese país, así como a la división y consecuente debilitamiento de la “Liga de los comunistas”, hasta su total desaparición en 1850.[21]

De esta experiencia trasmitida de la que tomó el testigo ―y que la suya propia no hizo más que confirmar― Lenin sacó las siguientes enseñanzas:

1)  Que la burguesía no está interesada en romper políticamente con la autocracia para llevar adelante su propia revolución;

2)  Que la pequeñoburguesía ―como clase intermedia cuya existencia siente amenazada por los dos extremos de la nueva sociedad― es incapaz de determinarse por sí misma en una u otra dirección política y, por tanto,

3)    Que la única clase realmente revolucionaria con capacidad de decisión para cumplir el necesario tránsito entre la sociedad feudal y la sociedad burguesa, es el proletariado, como así lo había demostrado en febrero y junio de 1848 en Francia, y en marzo de 1871 en París.

Esta ley de la política, de cuyo necesario y universal cumplimiento aportarían su prueba empírica las burguesías nacionales de los países económicamente dependientes, en su dialéctica con la más moderna categoría social burguesa: el imperialismo, Lenin extrajo las no menos necesarias consecuencias políticas en el terreno de la organización. Una de ellas ―que Marx ya había prefigurado en 1848― es la concepción del partido, entendido como la unidad orgánica de sus miembros en torno al Materialismo Histórico, entendido como concepción del mundo del proletariado y guía para su acción política efectivamente revolucionaria. Sobre este asunto, ver: http://www.nodo50.org/gpm/prdcaliforniano/08.htm ; http://www.nodo50.org/prdcaliforniano/09.htm.

Esta misma concepción es la que Lenin aplicó a las agrupaciones estudiantiles socialistas, concebidas, de cara al necesario progreso ideológico y político del movimiento reivindicativo o académico general, como organismos intermedios de la relación más estrecha entre el Partido y las amplias bases sociales; y desde la perspectiva del movimiento revolucionario, como ámbitos de formación teórico-práctica de la llamada vanguardia natural del movimiento, en proceso de llegar a ser los futuros “cuadros” del partido encargados de hacer subjetivamente posible lo objetivamente necesario; es decir, que empujen la lucha de clases en sentido progresivo, aunque su opción sea resistida por las mayorías; que sientan esa resistencia al cambio revolucionario no como el límite absoluto de los oportunistas, sino como un obstáculo a superar. De ahí que necesiten delimitar precisamente hasta los más nimios matices políticos que separan a las diferentes tendencias al interior del movimiento, y confrontarlas para que resplandezca la necesidad de actuar en determinado sentido preciso y no en cualquier otro:

<<Resumamos. Cierto sector estudiantil quiere adquirir una concepción socialista del mundo definida e integral. La meta final de esta labor preparatoria ―para los estudiantes deseosos de participar en forma práctica del movimiento revolucionario― no puede ser otra que la elección consciente e irrevocable de una de las dos tendencias que en los momentos actuales se han plasmado en los medios revolucionarios (la de socialistas revolucionarios y mencheviques, y la de los socialistas). Y quien proteste contra esta elección con el pretexto de que hay que lograr la unidad ideológica de los estudiantes, de que hay que encauzarlos hacia la revolución en general, etc., oscurece la conciencia socialista, y en los hechos predica la carencia de principios ideológicos. El agrupamiento político de los estudiantes no puede menos que reflejar el agrupamiento político de la sociedad en su conjunto, y es un deber de todo socialista esforzarse por establecer una demarcación política lo más consciente y consecuente que sea posible entre los grupos distintos...>> (V.I. Lenin: “Las tareas de la juventud revolucionaria” Setiembre de 1903)

Está claro, el método de los oportunistas consiste en la política del statu quo, de la charca política, es decir, tratan de que las diferencias ideológicas se neutralicen para que nada cambie o evolucione lo más lentamente posible; en cualquier caso, los oportunistas solo se atreven a cabalgar sobre un movimiento que no vea más allá de las narices, al que no le proponen nunca nada que su mayoría no esté subjetivamente en disposición de hacer. Y cuando esas mayorías se deciden a ir más allá del término medio en que los oportunistas se sienten a gusto, entonces descabalgan para poner el carro de la reacción delante de los caballos de la lucha revolucionaria de clases. Tal es la esencia del “método subjetivo en sociología” que todavía en 1903 seguían proponiendo socialistas revolucionarios y mencheviques, la misma que anima hoy al oportunismo reformista de la izquierda burguesa postmoderna, tanto la institucionalizada como la extraparlamentaria:

<<El llamamiento que el partido de los socialistas revolucionarios dirige a los estudiantes para que “proclamen su solidaridad con el movimiento político general, manteniéndose totalmente al margen de las rencillas fraccionales existentes en el campo revolucionario”, no es, en esencia, más que un llamamiento para marchar hacia atrás, para retroceder del punto de vista del socialismo al de la democracia burguesa (tutelada). Y ello nada tiene de sorprendente, ya que el “partido socialista revolucionario” es simplemente una fracción de la democracia burguesa rusa.>>(V.I. Lenin: Op.cit. Lo entre paréntesis es nuestro)

Eran una fracción de la democracia burguesa que había pasado a formar un bloque histórico de poder con la burguesía liberal y los terratenientes, para proponer una forma de gobierno intermedia entre la monarquía absoluta y la república social, sin dejar de ser la negación de la democracia burguesa, determinados como estaban a no ir más allá de la Monarquía constitucional, fórmula de poder político que les concedía la burocracia zarista y ellos sumisamente habían aceptado. Esto era lo que querían escamotear los “socialistas revolucionarios” y los mencheviques so capa del “movimiento democrático general” en la lucha contra los restos decadentes del feudalismo.

Y el método de los oportunistas de hoy ante las contradicciones sociales del decadente capitalismo tardío, ¿ha variado en algo?. Sigue siendo esencialmente el mismo. El único elemento dialéctico que han suprimido en su postmoderno juego estratégico de regresión histórica subjetiva, es la aristocracia feudal ya inexistente, pero para sustituirla por una nueva aristocracia, la del capital financiero internacional (fusión entre el capital bancario y el capital industrial) ―aunque con distintas señas de identidad según sea su ámbito de actuación― al que los oportunistas de los países desarrollados llaman “gran capital” y sus primos-hermanos del “tercer mundo” conocen por el incombustible “imperialismo”, rogando a Dios para que todo este juego de buenos y malos acompañe los ciclos del capitalismo per omnia secula seculorum, como una variante escatológica de la teoría nietzscheana del eterno retorno a las cosas de andar por casa, en la que ellos se sienten muy bien.[22]

En su artículo de 1903, en torno al cual ha girado el presente trabajo, Lenin reportaba que en la discusión acerca de si había que introducir la política de partido entre los estudiantes o, por el contrario, era suficiente con dar un carácter político a las cuestiones académicas del movimiento, los oportunistas acusaban a los revolucionarios de “fanáticos de la discordia y la escisión” y de “falta de madurez política”, dando por cierta la especie de que las ideas revolucionarias son un pecado de la juventud.

Es sabido -aunque se tenga olvidado- que el pragmatismo, como filosofía de la acción útil, considera el concepto de utilidad como criterio de verdad. Según el filósofo existencialista Abagnano, fue F.C.S. Schiller quien llevó a su extremo esta doctrina. Resumiendo el dicho de Protágoras: <<el hombre es la medida de todas las cosas>>, Schiller consideró legítimo atar el conocimiento a la conveniencia personal o social. Y en su obra"El anhelo de Creer", Willams James ―precursor del pragmatismo― decía en 1897 que:

<<no es legítimo rehusar creer en doctrinas que pueden ejercer una acción benéfica sobre la vida del individuo, por el hecho de que estas doctrinas no se apoyen en pruebas racionales suficientes. En casos como éstos es necesario correr el riesgo de creer>> (Op. Cit.)

El principio político esencialmente oportunista de raíz pragmática, común a toda la izquierda burguesa, sostiene la posibilidad de neutralizar políticamente la ley del valor mediante la “planificación democrática de la economía” a fin de compatibilizar subjetivamente el capitalismo con la “justitia distributiva”. Esta construcción teórica no demostrada jamás, también está determinada por ese riesgo fiduciario en el sistema capitalista que la pequeñoburguesía comparte todavía con la aristocracia obrera.

En estos pragmáticos conscientes o inconscientes, cuya lucha por las ventajas electorales pasa a convertirse en un medio de vida, es inevitable que credos como el que acabamos de presentar arraiguen todavía más cautivando fuertemente su voluntad política, resultando inevitable que ese credo se interponga como un velo entre el creyente y su propia realidad como político, cuya trama es tanto más cerrada cuanto mayor sea su dependencia material y espiritual respecto del aparato de Estado del que vive y al que sirve. Tal es la realidad social, jurídica, política y psicológica de los oportunistas de extracción social no burguesa, en cuya conciencia de tal modo enajenada (léase comprada) se procesa el transformismo político de que hablaba Gramsci, para describir el fenómeno de la absorción de los intelectuales más destacados de las clases subalternas por las clases dirigentes. Proceso mucho más viable y eficaz en países de la cadena imperialista, donde ―como bien dijera Marx― las miserias del “aparecen vestidas” y el componente social pequeñoburgués (económico y sociológico), tiene un peso político-electoral mucho más decisivo que en la periferia del sistema.[23]

En semejantes condiciones, el "riesgo de creer" es decir, el peligro de verse enfrentado a una racionalidad que ponga en tela de juicio esas creencias útiles al partido institucionalizado y a sus militantes comprometidos en el aparato estatal capitalista, no deja otra alternativa que resolver el conflicto (entre la realidad y la creencia) fácticamente y de modo típicamente clerical, es decir, demonizando al disidente, inscribirlo en el index, ponerlo inmediatamente en cuarentena para que no contamine al resto de la feligresía política; una vez hecho esto, redondear la operación de darle vuelta a su propia trama aprovechando ese aislamiento prefabricado para acusarle de “fanático de la discordia y la escisión”.

Este sectarismo faccioso de los oportunistas con influencia de masas en tiempos de normalidad o reacción política, que aísla y debilita todavía más a las fuerzas revolucionarias, es un producto genuino de la izquierda institucionalizada en su carácter de consignataria ―no precisamente gratuita― de la burguesía. Carentes de toda verdad histórica para poder emplear como aglutinante social, la lógica del método que los oportunistas están obligados a echar mano para garantizar la unidad general del movimiento, va bastante más allá de la mentira sistemática y el chantaje político que supone el boicot a sus ideas. Para quienes buscan imponer sus criterios de modo faccioso (de grupo o partido), el calificar de conflictivos a quienes disienten públicamente de su facción, precede siempre a la acción de combatir fácticamente sus disentimientos. Y esa acción tiene formas diversas que van desde la conspiración del silencio hasta el crimen político pasando por la instrumentación de la calumnia y el aislamiento. Todo depende de lo peligroso que pueda llegar a ser el disidente para los intereses del o de los oportunistas coligados. Si hay algo que caracterizó los crímenes de Stalin y sus secuaces, ese algo fue, por antonomasia, su oportunismo radical llevado a su más alta expresión política.

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[21] Sobre este tan importante como poco conocido episodio de la memoria histórica de las luchas de clases, ver K.Marx:“La burguesía y la contrarrevolución” (10/12/1848); F.Engels: Marx y la Nueva Gaceta Renana http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/oe3/mrxoe314.htm , F. Engels: “Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas” http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/oe3/mrxoe314.htm, y K.Marx-F.Engels: “Circular al Comité Central de la Liga de los Comunistas” http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-g/oe1/mrxoe107.htm. En nuestro website, el capítulo III de “Breve memoria histórica sobre la consigna de asamblea nacional constituyente” de próxima publicación.

[22] Eterno retorno en el sentido de que, lo que cambia es un devenir de lo mismo.

[23]“La verdad del capitalismo no hay que ir a buscarla a las metrópolis donde aparece vestida, sino a las colonias, donde se muestra desnuda”K.Marx