La concepción leninista del partido

El señor Ben Garza a insistido varias veces en decir que el PRD no es un partido marxista-leninista pero tiene acreditada <<una rica experiencia de Marxismo-leninismo>>, y que <<es una equivocación del GPM pensar que porque no se declara abiertamente Marxista-leninista, el PRD es contrario al marxismo>>.

Fue a principios del siglo pasado cuando, inducido por las necesidades de la lucha de clases y siguiendo la línea precursora trazada por Marx y Engels, Lenin consagró casi todos sus esfuerzos al desarrollo de la teoría revolucionaria del partido y a la lucha por hacerla prevalecer entre la intelectualidad de ese país. En ese período, el materialismo histórico estaba de moda entre los más variados círculos de la intelectualidad europea, y Lenin observaba que, cuanto más se extendía su influencia difundida en un <<lenguaje esópico>> (fabulador), aunque <<comprensible para los "interesados">>, tanto más se malversaba la significación que le habían dado sus autores, lo cual, en un segundo momento, facilitó la tarea de su completa tergiversación por parte de los intelectuales enemigos del proletariado al interior del movimiento.

En 1902, Lenin recordaba que, durante este proceso, la difusión del marxismo entre la intelectualidad rusa se deslizó al principio sobre la alianza entre los círculos más revolucionarios (entre otros la socialdemocracia rusa que Lenin integraba) y los que no se proponían más que una reforma del sistema (los "marxistas legales"), sin que, en su mayoría, hubieran alcanzado la plena comprensión de ese nueva doctrina social:

<< Hoy puede hablarse de ese periodo con calma, como de algo ya pasado. Para nadie es un secreto que la efímera prosperidad alcanzada por el marxismo en la superficie de nuestras publicaciones, fue debida a la alianza de elementos extremistas con otros muy moderados. En el fondo, estos últimos eran demócratas burgueses, y esa deducción (confirmada con evidencia por el desarrollo "crítico" posterior de dichos hombres) no podían menos de hacerla ya ciertas personas en los tiempos de mantenimiento de la "alianza". >> (V.I. Lenin: "¿Que Hacer?" Cap. I "La crítica en Rusia" 1902)

Lenin reconoce que esa alianza sirvió a los revolucionarios para dar la exitosa batalla teórica contra los populistas, aunque deja constancia que no fue una alianza sin principios, sino con condiciones muy precisas por parte de los revolucionarios: que en esa lucha contra el populismo ruso, el arma de la alianza fuera la recopilación de datos hecha sobre el desarrollo económico de Rusia, que corrió a cargo de Lenin, con una tirada de 2.000 ejemplares editados por una imprenta legal en abril de 1895:

<<Ahora bien, la unión con los marxistas legales fue una especie de primera alianza verdaderamente política concertada por la socialdemocracia rusa. Gracias a esta alianza se ha logrado el triunfo, de asombrosa rapidez, sobre el populismo, así como la grandiosa difusión de las ideas del marxismo (si bien en forma vulgarizada). Además, la alianza no fue pactada sin "condición" alguna, ni mucho menos. Pruebas al canto: la recopilación marxista Datos sobre el desarrollo económico de Rusia, quemada por la censura de 1895. Si el acuerdo literario con los marxistas legales puede ser comparado con una alianza política, este libro puede compararse con un pacto político. >> (V.I. Lenin: Op. Cit.)

Pero lo más importante que justificó esa alianza propagandista momentánea entre revolucionarios y reformistas burgueses (nada que ver con un partido), fue el carácter burgués de la revolución en Rusia dada la correlación fundamental de fuerzas en ese momento del proceso. Además, esa alianza en modo alguno fue entendida por los revolucionarios socialdemócratas como una adecuación ideológica a las concepciones reformistas en función de las tareas comunes determinadas por la revolución democrático-burguesa, sino que los revolucionarios socialdemócratas se reservaron desde un principio la independencia de criterio teórico para explicar a la clase obrera su antagonismo estratégico respecto de la burguesía. Esto fue lo que condujo a la ruptura de la alianza:

<< La ruptura no se debió, desde luego, al hecho de que los "aliados" resultaran ser demócratas burgueses. Por el contrario, los adeptos de semejantes tendencias son aliados naturales y deseables de la socialdemocracia, siempre que se trate de las tareas democráticas de esta última, planteadas en primer plano por la situación actual de Rusia. Mas, para esta alianza, es condición indispensable que los socialistas tengan plena posibilidad de revelar a la clase obrera la oposición antagónica existente entre sus intereses y los de la burguesía. Ahora bien, el bernsteinianismo y la tendencia "crítica", hacia la cual evolucionó totalmente la mayoría de los marxistas legales, descartaban esa posibilidad y corrompían la conciencia socialista, envileciendo el marxismo, predicando la teoría de la atenuación de las contradicciones sociales, declarando absurda la idea de la revolución social y de la dictadura del proletariado, reduciendo el movimiento obrero y la lucha de clases a un tradeunionismo estrecho y a la lucha "realista" por reformas pequeñas y graduales. Era exactamente lo mismo que si la democracia burguesa negara al socialismo el derecho a la independencia, y, por tanto, su derecho a la existencia; en la práctica, eso significaba tratar de convertir el incipiente movimiento obrero en un apéndice de los liberales. >> (Ibíd. Subrayado nuestro)

Proyectémonos ahora en el túnel del tiempo hasta el año 2001. Cuando el señor Ben Garza comunicó por primera vez con el GPM, llevó evidentemente el mismo propósito que los marxistas legales en su alianza con los socialdemócratas revolucionarios rusos a principios del siglo XIX. La única diferencia entre entonces y ahora, está en que, dada la actual correlación fundamental de fuerzas sociales bajo el capitalismo tardío, hoy día no hay por delante tareas democrático-burguesas que cumplir en parte alguna del mundo. (*) Por eso es que entre el GPM y el señor Ben Garza no hubo ruptura, porque nosotros rechazamos la propuesta implícita y entramos de lleno al combate ideológico público con el PRD, a través de este representante "esópico" del neomarxismo legal en California.

En esta actitud de los revolucionarios socialdemócratas que pasarían a constituir el núcleo político puro y duro del partido bolchevique, ya se perfila la clara conciencia acerca de la necesidad de construir un partido que traduzca fielmente los principios del materialismo histórico en acción política independiente del proletariado ruso, en contra de la alianza entre los marxistas legales y los economistas, quienes proponían <<un marxismo adaptado a las particularidades de Rusia>>. Dado que el capitalismo no se ha asentado aun en Rusia -decían- los marxistas rusos no tenían más que una opción: sostener la lucha del proletariado por reformas al interior de la sociedad constituida y limitar la acción política a la participación en la actividad de la oposición liberal burguesa al zarismo.

Pero los revolucionarios socialdemócratas rusos, que habían aprendido la lección de la revolución alemana de 1848 a través de Marx y Engels en la "Liga de los comunistas", estaban conscientes de que el camino más corto hacia la revolución burguesa en Rusia, pasaba por la acción política independiente del proletariado. De ahí su lucha en el seno de la intelectualidad para acercar el mayor numero posible de voluntades hacia la tarea de construir un partido que expresara políticamente en toda su pureza, la filosofía política del proletariado: el materialismo histórico. Pero, para eso, había que dar la batalla victoriosa contra las distintas vulgarizaciones del pensamiento de Marx y Engels que, en nombre del marxismo, habían tergiversado y subvertido su contenido revolucionario. Tal fue la razón que presidió el pensamiento y la acción militante de Lenin entre 1895 y 1905. Esta práctica social empezó a fructificar con la creación del Grupo de propaganda marxista "Liga de emancipación de la clase obrera". En 1899, a la cabeza de los socialdemócratas revolucionarios, Lenin combatió las ideas del llamado "Credo", un grupo de teóricos que habían olvidado -o desconocían- el resultado político de la experiencia de Marx y Engels durante la revolución de 1848, en cuanto a la incapacidad de la burguesía en general para ajustar cuentas con la forma política de dominación de la aristocracia decadente: la monarquía absoluta. Habiendo roto de tal modo con la memoria histórica del movimiento revolucionario, los integrantes del "Credo" procedieron como hoy el señor Ben Garza, negando en nombre del marxismo el papel revolucionario decisivo del proletariado consciente y la necesidad de construir su propio partido, separado y políticamente independiente de la burguesía, con un accionar presidido por la ideología del materialismo histórico:

<< No sabemos si habrá muchos socialdemócratas rusos que participen de estos puntos de vista (del Credo). Pero es indudable que semejantes ideas, en general, tienen sus partidarios, por lo que nos consideramos en el deber de protestar categóricamente contra tales conceptos y de advertir a todos los camaradas del peligro que amenaza a la socialdemocracia rusa de ser desviada del camino ya trazado por ella, a saber: la formación de un partido político obrero independiente, inseparable de la lucha de clase del proletariado y que se plantee, como tarea inmediata, la conquista de la libertad política. (...)
Solamente la teoría del marxismo revolucionario puede servir de bandera al movimiento obrero de clase, y la socialdemocracia rusa debe velar por el ulterior desarrollo de esta teoría y su encarnación en la vida, al tiempo que ha de preservarla contra las tergiversaciones y envilecimientos a que son frecuentemente sometidas las "teorías de moda" (los éxitos de la socialdemocracia revolucionaria en Rusia han transformado ya el marxismo en una teoría "de moda"). >> (V.I. Lenin: "Protesta de los socialdemócratas de Rusia". Agosto-setiembre de 1899)

Con esto Lenin quiso decir, con toda claridad, que el carácter de clase independiente del partido revolucionario no pasa sólo ni principalmente por la simple capacidad de aglutinar y organizar a los asalariados en un partido político, sino por hacerlo esgrimiendo en todo momento de modo irrenunciable los principios teóricos del materialismo histórico. ¿Qué quiere decir esto? Que si del estudio de la estructura económica de una sociedad dada se desprende que la clase de los asalariados es la única con capacidad de asumir la dirección del progreso social de esa sociedad, la diferencia entre la política de los revolucionarios y la de los oportunistas radica en que los revolucionarios nunca dejan de empujar en esa dirección, tratando de convertir en acción política las exigencias de la teoría revolucionaria aplicada a la sociedad, mientras que los oportunistas sólo están dispuestas a hacer lo que las más amplias masas quieran. Todo el combate de los revolucionarios rusos contra el oportunismo teórico en materia de organización partidaria durante ese período crucial que acabó con la fundación del partido bolchevique en 1912, estuvo atravesado por esta idea-fuerza del socialismo científico enriquecido por la memoria histórica del movimiento. Entre mayo de 1901 ("Por dónde empezar") y abril de 1902 ("¿Qué hacer?", Lenin avanzó sobre la teoría de la construcción del partido, en base a "un periódico para toda Rusia", entendido como soporte material de difusión de la teoría revolucionaria. Haciendo un símil entre la arquitectura y la política, Lenin decía que el periódico era al futuro partido, lo que los andamios son para un edificio en construcción, y que la teoría revolucionaria era al periódico, lo que la plomada es al buen hacer sobre los andamios:

<< Sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario. Jamás se insistirá bastante sobre esta idea en unos momentos en que a la prédica de moda del oportunismo se une la afición a las formas más estrechas de la actividad práctica. Y para la socialdemocracia rusa, la importancia de la teoría es mayor aún, debido a tres circunstancias que se olvidan con frecuencia. En primer lugar, nuestro partido sólo empieza a organizarse, sólo comienza a formar su fisonomía y dista mucho de haber ajustado sus cuentas con las otras tendencias del pensamiento revolucionario que amenazan con desviar el movimiento del camino justo. Por el contrario, precisamente los últimos tiempos se han distinguido (como predijo hace ya mucho Axelrod a los "economistas") por una reanimación de las tendencias revolucionarias no socialdemócratas. En estas condiciones, un error (teórico) "sin importancia" a primera vista puede tener las más tristes consecuencias (prácticas), y sólo gente miope puede considerar inoportunas o superfluas las discusiones fraccionales y la delimitación rigurosa de los matices (teóricos). De la consolidación de tal o cual "matiz" puede depender el porvenir de la socialdemocracia rusa durante muchísimos años. >> (V.I. Lenin: Op.cit.)

El señor Ben Garza es muy mal arquitecto político, porque, según todas las evidencias, demuestra no saber que cada diseño de construcción partidaria corresponde a una finalidad de hábitat político preciso, y en vez de ponerse a estudiar y asumir la ciencia arquitectónica del materialismo histórico para construir un partido a la medida de la revolución socialista, creyendo ahorrar tiempo y esfuerzo ha optado por la chapuza de meterse a reacondicionar -según dice- un edificio partidario diseñado y construido por la pequeñoburguesía, para que en él esta fracción del capital social global pueda cultivar cómodamente sus hábitos de vida social al interior del sistema capitalista. Por lo visto hasta aquí, lejos de que el señor Ben Garza sea quien esté utilizando el marxismo-leninismo para rediseñar al PRD en función revolucionaria, es el PRD quien ha acondicionado el "marxismo-leninismo" del señor Ben Garza para fines contrarrevolucionarios, tal como en tiempos de Lenin sucedió con los "Marxistas legales" y el "Credo", en su intento de adecuar el marxismo a los requerimientos políticos de la burguesía liberal rusa. Por eso le hemos dicho que nos confunde.

Precisamente este problema del hábitat ideológico y político propio de un partido revolucionario respecto de los demás partidos actuantes en la sociedad capitalista, es el que enfrentó a los revolucionarios y a los oportunistas durante el segundo congreso del POSDR. Si -tal como se había aprobado en el primer congreso- se trata de fundir la teoría revolucionaria -concretada en el programa partidario- con el movimiento espontáneo del proletariado, y si la táctica del partido pasa por contribuir a que las más amplias masas asalariadas vayan superando su espontaneismo burgués, entonces, evitar por todos los medios que la conciencía servil del movimiento espontáneo contamine el hábitat partidario era una cuestión de vida o muerte para el espíritu revolucionario colectivo contenido en el partido, en tanto "intérprete consciente de un proceso inconsciente". En este sentido, el partido debía ser "la desconfianza organizada del todo hacia la parte, del destacamento de vanguardia hacia el atrasado", lo cual niega el espíritu de los oportunistas que se concilia con la idea y la aspiración de un partido de masas. Para los revolucionarios, pues, el partido no es el resultado de la libre autoinclusión sino de la admisión políticamente condicionada por la exigencia de un grado de conciencia política determinado por la comprensión acabada de los fundamentos científicos del programa partidario:

<< Precisamente por eso es un error el pretender que "todo huelguista" pueda adjudicarse el título de miembro del Partido, porque si "toda huelga" no fuera sólo la expresión espontánea de un poderoso instinto de clase y de lucha de clases, que conduce inevitablemente a la revolución social, sino una expresión consciente de ese proceso, entonces. . ., entonces la huelga general no sería una frase anarquista, entonces nuestro Partido englobaría inmediatamente y de golpe a toda la clase obrera y, por consiguiente, también acabaría de golpe con toda la sociedad burguesa. . . Para ser en efecto intérprete consciente, el Partido debe saber establecer unas relaciones de organización que aseguren determinado nivel de conciencia y eleven sistemáticamente este nivel. "De ir por el camino de Mártov --dijo el camarada Pavlóvich--, ante todo hay que suprimir el punto acerca del reconocimiento del programa, porque para aceptar un programa es menester asimilarlo y comprenderlo. . . El reconocimiento del programa está condicionado por un nivel bastante elevado de conciencia política". >> (V.I. Lenin: "Un paso adelante, dos pasos atrás" i) Artículo primero de los estatutos)

Mártov había dicho algo en lo que -a tenor de lo que persiguen partidos reformistas como el PRD- militantes partidarios como el señor Ben Garza no pueden sino acordar plenamente:

<<Nunca consentiremos nosotros que el apoyo a la socialdemocracia, la participación en la lucha que ella dirige, se limiten artificialmente por ninguna exigencia, cualquiera que sea (asimilación, comprensión, etc.), porque esa misma participación, por el mero hecho de manifestarse, eleva tanto la conciencia como los instintos de organización>>, pero ya que nos hemos agrupado en un partido para un trabajo metódico, debemos preocuparnos de asegurar que sea metódico. >> (Ibíd.)

Está claro que entre Lenin y Mártov la diferencia consistía en dónde uno y otro ponían el centro de gravitación política. Mártov prefería dejarlo donde está, en la masa, mientras que Lenin pugnaba por trasladarlo al partido revolucionario. El partido que Mártov proponía no entraba en la vida política por sí mismo sino que caía en ella atraído por la conciencia servil del movimiento espontáneo. Lenin, por el contrario, luchaba por un partido que hiciera gravitar la masa hacia arriba, hacia la conciencia revolucionaria, según la exigencia de las contradicciones en la base material del sistema. Así, para Mártov, el partido era un simple problema técnico-organizativo, mientras que, para Lenin era un problema esencialmente político que se expresaba organizativamente:

<< Es indudable que la revolución nos aleccionará, que aleccionará a las masas populares. Pero la cuestión, para el partido político en lucha, consiste ahora en saber si sabremos enseñar algo a la revolución, si sabremos aprovecharnos de lo justo de nuestra doctrina socialdemócrata, de nuestra ligazón con el proletariado, la única clase consecuentemente revolucionaria, para imprimir a la revolución un sello proletario, para llevar la revolución hasta la verdadera victoria, decisiva, efectiva, y no verbal, para paralizar la inconsistencia, la ambigüedad y la traición de la burguesía democrática. >> (Op. Cit.: Prólogo)

Finalmente, en abril de 1905 Lenin contribuyó decisivamente a dar la batalla contra la fracción menchevique durante el Tercer Congreso reunido en Londres, para unificar de una vez por todas las fuerzas políticas disponibles en torno al materialismo histórico, y conseguir así que el movimiento obrero espontáneo aceptara ser elevado por el POSDR a la condición de movimiento revolucionario. A las alternativas de este combate ideológico nos hemos referido ya en el punto II de este trabajo. Sólo añadir aquí unas palabras sobre el aporte teórico-político explícito de Lenin a la revolución en el curso de esta polémica.

Decíamos en el punto II que, habiendo aprendido la lección de la revolución alemana de 1848 a través de la experiencia de Marx y Engels en la "Liga de los Comunistas", Lenin comprendió que "el camino más corto hacia la revolución burguesa en Rusia pasaba por la acción política independiente del proletariado". En "Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática", Lenin se ocupó de desarrollar esta idea refiriéndola a la realidad política específica rusa de 1905, entendiendo que por la clarificación de esta cuestión pasaba la posibilidad real de que el III Congreso saldara en términos de completa eficacia política para el inmediato futuro del movimiento revolucionario, o se malograra discurriendo por el camino más largo y doloroso para el pueblo ruso. Y decía a sus adversarios:

<< En esto consiste ahora, señores, el fondo de la cuestión que os habéis dejado escapar: ¡en que nuestra revolución se vea coronada por una verdadera y grandiosa victoria, o tan sólo por una transacción mezquina; en que llegue hasta la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y de los campesinos o que "pierda sus fuerzas" en una Constitución liberal ("otorgada") a lo Shípov!>> (V.I. Lenin: Op.cit Cap. 6. Lo entre paréntesis es nuestro)

Ya hemos visto que del estudio y comprensión de la base económica de Rusia en aquellos tiempos, Lenin concluyó que la transformación del régimen económico y político de Rusia en el sentido democrático-burgués era históricamente inevitable. ¿Por qué? Pues, porque una sociedad donde impera la producción mercantil simple es inevitable que derive hacia la producción basada en el trabajo asalariado y la acumulación de capital, cuya forma de dominación adecuada es la democracia formal. Pero, dada esta realidad económico-social, según la combinación resultante del comportamiento político de las fuerzas sociales objetivamente enfrentadas en Rusia, Lenin dedujo que esta transformación discurriría por dos cursos de acción alternativos:

<< Una de dos: 1) las cosas terminarán con la "victoria decisiva de la revolución sobre el zarismo", o 2) no habrá fuerzas suficientes para la victoria decisiva y las cosas terminarán con un arreglo entre el zarismo y los elementos más "inconsecuentes" y "egoístas" de la burguesía. Toda la variedad infinita de detalles y combinaciones, que nadie puede prever, se reducen, en suma, justamente a uno u otro de estos dos desenlaces>> (Ibíd)

¿Cómo se explica esto? Por un lado, la revolución burguesa expresa obviamente los intereses económicos estratégicos de la burguesía. Su objetivo pasa por transformar toda economía mercantil en economía capitalista pura. Pero, contradictoriamente, la difusión del capitalismo también entra tácticamente en los objetivos estratégicos del proletariado, porque con el desarrollo de la acumulación, el proletariado tiende a crecer más que la masa de capital en funciones hasta transformarse en la clase más numerosa de la sociedad, tornando así cada vez más real la posibilidad de revolucionar la sociedad, de acabar con el capitalismo:

<< Todas estas tesis del marxismo han sido demostradas y repetidas con todo detalle, tanto en general como con respecto a Rusia. Y de estas tesis se deduce que es una idea reaccionaria buscar la salvación de la clase obrera en algo que no sea el mayor desarrollo del capitalismo. En países como Rusia, la clase obrera sufre no tanto del capitalismo como de la insuficiencia de desarrollo del capitalismo. Por eso la clase obrera está absolutamente interesada en el desarrollo más vasto, más libre, más rápido del capitalismo
Por eso, la revolución burguesa es extremadamente beneficiosa para el proletariado. La revolución burguesa es absolutamente necesaria para los intereses del proletariado. Cuanto más completa y decidida, cuanto más consecuente sea la revolución burguesa, tanto más garantizada se hallará la lucha del proletariado contra la burguesía por el socialismo>> (Ibíd.)

Justamente por eso, en las condiciones de Rusia, dada su debilidad relativa o su todavía incipiente desarrollo económico y social, a la burguesía no le convenía ser del todo consecuente con su revolución. Se sentía más tranquila y segura apoyándose en las estructuras políticas reminiscentes del feudalismo, como la monarquía y el ejército permanente. Le convenía que la revolución burguesa no se sacudiera tan pronto esas supervivencias políticas del pasado aristocrático:

<< A la burguesía le conviene más que los cambios necesarios en un sentido democrático-burgués se produzcan más lentamente, más gradualmente, de un modo menos resuelto, por medio de reformas y no por medio de la revolución, que estos cambios sean lo más prudentes posibles con respecto a las "honorables" instituciones de la época del feudalismo (tales como la monarquía), que estos cambios desarrollen lo menos posible la acción independiente, la iniciativa y la energía revolucionarias del pueblo sencillo, es decir, de los campesinos y particularmente de los obreros, pues de otro modo a estos últimos les será tanto más fácil "cambiar de hombro el fusil", como dicen los franceses, es decir, dirigir contra la propia burguesía el arma que ponga en sus manos la revolución burguesa, la libertad que ésta les dé, las instituciones democráticas que broten en el terreno desbrozado del feudalismo. >> (Ibíd)

Y el caso es que, habiendo apostado por que fuera la burguesía y no el proletariado la clase dirigente de la revolución política, los mencheviques eligieron el camino más largo de la revolución social: el de las reformas otorgadas por la autocracia zarista. Tal es la cuestión crucial que se resolvió en el III Congreso, en esencia la misma que hoy sigue dividiendo al movimiento obrero políticamente organizado entre reforma o revolución, la misma que enfrenta a "cerdos trotskistas atrasados y sectarios" como el GPM, con "demócratas revolucionarios progresistas" como el señor Ben Garza. Pero lo cierto es que, los reformistas de hoy poco tienen que ver en realidad con los mencheviques en tiempos de Lenin. Porque, aquellos, en ultima instancia promovieron el progreso apoyando a la burguesía revolucionaria contra el feudalismo decadente, mientras que sujetos como Ben Garza contribuyen a prolongar la vida del capitalismo decrépito sine die, porque asistiendo políticamente a la pequeñoburguesía ineficiente promueven el atraso económico, y con su táctica de los frentes populares obstaculizan la organización independiente del proletariado. A la luz de estas consideraciones, el disfraz "marxista-leninista" con el que acostumbran a ir alegremente por la vida política agentes de la burguesía como Ben Garza, queda hecho un miserable andrajo de mediocridad contrarrevolucionaria que deja al desnudo todo el oprobio de su hipocresía social.

GPM, diciembre de 2001

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